Emma y se apartaron de inmediato. Ella seguia sentada, muy quieta, y de pronto se levanto medio tambaleandose y arrojo la taza de cafe contra el fregadero, al otro lado del cuarto, donde se hizo anicos con un ruido espectacular. A continuacion, emitio un gemido agudo, prorrumpio en llanto y salio a toda prisa de la cocina. Amy lanzo un gritito y se enjugo una salpicadura de cafe caliente de la mejilla.

Maggie estaba escandalizada.

– No hubieras debido decir eso, Mandy. Ha sido una crueldad. Emma esta enferma. No puede evitarlo.

– Claro que puede evitarlo: solo lo hace para molestar a los demas. Y ha sido ella la que ha empezado. Me ha llamado la Mecanografa de la Muerte. Yo no traigo la mala suerte. No tengo la culpa de haber encontrado los cadaveres.

Amy miro a Maggie.

– ?Crees que deberia ir con ella?

– Sera mejor que la dejemos en paz. Ya sabes como es. Esta dolida porque la senorita Claudia ha tomado a Blackie como secretaria personal en lugar de a ella. Ya le ha dicho a la senorita Claudia que quiere irse cuando termine esta semana. En mi opinion, lo que le pasa es que esta asustada. Y no se si se lo reprocho.

Desgarrada entre una colerica necesidad de justificarse y un remordimiento que resultaba tanto mas desagradable cuanto que muy pocas veces lo experimentaba, Mandy tuvo la sensacion de que a ella tambien le aliviaria tirar los platos contra la pared y echarse a llorar. ?Que les estaba ocurriendo a todos, a Innocent House, a ella misma? ?Era eso lo que la muerte violenta les hacia a las personas? Habia supuesto que el dia seria agradablemente emocionante, lleno de interesantes charlas y conjeturas, y que ella se convertiria en el centro de toda la atencion. En cambio, habia sido un infierno desde el primer momento.

Se abrio la puerta y entro la senorita Etienne.

– Maggie, Amy y Mandy, hay trabajo por hacer -dijo con frialdad-. Si no teneis intencion de hacerlo, seria mejor que lo dijerais francamente y os marcharais a casa.

55

Dalgliesh habia dicho que queria ver a todos los socios a las tres en la sala de juntas y que la senorita Blackett debia estar con ellos. Nadie opuso ninguna objecion a la convocatoria ni a la presencia de la secretaria. Del mismo modo, sin protestas ni preguntas, entregaron las prendas que llevaban puestas en el momento en que se encontro el cadaver de Esme Carling. Aunque, naturalmente, penso Kate, eran personas inteligentes; no necesitaban preguntar el porque. La inspectora reflexiono en el hecho de que ninguno de ellos hubiera solicitado la presencia de un abogado y se pregunto si temian que la peticion resultara sospechosamente prematura, si se consideraban capaces de cuidar ellos mismos de sus propios intereses o si los fortalecia el saberse inocentes.

Dalgliesh y ella se sentaron en el mismo lado de la mesa, frente a la senorita Blackett y los socios. Durante su anterior encuentro en la sala de juntas, tras la muerte de Gerard Etienne, Kate habia percibido en ellos una mezcla de emociones: curiosidad, consternacion, pesar y aprension. Ahora tan solo advertia miedo. Era como una infeccion. Parecia que se lo contagiaran unos a otros, impregnando incluso el aire de la habitacion. Sin embargo, la unica que lo manifestaba exteriormente era la senorita Blackett. Dauntsey, con un aspecto muy envejecido, se sento con la resignacion de un paciente en espera de ser ingresado en un geriatrico. De Witt se habia situado junto a Frances Peverell; bajo los gruesos parpados, su mirada permanecia atenta y vigilante. La senorita Blackett estaba sentada en el borde de la silla, con la concentracion temblorosa de un animal atrapado. Tenia el rostro muy blanco, pero unas manchas febriles le cubrian de vez en cuando las mejillas y la frente como si se tratara del azote de una enfermedad. Frances Peverell mantenia las facciones en tension y se pasaba la lengua por los labios. Claudia Etienne, que habia tomado asiento a su lado, era la mas compuesta: se la veia tan elegante como siempre. Kate observo que se habia aplicado el maquillaje a conciencia y se pregunto si lo habria hecho como un gesto de desafio o como un pequeno pero valeroso intento de imponer normalidad en el caos psicologico de Innocent House.

