el deshielo. Casi me muero en ese agujero, y ese no es un final digno de un caballero.
– Entonces, ?no investigo mas a fondo lo de Batty Thomas y Sastre Paul? -pregunto Parker, ignorando el elocuente monologo de Cranton, que se iba por las ramas-. Me refiero a las campanas. ?No subio, por ejemplo, al campanario para ver si las esmeraldas estaban alli?
– No, claro que no. Ademas -se apresuro a anadir Cranton-, ese maldito lugar estaba cerrado con llave.
– Entonces, ?intento entrar?
– Bueno, francamente, digamos que puede que me acercara a la puerta.
– ?Subio a la sala de las campanas?
– Yo no.
– ?Y como explica esto? -pregunto Parker, sacando la misteriosa nota del bolsillo y mostrandosela.
Cranton palidecio de repente.
– ?Eso? -murmuro-. ?Eso?… Yo jamas… -Le costaba respirar-. El corazon… Deme un poco de eso que hay en el vaso.
– Deselo -dijo Wimsey-, esta muy mal.
Parker le dio la medicina a reganadientes. Pasados unos minutos, la palidez se convirtio otra vez en un buen color de cara y la respiracion recupero su ritmo normal.
– Ya estoy mejor -dijo Cranton-. Me ha asustado. ?Que decia? ?Ah, eso! No lo habia visto antes.
– Miente -afirmo el inspector jefe-. Si que lo habia visto antes. Se lo envio Jean Legros, ?no es cierto?
– ?Quien? Nunca habia oido ese nombre.
– Miente otra vez. ?Cuanto dinero le envio para que viniera a Inglaterra?
– Ya le he dicho que no se quien es -repitio Cranton, con rudeza-. Por el amor de Dios, ?no pueden dejarme tranquilo? Les digo que estoy enfermo.
Y lo parecia. Parker refunfuno entre dientes:
– Mira, Nobby, ?por que no nos dices la verdad? Asi no te molestaremos mas. Se que estas enfermo. Sueltalo y nos iremos.
– No se nada de eso. Ya se lo he dicho: fui a Fenchurch y volvi. Nunca vi ese papel ni hable con ese tal Jean como se llame. ?Satisfecho?
– No.
– ?Me esta acusando de algo?
Parker dudo.
– Todavia no.
– Entonces, tiene que aceptar mi palabra -dijo Cranton con mucho esfuerzo, pero con la actitud de alguien que esta muy seguro de su posicion.
– Ya lo se -respondio Parker-, pero espera y veras. ?Quieres que te acuse de algo? Quiza preferirias acompanarnos a Scotland…
– ?Que es lo que quieren? ?Que pruebas tienen para acusarme? No pueden volver a juzgarme por el robo de esas esmeraldas. No las tengo. Nunca las vi…
– No, pero podemos acusarte del asesinato de Jean Legros.
– ?No, no, no! -grito Cranton-. ?Eso es mentira! Yo no lo mate. No he matado a nadie. Yo no…
– Ha perdido el conocimiento -observo Wimsey.
– Esta muerto -dijo el comisario Blundell, que intervenia por primera vez en la conversacion.
– Dios, espero que no -tercio Parker-. No, esta bien, pero no tiene buen aspecto. Sera mejor que llamemos a esa chica. ?Polly!
Llego una mujer. Lanzo una mirada llena de resentimiento hacia los tres hombres y luego corrio junto a Cranton.
– Si le han matado -dijo-, es asesinato. Venir aqui a amenazar a un hombre tan enfermo. Largo de aqui, desgraciados. El no le ha hecho dano a nadie.
– Le enviare un medico -anuncio Parker-. Y volvere a verlo. Y cuando venga, sera mejor que este aqui, ?de acuerdo? Cuando se mejore, lo necesitamos en otro sitio. No ha dado senales de vida desde septiembre.
La mujer levanto desganada un hombro y ellos se marcharon, dejandola inclinada sobre el enfermo.
– Bueno, comisario -dijo Parker-. Me temo que, por el momento, eso es todo lo que podemos hacer por usted. No finge; esta realmente enfermo, pero nos esta ocultando algo. Aunque, en cualquier caso, no creo que sea el asesino. No es su manera de actuar. Aunque si que habia visto la nota con anterioridad.
