aceite para engrasar. La cuerda de
El comisario se rasco la cabeza y miro alrededor de la iglesia.
– En la estufa, tampoco -refirio Wimsey-. Es lo primero que pense, claro. Si lo enterraron el sabado, las estufas estarian encendidas, pero por la noche se apagaron, y habria sido muy raro si nuestro querido senor Gotobed hubiera encontrado algo extrano el sabado por la manana cuando las limpio. De hecho, me ha dicho que una de las primeras cosas que hace el domingo es abrir la tapa de la estufa para ver si el tiro esta limpio. Luego lo desmonta, rasca el fondo, saca la ceniza por la puerta inferior y la deja funcionando durante todo el dia. No creo que la cuerda fuera a parar aqui. En cualquier caso, espero que no. Creo que el asesino utilizo la cuerda para trasladar el cadaver y que no se deshizo de ella hasta que lo tuvo en la tumba. Y por eso estos anzuelos salmoneros.
– ?El pozo? -pregunto el senor Blundell viendolo claro de repente.
– El pozo. ?Y que? ?Vamos a pescar?
– Claro, tenemos que intentarlo.
– En la sacristia hay una escalera -dijo Wimsey-. Echeme una mano. Por aqui salimos por la puerta de la sacristia y ya estamos. Muy bien, a ver que encontramos en ese diablo de pozo. ?Perdon! Se me habia olvidado que estamos en suelo sagrado. Bien, levantemos la tapa. Espere un momento. Sacrificaremos media piedra en honor a los dioses del agua. ?Splash! No es demasiado profundo. Si colocamos la escalera encima del pozo, podremos dejarlo caer en vertical.
Se estiro sobre el estomago encima de la escalera, cogio el carrete con la mano izquierda y empezo a descender la pieza con los anzuelos y los pesos, mientras el comisario iluminaba la operacion con una linterna.
El aire que subia era frio y humedo por el agua. A lo lejos se veia un circulo de luz donde se reflejaba el azul palido del cielo y la luz de la linterna mostraba como los anzuelos y el sedal bajaban rectos. Entonces, unas pequenas olas en el reflejo senalaron que ya habian tocado el agua.
Una pausa. Luego el zumbido del carrete mientras Wimsey recogia sedal.
– Mas agua de la que me imaginaba. ?Donde estan los pesos? Bueno, volveremos a intentarlo.
Otra pausa. Y entonces:
– ?He cogido algo, comisario, he cogido algo! ?Que apostamos a que es una bota vieja? No pesa lo suficiente para ser la cuerda. No importa. Ya sube. ?Ya lo veo! ?Ya sube! Perdon, se me habia vuelto a olvidar. ?Hurra, hurra, hurra! ?Que es esto? No es una bota, pero tambien servira. ?Un sombrero! Comisario, ?tomo las medidas de la cabeza del cadaver? ?Si? ?Bien! Asi no tendremos que desenterrarlo para saber si es suyo. Quedese a mi lado. ?Lo tengo! Es suave, los peores para llevar y para el agua. Produccion en serie. Fabricante londinense. Exhibit One. Dejelo en el suelo para que se seque. Volvemos a bajar… y subimos otra vez. Otro pececito. ?Caramba! ?Que es esto? Parece una salchicha pequena. No, no lo es. No lo es. Es un asidero. Nos hemos encontrado un asidero por el camino. Es el nino de mis ojos. El asidero de la pequena
– No esta toda -dijo el comisario mientras la cuerda asomaba por el pozo.
– Posiblemente no, pero este es uno de los trozos que utilizaron para atarlo. Esta un poco deshecha aunque todavia permanecen los nudos.
– Si. Sera mejor que no toquemos los nudos. Pueden darnos alguna pista sobre quien los hizo.
– Cuide de los nudos que la soga se cuidara sola. Tiene razon. Alla vamos otra vez.
Al cabo de un rato, toda la longitud de la cuerda, segun ellos, estaba en el suelo dividida en cinco trozos, incluido el asidero.
– Le ataron los brazos y los tobillos por separado. Luego, ataron el cuerpo a algo y cortaron la cuerda. Y luego separaron el asidero porque les estorbaba para hacer los nudos. ?Hmmm! -dijo el senor Blundell-. Un trabajo no demasiado experto, pero muy efectivo. Milord, esto es un gran hallazgo. Aunque es un poco cruel, ?no? Da otra dimension del crimen, ?no cree?
