la familia? Me pregunto si el tio Edward sera un caballo rebelde o un asno pacifico. ?Fue a la boda de su hermano? Se lo preguntare a Blundell. ?Donde esta? ?Hara algo esta noche?».

Se dirigio rapidamente hasta donde se hallaba el comisario, que habia ido al funeral, y quedaron en que Wimsey iria a Leamholt despues de cenar. La gente se fue dispersando. El senor Gotobed y su hijo Dick se quitaron la tunica negra y cogieron las dos palas que estaban apoyadas en la pared junto al pozo cubierto.

A medida que la tierra caia, con un ruido sordo, sobre la tapa del feretro, Wimsey se unio al pequeno grupo que se habia reunido para comentar la ceremonia y leer las tarjetas de las coronas. Se agacho para observar un adorno floral muy exotico y excepcionalmente bonito de flores rosas y rojas de invernadero, imaginando quien podria haberse gastado tanto en un desconocido. Cuando leyo la tarjeta se quedo un poco desconcertado porque decia asi: «Con mi mas sentido pesame. Lord Peter Wimsey. San Lucas XIII. 6».

– Muy apropiado -dijo Wimsey, cuando identifico el texto biblico (porque lo habian educado muy bien)-. Bunter, eres un hombre increible.

– Lo que en verdad quiero saber -dijo Wimsey mientras se ponia comodo y estiraba las piernas junto a la chimenea del comisario- es cual era la relacion entre Deacon y Cranton. ?Como se conocieron? Porque me parece que hay muchos puntos que dependen de esa pregunta.

– Asi es -respondio el senor Blundell-, pero el problema es que solo tenemos sus palabras, y solo Dios sabe quien era el mas mentiroso, aunque el juez Bramhill intento decidirlo. Una cosa es cierta: se conocieron en Londres. Cranton era uno de esos sinverguenzas con mucha labia y formas de caballero que te podias encontrar en el salon de los restaurantes baratos, ya sabe a que me refiero. Ya habia estado metido en lios, aunque dijo que se habia reformado, y hasta gano bastante dinero escribiendo un libro. Aunque yo creo que alguien lo redacto por el, pero como su nombre aparecia en la portada, el dinero fue para el. Despues de la guerra nos hemos encontrado con unos cuantos asi, pero este tipo era listo, diria que avanzado a su tiempo. En 1914 tenia treinta y cinco anos; no habia recibido ningun tipo de educacion, pero con un poco de inteligencia innata supo ganarse la vida, ya me entiende.

– Si. Un graduado de la Universidad de la Vida.

– Es una buena manera de decirlo -afirmo el senor Blundell encantado con la comparacion-. Si, senor. Muy buena. Eso es lo que era. En cambio, Deacon era distinto. Era un hombre bueno y le gustaba mucho leer. De hecho, el capellan de Maidstone dijo que era un estudiante bastante brillante, con imaginacion para la poesia, aunque no se demasiado bien a que se referia con eso. A sir Charles Thorpe le cayo en gracia, lo trataba muy bien y, ademas, lo dejo encargado de la biblioteca.

Bueno, ellos se conocieron en algun baile o algo parecido hacia 1912, mientras sir Charles estaba en Londres. La version de Cranton es que una chica con la que Deacon salia (porque le gustaban mucho las mujeres) le dijo que Cranton era el autor del libro del que le he hablado, y que Deacon empezo a mostrarse tremendamente interesado en el libro y que le preguntaba constantemente sobre los pillos y lo que hacian y los trucos que usaban y cosas asi. Dijo que Deacon estaba obsesionado con el que no lo dejaba en paz, y que siempre le estaba diciendo que volviera a la vida de antes. La version de Deacon fue distinta. Afirmo que lo que le interesaba fue lo que el llamo el aspecto literario del negocio. Dijo que penso: «Si un sinverguenza puede escribir un libro y ganar dinero, ?por que no un mayordomo?». Segun el, fue Cranton quien se obsesiono con el, el que no dejaba de preguntarle en que casa trabajaba y sugerirle que si habia algo de valor podian robarlo los dos e ir a partes iguales. Deacon se encargaria del trabajo dentro de la casa y Cranton del resto: buscar comprador, llegar a un acuerdo y cosas asi. Yo creo que iban a seis uno y a media docena el otro, si me permite decirlo. Menudo par, y no me equivoco.

El comisario hizo una pausa para beber un trago de cerveza de una jarra de barro y luego continuo.

– Vera, eso es lo que dijeron cuando los arrestamos a los dos por el robo. Al principio, obviamente, los dos mintieron como cosacos y juraron que jamas se habian visto antes pero, cuando descubrieron lo que la acusacion tenia contra ellos, cambiaron su declaracion. Cuantio Cranton se dio cuenta de que los habian descubierto, se limito a repetir esta historia y de alli no lo saco nadie. De hecho, se declaro culpable delante del juez y, al parecer, su unica intencion era meter a Deacon en problemas y que lo encerraran una buena temporada en la carcel. Dijo que Deacon lo habia traicionado y que solo queria salvar el pellejo, aunque no se si era verdad, si pensaba que se libraria mas facilmente si se hacia pasar por la victima que habia caido en la tentacion o si todo era un montaje lleno de malicia. El jurado lo tuvo claro, y el juez tambien.

