asesino. Etienne no habia tenido ni siquiera la oportunidad de garabatear un nombre en el suelo de madera desnuda. ?Por que, pues, iba a cometer la estupidez de dejar un magnetofono a disposicion de su victima?
Habia otra explicacion, naturalmente: el magnetofono podia haber servido para un proposito especifico. De ser asi, el caso prometia resultar mas intrigante y enigmatico de lo que en un principio parecia.
34
Eran mas de las diez y media cuando Dalgliesh regreso al centro de operaciones instalado en la comisaria de Wapping. Robbins ya habia terminado su turno de servicio. Kate y Daniel habian comprado bocadillos al volver del deposito y se arreglaron con ellos y cafe mientras anochecia. Ya habian trabajado una jornada de doce horas, pero aun no habian terminado. Dalgliesh queria evaluar los progresos realizados y hacerse una idea clara de donde se hallaban antes de iniciar la fase siguiente de la investigacion.
Nada mas llegar tomo asiento y se paso diez minutos examinando los documentos que Daniel habia traido del despacho de Gerard Etienne. Luego cerro la carpeta sin hacer ningun comentario, consulto su reloj y pregunto:
– Bien, entonces, ?que conclusiones provisionales han extraido de los datos que conocemos hasta el momento?
Daniel intervino de inmediato, como Kate imaginaba que haria. A ella no le molesto. Tenian la misma graduacion, pero Kate era su superior por antiguedad en el servicio; a pesar de ello, no experimentaba ninguna necesidad de subrayarlo. Ser el primero en hablar tenia sus ventajas: impedia que otro se atribuyera el merito de las ideas propias y demostraba entusiasmo. Por otra parte, habia cierta sabiduria en esperar el momento adecuado. La inspectora observo que Daniel presentaba minuciosamente su exposicion de los hechos; seguramente, penso, habia estado ensayandola mentalmente desde su regreso del deposito.
– Muerte natural, suicidio, accidente o asesinato. Las dos primeras posibilidades quedan descartadas. No necesitamos los informes del laboratorio para saber que se trata de una intoxicacion por monoxido de carbono; la autopsia ya lo ha dejado claro. Tambien ha dejado claro que, por lo demas, murio en perfecto estado de salud. Y no hay absolutamente nada que haga pensar en un suicidio, asi que no creo que haga falta perder el tiempo en eso.
»De modo que llegamos al supuesto de una muerte accidental. Si se trata de un accidente, ?que hemos de creer? Que Etienne decidio subir a trabajar en el despachito de los archivos por alguna razon, dejandose la chaqueta en el sillon de su despacho y las llaves en el cajon de la mesa. Que tuvo frio, que encendio el fuego con unas cerillas que nada nos permite suponer que llevara encima y que, luego, el trabajo lo absorbio de tal manera que no se dio cuenta de que la estufa funcionaba defectuosamente hasta que fue demasiado tarde. Aparte de las evidentes incongruencias, sugiero que, si la cosa se hubiera desarrollado asi, lo habriamos encontrado desplomado sobre la mesa, no tendido en el suelo de espaldas, semidesnudo y con la cabeza apuntando a la estufa. Por el momento, dejo la serpiente al margen. Creo que debemos distinguir con claridad entre lo que ocurrio en el momento de la muerte y lo que le ocurrio despues al cadaver. Es obvio que alguien lo encontro cuando ya se habia instaurado el
– La camisa debio de quitarsela el mismo -opino Kate-. La aferraba con la mano derecha. Daba la impresion de que se la habia quitado con la idea de utilizarla para apagar el fuego. Observen la fotografia. La mano derecha sigue sujetando parte de la camisa y el resto aparece cubriendo el cuerpo. A mi me da la impresion de que murio boca abajo y que el asesino dio la vuelta al cuerpo, tal vez con el pie, y luego le abrio la boca por la fuerza. Miren la posicion de las rodillas, ligeramente dobladas. No murio en esa postura. Los resultados de la autopsia permiten suponer que murio boca abajo. Creo que iba andando a gatas en direccion al fuego.
– Bien, estoy de acuerdo. Pero no podia tener la esperanza de apagarlo de esa manera. La camisa habria prendido.
– Ya se que no podia, pero es la impresion que da. Quizas en su estado de confusion le parecio posible extinguir asi el fuego.
Dalgliesh no intervino, pero escucho con atencion mientras ellos discutian.
