importante, si albergaran alguna duda. Ya he oido hablar de ese comandante Dalgliesh. Si creyeran que se trata de una muerte natural, no habrian enviado a un oficial de su categoria. Aunque, claro, has dicho que fue lord Stilgoe quien llamo a New Scotland Yard y eso pudo influir en la policia. Los titulos aun conservan cierto poder. Podria ser un suicidio o un accidente, desde luego; pero, a juzgar por lo que acabas de contarme, ninguna de las dos cosas me parece probable. No; si quieres saber mi opinion, ha sido un asesinato. Y el culpable es alguien de la casa.

Blackie protesto.

– Pero no Sydney. Sydney Bartrum seria incapaz de matar una mosca.

– Puede ser. Pero tambien puede que sea capaz de aplastar algo mucho mas grande y peligroso. Sea como fuere, la policia comprobara todas vuestras coartadas. Lastima que anoche fueras de compras al West End en lugar de venir directamente a casa. ?No habra nadie en Liberty o en Jaeger que pueda responder por ti?

– No lo creo. Ya sabes que no compre nada; solo estuve mirando. Y las tiendas estaban muy llenas.

– Es ridiculo suponer que hayas tenido nada que ver con eso, naturalmente, pero la policia debe tratar a todo el mundo por igual, al menos al principio. Oh, bien, no sirve de nada preocuparse hasta que conozcamos la hora exacta de la muerte. ?Quien lo vio por ultima vez? ?Se sabe ya?

– La senorita Claudia, me parece. Suele ser de las ultimas en marcharse.

– Excepto, naturalmente, el asesino. Me gustaria saber como se las arreglo para hacer subir a la victima al despachito de los archivos. Imagino que murio alli. Suponiendo que lo estrangularan o lo asfixiaran con Sid la Siseante, el asesino tuvo que dominarlo antes fisicamente. Un joven robusto no se acuesta docilmente para dejar que lo asesinen. Habrian podido drogarlo, desde luego, o aturdido con un golpe lo bastante fuerte para dejarlo inconsciente, pero no tanto como para magullarlo. -La senora Willoughby, avida lectora de novelas policiacas, conocia a suficientes asesinos de ficcion expertos en esta dificil tecnica. Tras una breve reflexion, prosiguio-: La droga habrian podido administrarsela con el te de la tarde, pero entonces tendria que ser una droga insipida y de accion muy lenta. Lo veo dificil, u bien, naturalmente, habrian podido estrangularlo con algo blando para no dejar marcas; unas mallas o unas medias, por ejemplo. Un cordon no le habria servido de nada al asesino, porque se veria claramente la huella debajo de la serpiente. Espero que la policia haya pensado en todo esto.

– Estoy segura de que han pensado en todo, Joan.

Mientras paladeaba un sorbo de whisky, Blackie penso que habia algo curiosamente tranquilizador en el interes desinhibido de Joan y sus conjeturas sobre el crimen. No en vano tenia en su dormitorio cinco estantes llenos de novelas policiacas: Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, Margery Allingham, Ngaio Marsh, Josephine Tey y los escasos escritores modernos que Joan juzgaba dignos de codearse con estos representantes de la Edad de Oro del asesinato de ficcion. A fin de cuentas, ?por que habia de sentir Joan ninguna afliccion personal? Solo habia estado una vez en Innocent House, tres anos antes, cuando asistio a la fiesta de Navidad de la empresa. Excepto de nombre, conocia a muy pocos miembros del personal.

Sumida en tales reflexiones, el horror de Innocent House empezo a parecerle irreal, inocuo, una elegante trama literaria, sin afliccion, sin dolor, sin perdida, la culpa y el horror desinfectados y reducidos a un enigma ingenioso. Contemplo las llamas saltarinas y casi le parecio ver surgir de entre ellas la imagen de la senorita Marple, el bolso sujeto contra el pecho en ademan de protegerse, que clavaba en ella sus ojos ancianos, sabios y bondadosos y le aseguraba que no habia nada que temer, que todo terminaria bien.

El fuego y el whisky se combinaron para producir una somnolencia satisfecha, de tal manera que la voz de su prima, oida de un modo intermitente, parecia llegar desde una gran distancia. Si no empezaban a cenar pronto, se quedaria dormida. Sacudiendose la modorra, pregunto:

– ?No seria hora de que empezaramos a pensar en la cena?

