Hecho todo esto, Edward se convirtio en lo que deseaba ser, una persona completamente libre y sin ataduras.
Tenia pocas dudas acerca de que la Tierra iba a llegar pronto a su fin. Se compro una pistola de pequeno calibre para el caso de que el final resultara demasiado doloroso. (Las pistolas eran un articulo muy solicitado ahora.) Distribuyo sus ahorros y el dinero del gobierno de modo que le permitiera al menos cinco meses completos de viaje sin problemas.
No sentia ningun deseo de salir de los limites de los Estados Unidos. Comprar una pequena autocaravana (entregando a cambio como parte del precio su Land Cruiser) habia menguado sus reservas monetarias casi en una tercera parte. Ahora, en su ultimo dia en Austin, estaba pasando la noche en un hotel, envuelto en una melancolia peculiarmente enervada.
Se sentia ansioso por seguir moviendose.
Viajaria por todo el pais, y a finales de marzo o abril terminaria su periplo en el Yosemite, donde se aposentaria. La primera parte de su viaje le proporcionaria una gran vision general de Norteamerica, tanta como pudiera cubrir…, algo que siempre habia deseado hacer. Pasaria unas semanas en las White River Badlands de Dakota del Sur, unos dias en el Parque Nacional de Zion, y asi sucesivamente, recorriendo los grandes puntos geologicos hasta que el circulo completo le llevara de vuelta a su infancia y a las altas paredes rocosas del Yosemite. Tras visitar algo de lo que habia deseado ver en la Tierra, entonces podria empezar a catalogar su pais interior.
Era un buen plan.
Entonces, ?por que se sentia tan miserable?
No podia librarse de la nocion de que uno debia pasar la vida con un buen amigo o con alguien a quien quisiera. Edward habia sido siempre, esencialmente, un solitario. No sentia la necesidad de ver a su madre; lo habia sacado de casa a patadas a los dieciseis anos, y hacia mucho que habia perdido el contacto con ella. Pero todavia estaba el mito, la imagen del ciclon diadico, como lo habia llamado John Lilly…, la pareja, enfrentandose juntos a la vida.
Termino el whisky y abandono el bar, frotandose las manos con un gesto maquinal, como si se las limpiara con un panuelo. El portero le saludo cordialmente con una inclinacion de cabeza, y el le respondio con identico gesto. Luego estuvo dos horas paseando por el centro de Austin, algo que no habia hecho nunca desde que era estudiante.
Era domingo y la ciudad estaba tranquila. Paso junto a blancas vallas de puntiagudas estacas y negras verjas de hierro que rodeaban las viejas y bien conservadas casas historicas. Estudio las placas historicas de bronce montadas sobre columnas. Abandono los barrios antiguos y finalmente se hallo en el centro de columnas de cemento y piedra y acero y cristal, con la suave brisa del pleno invierno de Texas agitando su camisa de manga corta.
Una ciudad humana, pero muy solida y de aspecto sustancial.
?Como podia desaparecer?
Ni siquiera la geologia abarcaba la instantanea desaparicion de los mundos.
A la manana siguiente, tras dormir como un tronco y sin ningun sueno digno de mencion, Edward Shaw inicio su nueva vida.
45
El teniente coronel Rogers estaba sentado en su remolque, aguardando noticias de su enlace civil, un hombre pequeno, apuesto y de rostro inocente de la Agencia Nacional de Seguridad llamado Tuc-ker. Tucker solo tenia un papel en aquella conspiracion —no habia otra palabra para ella—, y ese era transmitir la noticia de si el arma habia sido adquirida o no.
El
ASESINADO EL COMPINCHE PRESIDENCIAL
El reverendo Ormandy muerto a tiros por un pistolero solitario en Nueva Orleans
CROCKERMAN VETA LA LEY DE DEFENSA CONTRA LOS ALIENIGENAS
LOS SEGUIDORES DE LA FRAGUA DE DIOS SE REUNEN PARA «PROTEGER» LA NAVE ALIENIGENA
Reunion de cultistas ingleses en California
Todo el mundo se estaba volviendo loco, y el se sentia arrastrado. En la ultima semana habia violado tres veces su juramento como oficial. Estaba participando en una conspiracion que en ultimo termino iba a quebrantar las ordenes expresas del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Dentro de dos semanas, antes si todo iba como estaba planeado, intentaria destruir el objeto que los cultistas que rodeaban el lugar deseaban proteger.
Lo que mas le alteraba de todo aquello era que el ya no se sentia alterado. Odiaba pensar en si mismo como en un endurecido radical, pero de hecho se habia visto radicalizado, y ya no se sentia capaz de ver y pensar en rumbos opuestos de accion. Todo lo que podia ver era una amenaza a su nacion y un gobierno en completo desorden. Tiempos extraordinarios, medidas extraordinarias.
El telefono del remolque sono. Respondio, y el operador del centro de mando le dijo que tenia una llamada del exterior del comandante en jefe de la Flota del Pacifico.
Le llego la voz de Tucker. Lo mas probable era que estuviera llamando desde el portaaviones
—Coronel Rogers, tenemos una flecha y todas las plumas que necesitamos.
—Si.
—?Ha entendido?
—He entendido.
—Nuestro proximo contacto sera Verde.
—Gracias.
Colgo el telefono. Verde era el senador Julio Gilmonn, democrata, California. Gilmonn era presidente del Subcomite de Defensa contra los Alienigenas del Senado. Cruzaria con su gran limusina el cordon de cultistas y llegaria al lugar dentro de aproximadamente diez dias. Iria muy protegido.
En el portamaletas de la limusina estaria la «flecha», una cabeza de combate de tres kilotones disenada originalmente para un misil antisubmarinos a bordo del
Luego, Rogers entraria en el aparecido arrastrando tras de si la cabeza de combate.
Doblo cuidadosamente los periodicos y se puso en pie para hacer su acostumbrada ronda vespertina.
PERSPECTIVA
Revere: ?Estuvo usted en Times Square o lo vio por television?