– Eso sugiere que era consciente de lo que estaba ocurriendole -dijo Daniel-. Pero, en tal caso, lo normal habria sido abrir la puerta para que entrara el aire y cerrar el paso del gas.
– Pero supongamos que la puerta estuviera cerrada por fuera y que faltara la llave de paso de la estufa. Cuando trato de abrir la ventana, el cordon se rompio porque alguien lo habia deshilachado para estar bien seguro de que cederia cuando tiraran de el con un poco de fuerza. El asesino debio de apartar antes la mesa y las sillas para que Etienne no pudiera encaramarse a ellas a fin de alcanzar la ventana y romper el cristal. La ventana estaba atascada. No hubiera podido abrirla aunque la alcanzara, a no ser que tuviera algo con que romperla.
– ?El magnetofono, quiza?
– Demasiado pequeno, demasiado fragil. De todos modos, estoy de acuerdo en que lo habria intentado. Incluso habria podido golpear el cristal con los nudillos, pero no tenia ninguna huella de magulladuras en las manos. Creo que el asesino aparto los muebles antes de que Etienne entrara en la habitacion. Sabemos por las marcas de la pared que normalmente la mesa esta unos centimetros mas a la izquierda.
– Eso no prueba nada. Pudo haberla movido la mujer de la limpieza.
– No he dicho que demuestre nada, pero es significativo. Tanto Gabriel Dauntsey como la senora Demery dijeron que la mesa no se encontraba en su lugar habitual.
– Eso no los descarta como sospechosos.
– No he dicho que los descarte. Dauntsey es un sospechoso obvio; nadie tuvo mejor oportunidad que el. Pero, si Dauntsey aparto la mesa y las sillas, sin duda se habria molestado en volver a dejar la mesa exactamente donde estaba. A no ser que tuviera prisa, naturalmente. -Se interrumpio y se volvio hacia Dalgliesh con aire excitado-. Y claro que tenia prisa, senor. Debia estar de vuelta en el tiempo que hubiera necesitado para banarse.
– Estamos yendo demasiado deprisa -objeto Daniel-. Todo esto son conjeturas.
– Yo lo llamaria deduccion logica.
Dalgliesh hablo por primera vez.
– La teoria de Kate es razonable y concuerda con los hechos que conocemos. Pero no tenemos ni una pizca de evidencia irrefutable. Y no olvidemos la serpiente. ?Han podido averiguar quien sabia que estaba en el cajon del escritorio de la senorita Blackett, aparte, naturalmente, de la senorita Blackett, Mandy Price, Dauntsey y los hermanos Etienne?
Fue Kate quien respondio.
– La noticia habia corrido por toda la oficina antes de que terminara la tarde, senor. Mandy le conto a la senora Demery, cuando estaban las dos haciendo cafe en la cocina poco despues de las once y media, que Etienne le habia ordenado a la senorita Blackett que se deshiciera de la serpiente. La senora Demery reconoce que quiza se lo dijo a un par de personas mientras pasaba con el carrito sirviendo el te de la tarde. «Un par de personas» probablemente quiere decir todos los despachos del edificio. La senora Demery no preciso demasiado que les habia contado en realidad, pero Maggie FitzGerald, de publicidad, estaba completamente segura de que les dijo que el senor Gerard le habia ordenado a la senorita Blackett que se deshiciera de la serpiente y que ella la habia metido en el cajon del escritorio. El senor Sydney Bartrum, de contabilidad, asegura que no lo sabia. Dijo que ni el ni su personal tienen tiempo para charlar con el personal auxiliar de la oficina y que, en cualquier caso, tampoco les es posible hacerlo: su departamento esta en el numero diez y ellos mismos se preparan alli el te de la tarde. De Witt y la senorita Peverell han reconocido que lo sabian. Por otra parte, el cajon de la senorita Blackett es el primer lugar donde a cualquiera se le ocurriria mirar. Parece ser que ella le tenia un apego sentimental a Sid la Siseante, como la llaman, y no habria querido tirarla.
– ?Y por que la senora Demery se molesto en hacer correr la noticia? -se extrano Daniel-. No creo que pueda considerarse un escandalo de importancia para la oficina.
– No, claro, pero es evidente que suscito cierto interes. La mayor parte del personal sabia o sospechaba que Gerard Etienne no lamentaria perder de vista a la senorita Blackett. Seguramente se preguntaban cuanto tiempo