esperar a los SOCO.

Tuvieron suerte. En el bano de la suite del extremo del pasillo encontraron un minusculo fragmento de latex, fragil como un trozo de piel humana, prendido en el borde de la taza. Dalgliesh lo despego cuidadosamente con unas pinzas y lo metio en una bolsa de pruebas, la cerro, y ambos garabatearon sus iniciales sobre el precinto.

– Cuando lleguen los SOCO les comunicaremos este hallazgo -dijo Dalgliesh-. Esta es la suite en la que deberan concentrarse, en especial el vestidor del dormitorio, el unico que tiene uno. Otro indicador de que puede tratarse de un crimen con complicidad interna. Y ahora debo llamar a la madre de la senorita Gradwyn.

– El inspector Whetstone me ha dicho que ordeno a una agente del WPC que fuera a visitarla. Lo hizo poco despues de llegar. O sea que la mujer ya estara al corriente. ?Quiere que hable yo con ella, senor?

– No, gracias, Kate. Tiene derecho a que sea yo quien llame. Pero si ya se lo han comunicado, no hay prisa. Empezaremos los interrogatorios. Nos vemos con Benton en la biblioteca.

10

Estaban los miembros de la casa reunidos y esperando, con Kate y Benton, cuando entro Dalgliesh en la biblioteca acompanado de George Chandler-Powell. A Benton le interesaba el modo en que se habia colocado el grupo. Marcus Westhall se habia situado a cierta distancia de su hermana, sentada en una silla de respaldo alto junto a la ventana, y habia tomado asiento junto a la enfermera Flavia Holland, acaso por solidaridad medica. Helena Cressett se habia instalado en uno de los sillones frente al fuego, muy erguida, quiza pensando que un aspecto de total relajacion seria inadecuado, las manos posadas en los brazos del sillon. Mogworthy, un Cerbero fuera de lugar, se habia puesto un traje azul brillante y una corbata de rayas que le daban el aspecto de un trabajador de funeraria de otra epoca; se coloco al lado de la senorita Cressett, de espaldas al fuego, fue el unico que se quedo de pie. Al entrar Dalgliesh, se volvio hacia este fulminandolo con la mirada. Pero a Benton esa mirada le parecio mas amenazante que agresiva. Dean y Kimberley Bostock, sentados rigidamente uno al lado de otro en el unico sofa, hicieron un leve movimiento como si no estuvieran seguros de si debian levantarse, pero, todavia hundidos en los cojines, recorrieron rapidamente la estancia con los ojos. Kimberley deslizo furtivamente la mano en la de su esposo.

Sharon Bateman tambien estaba sentada sola, muy tiesa, no muy lejos de Candace Westhall. Tenia las manos unidas en el regazo, las delgadas piernas juntas, y sus ojos, que se cruzaron fugazmente con los de Benton, mostraban mas cautela que miedo. Lucia un vestido de algodon con un motivo floral bajo una chaqueta de mezclilla. El vestido, mas adecuado para el verano que para una desapacible tarde de diciembre, le venia grande, y Benton se pregunto si esta insinuacion de inclusera victoriana, obstinada y disciplinada a mas no poder, era artificial. La senora Frensham habia escogido una silla al lado de la ventana, y de vez en cuando miraba al exterior como para recordarse a si misma que habia un mundo, lozano y reconfortantemente normal, lejos de este ambiente agriado por el miedo y la tension. Todos estaban palidos, y pese al calor de la calefaccion central y el resplandor chisporroteante del fuego, parecian ateridos de frio.

Benton tenia interes en ver si el resto del grupo se habia tomado tiempo para vestirse de manera apropiada para una ocasion en la que seria mas prudente mostrar respeto y afliccion que temor. Las camisas estaban planchadas con esmero, los pantalones de sport y los tweeds habian sustituido a la pana y la tela vaquera. Las chaquetas de punto y los jerseis parecian haber sido desdoblados hacia poco. Helena Cressett estaba elegante con unos pantalones ajustados de una fina tela a cuadros blancos y negros rematados por un jersey negro de cachemir y cuello vuelto. Su rostro habia perdido el color, por lo que incluso el suave lapiz de labios que llevaba parecia una ostentosa muestra de rebeldia. Esta cara es puro Plantagenet, penso Benton intentando no fijar los ojos en ella, y se sorprendio al descubrir que la encontraba hermosa.

Las tres sillas del escritorio de caoba del siglo XVIII estaban vacias y logicamente destinadas a los policias. Estos se sentaron, y Chandler-Powell ocupo su sitio enfrente, cerca de la senorita Cressett. Todos los ojos se volvieron hacia el, aunque Benton era consciente de que todos pensaban en el hombre alto y de pelo oscuro que se hallaba a su derecha. Era el quien dominaba la estancia. Pero los detectives estaban alli con el consentimiento de Chandler-Powell; era su casa, su biblioteca, y sutilmente lo dejo claro.

