zapatos. Penso: «Hay momentos en los que detesto mi trabajo.» Pero esos momentos eran escasos y solo eran momentos.

El cuarto de invitados era una celda angosta y mal proporcionada, en la que una sola ventana alta se abria al panorama de una pared de ladrillo impregnada de decenios de mugre londinense y surcada por gruesas canerias de desague. No obstante, se habia hecho algun intento, aunque mal encaminado, para que la habitacion resultara acogedora: las paredes y el techo estaban revestidos de un papel en el que se entrelazaban madreselvas, rosas y hiedra; las cortinas, de elaborados pliegues, eran de un genero a juego, y sobre el unico divan, colocado bajo la ventana, habia un cobertor rosa claro, sin duda elegido para entonar con el rosa de las flores. El intento de embellecer, de imponer intensidad femenina a una nada deprimente, tan solo conseguia subrayar los defectos de la habitacion. Era evidente que la decoracion se habia elegido pensando en invitados del sexo femenino, pero Dalgliesh no pudo imaginarse a una mujer durmiendo apaciblemente en esa celda claustrofobica y en exceso decorada. Desde luego, ningun hombre podria hacerlo, con esa opresiva dulzura sintetica del techo, esa cama demasiado estrecha para resultar comoda y esa mesilla de noche que no era sino una fragil reproduccion, demasiado pequena para contener algo mas que la lamparita.

El tiempo que dedicaron a examinar el apartamento no fue tiempo perdido. Kate recordaba una de las primeras lecciones que habia aprendido al principio de su carrera como agente de policia: conoce a la victima. Toda victima muere por ser quien es, por ser lo que es, por estar donde esta en un momento determinado. Cuanto mas se sabe de la victima, mas cerca se esta de su asesino. Pero cuando al fin se sentaron ante el escritorio de Esme Carling lo hicieron buscando datos mas concretos.

Tuvieron su recompensa nada mas abrirlo. El escritorio estaba mas ordenado y menos atiborrado de lo que se figuraban. Sobre un monton de facturas recientes aun por pagar habia dos hojas de papel. La primera era sin lugar a dudas un borrador de la nota encontrada en la barandilla de Innocent House. Habia pocas modificaciones; la version definitiva de la senora Carling no diferia mucho de su primera efusion de ira y dolor. Sin embargo, en comparacion con la caligrafia firme y pulcra de la nota final, la escritura parecia una sucesion de garabatos. Ahi teman la confirmacion, si les hubiera hecho falta, de que eran sus propias palabras, escritas de su puno y letra. Debajo encontraron el borrador de una carta escrita por la misma mano. Llevaba fecha del jueves 14 de octubre.

Querido Gerard:

Acabo de saber la noticia por mi agente. ?Si, por mi agente! Ni siquiera has tenido la decencia ni la valentia de decirmelo personalmente. Habrias podido pedirme que fuera a tu despacho para hablar contigo; tampoco te habria costado nada invitarme a almorzar o a cenar para darme la noticia. ?O acaso eres tan mezquino como desleal y cobarde? Quiza temias quedar en ridiculo si empezaba a gritar en el restaurante. Soy demasiado dura para eso, como ya comprobaras. Tu rechazo de Muerte en la isla del Paraiso no habria sido menos injusto, injustificado e ingrato, pero al menos habria podido decirte todo esto a la cara. Y ahora ni siquiera puedo hablar contigo por telefono. No me extrana; esa condenada mujer, la senorita Blackett, sirve muy bien para interceptar llamadas, ya que no para otra cosa. En fin, al menos eso demuestra que incluso tu eres capaz de sentir verguenza.

?Tienes la menor idea de lo que he hecho por la Peverell Press, desde mucho antes de que tu tuvieras ningun poder? ?Y que dia desastroso para la empresa resulto ese! He escrito un libro al ano durante treinta anos, todos con buenas ventas, y si el ultimo no se vendio como era de esperar, ?quien tiene la culpa? ?Que habeis hecho para promocionarme con el vigor y el entusiasmo que exige mi reputacion? Hoy he de ir a Cambridge para firmar ejemplares. ?Quien convencio a la libreria para que organizara el acto? Yo. E ire sola, como de costumbre. La mayoria de los editores se preocupa de que sus autores principales vayan adecuadamente acompanados y reciban la debida atencion. Pero, pese a todo, estaran mis seguidores, y compraran. Tengo lectores fieles que acuden a mi para que les proporcione lo que por lo visto ningun otro escritor de misterio les proporciona: una trama interesante, bien escrita y sin esa mezcla de sexo, violencia y lenguaje obsceno que, segun parece, crees que pide el publico de hoy. Bien, pues no es asi. Si tienes tan poca idea de lo que realmente quieren los lectores, haras quebrar a la Peverell Press aun antes de lo que predice el mundo editorial.