»En abril de 1914 se celebraba la boda de sir Henry Thorpe, y se sabia que la senora Wilbraham iria con el collar de esmeraldas. No habia un ladron en Londres que no lo supiera todo sobre esa senora. Es medio prima de los Thorpe, prima muy lejana, y tiene un monton de dinero y la desfachatez de presumir de tener la avaricia de cincuenta judios escoceses. Ahora debe de tener unos ochenta y seis u ochenta y siete anos y, por lo que me han dicho, esta volviendo a revivir la infancia; pero en aquella epoca era una mujer excentrica y estrafalaria, estirada como un palo, y siempre llevaba vestidos de seda o saten negros, muy pasados de moda, con joyas, pulseras y broches que solo Dios sabia el valor que tenian. Era una de sus manias. Y otra era que no creia en seguros ni en las cajas fuertes. Tenia una en su casa de la ciudad, claro, y alli guardaba todas sus cosas, pero supongo que no lo habria hecho si su marido no la hubiera instalado antes de morir. Era demasiado tacana como para comprarse una caja fuerte para ella sola y, cuando iba de visita, preferia confiar en sus ocurrencias. Estaba mas loca que una cabra -anadio el comisario pensativamente-. No se imagina la de mujeres mayores de este tipo que andan sueltas por el mundo. Y, claro, nadie le dijo nunca nada, porque era asquerosamente rica y porque tenia plenos poderes sobre sus propiedades. Los Thorpe eran los unicos familiares que tenia, asi que la invitaron a la boda de sir Henry, aunque mucho me temo que todos querian perderla de vista. Si no se lo hubieran dicho, ella se habia ofendido y… ?Bueno! No se puede ofender a los familiares ricos, ?no es cierto?

Lord Peter, mientras se volvia a llenar la jarra de cerveza, dijo:

– Bajo ningun concepto.

– Bueno -continuo el comisario-, aqui es donde Cranton y Deacon vuelven a discrepar. Segun Deacon, recibio una carta de Cranton, justo despues de que se anunciara la fecha de la boda, donde le pedia que se reuniera con el en Leamholt para disenar un plan con el fin de robar las esmeraldas. Segun Cranton, fue Deacon quien le escribio. Ninguno de los dos pudo aportar la carta como prueba, asi que estamos otra vez donde empezamos. Sin embargo, se pudo demostrar que se vieron en Leamholt y que, ese mismo dia, Cranton fue a visitar la casa de los Thorpe.

»Hasta ahi, perfecto. Ahora bien, la senora Wilbraham tenia una doncella, y si no hubiera sido por ella y por Mary Thoday, la cosa habria quedado en nada. Recordara que en aquella epoca Mary Thoday era Mary Deacon. Trabajaba como sirvienta de la Casa Roja y se caso con Deacon a finales de 1913. Sir Charles siempre se porto muy bien con la joven pareja. Les dio un dormitorio para ellos solos lejos de los demas sirvientes, justo al final de la pequena escalera que hay en la despensa, asi que aquello era como una casa privada para ellos. La vajilla estaba en la despensa, claro, y se suponia que el trabajo de Deacon era vigilarla. Bueno, pues esta doncella de la senora Wilbraham, que se llamaba Elsie Bryant, era una chica lista, muy divertida y alegre, y resulto que se entero de lo que la senora Wilbraham hacia con las joyas cuando estaban fuera de casa. Parece que la chica quiso ser demasiado lista por la mitad de precio. Creo que debia leer demasiadas historias de detectives pero, en cualquier caso, supo que la senora Wilbraham creia que el mejor lugar para guardar las joyas no era una caja fuerte ni nada por el estilo, que seria el primer lugar donde buscaria un ladron, sino un lugar menos habitual donde a nadie se le ocurriera mirar y, para acortar la historia, el lugar escogido fue, si me perdona, debajo de la ropa interior. Ya puede reirse, en el juicio tambien se rieron todos menos el juez, porque en aquel momento le dio la tos y el panuelo le tapaba la cara, asi que nadie pudo ver como se lo tomo. Bueno, pues esta Elsie era un poco curiosa, como todas las chicas, y un dia, poco antes de la boda, consiguio espiar a la senora Wilbraham por una cerradura y vio como guardaba todas las joyas en el cajon de la ropa interior. Naturalmente, no podia mantener algo asi en secreto y, cuando llegaron a Fenchurch un par de dias antes de la boda, lo primero que hizo fue entablar buena amistad con Mary Deacon, como se llamaba entonces, con el unico proposito, creo yo, de compartir con ella su secreto. Y, por supuesto, Mary, como era una esposa devota y todo eso, tenia que compartir la broma con su marido. Me atreveria a decir que es algo natural. De todos modos, la defensa hizo gran hincapie en esta cuestion y no cabe duda de que fue este punto el que libero de sospechas a Elsie y Mary. 'Caballeros -dijo la defensa en su ultimo alegato-. Veo que la original idea de la senora Wilbraham de no guardar las joyas en una caja fuerte les hace gracia, y no me cabe la menor duda de que estan deseando llegar a casa para explicarselo a sus mujeres. Asi, del mismo modo, pueden entender perfectamente los sentimientos de mi cliente Mary Deacon y su amiga y

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