– Ustedes creen que a la tia Esme la han asesinado, ?verdad? ?Que le haran cuando lo cojan? -le pregunto Daisy.

– Si el tribunal lo considera culpable, ira a la carcel. Pero no estamos seguros de que la senora Carling fuera asesinada. Todavia no sabemos como ni por que murio.

– La senora Summers, de la escuela, dice que meter a la gente en la carcel no le hace ningun bien.

– La senora Summers tiene razon -concedio Dalgliesh-. Pero no se suele mandar a la gente a la carcel para que les haga bien. A veces es necesario proteger a otras personas, o disuadir, porque a la sociedad le preocupa mucho lo que la persona culpable ha hecho y el castigo refleja esa preocupacion.

Kate penso: «Dios mio, ?ahora hemos de perder el tiempo discutiendo sobre la bondad de las penas de privacion de libertad y la filosofia del castigo judicial?» Pero obviamente Dalgliesh estaba dispuesto a mostrarse paciente.

– La senora Summers dice que ejecutar a la gente es de barbaros.

– En este pais ya no ejecutamos a nadie, Daisy.

– En America si.

– Si, en algunas partes de los Estados Unidos, y tambien en otros paises, pero en Inglaterra ya no se hace. Creo que eso ya lo sabes, Daisy.

La nina, penso Kate, se mostraba deliberadamente recalcitrante. Se pregunto que pretendia Daisy con ello - aparte, naturalmente, de ganar tiempo- y maldijo mentalmente a la senora Summers. En su epoca de estudiante habia conocido a un par de personas asi, sobre todo la senorita Crighton, que habia hecho todo lo posible para disuadirla de ingresar en la policia porque, segun ella, este cuerpo albergaba a los agentes represivos y fascistas de la autoridad capitalista. Kate habria querido preguntarle a la chiquilla que haria la senora Summers con el asesino de la senora Carling -si es que habia un asesino-, aparte, naturalmente, de ofrecerle comprension, darle buenos consejos y pagarle un crucero por el mundo. O mejor aun, le habria encantado llevar a la senora Summers a que viera algunas victimas de asesinato y afrontara las escenas de asesinato que ella, Kate, habia tenido que afrontar. Irritada por la reaparicion de antiguos prejuicios y resentimientos que creia haber superado, y de recuerdos que preferia olvidar, mantuvo la mirada fija en el rostro de Daisy. La senora Reed no decia nada, pero aspiraba energicamente el humo del cigarrillo. El ambiente estaba cargado.

Sentado cerca de la nina, Dalgliesh prosiguio:

– Tenemos que averiguar como y por que murio la senora Carling, Daisy. Pudo ser por su propia mano, pero tambien es posible, tan solo posible, que muriera asesinada. Si fue asi, hemos de averiguar quien lo hizo. Es nuestro trabajo. Por eso estamos aqui. Hemos venido porque creemos que puedes ayudarnos.

– Ya les dije lo que sabia a aquel inspector y a la mujer policia.

Dalgliesh no replico. Su silencio y lo que implicaba desconcertaron visiblemente a Daisy. Tras una breve pausa, la nina prosiguio en tono defensivo.

– ?Como se que no intentaran cargarle el asesinato del senor Etienne a tia Esme? Ella dijo que quizas intentarian cargarselo a ella, creia que podian arreglar las cosas para hacerla pasar por culpable.

– No creemos que la senora Carling tuviera nada que ver con la muerte del senor Etienne -le aseguro Dalgliesh-. Y no vamos a cargarle el asesinato a nadie. Lo que queremos es averiguar la verdad. Creo saber dos cosas acerca de ti, Daisy: que eres inteligente y que, si prometes decir la verdad, diras la verdad. ?Me lo prometes?

– ?Como se que puedo confiar en usted?

– Te pido que confies en nosotros. Tu misma has de decidir si puedes hacerlo o no. Es una decision importante para una nina, pero no puedes esquivarla. Ahora bien, no nos mientas. Antes que mentirnos, preferiria que no nos dijeras nada.

Kate penso que era una estrategia muy arriesgada y espero no tener que oir a continuacion que la senora Summers habia advertido a sus alumnos que no confiaran en la policia. Daisy clavo sus ojos de cerdito en los de Dalgliesh. El silencio parecio interminable.

Finalmente, Daisy anuncio:

– De acuerdo. Dire la verdad.

La voz de Dalgliesh no cambio.

