dicho nada, se habia limitado a sacudir la cabeza y hacer un gesto de que se fueran.

Vio:

Un veraneante sovietico de Samarcanda (Arthur no sabia si hombre o mujer) contemplando arder un bosque de coniferas en las montanas de Zeravashan, enviando densos muros de humo blanco sobre las recortadas cordilleras alpinas.

Grandes secciones de Nueva York (Queens y el Bronx), Chicago y Nueva Orleans incendiadas, sin ninguna senal de que se intentara dominar los incendios. Gran parte de Tokio habia sido arrasada por cuatro grandes incendios la semana pasada. La mitad de Beijing habia sido consumida por el fuego a consecuencia de un terremoto al parecer natural.

Tendido despierto, sin saber si Francine estaba dormida o simplemente tendida alli inmovil, despierta tambien, Arthur recibio aquellos recuerdos que no eran suyos, y tomo decisiones acerca del futuro inmediato de su familia.

Fuera donde fuese, ellos irian con el; su unidad era mucho mas importante que cualquier hogar o seguridad. Dentro de aproximadamente un mes, sacarian a Marty de la escuela y viajarian juntos.

Pronto seria llamado a Seattle. Desde alli, descenderia la costa del Pacifico hasta San Francisco, realizando su tarea a lo largo del camino. Al parecer, la mayor parte de su trabajo consistiria en reunir registros culturales: documentos, musica, filmes, todo lo que estuviera en una lista que le seria transmitida de seccion en seccion. Las decisiones acerca de lo que contendria aquella lista estaban siendo tomadas por otros componentes de la red. ?Y quien hace la eleccion?

De nuevo le vino aquel pensamiento de pesadilla:

Los Poseidos estan siendo simplemente utilizados. Ellos, sean quienes sean, no son salvadores. Solo son saqueadores, y nos utilizan como esclavos para despojar a la Tierra de todo el botin que puedan llevarse.

?Cuantos eran los Poseidos ahora?

Diez mil.

Un numero redondo, que crecia cada dia.

Y en las arcas solo habia sitio para dos mil.

Si el era elegido, decidio, y Marty y Francine no, se quedaria. Podia negarse. ?Puedo? Y esa fue la peor pesadilla de todas. Arthur no podia estar seguro de que, cuando llegara el momento, si se les negaba la oportunidad a su esposa e hijo, el no les abandonara.

Puedo quedarme. Me quedare.

—?Te estan hablando? —Francine se volvio en la oscuridad y le miro. El le sonrio, y ella se le acerco mas.

—No —dijo—. No en este momento.

—?Donde estan las aranas?

—En su caja. —Habia tomado una caja de madera y habia proporcionado a las aranas un hogar en el estante superior del armario de su despacho. Ninguna de las dos aranas se habia movido desde hacia dias.

—?Que tipo de gente necesitan?

—No tengo ni idea —respondio Arthur.

—?Recuerdas aquella noche, cuando Grant y Danielle y Becky estaban de visita, y llamo Chris Riley…, para hablarte de Europa?

Asintio.

—Entonces me senti realmente asustada. No se por que. Sabia que estaba muy lejos.

Arthur vio Europa hirviendo, grandes trozos de hielo llameando en rayos lineales de vapor, otros trozos saliendo despedidos, y, debajo de todo ello, una cada vez mas grande, perfectamente lisa esfera de luz, tan blanca y perlina como la seda de un paracaidas y brillante como el sol, empujando el hielo y el vapor al espacio…

—?Que le ocurrio realmente a Europa? —pregunto Francine.

—Creo que nuestros amigos…, nuestros… amigos la devoraron —dijo—. La convirtieron en mas de sus naves espaciales. —?Y los enormes trozos de hielo, enviados hacia Marte y Venus? Ninguna imagen ni recuerdo explico aquello.

—Entonces no hubiera debido sentirme asustada.

—Oh, si —dijo Arthur—. Tenias todo el derecho a estar asustada. Tu lo supiste antes que yo.

Ella asintio lentamente.

—Lo hice, ?verdad? ?En que me convierte eso? ?En una psiquica?

Estaba hablando solo por hablar. El lo sabia, y no le importaba; sus palabras lo relajaban.

—En una mujer —dijo.

—Encantador.

El sonrio contra el pelo de ella y la beso.

—Es curioso pero, en medio de todo esto, no he dejado de pensar en ti y en Marty y… en mi libro. Los hunos y los mongoles y los escitas y los indoeuropeos… En toda esa gente y en mi libro. Nunca lo terminare.

—No estes tan segura —dijo el, pero le dolio decirlo.

—?Crees que esas sondas son como las hordas? ?Migrando, arrasando, empujadas por el hambre o la superpoblacion?

—No —dijo el—. Esta es una galaxia grande. No hemos visto nada como eso. —?Pero sabiamos donde y como mirar?

—?Por que lo hacen, entonces? —pregunto ella.

—Ya escuchaste la cinta de Harry.

—No estoy segura de haberla comprendido.

—La comprendiste tan bien como yo —dijo Arthur, abrazando sus hombros.

Una forma larga y oscura, una simple aguja, apuntando al corazon de Europa, al nucleo rocoso, envolviendo largos campos colectores en torno al hielo y el vapor, acumulandose en su interior, extrayendo los atomos de hidrogeno del oxigeno, fusionandolos. Perforando el nucleo…

Y, de nuevo, nada mas.

—?Todavia no lo has decidido? —pregunto suavemente Francine.

—?Decidido que?

—Marty pregunto esta manana…

—Crei que lo habia dejado claro.

—Necesito que me lo digas de nuevo.

—Si. Permaneceremos juntos. Os llevo conmigo, alla donde vaya.

—Bien —dijo ella.

Finalmente Francine se quedo dormida, pero Arthur no. Estaba atormentado por su «recuerdo» —el de Lehrman, en realidad— de la expresion del rostro del presidente.

?Cree en Dios?

Creo en el castigo.

PERSPECTIVA

The Los Angeles Electronic Times, editorial sin firma en la pista de Opinion, 10 de enero de 1997:

La noticia de la destruccion de la anomalia del Valle de la Muerte se ha difundido por el mundo como una onda de choque. Al principio hemos exultado: un golpe contra el enemigo. Pero los proyectiles siguen agitandose en el interior de la Tierra. La anomalia en Australia sigue intacta. Los rumores de una anomalia rusa siguen llegando hasta nosotros. La Tierra todavia se halla asediada. La opinion de un conocido escritor de ciencia ficcion, expresada en una entrevista por television en un programa a ultima hora de la noche, se ha convertido con rapidez en un dogma publico: que esos «proyectiles» son capsulas superdensas de materia y antimateria neutronica, destinadas a encontrarse en el centro de la Tierra y destruirnos a todos. No tenemos forma de saber

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