30

Se habian encontrado a las seis y cuarto en los escalones que bajaban al rio en las proximidades de la estacion de Greenwich, entre un muro alto y la rampa de una casilla para botes. Era un lugar discreto, un buen lugar para reunirse. Habia una playa pequena y pedregosa, y todavia en aquellos momentos, de vuelta a casa en el coche y lejos del rio, seguia oyendo el suave chapaleteo de las olas agotadas, el rechinar y entrechocar de los guijarros, el murmullo de la marea al retirarse. Gabriel Dauntsey habia llegado el primero a la cita, pero no se habia vuelto mientras Bartrum se le acercaba. Cuando hablo, lo hizo con voz sosegada, casi en tono de disculpa.

– He creido que teniamos que hablar, Sydney. Ayer por la noche lo vi entrar en Innocent House. La ventana de mi cuarto de bano da a Innocent Lane. Me asome por casualidad y lo vi. Debian de ser las siete menos veinte.

Sydney ya sabia de antemano lo que iba a escuchar, y ahora que al fin habian sido pronunciadas las palabras, las recibio con algo muy semejante al alivio.

Respondio de inmediato, anhelando que Dauntsey le creyera.

– Pero volvi a salir enseguida. Se lo juro. Si hubiera esperado, si hubiera seguido mirando un minuto mas, me habria visto salir. No pase de la recepcion. Perdi el valor. Me dije que seria inutil razonar y suplicar. Nada le habria hecho cambiar de idea, nada lo habria convencido. Le juro, senor Dauntsey, que anoche no volvi a verlo despues de salir de mi despacho.

– Si, habria sido inutil. Gerard no era susceptible a los ruegos. -Y anadio-: Ni a las amenazas.

– ?Como podia amenazarlo? Mi situacion era de impotencia. Habria podido despedirme la semana que viene y yo no hubiera sido capaz de impedirselo. Y si hacia algo que me enemistara aun mas con el, me habria dado una de esas referencias astutamente formuladas que no admiten replica, pero que garantizan que nunca vuelvas a encontrar otro trabajo. Me tenia en su poder. Me alegro de que haya muerto. Si fuera un hombre religioso, me hincaria de rodillas y le agradeceria a Dios que haya muerto. Pero yo no lo mate. Tiene que creerme. Si no me cree usted, senor Dauntsey, ?quien me creera, Dios mio?

La persona que se hallaba junto a el no se movio ni dijo nada, sino que siguio contemplando el rio por encima del negro pedregal. Finalmente, con humildad, el recien llegado pregunto:

– ?Que piensa hacer?

– Nada. Tenia que hablar con usted para averiguar si se lo habia dicho a la policia, si se propone decirselo. Me preguntaron si habia visto entrar a alguien en Innocent House, naturalmente. Nos lo preguntaron a todos. Les menti. Menti y pienso seguir mintiendo, pero sera inutil si usted ya se lo ha dicho o si pierde los nervios.

– No, no se lo he dicho. Les dije que llegue a casa a la hora de costumbre, justo antes de las siete. Llame a mi esposa por telefono nada mas oir la noticia, antes de que se presentara la policia, y le pedi que confirmara que habia llegado a la hora de siempre si alguien llamaba para preguntarselo. Por suerte fui el primero en llegar. Tenia toda la oficina para mi solo. Me disgusto mucho pedirle que mintiera, pero ella no le dio importancia. Estaba segura de que yo era inocente, de que no habia hecho nada de lo que tuviera que avergonzarme. Esta noche se lo explicare con mas detalle. Se que lo entendera.

– ?La llamo antes de saber si se trataba de un asesinato?

– Desde el primer momento crei que era un asesinato. La serpiente, el cadaver semidesnudo… ?Como podia tratarse de una muerte natural? -Luego anadio sencillamente-: Gracias por guardar silencio, senor Dauntsey. No lo olvidare.

– No tiene por que darme las gracias. Es lo mas razonable. No le estoy haciendo ningun favor; no tiene por que estarme agradecido. Es cuestion de sentido comun, nada mas. Si la policia pierde el tiempo sospechando de los inocentes, tendra menos posibilidades de capturar al culpable. Y ya no estoy tan seguro como en otro tiempo de que no cometan errores.

El contable, con gran atrevimiento, le pregunto:

– ?Y eso le importa? ?Quiere que atrapen al culpable?

– Quiero que averiguen quien le puso esa serpiente al cuello a Gerard y le metio la cabeza en la boca. Eso fue una abominacion, una profanacion de la muerte. Prefiero que el culpable sea condenado y el inocente vindicado. Supongo que es lo que quiere la mayoria de la gente. Eso, despues de todo, es lo que entendemos por justicia. Pero no me siento agraviado personalmente por la muerte de Gerard ni por ninguna otra muerte; ya no. No creo tener la capacidad de afectarme intensamente por nada. Yo no lo asesine; ya he matado bastante. No se quien lo

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