Dalgliesh deposito sobre la mesa el ultimo mensaje de Esme Carling, ahora envuelto en una funda de plastico, y lo leyo de principio a fin con voz casi inexpresiva. Nadie abrio la boca. Luego, sin hacer ningun comentario sobre lo que acababa de leer, dijo en tono sosegado:

– Tenemos motivos para creer que la senora Carling vino a Innocent House durante la tarde en que se produjo la muerte del senor Etienne.

Claudia hablo con voz aguda.

– ?Que Esme vino aqui? ?Por que?

– Es de suponer que para ver a su hermano. ?Tan inverosimil lo encuentra? El dia anterior se habia enterado de que la Peverell Press rechazaba su ultima novela y aquella misma manana a primera hora habia intentado hablar con el senor Etienne, pero la senorita Blackett se lo impidio.

– ?Estaba reunido! -protesto Blackie-. ?No se puede interrumpir una reunion de socios! Tengo instrucciones estrictas de no pasarles ni siquiera las llamadas telefonicas urgentes.

– Nadie le echa la culpa, Blackie -la corto Claudia, impaciente-. Hizo usted bien en no dejarla pasar.

Dalgliesh prosiguio como si no hubiera habido ninguna interrupcion.

– Al salir de estas oficinas se fue directamente a la estacion de la calle Liverpool y, al llegar a Cambridge para firmar sus libros, descubrio que el acto se habia suspendido a consecuencia de un fax enviado desde aqui. ?Era probable que volviera tranquilamente a casa y no hiciera nada? Ustedes la conocian. ?No les parece mucho mas probable que viniera aqui e intentara de nuevo exponer sus quejas al senor Etienne en un momento en que pudiese encontrarlo a solas, sin la proteccion de su secretaria? Al parecer no era ningun secreto que los jueves solia quedarse hasta mas tarde.

De Witt objeto:

– Pero sin duda ustedes hicieron las oportunas comprobaciones y le preguntaron donde estaba a aquellas horas. Si realmente sospechan que Gerard fue asesinado, Esme Carling por fuerza debia de contarse entre los sospechosos.

– Lo comprobamos, en efecto. Nos presento una coartada muy convincente: una nina que aseguraba haber estado con ella en su apartamento desde las seis y media hasta la medianoche. La nina se llama Daisy y ya nos ha dicho todo lo que sabe: la senora Carling la convencio de que le proporcionara una coartada para esa noche y reconocio haber estado en Innocent House.

– Y ahora condesciende usted a decirnoslo -intervino Claudia-. Bien, comandante, al menos es un cambio. Ya era hora de que nos dijese algo concreto. Gerard era mi hermano. Ha venido usted insinuando desde el primer momento que su muerte no fue accidental, pero no parece que se halle mas cerca de explicar como ni por que murio.

De Witt hablo en voz baja:

– No seas ingenua, Claudia. El comandante no nos esta informando en atencion a tus sentimientos fraternales; esta diciendonos que la nina, Daisy, ha sido interrogada y ha revelado todo lo que sabe, asi que es inutil que nadie intente localizarla, sobornarla, comprarla ni silenciarla del modo que sea.

Lo que estas palabras implicaban era tan patente y, al mismo tiempo, tan consternador que Kate medio espero que se alzara un coro de protestas airadas. Sin embargo, no hubo ninguna. Claudia enrojecio intensamente y parecio a punto de replicar, pero se contuvo. Los restantes socios se quedaron paralizados y en silencio, sin ningun deseo, al parecer, de buscar la mirada de los demas. Era como si el comentario hubiese abierto senderos de conjetura tan indeseables y pavorosos que valia mas no explorarlos.

– Asi pues -resumio Dauntsey, con voz quiza demasiado cuidadosamente controlada-, han encontrado un sospechoso del que se sabe que estuvo aqui y, probablemente, en el momento oportuno. Si no tenia nada que ocultar, ?por que no dio cuenta de sus actos?

De Witt anadio:

– Bien pensado, es extrano que permaneciese tan callada desde entonces. No creo que esperaras una carta de pesame, Claudia, pero si habria sido logico recibir noticias de ella, quizas un nuevo intento de que le aceptaramos la novela.

– Seguramente penso que seria mas correcto esperar un poco -sugirio Frances-. Habria sido una muestra de insensibilidad que empezara a importunarnos siendo tan reciente la muerte de Gerard.

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