– El comandante Dalgliesh -dijo con una voz tranquila, emanando autoridad- ha solicitado el uso de esta sala para que el y sus agentes puedan vernos e interrogarnos juntos. Creo que ya conoceis al senor Dalgliesh, a la inspectora Miskin y al sargento Benton-Smith. No estoy aqui para pronunciar un discurso. Solo quiero decir que lo sucedido anoche nos ha dejado a todos consternados. Ahora nuestra obligacion es cooperar totalmente con la investigacion de la policia. Como es logico, esta tragedia se conocera fuera de la Mansion. Una serie de expertos se encargaran de responder a la prensa y otros medios; lo que os pido es que no hableis con nadie fuera de estas paredes, al menos de momento. Le cedo la palabra, comandante Dalgliesh.

Benton saco la libreta. Al principio de su carrera, habia ideado un metodo de taquigrafia, claro aunque excentrico, que, pese a deber algo al ingenioso sistema del senor Pitman, era muy personal. Su jefe tenia una memoria casi perfecta, pero correspondia a Benton observar, escuchar y anotar todo lo visto y oido. Sabia por que AD habia optado por este interrogatorio preliminar de grupo. Era importante tener una vision general de lo que habia ocurrido exactamente desde que Rhoda Gradwyn habia entrado en la Mansion el 13 de diciembre, lo que podia lograrse con mas precision si todos los implicados estaban presentes para hacer comentarios o correcciones. La mayoria de los sospechosos eran capaces de mentir con cierta conviccion cuando eran interrogados a solas; algunos, de hecho, eran unos expertos consumados. Benton recordo varias ocasiones en que amantes y parientes tristes y con el corazon aparentemente destrozado solicitaban ayuda para resolver un asesinato, incluso cuando sabian donde habian escondido el cadaver. No obstante, mantener una mentira en compania de otros costaba mas. Un sospechoso puede ser muy habil para controlar su expresion facial, pero las respuestas de quienes le escuchan pueden revelar muchas cosas.

– Les hemos convocado a todos -dijo Dalgliesh- para tener una imagen colectiva de lo que le paso a Rhoda Gradwyn desde el momento en que llego hasta el descubrimiento de su cadaver. Desde luego tendre que hablar con cada uno por separado, pero en la proxima media hora o asi espero hacer algunos progresos.

Hubo un silencio roto por Helena Cressett, que dijo:

– La primera persona que vio a la senorita Gradwyn fue Mogworthy, que le abrio la puerta. El grupo de recepcion, formado por la enfermera Holland, el senor Westhall y yo misma, estaba esperando en el gran salon.

Su voz era tranquila, las palabras sonaban directas y frias. Para Benton el mensaje estaba claro. Si hemos de pasar por esta payasada publica, empecemos de una vez, por Dios.

Mogworthy miro fijamente a Dalgliesh.

– Asi es. Ella llego a la hora, mas o menos. La senorita Helena dijo que la esperaba despues del te y antes de la cena, y yo estuve pendiente de su llegada desde las cuatro. Llego a las siete menos cuarto. Le abri la verja y ella misma aparco el coche. Dijo que se encargaria de su equipaje, solo una cartera y la maleta de ruedas. Una dama muy decidida. Aguarde a que se detuviera frente a la Mansion y vi que se abria la puerta y que la senorita Helena la estaba esperando. Considere que no tenia que hacer nada mas y me fui a casa.

– ?No entro en la Mansion, tal vez para subirle la maleta a la habitacion? -pregunto Dalgliesh.

– No. Si podia arrastrarla desde el coche, me parecio que tambien podria subirla a la planta de los pacientes. Si no, alguien lo haria por ella. Lo ultimo que le vi hacer fue cruzar la puerta de entrada.

– ?Entro usted en algun momento en la Mansion despues de haberla visto llegar?

– ?Por que haria yo eso?

– No lo se -dijo Dalgliesh-. Estoy preguntandole si lo hizo.

– No. Y ya que estamos hablando de mi, me gusta decir las cosas claras. Sin rodeos. Se lo que quiere preguntar, de modo que le ahorrare la molestia. Yo sabia donde dormia ella…, en la planta de los pacientes, ?donde si no? Y tengo llaves de la puerta del jardin, pero una vez que hubo cruzado la puerta de entrada no volvi a verla, ni viva ni muerta. Yo no la mate y no se quien lo hizo. Si lo supiera, probablemente se lo diria. No apruebo

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