negado a llevar una parka o cualquier otra cosa que le aislara.
Las empapadas y oscuras rocas grises del sendero reflejaban el cielo y adquirian un tono marron anaranjado sombrio. Cuando la brisa empezo a lanzar gruesos dedos de bruma en su direccion, parecio suspendido en medio de una calida niebla ambarina, con la cascada y las paredes de granito cubiertas de musgo y azotadas por la intemperie perdidas en un vaporoso vacio.
—Y me asusto terriblemente…
En la parte superior de la cascada Vernal, cruzo una amplia y casi nivelada extension de seco granito blanco, con una mano sobre la barandilla de hierro, y se detuvo cerca del amplio y pulido labio verdoso de la caida. Ahi estaban el ruido y la energia, pero poco de la humedad; observacion e inmediatez, y sin embargo aislamiento. La autentica experiencia, penso Edward, seria deslizarse cascada abajo en medio del agua, suspendido en el frio verde y blanco, con las cortinas de burbujas y las largas y translucidas superficies verticales distorsionando todo el cielo y la tierra. ?Como seria vivir como un espiritu acuatico, capaz de permanecer suspendido magicamente en medio de una muerte segura?
Miro al otro lado hacia el Liberty Cap y penso de nuevo en los vastos espacios de granito invisibles dentro de los domos.
Fruncio concentradamente el ceno, intentando apresar el pensamiento monstruosamente grande que habia captado de una forma tan inconcreta.
Solo se habia cruzado con otras tres personas en el sendero aquella manana, una descendiendo, las otras dos subiendo detras de Edward. Habia otra que no habia visto, una mujer de cabello rubio con una parka color tostado y pantalones cortos azul oscuro que llevaba una enorme y cara mochila azul. Se detuvo en el lado opuesto del bloque de granito, contemplando el lago Esmeralda, la gran cuenca donde el agua que la cascada Nevada arrojaba desde ciento ochenta metros de altura descansaba un tiempo antes de deslizarse por la cascada Vernal, mas corta. Debia haber acampado por alli aquella noche, o quizas estaba siguiendo el tramo matutino de una larga excursion en torno al borde del valle.
La mujer se volvio y Edward vio que era sorprendentemente hermosa, alta y nordica, con un largo rostro dotado de una nariz perfectamente perfilada, unos claros ojos azules, y unos labios a la vez sensuales y ligeramente desaprobadores. Aparto rapidamente la vista, consciente con demasiada intensidad de que estaba fuera de su alcance. Hacia mucho que habia aprendido que las mujeres poseedoras de aquella belleza prestaban poca atencion a los hombres con su aspecto suave y su posicion social.
De todos modos, parecia estar sola.
Alcanzo aquella alta y dolorosa sensacion interior que siempre experimentaba cuando se hallaba en presencia de mujeres deseables e inaccesibles, no deseo, sino casi anhelo religioso. No era una sensacion que deseara ahora; no queria verse seducido mas alla de la adoracion a la tierra, a la Tierra, para enfocarse en una sola mujer, y menos aun a una que posiblemente no podria conseguir. La mujer o mujeres que habia imaginado la noche anterior no evocaban aquel tipo de respuesta; eran seguras, no exigentes, no inquietantes. Rapidamente, sin apenas mas que una sonrisa educada y una inclinacion de cabeza, paso junto a la mujer alla donde estaba de pie junto al puente y prosiguio su camino.
En la rocosa pradera superior salpicada de arboles
Alguien llego a sus espaldas, tan suavemente que ni siquiera se dio cuenta de su aproximacion.
—Disculpe.
Se volvio y contemplo a la mujer rubia. Ella le sonrio. Media al menos metro ochenta de altura.
—?Si? —dijo, tragando un orejon a medio masticar.
—?Ha visto usted por aqui a un hombre, un poco mas alto que yo, con una barba negra muy poblada y vestido con una parka roja? — Senalo la altura del hombre manteniendo una mano un poco por encima de su propia cabeza.
