se lo parecia, no tenia nada que ver con la sexualidad, sino con la necesidad de retener un recuerdo destilado de la juventud, de los primeros amores, de las risas, de la ausencia de responsabilidades, del puro deleite animal en el mundo de los sentidos. Nada de ello formaba ya parte alguna de su vida. Siguio esperando sin dejar de sonreir hasta que el vestibulo quedo libre y al fin bajo poco a poco a su despacho.

A los diez minutos se abrio la puerta y reconocio los pasos de su hermana. Sin levantar la mirada, le pregunto:

– ?Quien es la chica del sombrero?

– ?El sombrero? -Por unos instantes ella puso cara de no comprender. Luego respondio-: ?Ah, el sombrero! Mandy Price, de la agencia de colocacion.

Una nota extrana en su voz hizo que el se volviera y le dedicara toda su atencion.

– ?Que ha pasado, Claudia?

– Sonia Clements esta muerta. Se ha suicidado.

– ?Donde?

– Aqui. En el despachito de los archivos. La hemos encontrado la chica y yo. Ibamos a buscar una de las cintas de Gabriel.

– ?La chica la ha encontrado? -Hizo una pausa y anadio-: ?Donde esta ahora?

– Ya te lo he dicho, en el despachito de los archivos. No hemos tocado el cuerpo. ?Por que habiamos de hacerlo?

– Quiero decir que donde esta la chica.

– Al lado, con Blackie, pasando la cinta a maquina. No malgastes tu compasion. No estaba sola y no hay sangre. Esta generacion es dura. Ni siquiera parpadeo. Lo unico que le preocupaba era conseguir el empleo.

– ?Estas segura de que ha sido suicidio?

– Naturalmente. Ha dejado esta nota. Esta abierta, pero no la he leido.

Claudia le entrego el sobre; luego se acerco a la ventana y se quedo mirando al exterior. Tras un par de segundos, el alzo la solapa del sobre y extrajo cuidadosamente el papel. Leyo en voz alta:

– «Lamento causar molestias, pero me ha parecido que era el mejor sitio que podia utilizar. Seguramente sera Gabriel quien me encuentre y esta demasiado familiarizado con la muerte para conmocionarse. En casa, ahora que vivo sola, quiza no me hubieran descubierto hasta que empezara a apestar, y considero que se debe mantener cierta dignidad incluso en la muerte. He dejado mis asuntos en orden y le he escrito a mi hermana. No estoy obligada a explicar el motivo de mi acto, pero, por si a alguien le interesa, dire que sencillamente prefiero la extincion a seguir existiendo. Es una eleccion razonable y todos tenemos derecho a hacerla.» -Luego anadio-: Bien, esta bastante claro, y de su propia mano. ?Como lo ha hecho?

– Con pildoras y alcohol. Como ya he dicho, no hay mucho desorden.

– ?Has llamado a la policia?

– ?A la policia? Aun no he tenido tiempo. He venido directa a verte. ?De verdad crees que es necesario, Gerard? El suicidio no es delito. ?No podriamos llamar sencillamente al doctor Frobisher?

– No se si es necesario -replico el con sequedad-, pero desde luego es lo mas conveniente. No queremos que haya dudas sobre esta muerte.

– ?Dudas? -dijo ella-. ?Dudas? ?Que dudas puede haber?

Habia ido bajando la voz y, ahora, ambos hablaban casi en susurros. De un modo casi imperceptible, se alejaron del tabique en direccion a la ventana.

– Habladurias, entonces -respondio Gerard-, rumores, escandalo. Llamaremos a la policia desde aqui. No hay necesidad de pasar por la centralita. Si la bajan en el ascensor, seguramente podremos sacarla del edificio antes de que el personal se entere de lo ocurrido. Esta George, claro. Supongo que sera mejor que la policia entre por esa puerta. Habra que decirle a George que no se vaya de la lengua. ?Donde esta ahora la chica de la agencia?

– Ya te lo he dicho. Esta al lado, en el despacho de Blackie, haciendo la prueba de mecanografia.

– O, mas probablemente, contandole a Blackie y a todos los que se le acerquen que la llevaron a buscar una cinta y encontraron un cadaver.

