Volvio a meter la fotografia dentro del sobre y se guardo el sobre en el bolsillo. A continuacion coloco todas las carpetas en su lugar correspondiente del estante superior, entre ellas la de cartulina marron; apago las luces, abrio la puerta por dentro y la cerro con llave por fuera. Claudia Etienne habia dejado encendidas todas las luces de la escalera y el las fue apagando mientras bajaba. Las de la planta baja las encendio para ver por donde iba. Todos sus actos eran deliberados, extraordinarios, como si cada uno de ellos tuviera un valor singular. Echo una ultima mirada al gran techo abovedado, sumio el salon en tinieblas, conecto las alarmas y por ultimo apago la luz de la recepcion y abandono Innocent House, cerrando la puerta tras de si. Se pregunto si volveria a entrar en ella alguna vez y sonrio con ironia al pensar que, en un momento como aquel, resuelto ya a cometer la perfidia imperdonable, la gran iconoclasia, todavia era capaz de atender meticulosamente a las cosas que carecian de importancia.
No vio senales de vida en las pequenas ventanas laterales del numero 12. Llamo al timbre de Dauntsey y alzo la vista hacia las oscuras ventanas. No hubo respuesta. Tal vez estaba con Frances Peverell. Corrio hacia Innocent Walk y fue entonces cuando, al mirar hacia la izquierda, vio que el Rover color crema de Dauntsey abandonaba su estacionamiento delante del garaje. Dio instintivamente unos pasos hacia el, pero enseguida se dio cuenta de que era inutil llamarlo; con el ruido del motor y el traqueteo de las ruedas sobre los adoquines, no le oiria.
Se precipito hacia su Golf GTI, aparcado en Innocent Lane, y emprendio la persecucion. Tenia que hablar con el aquella misma noche. Al dia siguiente podia ser demasiado tarde. Dauntsey solo le llevaba medio minuto de ventaja, pero aun esa pequena diferencia podia resultar crucial si encontraba despejada la entrada a la autopista al final de Garnet Road. Pero tuvo suerte: llego a tiempo de ver que el automovil giraba a la derecha en direccion este, hacia los suburbios de Essex, no hacia el centro de Londres.
Durante los siete u ocho kilometros siguientes consiguio no perder de vista el Rover. El trafico de vehiculos que regresaban a sus casas todavia era intenso -una reluciente masa de metal que avanzaba con lentitud- y Daniel, aun conduciendo con toda la habilidad de que era capaz, de una manera mas egoista que ortodoxa, apenas ganaba distancia. De vez en cuando perdia a Dauntsey, pero al cabo de unos instantes, cuando el trafico mejoraba ligeramente, descubria que aun circulaba por la misma carretera. Y Daniel empezo a sospechar adonde se dirigia. Conforme avanzaba se sentia mas seguro; y cuando al fin se acercaron a la A12 ya no le quedo ninguna duda. Sin embargo, en cada semaforo, en cada pausa, en cada tramo de carretera despejada, su mente se concentraba en los dos asesinatos que lo habian llevado a aquella persecucion, a aquella resolucion.
Ahora veia el plan entero en toda su brillantez, toda su sencillez inicial. El asesinato de Etienne se habia proyectado de modo que pareciera un accidente, se habia calculado en todos sus detalles durante semanas, probablemente meses, esperando con paciencia el momento adecuado. La policia siempre habia sabido que Dauntsey era el principal sospechoso. Nadie tenia tantas facilidades como el para trabajar en el despachito de los archivos sin ser molestado. Probablemente habia cerrado la puerta con llave mientras desmontaba la estufa de gas, desprendia los cascotes de la chimenea y volvia a instalar la estufa con el canon convenientemente obstruido. El cordon de la ventana lo habia desgastado deliberadamente a lo largo de semanas. Y habia elegido la noche ideal para el asesinato, un jueves, el dia en que, como todo el mundo sabia, Etienne se quedaba a trabajar a solas. Lo habia preparado todo para las siete y media, justo antes de salir hacia el Connaught Arms. ?Habia sido fortuito aquel compromiso? ?El acto se habia celebrado por casualidad la misma noche que el habia elegido para el asesinato? ?O bien, por el contrario, habia elegido aquella noche para que coincidiera con el recital de poesia? No le habria resultado dificil concertar alguna otra cita. Siempre habia parecido extrano que se hubiera molestado en acudir a la lectura de poesia; no habia participado ningun otro poeta de renombre y el acontecimiento apenas podia considerarse de importancia literaria.
Debio de esperar el momento oportuno para introducirse a hurtadillas en Innocent House, cuando ya se habian marchado todos excepto Etienne, y subir sigilosamente al cuartito de los archivos. Pero aun en el caso de que Etienne hubiera salido inesperadamente de su despacho y lo hubiera visto, no le habria dicho nada. ?Por que iba a hacerlo? Dauntsey tenia una llave del edificio, era uno de los socios, podia ir y venir a su antojo. Etienne habria supuesto que subia a su despacho del tercer piso para buscar algun papel que necesitaba antes de dirigirse al Connaught Arms.