– Tiene razon, comisario. Bueno, uno tiene que hacer frente a lo que venga, como dijo la senora cuando le llego el momento. Pero ?que…?
Una cara, que se asomaba por encima de la pared del cementerio como si no estuviera unida a ningun cuerpo, se agacho rapidamente cuando Wimsey se dio la vuelta, y luego volvio a asomarse.
– ?Que demonios quieres, Loco? -le pregunto el comisario.
– Oh, nada. No quiero nada. Senor, ?a quien van a colgar con eso? Eso es una cuerda. En esta torre tienen colgadas nueve -anadio el loco en voz baja-. El parroco ya no me deja subir mas, porque no quiere que nadie lo sepa. Pero el Loco Peake lo sabe. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho: todas colgadas por el cuello. El viejo Paul es el mas grande,
– ?Basta ya! ?Vete! -grito exasperado el comisario-. Y que no vuelva a pillarte por aqui nunca mas.
– ?A quien pillan? Oiga, usted me lo dice y yo se lo digo a usted. El numero nueve esta al caer, y hay una cuerda para colgarlo, ?no es cierto, senor? Nueve, y ya hay ocho. El Loco lo sabe. El Loco puede decirlo. Pero no lo hara. ?Oh, no! Podria haber alguien escuchando. -Y luego sus ojos volvieron a recuperar su habitual mirada perdida y se toco la gorra-. Buenos dias, comisario. Buenos dias, senor. Tengo que ir a dar de comer a los cerdos, ese es el trabajo del Loco. Si, eso es. Los cerdos tienen que alimentarse. Buenos dias, comisario. Buenos dias, senor.
Se fue corriendo por el campo hacia un grupo de granjas que estaban un poco aisladas.
– ?Bueno! -dijo el senor Blundell muy enfadado-. Ahora ira explicando por ahi la historia de la cuerda. Esta obsesionado con el ahorcamiento desde que su madre se colgo en Little Dykesey, en el establo, cuando el era pequeno, hara unos treinta anos. Bueno, supongo que es inevitable. Me llevare todo esto a la comisaria y ya volvere despues para hablar con Will Thoday. Ya habra acabado de comer.
– Si, y a mi se me ha pasado la hora -comento Wimsey cuando el reloj toco la una y cuarto-. Tendre que disculparme con la senora Venables.
– Vera, senora Thoday -dijo el comisario amablemente-, si alguien puede ayudarnos con todo este extrano asunto, esa es usted.
Mary Thoday agito la cabeza.
– Estoy segura de que, si pudiera, lo haria, senor Blundell, pero no se como. Solo puedo decirle que estuve toda la noche despierta junto a Will. Apenas me cambie la ropa durante una semana, pero como el estaba tan mal y era la noche despues de haber enterrado a la pobre lady Thorpe, me encontraba realmente muy afectada. La gripe se convirtio en neumonia y creimos que nunca lograriamos recuperarlo. No creo que pueda olvidar esa noche, ni el dia. Estaba aqui sentada, escuchando a
– ?Bueno, bueno! -intervino su marido avergonzado, echando un buen chorro de vinagre en la lata de salmon-. Ya paso y no tiene ningun sentido hablar asi ahora.
– Claro que no -opino el comisario-. Pero usted lo paso mal, ?no es cierto, Will? Delirando y todo. Se lo que es la neumonia, porque se llevo a mi suegra en 1922.
Es una enfermedad muy dura para las personas que cuidan al enfermo.
– Es verdad -asintio la senora Thoday-. Aquella noche Will estaba muy mal. Solo queria levantarse de la cama e ir a la iglesia. Creia que estaban tocando el carrillon sin el, aunque yo le decia que ya lo habian tocado en dia de Ano Nuevo. Lo pase muy mal, aqui sola, sin nadie que me ayudara, porque Jim se habia marchado aquella misma manana. Mientras estuvo aqui me ayudo mucho, pero tuvo que volver a su barco. Se quedo todo el tiempo que pudo pero, claro, no trabaja por cuenta propia, tiene un patron.
– Claro -dijo el senor Blundell-. Es oficial de cubierta en un barco mercantil, ?verdad? ?Como le va? ?Han