espero que lo publiquen en la revista de la escuela. Eso seria darle en la frente al tio Edward. No puede evitar que me publiquen los poemas en la revista. Por favor, si tiene tiempo, escribame y expliqueme si ha descubierto algo relacionado con la nota.
Sinceramente,
Hilary Thorpe
– Una colega, como diria Sherlock Holmes, que sigue mis pasos -comento Wimsey mientras desdoblada el fino papel-. ?Dios mio! «Crei ver hadas en los campos»… Debe ser algun poema inedito de sir Tames Barrie, sin duda. La sensacion literaria del ano. «Pero solo vi los funestos elefantes con sus espaldas negras». Esto no rima ni tiene ningun sentido. ?Hum! Este tono deprimente sugiere que ha salido de la mente del Loco, pero no hace ninguna referencia a ahorcados, asi que supongo que no sera suyo, estoy seguro de que no podria mantener la cabeza del rey Carlos ajena a esto tanto tiempo. Papel extranjero… ?un momento! Me resulta familiar. ?Dios mio, claro! ?La carta de Suzanne Legros! Juro que si el papel no es el mismo, soy holandes. Espera que lo piense. Supongamos que esta es la carta que Jean Legros le envio a Cranton, o a Will Thoday; o a quien fuera. Sera mejor que Blundell le eche un vistazo. Bunter, prepara el coche. ?Que te parece esto?
– ?Esta carta, milord? Diria que la ha escrito una persona de considerable habilidad literaria, que ha leido la obra de Sheridan Lefanu y, si me permite la expresion, que esta como una cabra, milord.
– ?Eso crees? ?No te parece un mensaje cifrado o algo asi?
– No se me habia ocurrido, milord. El estilo es rebuscado, no se lo niego, pero lo es en lo que llamaria una manera coherente, que sugiere… ?Ah! Un esfuerzo literario antes que mecanico.
– Cierto, Bunter. No es algo tan sencillo como sacar el mensaje de cada tres palabras. Ademas, tampoco me parece algo que deba entenderse a partir de sinonimos, porque, con la posible excepcion de «dorados», no hay ni una sola palabra que sea calificativa, o que pueda expresar algo mas que la luz de la luna. El trozo de la luna es bastante bueno. Sensible pero imaginativo. «Delicada y tenue como una hoz de paja». «Entonces aparecieron los trovadores, con sus trompetas, arpas y tambores dorados. La musica sonaba muy fuerte detras de mi rompiendo el hechizo». La persona que escribio esto debia tener buen oido para las cadencias. ?Como has dicho? ?Lefanu? No esta mal, Bunter. Me recuerda un poco a aquel pasaje tan bonito de
– Es el pasaje que tenia en la cabeza, milord.
– Si. Bueno… en ese caso, la victima tuvo que «ser enviado de nuevo hacia arriba, como minimo, mil, cien, diez y un escalon de marmol negro, y entonces sera el turno del otro». A el lo volvieron a enviar hacia arriba, ?verdad, Bunter?
– Desde la tumba, milord. Creo que era asi. Igual que el tipo desconocido del que nos estamos ocupando.
– Como has dicho, muy tipico de Lefanu. «El infierno esta abierto, el Erebo abre sus puertas», como dice la carta. «Las bocas de la muerte esperan al fondo». ?Eso quiere decir algo, Bunter?
– No sabria decirselo, milord.
– La palabra «Erebo» tambien aparece en el pasaje de Lefanu aunque alli, si no recuerdo mal, esta escrito con hache. Si la persona que escribio la carta se inspiro en Lefanu, sabia con seguridad que Erebo puede escribirse de las dos maneras. Todo esto es muy curioso, querido Bunter. Vamos a Leamholt y colocaremos los dos papeles juntos a ver que pasa.
Soplaba un fuerte viento y unas inmensas nubes blancas viajaban por el cielo azul. Cuando llegaron a la comisaria de Leamholt, vieron que Blundell estaba a punto de subir en su coche.