– Les he pedido a las dos que no digan nada hasta que se lo hayamos anunciado a todo el personal. Gerard, si crees que puedes mantener esto en secreto aunque solo sea durante un par de horas, quitatelo de la cabeza. Habra una investigacion, y eso implica publicidad. Y tendran que bajarla por la escalera; es imposible meter una camilla con un cadaver en ese ascensor. Pero, Dios mio, ?era lo unico que nos faltaba! Despues de lo otro, va a ser esplendido para la moral de los empleados.

Hubo unos instantes de silencio durante los cuales ninguno de los dos se acerco al telefono. Luego ella se volvio hacia su hermano y le pregunto:

– El pasado miercoles, cuando la pusiste en la calle, ?como se lo tomo?

– No se ha matado porque la echara. Era una mujer racional y sabia que tenia que irse. Debia de saberlo desde el dia en que me hice cargo de la empresa. Siempre deje bien claro que en mi opinion teniamos un editor de mas, que podiamos darle parte del trabajo a un colaborador externo.

– Pero tenia cincuenta y tres anos. No le habria resultado facil encontrar otro empleo. Y llevaba veinticuatro anos en la empresa.

– A tiempo parcial.

– A tiempo parcial, pero trabajando casi a jornada completa. Este lugar era su vida.

– Claudia, eso son desvarios sentimentales. Ella tenia una existencia fuera de estas paredes. Ademas, ?que diablos tiene eso que ver? O se la necesitaba aqui o no se la necesitaba.

– ?Fue asi como se lo dijiste? Ya no la necesitamos mas.

– No fui brutal, si es eso lo que insinuas. Le dije que me proponia recurrir a un colaborador externo que ayudara a editar las obras de no ficcion y que, por tanto, su puesto era superfluo. Le dije que, aunque legalmente no le correspondia la indemnizacion maxima, buscariamos algun arreglo economico.

– ?Un arreglo? ?Y que dijo ella?

– Dijo que no seria necesario. Que ella haria sus propios arreglos.

– Y los ha hecho. Por lo que se ve, con analgesicos y una botella de cabernet bulgaro. Bien, al menos nos ha ahorrado algun dinero, pero, por Dios, habria preferido pagar antes que tener que vernoslas con esto. Se que deberia compadecerla. Supongo que lo hare cuando haya superado la conmocion; ahora mismo no me resulta facil.

– Claudia, es inutil volver de nuevo a esas viejas discusiones. Habia que despedirla y la despedi. Eso no ha tenido nada que ver con su muerte. Hice lo que habia que hacer por los intereses de la empresa y en su momento estuviste de acuerdo. Ni tu ni yo tenemos la culpa de que se suicidara. Por otro lado, su muerte tampoco guarda ninguna relacion con las otras malas pasadas. -Hizo una pausa y anadio-: A no ser, claro, que fuera ella la responsable.

A su hermana no le paso por alto la repentina nota de esperanza que sono en su voz. Asi que estaba mas preocupado de lo que queria reconocer. Replico con acritud:

– Seria una bonita solucion a nuestros problemas, ?verdad? Pero ?como habria podido ser ella, Gerard? Cuando alteraron las pruebas del Stilgoe estaba de baja por enfermedad, recuerda, y cuando perdimos las ilustraciones del libro sobre Guy Fawkes se encontraba en Brighton visitando a un autor. No, no pudo ser ella.

– Es verdad. Si, lo habia olvidado. Mira, voy a llamar a la policia ahora mismo y tu mientras te das una vuelta por la casa y explicas lo que ha pasado. Sera menos teatral que reunirlos a todos para hacer un anuncio general. Diles que permanezcan en sus despachos hasta que hayan retirado el cuerpo.

– Hay una cosa que deberiamos tener en cuenta -dijo ella lentamente-. Creo que fui la ultima persona que la vio viva.

– Alguien tenia que ser.

– Fue anoche, apenas pasadas las siete. Me habia quedado a trabajar. Al salir del vestibulo del primer piso la vi subir la escalera. Llevaba una botella de vino y un vaso.

– ?Y no le preguntaste que estaba haciendo?

– Claro que no. No era una mecanografa jovencita. Quiza se dirigia con el vino a los archivos para tomarse unos tragos en secreto. Y en tal caso, no era asunto mio. Me parecio extrano que se hubiera quedado a trabajar hasta tan tarde, pero nada mas.

– ?Te vio ella?

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