que le hace bien estar aqui. Si su presencia trae recuerdos tristes al archidiacono, este debera afrontar la situacion, del mismo modo que le sucede al padre John. Alojare a Emma en Ambrosio, junto a la iglesia; al comisario Dalgliesh, en Jeronimo; al archidiacono, en Agustin, y a Roger Yarwood, en Gregorio.

Les esperaba un fin de semana incomodo, penso el padre Martin. Seria penoso para el padre John reencontrarse con el archidiacono, y el propio Crampton no acogeria con agrado el encuentro, aunque dificilmente lo tomaria por sorpresa; de hecho, debia de saber que el padre John estaba en Saint Anselm. Y a menos que el padre Peregrine se equivocara -cosa que nunca ocurria-, la reunion del archidiacono con el inspector Yarwood resultaria violenta para ambos. Seria dificil controlar a Raphael o mantenerlo a distancia del archidiacono; al fin y al cabo, era el representante de los seminaristas. Por otro lado, estaria Stannard. Con independencia de sus dudosos motivos para visitar Saint Anselm, siempre era un huesped conflictivo. La presencia mas problematica seria la de Adam Dalgliesh, un hombre que los observaria con ojos experimentados y escepticos y les recordaria un desgraciado suceso que todos creian haber dejado atras.

La voz del padre Sebastian lo saco de sus cavilaciones.

– Creo que ha llegado la hora del cafe.

6

Raphael Arbuthnot entro y aguardo de pie, con la actitud airosa y confiada que lo caracterizaba. La negra sotana de botones forrados caia con elegancia desde sus hombros y, a diferencia de las de los demas seminaristas, parecia recien estrenada; su austeridad contrastaba con la cara palida y el brillante cabello de Raphael, confiriendole un aspecto a un tiempo sacerdotal y teatral. El padre Sebastian no podia verlo a solas sin sentirse ligeramente incomodo. El mismo era un hombre apuesto, y siempre habia apreciado -tal vez en exceso- la apostura en otros hombres y la belleza en las mujeres. Solo en el caso de su esposa la habia considerado irrelevante. Sin embargo, la belleza en un hombre se le antojaba desconcertante, incluso repulsiva. Los jovenes varones, y en particular los ingleses, no deberian parecerse a los disolutos dioses griegos. No es que Raphael tuviese rasgos androginos, pero el padre Sebastian sabia que la clase de belleza que poseia era mas susceptible de atraer a los hombres que a las mujeres, aunque no hiciese mella en su propio corazon.

Una vez mas, acudio a su mente la mas insistente de las muchas preocupaciones que le impedian estar con Raphael sin que volvieran a asaltarle antiguas dudas. ?Hasta que punto era sincera su vocacion? ?Habian obrado bien al aceptarlo como alumno cuando, por asi decirlo, formaba parte de la familia? Saint Anselm era el unico hogar que Raphael habia conocido desde que su madre, la difunta senorita Arbuthnot, lo habia dejado en el seminario veinticinco anos antes, cuando era un nino de dos semanas, ilegitimo y no deseado. ?No habria sido mas inteligente, mas prudente quizas, animarlo a solicitar una plaza en otro sitio, como en Cuddesdon o en Saint Stephen’s House, en Oxford? No obstante, el propio Raphael habia insistido en formarse en Saint Anselm. ?No habia lanzado la velada amenaza de que, si no se ordenaba alli, no lo haria en ninguna otra parte? Tal vez se habian mostrado demasiado complacientes con el por temor a que la Iglesia perdiese al ultimo de los Arbuthnot. En fin, ya era demasiado tarde para hacer algo al respecto, y resultaba irritante comprobar con cuanta frecuencia su inutil inquietud por Raphael interferia en cuestiones mas urgentes y practicas. El padre Sebastian la aparto resueltamente de su mente y se concentro en los asuntos del seminario.

– Nos ocuparemos en primer lugar de algunos detalles sin importancia, Raphael. Los alumnos que se empenan en aparcar delante del seminario deberian proceder de forma mas ordenada. Como sabes, prefiero que dejen las motos y los coches en la parte trasera, fuera del recinto. Si insisten en hacerlo en el patio delantero, que al menos demuestren un poco de consideracion. Este asunto irrita sobre todo al padre Peregrine. Y ?podrian hacer el favor de no usar las lavadoras despues de las completas? El ruido distrae al padre Peregrine. Por otra parte, ahora que falta la senora Munroe, las sabanas se cambiaran cada dos semanas. Los propios alumnos deberan ir a buscarlas y hacerse la cama. Estamos buscando una nueva encargada de la ropa blanca, pero es posible que tardemos en encontrarla.