– Cuando vinieron a verte el inspector Aaron y la mujer policia, les dijiste que tenias la costumbre de pasar las veladas en casa de la senora Carling, para hacer los deberes y cenar con ella. ?Es cierto?

– Si. A veces me acostaba en la habitacion que no ocupaba ella y a veces en el sofa. Luego tia Esme me despertaba y me traia de vuelta aqui antes de que llegara mama.

– Oiga -intervino la senora Reed-, la nina esta segura en casa. Siempre cierro las dos cerraduras al marcharme y ella tiene su juego de llaves. Y dejo un numero de telefono. ?Que punetas tengo que hacer? ?Llevarmela conmigo al club?

Dalgliesh no le presto atencion. Su mirada siguio fija en Daisy.

– ?Que haciais cuando estabais juntas?

– Yo hacia los deberes y a veces ella escribia un poco, y luego mirabamos la tele. Me dejaba leer sus libros. Tiene muchisimos libros sobre asesinatos, y lo sabia todo sobre los asesinos de la vida real. Yo solia bajarme la cena y a veces comia algo de la suya.

– Parece que pasabais buenos ratos juntas. Supongo que se alegraria de que le hicieras compania.

– No le gustaba estar sola de noche -apunto la madre-. Decia que oia ruidos en la escalera y no se sentia segura ni siquiera Con las dos cerraduras. Decia que si una persona que guardaba un duplicado de las llaves tenia un descuido, un asesino podia cogerlas, subir sin hacer ruido y meterse en el piso. O podia estar en el tejado cuando se hacia de noche, bajar con una cuerda y entrar por la ventana. Algunas noches incluso oia al asesino dar golpecitos en el cristal. Y siempre era peor cuando en la tele hacian alguna pelicula de miedo. No le gustaba mirar la tele a solas.

«Pobre nina», penso Kate. De modo que esos eran los horrores vividamente imaginados de los que Daisy, sola en casa una noche tras otra, se refugiaba en el piso de la senora Carling. ?Y de que huia Esme Carling? ?Del aburrimiento, de la soledad, de sus propios temores imaginarios? Era improbable que entre ellas existiese un vinculo de amistad, pero cada una satisfacia la necesidad de compania y seguridad de la otra, le proporcionaba los pequenos consuelos domesticos de un hogar.

Dalgliesh prosiguio:

– Les dijiste al inspector Aaron y a la mujer policia del Departamento de Menores que el jueves catorce de octubre, el dia en que murio el senor Etienne, estuviste en el piso de la senora Carling desde las seis de la tarde hasta que ella te acompano a casa alrededor de la medianoche. ?Era verdad?

Aqui estaba por fin la pregunta crucial, y a Kate le parecio que esperaban la respuesta conteniendo el aliento. La nina siguio mirando a Dalgliesh con la misma calma. Su madre exhalo audiblemente una bocanada de humo, pero no dijo nada.

Pasaron los segundos, hasta que Daisy contesto:

– No, no era verdad. Tia Esme me pidio que mintiera por ella.

– ?Cuando te lo pidio?

– El viernes, el dia despues de que mataran al senor Etienne, vino a buscarme a la salida de la escuela. Me esperaba en la puerta. Luego me acompano a casa en el autobus. Nos sentamos arriba, donde no habia mucha gente, y me dijo que vendria la policia a preguntarme por ella y que debia decirles que habiamos pasado la tarde y la noche juntas.

»Dijo que podian sospechar que habia matado al senor Etienne porque era una escritora de misterio y sabia mucho sobre asesinatos y porque sabia inventar planes muy inteligentes. Dijo que tal vez la policia quisiera cargarle la muerte del senor Etienne porque tenia un motivo para matarlo. En la Peverell Press, todo el mundo sabia que odiaba al senor Etienne porque le habia rechazado su libro.

– Pero tu no creias que lo hubiera hecho ella, ?verdad, Daisy? ?Por que no?

Sus ojillos penetrantes no se apartaron de los de Dalgliesh.

– Usted ya sabe por que.

– Si, y la inspectora Miskin tambien. Pero dinoslo.

– Si lo hubiera hecho ella, habria subido a pedirme la coartada aquella misma noche, antes de que volviera mama. Pero no me la pidio hasta despues de que encontraran el cuerpo. Ademas, no sabia a que hora habia muerto el senor Etienne; por eso queria una coartada desde media tarde hasta la noche. Tia Esme dijo que

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