Edward no lo habia visto, pero la expresion preocupada de la mujer sugeria que quiza fuera mejor detenerse a considerar su respuesta.
—No, creo que no —dijo finalmente—. Hoy no hay mucha gente por aqui.
—Llevo aguardando dos dias —murmuro ella, suspirando—. Se suponia que teniamos que encontrarnos aqui, en realidad en el lago Esmeralda.
—Lo siento.
—?No ha visto a nadie de esta descripcion abajo en el valle? Porque usted viene de alli, ?verdad?
—Si, pero no recuerdo a ningun hombre con una barba negra y una parka roja. O nadie con una barba negra, incluso sin parka…, a menos que sea un ciclista.
—Oh, no. —La mujer agito la cabeza y se volvio, luego se dio de nuevo la vuelta—. Gracias.
—De nada. ?Puedo ofrecerle un poco de te, algunos frutos secos?
—No, gracias. Ya he comido. Llevaba comida para los dos.
Edward la contemplo con una sonrisa azarada. Parecia insegura acerca de que hacer a continuacion. Casi deseo que se fuera; su atraccion hacia ella era casi dolorosa.
—Es mi esposo —murmuro ella, alzando la vista hacia el Liberty Cap, protegiendose los ojos contra el brumoso resplandor—. Estamos separados. Nos conocimos en el Yosemite, y pensamos que si volviamos aqui, antes de… —Su voz murio, y se encogio ligeramente de hombros—. Tal vez pudieramos seguir juntos. Acordamos reunirnos en el lago Esmeralda.
—Estoy seguro de que tiene que estar en alguna parte. —Hizo un gesto hacia el lago y el sendero y la cascada Nevada.
—Gracias —dijo ella. Esta vez no sonrio, simplemente se dio la vuelta y se alejo hacia la cabecera de la cascada Vernal y el descendente Sendero de las Brumas. El la contemplo alejarse e inspiro profundamente, dando un mordisco a su segundo bocadillo. Lo contemplo con disgusto mientras masticaba.
—Debe de ser el pan blanco —murmuro—. No puedo captar una belleza como esta con algo menos que pan de trigo entero.
A las tres, la pradera y el perimetro del lago, las cascadas y el sendero estaban vacios. Era el unico ser humano en kilometros a la redonda, o asi parecia; incluso podia ser cierto, penso. Cruzo el puente y se entretuvo entre los arboles al otro lado, con solo el rugir de las cascadas encima y debajo y retazos del trino de los pajaros. Era capaz de describir todo tipo de rocas, pero sabia muy poco sobre pajaros. Los mirlos de alas rojas y los tordos y los arrendajos eran evidentes; penso en comprar un libro en el almacen para aprender acerca de los otros, pero luego penso: ?de que sirve aplicarles nombres? Si sus recuerdos iban a verse pronto dispersos como fino polvo por el espacio, la educacion era un desperdicio.
Lo importante era hallar su centro, aferrarse a algo concreto, establecer un momento de pureza y consciencia concentrada. No creia que aquello fuera posible con gente a su alrededor; ahora habia una posibilidad de intentarlo.
Quiza rezar. Dios no habia estado mucho en sus pensamientos ultimamente, un vacio revelador; no deseaba ser inconsistente cuando todo el mundo era un pozo de tirador. Pero la coherencia era algo tan inutil como el estudio de la naturaleza, y no tan tentadora.
El valle se hallaba aun banado por el sol, el Liberty Cap medio en sombras. El humo se habia aclarado algo y el cielo era mas azul, verdoso en los bordes de la bruma, mas real de lo que habia sido antes.
—Voy a morir —dijo en voz alta, en un tono normal de voz, experimentando—. Todo lo que soy va a terminar. Mis pensamientos acabaran. No experimentare nada, ni siquiera el ultimo final.
Muerte en masa; probablemente Dios debia estar ocupado tambien con las plegarias en masa.