– Si, padre. Informare de ello.

– Hay otras dos cuestiones mas importantes. El viernes recibiremos la visita del comisario Dalgliesh, de Scotland Yard. Por lo visto, sir Alred Treeves esta insatisfecho con el dictamen de la vista y ha solicitado que se abra una nueva investigacion. No se cuanto tiempo pasara aqui el comisario, aunque supongo que solo el fin de semana. Como es logico, todos debemos cooperar con el. Eso significa que hay que responder a sus preguntas con veracidad y sin reservas, lo que no equivale a aventurar opiniones.

– Pero Ronald ya ha sido incinerado, padre. ?Que espera probar el comisario Dalgliesh? No puede revocar el fallo de la vista, ?verdad?

– Supongo que no. Creo que simplemente se trata de convencer a sir Alred de que la muerte de su hijo se ha investigado a fondo.

– Eso es del todo ridiculo. La policia de Suffolk fue muy meticulosa. ?Que pretende descubrir ahora Scotland Yard?

– En mi opinion, muy poca cosa. De todas maneras, el comisario Dalgliesh vendra y se alojara en Jeronimo. Ademas de Emma Lavenham, vendran otras visitas. El inspector Yarwood permanecera unos dias aqui con el fin de recuperarse. Necesita descanso y silencio, asi que supongo que tomara algunas de las comidas en su habitacion. El senor Stannard vendra para proseguir su trabajo de investigacion en la biblioteca. Tambien el archidiacono Crampton nos ofrecera una breve visita. Llegara el sabado y se marchara el domingo, despues del desayuno. Lo he invitado a pronunciar la homilia de las completas del sabado. La congregacion sera pequena, pero no podemos hacer nada al respecto.

– Si lo hubiese sabido, padre -dijo Raphael-, habria hecho planes para marcharme.

– Lo se. Teniendo en cuenta que eres nuestro estudiante mas avanzado, espero que te quedes al menos hasta despues de las completas y lo trates con la cortesia que merece un visitante, un hombre mayor y un sacerdote.

– No tengo ningun problema con las dos primeras formas de tratamiento; es la tercera la que se me atraganta. ?Como es capaz de mirarnos a la cara, y en especial al padre John, despues de lo que hizo?

– Deduzco que, como la mayoria de nosotros, se consuela pensando que hizo lo que le parecia justo.

El rostro de Raphael enrojecio.

– ?Como pudo parecerle justo enviar a un hermano sacerdote a prision? -exclamo-. Seria una verguenza para cualquiera; pero en su caso fue abominable. Y precisamente el padre John, el mas considerado y amable de los hombres…

– Olvidas que el padre John se declaro culpable en el juicio, Raphael.

– Se declaro culpable de conducta deshonrosa con dos menores. No los violo, ni los sedujo ni les causo danos fisicos. No habria ido a la carcel si Crampton no se hubiese empenado en hurgar en el pasado, desenterrar la historia de aquellos tres jovenes y convencerlos de que declarasen. ?Que interes tenia el en ese pleito?

– Considero que era su deber. Recuerda que el padre John tambien declaro haber realizado tales actos, que eran bastante mas graves.

– Desde luego. Porque se sentia culpable. Se siente culpable del mero hecho de estar vivo. Pero lo que queria, por encima de todo, era evitar que esos jovenes cometiesen perjurio. El dano que se harian a si mismos si mentian en un tribunal le resultaba insoportable. Queria ahorrarselo a toda costa, aunque para ello tuviese que ir a la carcel.

– ?Te lo ha dicho el? -interrumpio de golpe el padre Sebastian-. ?Has hablado de este asunto con el padre John?

– No abiertamente. Pero es verdad; lo se.

El padre Sebastian se sentia incomodo. Era una explicacion plausible. A el tambien se le habia ocurrido. Sin embargo, aunque esta perspicaz interpretacion psicologica era propia de un sacerdote como el, resultaba desconcertante oirla de boca de un alumno.

– No tenias derecho a hablar del tema con el padre John, Raphael -le recrimino-. El cumplio su sentencia y vino a vivir y a trabajar con nosotros. El pasado ha quedado atras. Es una pena que deba coincidir con el archidiacono, pero si te entrometes no le facilitaras las cosas; ni a el, ni a nadie. Todos tenemos una parte oscura. La del padre John esta entre el y Dios, o entre el y su confesor. Tu intervencion seria un acto de

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