ordenada. Dalgliesh penso con ironia que estaba a punto de perder ese orden.

Oyeron el ruido de la puerta y poco despues Raphael entro en el anexo. Al cabo de unos segundos aparecio Gregory, ahora vestido con pantalones y una camisa recien planchada de color azul marino, pero todavia despeinado.

– Sera mejor que nos sentemos -dijo.

Lo hicieron. Raphael, desconcertado, paseo la vista entre Dalgliesh y Gregory, sin hablar.

Gregory se volvio hacia su hijo.

– He de decirte algo -anuncio-. Pese a que nunca habria elegido este momento, la policia ha demostrado mas interes en mis asuntos personales del que yo habia previsto, de manera que no me queda alternativa. Me case con tu madre el 27 de abril de 1988. Supongo que pensaras que habria resultado mas apropiado que esa ceremonia se celebrase hace veintiseis anos. No hay forma de decir esto sin que suene melodramatico. Soy tu padre, Raphael.

– No le creo. No es verdad -replico el joven, mirandolo a los ojos. Era una respuesta normal ante una noticia inesperada y desagradable. La repitio en voz mas alta-: No le creo.

No obstante, su expresion desmentia sus palabras. La frente, las mejillas y el cuello empalidecieron de manera progresiva, como si la sangre hubiese invertido su curso normal. Se levanto y se quedo muy quieto, posando los ojos en Dalgliesh y Kate, buscando con desesperacion una negacion de lo que acababa de oir. Los musculos de su rostro parecieron volverse momentaneamente flacidos, y las incipientes arrugas se hicieron mas profundas. Dalgliesh advirtio fugazmente y por primera vez cierta semejanza entre Raphael y su padre, que desaparecio en cuanto reparo en ella.

– No te pongas asi, Raphael -le reconvino Gregory-. Podemos representar esta escena sin recurrir a Henry Wood, ?no? Siempre he detestado los melodramas Victorianos. ?Crees que mentiria sobre un asunto como este? El comisario Dalgliesh tiene una copia del certificado de matrimonio.

– Eso no significa que usted sea mi padre.

– Tu madre solo se acosto con un hombre en toda su vida. Yo admiti mi responsabilidad en una carta que le envie. Por alguna razon, ella exigio ese pequeno reconocimiento de mi estupidez. Despues de la boda, me entrego toda nuestra correspondencia. Por otra parte, tambien esta la posibilidad de someternos a un analisis de ADN, desde luego. Los hechos son incontestables. -Guardo silencio por unos instantes y dijo-: Lamento que la noticia te repugne tanto.

Raphael hablo con tanta frialdad que su voz sono casi irreconocible.

– ?Y que paso? Lo habitual, supongo. Usted se la tiro, la dejo embarazada, descubrio que no le apetecia casarse ni tener un hijo y la abandono, ?verdad?

– No exactamente. Ninguno de los dos deseaba un hijo y ni siquiera nos planteamos la posibilidad de casarnos. Yo era el mayor y con seguridad merezco cargar con la mayor parte de la culpa. Tu madre contaba dieciocho anos. ?Acaso tu religion no se basa en la indulgencia cosmica? Entonces, ?por que no la perdonas? Los curas te han cuidado mejor de lo que lo habria hecho cualquiera de nosotros dos.

– Yo habria sido el heredero de Saint Anselm -murmuro Raphael despues de una larga pausa.

Gregory miro a Dalgliesh.

– Es el heredero de Saint Anselm -afirmo este-, a menos que se me haya escapado alguna sutileza legal. He hablado con los abogados. Agnes Arbuthnot dispuso en su testamento que, si el seminario cerraba, todo lo que ella habia donado iria a parar a los legitimos herederos de su padre, por linea masculina o femenina, siempre y cuando estos fuesen miembros practicantes de la Iglesia anglicana. No escribio «nacidos dentro del matrimonio», sino «legitimos segun las leyes de Inglaterra». Sus padres se casaron despues de la entrada en vigor de la Ley de Legitimacion. Eso lo convierte a usted en hijo legitimo.

Raphael camino hasta la ventana y contemplo el campo en silencio.

