beneficiaria al asesino del archidiacono Crampton?

No obstante, era hora de que se hicieran cargo los expertos. Mark Ayling acudiria a lo que bien podia ser un segundo escenario del crimen para determinar la hora de la muerte y curiosear alrededor del cadaver como un depredador. Nobby Clark y su equipo bajarian al sotano a buscar pruebas que dificilmente encontrarian. Si Agatha Betterton habia visto u oido algo, si poseia una informacion que habia transmitido imprudentemente a la persona equivocada, Dalgliesh jamas se enteraria.

Espero hasta que el padre Sebastian regreso con una sabana y cubrio el cuerpo con reverencia; luego los dos subieron por la escalera. El rector apago la luz y echo el cerrojo situado en lo alto de la puerta del sotano.

Mark Ayling llego con la rapidez de costumbre y mas barullo del habitual.

– Queria traer conmigo el informe de la autopsia de Crampton, pero lo estan pasando a maquina -le dijo a Dalgliesh, caminando ruidosamente por el vestibulo-. No hemos descubierto nada sorprendente. Muerte por multiples golpes en la cabeza, asestados con un arma pesada de bordes afilados; el candelero, por ejemplo. Casi con seguridad lo mato el segundo impacto. Aparte de eso, era un hombre sano de mediana edad que habria llegado sin problemas a la jubilacion.

Se enfundo los guantes de goma antes de empezar a bajar con prudencia por la escalera del sotano, pero esta vez no se molesto en ponerse el delantal de trabajo, y el examen del cuerpo, aunque riguroso, le llevo poco tiempo.

Al final se levanto.

– Murio hace unas seis horas -dictamino-. Causa de la muerte: fractura del cuello. Bueno, no necesitaba llamarme para saber eso. Se precipito con fuerza por la escalera, se golpeo la frente en el tercer escalon contando desde abajo y cayo de espaldas. Supongo que se hara la pregunta de costumbre: ?tropezo o la empujaron?

– Pensaba preguntarselo a usted.

– Todo parece indicar que la empujaron, aunque necesitara algo mas que una primera impresion. Yo no lo juraria ante un tribunal. La escalera es muy empinada. Podrian haberla disenado adrede para matar ancianas. Debido a la inclinacion, es perfectamente posible que no tocase los escalones hasta que se golpeo la frente, cerca del pie de la escalera. Debo decir que es tan probable que se trate de una muerte accidental como de un asesinato. Pero ?a que obedecen sus sospechas? ?Cree que vio algo el sabado por la noche? ?Y para que queria bajar al sotano?

– Habia adquirido el habito de pasearse por las noches -contesto Dalgliesh con cautela.

– Buscaba vino, ?eh?

Dalgliesh guardo silencio. El forense cerro su maletin y dijo:

– Enviare una ambulancia -dijo el forense cerrando su maletin- y le hare la autopsia lo antes posible, pero dudo que pueda decirle algo que no sepa ya. Parece que la muerte lo persigue, ?no? Acepto un puesto de forense mientras Colby Brooksbank se va a Nueva York para asistir a la boda de su hijo y me llaman para certificar mas muertes violentas de las que normalmente veo en seis meses. ?Lo han telefoneado de la oficina del juez de instruccion para darle la fecha de la vista de Crampton?

– Todavia no.

– Lo haran. A mi ya me han llamado.

Echo un ultimo vistazo al cadaver.

– Pobre mujer -comento con sorprendente dulzura-. Por lo menos fue rapido. Dos segundos de terror y luego nada. Seguro que habria preferido morir en la cama, aunque, por otro lado, ?quien no?

2

Dalgliesh no habia estimado necesario cancelar la visita de Kate a Ashcombe House, y a las nueve en punto ella y Robbins se pusieron en camino. Hacia un frio intenso, y la primera luz habia avanzado, rosada como sangre diluida, sobre la gris superficie del mar. Caia una llovizna fina y el aire tenia un sabor acre. Detras de los limpiaparabrisas que enturbiaban y luego despejaban el cristal, Kate contemplo un paisaje despojado de color en el que incluso los lejanos campos de remolacha habian perdido su verdor. Se esforzo por reprimir el resentimiento que albergaba porque la habian escogido para una tarea que le parecia una perdida de tiempo. Aunque Dalgliesh rara vez admitia que se dejara llevar por un palpito, ella sabia por experiencia que la corazonada de un policia a menudo se basa en la realidad: una palabra, una mirada, una coincidencia o algo aparentemente insignificante y ajeno a la investigacion arraiga en el subconsciente y aflora en forma de una vaga sensacion de malestar. A menudo queda en nada, en ocasiones, sin embargo, proporciona una pista vital, de modo que seria imprudente pasarla por alto. No le gustaba abandonar el escenario del crimen mientras Piers se quedaba alli, pero el trabajo ofrecia sus compensaciones. Estaba conduciendo el Jaguar de Dalgliesh y esa era una satisfaccion que iba mas alla de su aprecio por el coche.