– Si -convino Wimsey-. Le ha causado impresion, ?eh? Tiene miedo de algo, Charles. ?De que?
– Tiene miedo del asesinato.
– Bueno -intervino Blundell-, a mi me sigue pareciendo que fue el. Ha admitido que estuvo alli y que se marcho a hurtadillas la noche que enterraron el cadaver. Si no fue el, ?quien fue? Ademas, sabemos que pudo haberle cogido las llaves de la cripta al sacristan.
– Es cierto -dijo Wimsey-, pero era un extrano en ese lugar. ?Como sabia donde guardaba el sacristan sus herramientas? ?O donde encontrar la cuerda de la campana? Claro que podia haber visto el pozo de dia, pero me parece extrano que lo tuviera todo tan bien planeado. ?Y donde encaja Legros en todo esto? Si Deacon le dijo a Cranton, en el banquillo de los acusados, donde habia escondido las esmeraldas, ?que sentido tenia traer a Legros a Inglaterra? No lo necesitaba. Y, si por alguna razon lo hubiera necesitado y luego lo hubiera matado por las esmeraldas, ?donde estan? Si las ha vendido, ya las deberian haber localizado. Y si todavia las tiene, sera mejor que las encuentren.
– Registraremos la casa -repuso Parker-, pero no creo que las tenga el. No estaba preocupado por las esmeraldas. Esto es un rompecabezas. Pero pondremos la casa patas arriba y, si las esmeraldas estan ahi dentro, las encontraremos.
– Y si lo hacen -dijo Blundell-, ya pueden arrestarlo por el asesinato. Quien quiera que tenga las esmeraldas es el asesino. Estoy seguro.
– Donde este el tesoro, estara el corazon -afirmo Wimsey-. El corazon de este crimen esta en St Paul. Esa es mi profecia, Charles. ?Apostamos algo?
– No, gracias -contesto el inspector jefe-. Tienes razon demasiado a menudo, Peter, y no estoy para perder dinero.
Wimsey volvio a Fenchurch St Paul y se concentro en el mensaje cifrado. Habia resuelto criptogramas antes y estaba seguro de que este seria de los faciles. Tanto si lo habia escrito Cranton o Jean Legras o Will Thoday o cualquier otra persona relacionada con el asunto de las esmeraldas Wilbraham, no era muy probable que fuera un experto en el arte de los mensajes ocultos. A pesar de que daba la impresion de que habia una mano astuta detras de todo eso, nunca habia visto un mensaje cifrado que pareciera tan inocente. Los pequenos hombres bailarines de Sherlock Holmes eran, con diferencia, mucho mas secretos.
Probo varios metodos de los sencillos, como saltarse una, dos o tres letras, o elegir las letras basandose en una combinacion numerica, pero no obtuvo nada. Probo asignandole un numero a cada letra y sumando el resultado, palabra por palabra y frase por frase. Lo unico que consiguio fue crear suficientes problemas matematicos para satisfacer a un catedratico, pero no parecia tener sentido. Cogio todas las inscripciones de las campanas y las sumo, con y sin las fechas, pero no descubrio nada significativo. Se pregunto si en el libro aparecian las inscripciones completas. Entonces dejo los papeles esparcidos en la mesa y fue a buscar al parroco para pedirle las llaves del campanario. Despues de una breve espera, debida a que el parroco habia confundido las llaves del campanario con las de la bodega y las tuvo que ir a buscar al piso de abajo, las cogio y se dirigio hacia la iglesia.
Todavia le daba vueltas al criptograma. Las llaves tintineaban con el movimiento; llevaba las dos grandes, las de las puertas oeste y sur, colgando de una cadena y las demas, las llaves de la cripta y de la sacristia, la llave del campanario, la de la sala de las campanas y la de la trampilla, todas en el mismo llavero. ?Como sabia Cranton donde encontrarlas? Estaba claro que podia haberlas cogido de casa del sacristan, si hubiera sabido que el las tenia. Pero si «Stephen Driver» hubiera hecho preguntas sobre las llaves de la iglesia, alguien habria sospechado. Wimsey sabia que el sacristan tenia las llaves de la puerta oeste y de la cripta. ?Las tenia todas? De repente, lord Peter se giro y, a traves de la ventana del estudio, le hizo esta pregunta al parroco, que se estaba peleando con las finanzas de la revista de la parroquia.
El senor Venables se rasco la frente.