Naturalmente, tendre que estudiar la mejor manera de proteger mis intereses. Si me paso a otro editor, pienso llevarme conmigo mis anteriores obras; no creas que puedes arrojarme por la borda y seguir aprovechandote de ese valioso material. Y otra cosa: esos misteriosos percances que se producen en la Peverell Press no empezaron hasta que tu ocupaste el cargo de director gerente. Yo en tu lugar iria con cuidado. Ya ha habido dos muertes en Innocent House.

– Me gustaria saber si esto es tambien un borrador previo y si llego a enviar la version definitiva -comento Kate-. Por lo general escribia sus cartas a maquina, pero aqui no hay ninguna copia al carbon. Si la echo al correo, quiza penso que causaria mas efecto escrita a mano. Esta podria ser la copia.

– La carta no estaba entre la correspondencia que Gerard Etienne tenia en su despacho. Yo diria que no la envio. En lugar de eso, acudio a Innocent House para hablar con el y, viendo que no iba a serle posible, se marcho a Cambridge para firmar libros, descubrio que el acto se habia suspendido por indicacion de la Peverell Press, regreso a Londres en un estado de gran indignacion y decidio ir a ver a Etienne a la caida de la tarde. Parece ser que casi todo el mundo sabia que los jueves se quedaba a trabajar hasta la noche. Es posible que telefoneara para anunciarle que iba hacia alli; bien mirado, Etienne dificilmente podia impedirselo. Y si llamo por su linea particular, la llamada no tuvo que pasar por la senorita Blackett.

Kate observo:

– Si se llevo el primer papel consigo, es curioso que no cogiera tambien esta carta y se la entregara personalmente. Aunque supongo que es posible que lo hiciera y que luego Etienne la rompiera o el asesino la encontrara y la destruyera.

– Me parece improbable -objeto Dalgliesh-. Creo mas probable que se llevara la invectiva dirigida a los socios, quiza con la intencion de clavarla en el tablon de anuncios de la sala de recepcion. De esta manera podrian verla no solo los socios, sino todos los miembros del personal y los visitantes.

– No creo que la dejaran ahi a la vista, senor.

– Claro que no. Pero seguramente ella esperaba que la vieran unas cuantas personas antes de que llegara a conocimiento de los socios.

»Eso al menos provocaria cierto revuelo. Es probable que la invectiva solo fuera el primer golpe de su campana de venganza. Debio de pasar unas horas muy malas cuando se entero de que Gerard habia muerto. Si realmente dejo la nota en la sala de recepcion, y tal vez tambien el original de la novela, su presencia demostraria que habia estado en Innocent House aquella noche cuando la mayoria del personal ya se habia marchado a casa. Sin duda esperaba nuestra llegada, dado que la presencia de la nota la convertia en uno de los principales sospechosos. Entonces se le ocurre preparar una coartada con Daisy. Pero, cuando al fin llega la policia, no se habla para nada de la nota; eso quiere decir que, o bien no hemos comprendido su importancia, lo cual es poco probable, o bien alguien la ha retirado. Y entonces la persona que quito la nota del tablon de anuncios la llama para tranquilizarla. Y en efecto la tranquiliza, porque Carling cree estar hablando con un aliado, hombre o mujer, no con un asesino.

– Todo encaja, senor. Es logico y verosimil.

– Es simple conjetura de principio a fin, Kate. No se sostendria ante un tribunal. Es una teoria ingeniosa que cuadra con todos los datos que conocemos hasta el momento, pero es circunstancial. Solo tenemos un detalle que tiende a corroborarla: si Carling colgo la falsa nota de suicidio en el tablon de anuncios antes de marcharse de Innocent House, el papel mostraria la huella de una o mas chinchetas. ?Fue este el motivo de que la recortaran tan pulcramente antes de ensartarla en la barandilla?

En el escritorio apenas habia ninguna otra cosa de interes. La senora Carling recibia pocas cartas o, si las recibia, las destruia. Entre las que conservaba habia un fajo de sobres de correo aereo atados con una cinta y guardados en una de las casillas. Eran de una amiga que residia en Australia, una tal Marjorie Rampton, pero la correspondencia se habia ido volviendo cada vez mas rutinaria con el paso del tiempo hasta extinguirse gradualmente. Aparte de eso, habia fajos de cartas de admiradores, todas con una copia al carbon de la respuesta unida a la carta original. Era evidente que la senora Carling se tomaba considerables molestias para satisfacer a sus lectores. En el cajon superior del escritorio habia una carpeta con el rotulo «Inversiones» que contenia varias cartas de su agente de bolsa; al parecer, poseia un capital de poco mas de 32.000 libras,

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