– ?Venia a verme, milord?
– Si. ?Iba usted a verme a mi?
– Si.
Wimsey se rio.
– Las cosas empiezan a moverse. ?Que tiene usted?
– Tenemos a Cranton.
– ?No!
– Si, milord. Lo han encontrado en Londres. Me lo han dicho esta manana. Al parecer, esta enfermo o algo asi. Pero bueno, lo han encontrado. Me voy a Londres a interrogarlo. ?Quiere venir?
– ?Claro que si! ?Quiere que lo llevemos? Asi le ahorraremos al pais los billetes de tren. Ademas, ira mas deprisa y mas comodo.
– Muchas gracias, milord.
– Bunter, enviale un telegrama al parroco diciendole que hemos tenido que ir a Londres. Suba, comisario. Vera lo seguros y rapidos que son los metodos de transporte modernos cuando no hay limite de velocidad. Oh, espere un momento. Mientras Bunter escribe el telegrama, echele un vistazo a esto. Lo he recibido esta manana.
Le dio la carta de Hilary Thorpe y la nota adjunta.
– ?«Funestos elefantes»? -dijo Blundell-. ?De que diablos habla todo esto?
– No lo se. Espero que su amigo Cranton nos lo pueda explicar.
– Pero si es de locos.
– No creo que el Loco pueda escribir algo asi. Es demasiado para el. No, ya se lo que quiere decir, comisario, no se preocupe en explicarmelo. Pero el papel, comisario, ?el papel!
– ?Que le pasa al papel? Oh, ya lo entiendo. Cree que salio del mismo lugar que la carta de Suzanne Legros. No me extranaria que tuviera razon. Entre y lo miraremos. ?Dios mio! Tiene razon, milord. Incluso podrian haber salido del mismo paquete de hojas. Bueno, tendre que… ?Y dice que lo encontraron en el campanario? ?Que cree que significa?
– Creo que es la nota que Legros le envio a su amigo en Inglaterra; la «garantia» que redacto cuando estuvo tantas horas encerrado en su habitacion. Ademas, pienso que es la pista para saber donde estan escondidas las esmeraldas. Un mensaje cifrado o algo asi.
– ?Un mensaje cifrado? Es muy raro. ?Puede leerlo?
– No, pero le prometo que lo sacare. O encontrare a alguien que lo haga. Tengo la esperanza de que Cranton pueda descifrarlo por nosotros. Aunque apuesto lo que sea a que no lo hara -dijo Wimsey, pensativo-. Ademas, aunque lo comprendamos, me temo que no vamos a sacar nada.
– ?Por que no?
– Porque puede apostar su vida a que la persona que mato a Legros, ya sea Cranton o Thoday o alguien a quien todavia no hemos llegado, se llevo las esmeraldas.
– Supongo que es verdad. De todos modos, milord, si leemos el mensaje cifrado y descubrimos el escondite y no hay nada, eso sera una buena senal de que estamos siguiendo el camino correcto.
– Si -anadio Wimsey, mientras Blundell y Bunter subian al coche y salian de Leamholt a una velocidad que hizo que el comisario se estremeciera-. Pero si las esmeraldas no estan y Cranton dice que el no las cogio y no podemos demostrar lo contrario, y si no podemos descubrir quien era en realidad Legros o quien lo mato, entonces, ?donde estamos?
– Pues justo donde empezamos -respondio el senor Blundell.
– Si. Es un pais de espejismos. Hacemos todo lo que podemos y volvemos a estar en el mismo sitio.
El comisario lo miro de reojo. La zona de los pantanos, llana y cuadriculada como un tablero de ajedrez, desaparecia a lo lejos.
– Un pais de muchos espejismos -anadio Blundell-, igual que la foto del libro. Aunque, para no movernos del sitio, solo puedo decir que no lo parece, milord, al menos no en lo que le preocupa.
Octava Parte