esperanza.
Gabriel seguia conduciendo. Frances, por su parte, no podia consultar el reloj para saber que hora era, y tampoco tenia ni idea de que direccion llevaban. No malgasto sus energias preguntandose por que Gabriel habia matado. Era inutil; eso solo podia decirselo el, y quizas al final se lo dijera. Lo que hizo, en cambio, fue pensar en su propia vida. ?Que habia sido su vida, sino una serie de concesiones? ?Que le habia dado a su padre, sino una aquiescencia timida que solo habia servido para reforzar su insensibilidad y su desden? ?Por que habia ingresado tan docilmente en la empresa cuando el se lo habia indicado, para encargarse del departamento de derechos y contratos? Podia realizar su trabajo satisfactoriamente; era concienzuda y metodica, minuciosa en los detalles. Pero no era eso lo que queria hacer con su vida. ?Y Gerard? En el fondo de su corazon, siempre habia sabido que su explotacion sexual no era mas que eso; Gerard la habia tratado con desprecio porque ella se habia convertido en un ser despreciable. ?Quien era, en realidad? ?Que era? Frances Peverell, mansa, complaciente, bondadosa, la que nunca se quejaba, un apendice de su padre, de su amante, de la empresa. Ahora que su vida quiza llegaba a su fin, al menos podia decir: «Soy Frances Peverell. Soy yo misma.» Si vivia para casarse con James, al menos podria ofrecerle un trato de igualdad. Habia encontrado valor para afrontar la muerte, pero eso, a fin de cuentas, no era tan dificil. Miles de personas lo hacian a diario, incluso ninos. Ya era hora de que encontrase el mismo valor para afrontar la vida.
Se sentia curiosamente en paz. De vez en cuando rezaba una oracion, pronunciaba mentalmente los versos de alguno de sus poemas favoritos, rememoraba momentos de alegria. Incluso intento dormir un poco, y tal vez lo habria conseguido si un bandazo del coche no la hubiera sobresaltado. Gabriel debia de conducir por un terreno escabroso. El Rover se bamboleaba, daba tumbos, saltaba en los baches, y Frances con el. Despues vino otro tramo menos irregular, seguramente, penso ella, una pista de tierra. Entonces el coche se detuvo y le oyo abrir la portezuela.
64
En Hillgate Village, James echo otra mirada al reloj que reposaba sobre la repisa de la chimenea. Eran las 7.42. Habia transcurrido algo mas de una hora desde que llamara a Frances. Ya tendria que haber llegado. Repitio una vez mas el calculo rapido que habia venido haciendo durante los ultimos sesenta minutos. Entre Bank y Notting Hill Gate habia diez estaciones; contando dos minutos por estacion, serian unos veinte para todo el trayecto, y quince minutos para llegar a Bank. Pero quiza no habia encontrado a Claudia y habia tenido que llamar un taxi. Aun asi, el viaje no podia durar sesenta minutos, ni siquiera en hora punta y por el centro de Londres, a no ser que hubiera un atasco excepcional, calles cerradas o una alerta terrorista. Volvio a llamar a casa de Frances; tal como suponia, no hubo respuesta. A continuacion marco de nuevo el numero de Claudia, pero tambien fue en vano. Eso no le sorprendio: Claudia habia podido ir directamente a reunirse con Declan Cartwright, o quiza tenia un compromiso para ir a cenar o al teatro. Nada le permitia suponer que Claudia tuviera que estar en casa. Conecto la radio y sintonizo una emisora local, pero tuvo que esperar otros diez minutos para escuchar el boletin de noticias. Se advertia a los viajeros que habia una retencion en la Central Line. No dieron ninguna razon, cosa que habitualmente indicaba la existencia de una amenaza del IRA, pero dijeron que cuatro estaciones entre Holborn y Marble Arch se hallaban cerradas al publico. Asi que esta era la explicacion. Frances aun podia tardar una hora mas en llegar. Asi pues, no le quedaba mas remedio que armarse de paciencia y esperar.
Empezo a recorrer con nerviosismo la sala de estar. Frances sufria una ligera claustrofobia. El sabia lo mucho que detestaba utilizar el tunel peatonal de Greenwich. Le disgustaba viajar en metro. No estaria atrapada alli si no hubiera querido acudir a toda prisa para estar a su lado. James espero que no se hubieran apagado las luces del tren, que no tuviera que permanecer sentada, sin amigos, en la mas completa oscuridad. Y de subito tuvo una vision extraordinariamente vivida y angustiosa de Frances abandonada, moribunda, en un tunel oscuro y opresivo, lejos de el, inalcanzable y sola. Expulso de su mente esa imagen morbosa y miro de nuevo el reloj. Esperaria media hora mas e intentaria ponerse en contacto con los Transportes de Londres para averiguar si la linea ya estaba abierta o cuanto calculaban que iba a prolongarse el retraso. Se acerco a la ventana y, moviendose tras las cortinas, contemplo la calle iluminada y anhelo que su fuerza de voluntad pudiera hacerla aparecer.