Y luego, ?que? Debio de hacer los ultimos preparativos una hora antes. Daniel veia claramente cada uno de sus actos y su consecuencia. Dauntsey habia cogido la mesa y la silla y las habia sacado; era importante que Etienne no tuviera ningun medio de alcanzar la ventana. Luego limpio la habitacion. No debia haber polvo o suciedad donde Etienne pudiera escribir el nombre de su asesino. La agenda con el lapiz ya la habia robado antes, para evitar que Etienne la llevara en un bolsillo de la chaqueta o del pantalon. A continuacion Dauntsey encendio la estufa de gas, abrio la llave al maximo a fin de que empezaran a acumularse los gases antes de que llegara su victima y la retiro. Por ultimo, coloco el magnetofono en el suelo y lo enchufo. Queria que Etienne supiera que iba a morir, que no tenia ninguna posibilidad de salvacion, que en aquel edificio desierto y aislado nadie oiria sus gritos ni sus golpes en la puerta -un esfuerzo que solo contribuiria a acelerar su fin-, que su muerte era tan inevitable como si lo hubieran arrojado a la camara de gas de Auschwitz. Pero, sobre todo, queria que Etienne supiera por que debia morir.
Asi habia quedado dispuesta la escena para el asesinato. Luego, justo antes de las siete y media, Dauntsey llamo al despacho de Etienne desde el telefono situado junto a la puerta del cuartito de los archivos. ?Que debio de decirle? «Sube enseguida, he encontrado algo importante.» Etienne, naturalmente, le habria hecho caso. ?Por que no? Mientras subia la escalera, quiza se preguntara si Dauntsey habia descubierto una pista de la identidad del bromista pesado. En todo caso, carecia de importancia lo que pensara: la llamada procedia de un hombre en el que confiaba y al que no tenia motivos para temer. La voz debio de ser imperiosa, el mensaje intrigante. Por supuesto que habia subido.
La escena del crimen estaba preparada, limpia y vacia. ?Que sucedio despues? Dauntsey estaria esperando junto a la puerta. No debio de producirse mas que un breve intercambio de palabras.
– ?Que ocurre, Dauntsey?
Habria hablado en tono impaciente, un poco arrogante:
– Es ahi dentro, en el despachito de los archivos. Ya lo veras tu mismo. Hay un mensaje grabado en esa casete. Escuchalo y comprenderas.
Y Etienne, perplejo pero sin sospechar nada extrano, habia entrado en la habitacion donde debia morir.
La puerta se cerro rapidamente, la llave giro en la cerradura. Sid la Siseante ya estaba escondida entre las carpetas del archivo, y Dauntsey la extendio al pie de la puerta para obstruir incluso aquella minima entrada de aire. Por el momento, no habia que hacer nada mas. Podia marcharse al recital de poesia.
Tenia previsto regresar del Connaught Arms hacia las diez para concluir su obra. Y podria tomarselo con calma. La puerta tendria que permanecer varios minutos abierta para que se dispersaran los humos. A continuacion, volveria a colocar la llave en la estafa y dejaria la habitacion como estaba antes. Tendria que poner la mesa y la silla en su sitio, disponer las bandejas sobre la mesa como solian estar. ?Y no habria pensado en nada mas? Habria sido juicioso anadir otra carpeta al monton existente, documentos que Etienne hubiera podido buscar o descubrir, que hubieran despertado su interes, un expediente que le hubiera incitado a subir al despachito de los archivos; un contrato antiguo, por ejemplo, tal vez algo relacionado con Esme Carling. Dauntsey habria podido cogerlo antes y guardarlo oculto entre otros papeles, listo para ser utilizado. Y luego, tras asegurarse de que la llave quedaba en la parte interior de la puerta, se habria marchado llevandose la serpiente consigo.
Habria podido trabajar sin prisas, seguramente moviendose por Innocent House con ayuda de una linterna, pero sabiendo que una vez estuviera en el cuartito de los archivos podria encender la luz sin peligro. Habria bajado al despacho de Etienne para recoger la chaqueta y las llaves, colgado la chaqueta en el respaldo de la silla, depositado las llaves sobre la mesa. Por supuesto, no habria podido devolver el polvo a la repisa de la chimenea y al suelo, pero ?realmente se habria fijado alguien en la limpieza excepcional de la habitacion si desde un principio la muerte hubiese parecido accidental?
Y la escena habria hablado por si misma. Ahi estaba Etienne, estudiando un expediente que obviamente le interesaba. Debia de tener pensado trabajar alli algun tiempo, puesto que habia subido con la chaqueta y las llaves y habia encendido la estufa. Habia cerrado la ventana, rompiendo el cordon al hacerlo. Seguramente se habria encontrado el cuerpo desplomado sobre la mesa o en el suelo boca abajo, como si se arrastrara hacia la estufa. El unico enigma habria sido por que no se habia dado cuenta de lo que estaba ocurriendole y no habia abierto la puerta de inmediato, pero uno de los primeros sintomas de la intoxicacion por monoxido de carbono era