Como es logico, ahora todos nuestros archivos estan informatizados, pero no hemos introducido datos de hace doce anos. Solo guardamos los expedientes del personal por si otra persona que desee contratarlo nos pide referencias. Tal vez haya informacion en el historial medico de la senorita Arbuthnot que yo considero confidencial. Comprendera que no debo ensenarselo.

– Seria util ver las dos cosas -senalo Kate-; la informacion laboral de la senora Munroe y el historial medico de la senorita Arbuthnot.

– No creo que me sea posible facilitarselos. Esta situacion es irregular, desde luego. Nunca me han presentado una solicitud semejante. Usted no ha sido muy clara en lo que respecta a su interes por la senora Munroe y la senorita Arbuthnot. Creo que debo hablar con la senora Barton, nuestra directora, antes de dar cualquier otro paso.

Kate aun no habia decidido como responder cuando Robbins dijo:

– Si todo esto le parece vago es porque nosotros mismos no sabemos que estamos buscando. Solo sabemos que en la vida de la senora Munroe ocurrio algo importante hace doce anos. Por lo visto era una mujer sin mayores intereses fuera de su profesion, de modo que suponemos que hay un vinculo entre ese hecho y Ashcombe House. ?Podria usted revisar los documentos para cerciorarse de que nuestras fechas son correctas? Si no encuentra en el expediente de la senora Munroe algo que usted considere significativo, le habremos hecho perder el tiempo. Si hay algo, podra consultar a la senora Barton antes de decidir si resultaria apropiado revelarlo.

La senorita Whetstone clavo la vista en el por un momento.

– Eso suena razonable. Vere si localizo los expedientes. Supongo que tardare un poco.

En ese momento se abrio la puerta y una enfermera asomo la cabeza.

– Acaba de llegar la ambulancia con la senora Wilson, senorita Whetstone. Sus hijas estan con ella.

La cara de la supervisora se lleno de alegria y expectacion. Era como si fuese a recibir a una nueva huesped en un hotel de prestigio.

– Bien. Bien. Ahora voy. La pondremos con Helen, ?no? Creo que se sentira mas comoda con alguien de su edad. -Se volvio hacia Kate-. Estare ocupada durante un rato. ?Esperaran, o prefieren regresar mas tarde?

Kate penso que con su presencia fisica en el despacho aumentarian las oportunidades de obtener la informacion rapidamente.

– Si no le importa, esperaremos.

No obstante, la senorita Whetstone salio del despacho antes de que terminase de hablar.

– Gracias, sargento -solto Kate-. Me has ayudado mucho.

Camino hasta la ventana y se quedo observando el transito de la gente por los pasillos. Al mirar a Robbins, noto que su rostro estaba palido y crispado en un gesto de forzada entereza. Creyo atisbar el brillo de una lagrima en uno de sus ojos y se apresuro a desviar la vista. «Estas cosas ya no se me dan tan bien como hace dos anos - se dijo-. ?Que me esta pasando? Dalgliesh tiene razon. Si soy incapaz de dedicar a mi trabajo lo que me exige, y eso incluye cierta humanidad, tal vez seria mejor que lo dejase.» Al pensar en Dalgliesh, el subito e imperioso deseo de que estuviese alli se apodero de ella. Sonrio, recordando que en situaciones semejantes el comisario nunca se resistia al atractivo de las palabras. Kate a veces tenia la impresion de que era un maniatico de la lectura. Aunque su honradez le habria impedido examinar los papeles que habian quedado sobre el escritorio, a menos que fuesen importantes para la investigacion, sin duda habria leido las numerosas notas del tablon de corcho que tapaba una parte de la ventana.

Robbins y ella guardaron silencio y permanecieron de pie, tal como estaban desde que la senorita Whetstone se habia levantado de su silla. No tuvieron que esperar mucho. Menos de un cuarto de hora despues, la supervisora regreso con dos carpetas y ocupo de nuevo su puesto detras del escritorio.

– Sientense, por favor -los invito.

Kate se sintio como una solicitante de empleo esperando la humillante exposicion de unos antecedentes mediocres.

Evidentemente la senorita Whetstone habia examinado los documentos antes de entrar.