– Supongo que me resignare. Me resigne a la idea de que mi madre me habia dejado como quien deja un atado de ropa vieja en una tienda benefica. Me resigne a no saber el nombre de mi padre, ni siquiera si estaba vivo. Me resigne a crecer en un seminario mientras que mis companeros tenian un hogar. Tambien me resignare a esto. Por el momento, lo unico que quiero es perderlo de vista para siempre.

Dalgliesh se pregunto si Gregory habria notado que la voz de su hijo temblaba de emocion, una emocion que se apresuro a controlar.

– Eso tiene arreglo, por supuesto -repuso Gregory-, pero no ahora. Me imagino que el comisario Dalgliesh querra retenerme aqui. Esta emocionante informacion me ha proporcionado un movil para el asesinato. Y a ti tambien, desde luego.

Raphael se volvio hacia el.

– ?Lo mato usted?

– ?Dios, que ridiculez! -exclamo, y le solto a Dalgliesh-: Creia que su obligacion era investigar un asesinato, no complicarle la vida a la gente.

– Me temo que las dos cosas van unidas a menudo.

Dalgliesh intercambio una mirada con Kate y juntos se encaminaron hacia la puerta.

– Obviamente, habra que decirselo a Sebastian Morell -senalo Gregory-. Preferiria que lo dejasen en mis manos o en las de Raphael. -Se dirigio a su hijo-. ?Te parece bien?

– Yo no dire nada -respondio Raphael-. Cuentele lo que quiera. Me es totalmente indiferente. Hace diez minutos no tenia padre. Y ahora tampoco lo tengo.

– ?Cuanto tiempo piensa esperar? -pregunto Dalgliesh a Gregory-. No puede posponerlo indefinidamente.

– No lo hare, aunque despues de doce anos, no creo que importe que espere una semana mas. Preferiria callar hasta que usted termine su investigacion, suponiendo que alguna vez la termine. Pero no; eso no seria practico. Se lo dire a finales de esta semana. Creo que deberian permitirme elegir el momento y el lugar.

Raphael ya habia salido de la casa, y a traves de los grandes paneles de cristal tiznados por la bruma, lo vieron caminar en direccion al mar.

– ?Estara bien? -se preocupo Kate-. ?No deberiamos seguirlo?

– Sobrevivira -aseguro Gregory-. No es Ronald Treeves. A pesar de lo mucho que se compadece de si mismo, Raphael ha sido un consentido durante toda su vida. Mi hijo esta protegido por una saludable soberbia.

Cuando Nobby Clark acudio a buscar el chandal, Gregory no opuso reparos; se limito a observar con una sonrisa sardonica mientras lo metian en la bolsa de plastico y lo etiquetaban. Luego acompano a Dalgliesh, Kate y Clark a la puerta con la actitud formal de quien sale a despedirse de unos invitados queridos.

– Tiene un movil -comento Kate en el camino hacia San Mateo-. Supongo que ahora Gregory es nuestro principal sospechoso, pero no tiene mucho sentido, ?no? Estan a punto de cerrar el seminario, y al final Raphael heredaria los bienes. No habia razon para precipitarse.

– Claro que la habia, Kate -repuso Dalgliesh-. Pienselo bien.

Se ahorro mas explicaciones, y Kate se abstuvo de pedirlas.

En cuanto llegaron a la casa San Mateo, Piers abrio la puerta.

– Estaba a punto de llamarlo, senor -dijo-. Han telefoneado del hospital. El inspector Yarwood ya esta en condiciones de ser interrogado. Han recomendado que lo dejemos para manana, cuando haya descansado un poco.

6

Todos los hospitales, con independencia de su estilo arquitectonico o su ubicacion, son iguales en esencia, penso Dalgliesh. Compartian el mismo olor; la misma pintura; los mismos letreros que indican a los visitantes las salas y pabellones; los mismos cuadros anodinos en los pasillos, obras escogidas para tranquilizar y no para estimular el intelecto; las mismas visitas cargadas de flores o paquetes avanzando con seguridad hacia una habitacion conocida; el mismo personal vestido con una variedad de uniformes completos y parciales, moviendose con soltura en su habitat natural; las mismas caras cansadas y decididas. ?En cuantos hospitales habia entrado desde sus dias de agente raso? ?Cuantas veces habia ido a vigilar a prisioneros o testigos, tomar declaraciones a moribundos o interrogar al personal medico, que continuamente tenia asuntos mas urgentes de que ocuparse?

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