65
Daniel se hallaba por fin en la A12, donde el trafico era mas ligero. Procuraba no exceder el limite de velocidad; seria desastroso que lo parara una patrulla de la policia. Pero Dauntsey debia tomar las mismas precauciones para no llamar la atencion, para no ser detenido. En este sentido circulaban en iguales condiciones, pero su coche era mas rapido. Penso en la mejor manera de adelantarlo una vez tuviera su presa a la vista. En circunstancias normales, casi con toda seguridad Dauntsey reconoceria su coche, probablemente lo identificaria al primer vistazo, pero no creia que se hubiera dado cuenta de que alguien le seguia. No estaria atento a la presencia de un perseguidor. Lo mejor seria esperar a que la carretera se llenara y arriesgarse a adelantarlo mientras sus coches se mezclaban en la corriente del trafico.
Y entonces, por primera vez, se acordo de Claudia Etienne. Le horrorizo que, en su preocupacion por dar alcance a Dauntsey y advertirle cual era su situacion, no se le hubiera ocurrido pensar que ella podia correr peligro. Pero seguro que estaba bien. Cuando la habia visto por ultima vez se disponia a irse a casa; ya debia de encontrarse a salvo. Dauntsey iba delante de el, en el Rover. El unico riesgo era que ella hubiese decidido visitar a su padre y en aquel mismo instante se hallara camino de Othona House; pero esa era una razon de mas para llegar alli el primero. No valia la pena tratar de detener a Dauntsey, adelantarlo, hacerle senas con la mano. Dauntsey solo pararia si se veia obligado a hacerlo, y Daniel necesitaba hablar con el, prevenirlo, pero con calma, no embistiendolo con su coche. La ultima escena de la tragedia debia desarrollarse en paz.
Y entonces diviso por fin el Rover. Estaban acercandose a la circunvalacion de Chelmsford y el trafico era cada vez mas intenso. Espero el momento apropiado, se sumo a la corriente de coches del carril de adelantamiento y dejo atras a Dauntsey.
Esme Carling debia de haber pasado unos dias malos tras el descubrimiento del cadaver. Sin duda esperaba que llegara la policia para interrogarla sobre la nota clavada en el tablon y el manuscrito abandonado, pero unicamente se habian presentado Robbins y el con preguntas inofensivas acerca de su coartada, y una coartada era lo que les habia dado. Habia mantenido admirablemente la compostura, eso debia reconocerselo. Daniel no habia sospechado en ningun momento que tal vez supiera algo mas. ?Y despues? ?Que pensamientos le habian pasado por la cabeza? ?Le habia llamado Dauntsey o habia sido ella la que se puso en contacto con el? Lo segundo, casi con toda certeza. Dauntsey no habria tenido necesidad de matarla si ella no le hubiera dicho que le habia visto bajar la escalera cargado con la aspiradora. Tambien el debia de haber pasado malos momentos y tambien el habia mantenido la sangre fria. Esme Carling no les habia dicho nada y el habia debido de creerse a salvo.
Y entonces se habria producido la llamada telefonica, la sugerencia de que tenian que verse, la amenaza implicita de acudir a la policia si no publicaban su libro. La amenaza, por supuesto, era infundada: Carling no podia ir a la policia sin revelar que ella tambien habia estado en Innocent House aquella noche, y tenia un motivo para eliminar a Etienne tan poderoso como el de cualquier otro. Pero la mente de la escritora, ingeniosa, intrigante, retorcida, un poco obsesiva, tenia sus limitaciones. No pensaba con claridad ni era demasiado inteligente.
?Como exactamente, se pregunto, la habia atraido Dauntsey a aquella cita? ?Le dijo quiza que sabia o sospechaba quien habia matado a Etienne y que juntos podian descubrir la verdad y disfrutar de un triunfo compartido? ?Llegaron al menos al acuerdo provisional de que ella guardaria silencio y el le devolveria el manuscrito y la nota y se encargaria de que se publicara su novela? Carling le habia dicho a Daisy Reed que la Peverell Press tendria que publicarla. ?Quien, si no uno de los socios, podia haberle dado esa garantia? ?Se habria presentado Dauntsey en esa breve conversacion como su defensor y su salvador o como un companero de conspiracion? Nunca lo sabrian, a menos que Dauntsey decidiera decirselo.
Una cosa estaba clara: Esme Carling habia acudido a la cita sin miedo. No sabia quien era el asesino, pero