Ademas, no lamentaba del todo tomarse un descanso de Saint Anselm. Nunca se habia sentido tan fuera de lugar fisica y psiquicamente durante una investigacion de asesinato. El seminario era un sitio demasiado masculino, aislado e incluso claustrofobico. Los sacerdotes y los seminaristas se habian mostrado invariablemente corteses, pero su cortesia resultaba irritante. Para ellos era una mujer, no un funcionario de la policia. Y Kate creia que esa era una batalla que ya habia ganado. Tambien le fastidiaba la sensacion de que ellos poseian un conocimiento secreto, una misteriosa autoridad que sutilmente eclipsaba la suya. Se pregunto si a Dalgliesh y Piers les ocurriria lo mismo. Lo dudaba, porque eran hombres y Saint Anselm, pese a su aparente mansedumbre, era un mundo descaradamente masculino y, por anadidura, academico, otra razon para que Dalgliesh y Piers se encontrasen comodos. Experimento una punzada de antigua inseguridad social e intelectual. Creia haber superado ese problema, o al menos que habia conseguido dominarlo. Resultaba humillante que menos de media docena de hombres con sotana desenterrasen estos viejos complejos. Sintio autentico alivio cuando giro hacia el oeste por el camino de montana y el pulso del mar se desvanecio gradualmente. Habia latido en sus oidos durante demasiado tiempo.

Habria preferido que la acompanase Piers; al menos habrian hablado del caso en igualdad de condiciones, discutido y peleado con mayor espontaneidad de la que convenia demostrar ante un inferior. Ademas, el sargento Robbins comenzaba a ponerla de mal humor; siempre le habia parecido demasiado perfecto para ser real. Echo varias ojeadas a su afilado perfil juvenil y los grises ojos fijos durante el trayecto y se pregunto una vez mas por que habia decidido ser policia. Quiza fuese por vocacion, como en su caso. Kate habia buscado una profesion que le permitiera sentirse util y en la que la falta de un titulo universitario no se considerase una desventaja; un empleo que le proporcionara estimulos, emociones y variedad. Para ella el cuerpo de policia habia representado un medio para dejar atras la miseria de su infancia y el olor a orin de las escaleras de los bloques de apartamentos Ellison Fairweather. El servicio le habia brindado muchas cosas, incluido el piso con vistas al Tamesis que todavia le parecia un sueno hecho realidad. A cambio, ella habia ofrecido una lealtad y una devocion que a veces la asombraban. Para Robbins, que en su tiempo libre ejercia de predicador seglar, quiza servir a su Dios protestante fuera una vocacion. Se pregunto si sus creencias diferian de las del padre Sebastian y, en tal caso, hasta que punto y por que, pero este no era el momento oportuno para mantener una discusion teologica. ?De que serviria? En su clase del colegio habia ninos de trece nacionalidades y casi igual numero de religiones. A su juicio, ninguna albergaba una filosofia coherente. Era capaz de vivir sin un dios, aunque no estaba segura de poder vivir sin su trabajo.

La clinica estaba en un pueblo situado al sureste de Norwich.

– No correremos el riesgo de quedarnos atascados en el trafico de la ciudad. Busca la salida de Bramerton a tu derecha.

Al cabo de cinco minutos habian salido de la A146 y avanzaban mas despacio entre unos setos ralos, detras de los cuales las identicas casas de techo rojo proclamaban la expansion de los suburbios sobre los verdes campos.

– Mi madre murio en una clinica para enfermos terminales hace dos anos -musito Robbins-. Lo normal: cancer.

– Lo siento. Esta visita no te sera facil.

– Estoy bien. A mama la trataron de maravilla en la clinica. Y a nosotros tambien.

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