– Me temo que aqui no hay nada de utilidad para ustedes. Margaret Munroe empezo a trabajar con nosotros el 1 de junio de 1988 y se marcho el 30 de abril de 1994. Padecia una enfermedad degenerativa de corazon y su medico le recomendo que consiguiese un empleo menos agotador. Como ya sabran, la contrataron en Saint Anselm para que lavara la ropa blanca y se ocupara de tareas de enfermeria poco importantes, las previsibles en una comunidad estudiantil pequena e integrada mayormente por jovenes sanos. En su expediente no figura mucho mas que las habituales peticiones para las vacaciones, certificados medicos, y los informes anuales sobre su rendimiento en el trabajo, que son confidenciales. Yo llegue seis meses despues de que ella se marchase, pero por lo que se era una enfermera competente aunque con poca iniciativa, lo que podria considerarse una virtud; la falta de emotividad lo es sin duda alguna. El sentimentalismo no ayuda a nadie que trabaje en un sitio como este.

– ?Y la senorita Arbuthnot? -quiso saber Kate.

– Clara Arbuthnot murio un mes antes de que Margaret Munroe se incorporase a la plantilla. Por lo tanto, es imposible que la atendiera. Si se conocieron, no fue aqui.

– ?La senorita Arbuthnot murio sola? -pregunto Kate.

– En esta clinica ningun paciente muere solo, inspectora. Aunque la senorita Arbuthnot no tenia parientes, antes de su muerte se mando llamar a instancias suyas a un sacerdote, que fue el reverendo Hubert Johnson.

– ?Seria posible hablar con el?

– Me temo que eso escapa del alcance incluso de la Policia Metropolitana. En aquel entonces el estaba ingresado en la clinica para recibir un tratamiento temporal y murio aqui mismo dos anos despues.

– Entonces ?no queda nadie que mantuviese un trato personal con Margaret Munroe hace doce anos?

– Shirley Legge es el miembro mas antiguo de nuestra plantilla. Si bien no renovamos el personal con mucha frecuencia, este trabajo conlleva unas exigencias muy especiales y estimamos conveniente que las enfermeras se tomen un respiro de los casos terminales de cuando en cuando. Creo que la senora Legge es la unica enfermera que queda de las que estaban aqui hace doce anos, aunque tendria que mirar los archivos para confirmarlo. Y francamente, inspectora, no dispongo de tiempo. Por supuesto, si lo desea puede hablar con ella. Me parece que esta de servicio.

– Lamento las molestias que le estamos ocasionando -se disculpo Kate-, pero me gustaria verla. Gracias.

La senorita Whetstone volvio a desaparecer, dejando los documentos sobre el escritorio. Aunque el primer impulso de Kate fue echarles una ojeada, se contuvo, en parte porque creia que la supervisora no habia mentido al asegurarles que no habia mas informacion, pero tambien porque sabia que todos sus movimientos eran visibles a traves de las mamparas de cristal.

La senorita Whetstone regreso al cabo de cinco minutos con una mujer de mediana edad y rasgos angulosos a quien presento como Shirley Legge. Esta fue directa al grano.

– La supervisora dice que preguntan por Margaret Munroe. Me temo que no podre ayudarles. La conocia, pero no muy bien. No era propensa a entablar amistades intimas. Recuerdo que habia enviudado y que a su hijo le habian concedido una beca en una universidad privada, no se cual. Queria alistarse en el ejercito y creo que le pagaban los estudios para que luego entrase como oficial, o algo por el estilo. Lamento oir que la senora Munroe ha muerto. Creo que su unico familiar era su hijo, asi que me imagino que el estara muy afectado.

– El hijo murio antes que ella -explico Kate-. Lo mataron en Irlanda del Norte.

– Debio de ser un duro golpe para ella. Supongo que despues de eso no le habra importado morir. Ese chico era toda su vida. Siento no serles mas util. Si a Margaret le ocurrio algo importante mientras estaba aqui, no me lo dijo. Les sugiero que hablen con Mildred Fawcett. -Se volvio hacia la supervisora-. ?Recuerda a Mildred, senorita Whetstone? Se retiro poco despues de que usted llegara. Ella conocia a Margaret Munroe. Me parece que realizaron las practicas juntas en el antiguo hospital de Westminster. Quiza valdria la pena que hablaran con ella.

– ?Consta su direccion en los archivos, senorita Whetstone? -pregunto Kate.

Fue Shirley Legge quien respondio:

– No es necesario. Ya se la dare yo. Todavia nos enviamos tarjetas de Navidad y su direccion es una de esas que se quedan grabadas en la memoria. Vive en una casa llamada Clippety-Clop, en las afueras de Medgrave, junto a la A146. Creo que antes habia unas caballerizas muy cerca de alli.

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