el asesinato.
– Nadie sospecha de ti, Mog -dijo la senorita Cressett.
– Usted a lo mejor no, senorita Helena, pero otros si. Se como funciona el mundo. Mejor hablar claro.
– Gracias, senor Mogworthy -dijo Dalgliesh-. Ha hablado usted muy claro y ha sido muy servicial. ?Cree que hay algo mas que deberiamos saber, algo que viera u oyera antes de irse? Por ejemplo, ?vio usted a alguien cerca de la Mansion, tal vez a un desconocido, alguien que despertara sospechas?
– Cualquier desconocido cerca de la Mansion despues de anochecer es sospechoso para mi -dijo Mog con tono rotundo-. Anoche no vi a nadie. Pero habia un coche aparcado en el area de descanso, junto a las piedras. No cuando me fui, sino mas tarde.
Al captar la sonrisita de Mog, rapidamente reprimida, de maliciosa satisfaccion, Benton sospecho que el ritmo de la revelacion era menos ingenuo de lo que parecia. La noticia fue sin duda bien acogida. No hablaba nadie, pero en el silencio Benton detecto un suave siseo, como una inhalacion. Era una noticia para todos, como desde luego habia pretendido Mogworthy. Benton observaba sus caras mientras se miraban unos a otros. Fue un momento de alivio compartido, disimulado al instante pero inequivoco.
– ?Recuerda algo del coche? -pregunto Dalgliesh-. ?La marca, el color?
– Sedan, tirando a oscuro. Podia ser negro o azul. Las luces estaban apagadas. Habia una persona en el asiento del conductor pero no se si alguien mas.
– ?Apunto la matricula?
– No. ?Por que tendria que ir apuntando las matriculas de los coches? Yo solo pasaba por ahi, iba en bicicleta a casa desde el chalet de la senora Ada Denton, donde habia tomado mi pescado con patatas del viernes, como de costumbre. Cuando voy en bici tengo los ojos fijos en la carretera, no como otros. Solo se que alli habia un coche.
– ?A que hora?
– Antes de medianoche. Faltan cinco o diez minutos. Hago el calculo para llegar a casa hacia la medianoche.
– Esto es un dato importante, Mog -dijo Chandler-Powell-. ?Por que no lo dijiste antes?
– ?Por que? Usted mismo dijo que no debiamos chismorrear sobre la muerte de la senorita Gradwyn sino esperar a que llegara la policia. Bueno, ahora esta aqui el jefe y le estoy contando lo que vi.
Antes de que nadie pudiera responder, se abrio la puerta de golpe. Todas las miradas se dirigieron hacia alli. Irrumpio un hombre seguido por el agente Warren, que iba protestando. El aspecto del intruso era tan insolito como espectacular habia sido su entrada. Benton vio una cara palida, atractiva, un tanto androgina, unos ojos azules centelleantes y un pelo rubio que le cubria la frente como los mechones de un dios esculpido en marmol. Llevaba un largo abrigo negro, que le llegaba casi al suelo, sobre unos vaqueros azul claro, y por un instante a Benton le parecio que iba en bata y pijama. Si la sensacional entrada habia estado planeada, dificilmente habria podido escoger un momento mas propicio, aunque el histrionismo artificioso parecia improbable. El recien llegado temblaba a causa de emociones mal controladas, pena quiza, pero tambien ira y miedo. Con aire confuso, su mirada fue saltando de un rostro al siguiente, y antes de que pudiera decir nada, Candace Westhall hablo tranquilamente desde su silla junto a la ventana.
– Nuestro primo, Robin Boyton. Esta alojado en el chalet de los huespedes. Robin, te presento al comandante Dalgliesh, del Nuevo Scotland Yard, y a sus colegas, la inspectora Miskin y el sargento Benton-Smith.
Robin no le hizo caso y descargo su arrebato de colera en Marcus.
– ?Hijo de puta! ?Malvado hijo de puta! Mi amiga, mi intima y querida amiga, esta muerta. Asesinada. Y no has tenido siquiera la consideracion de decirmelo. Y aqui estais, quedando bien con la policia, decidiendo entre todos que nada trascienda. No debemos desbaratar el valioso trabajo del senor Chandler-Powell, ?verdad? Y ella esta arriba muerta. ?Tenias que habermelo dicho! Alguien tenia que habermelo dicho. Necesito verla. Quiero decirle adios.
Y ahora ya lloraba desconsolado, sus lagrimas caian sin freno. Dalgliesh no dijo nada, pero Benton le echo una mirada y advirtio que sus oscuros ojos estaban atentos.
Candace Westhall hizo el gesto de levantarse como para ir a consolar a su primo, pero se dejo caer otra vez en la silla. Fue su hermano quien hablo.
– Me temo que esto no podra ser, Robin. Ya se han llevado el cadaver de la senorita Gradwyn al deposito. Pero si intente decirtelo. Llame al chalet poco antes de las nueve, pero evidentemente aun dormias. Las cortinas estaban corridas y la puerta de entrada cerrada. Creo que en algun momento nos dijiste que conocias a Rhoda Gradwyn, pero no que erais amigos intimos.
– Senor Boyton -dijo Dalgliesh-, en este momento estoy interrogando solo a las personas que estaban en la casa desde que la senorita Gradwyn llego, el jueves, hasta que fue encontrada muerta a las siete y media de esta manana. Si estaba usted entre ellos, por favor quedese. Si no, yo o uno de mis agentes le atenderemos lo antes posible.
Boyton habia conseguido dominar su furia. A traves de las bocanadas de aire aspirado, su voz adquirio el tono de la de un nino engreido.
– Claro que no estoy entre ellos. No habia entrado hasta ahora. El policia de la puerta no me dejaba.
– Seguia mis ordenes -dijo Dalgliesh.
– Y antes siguio las mias -dijo Chandler-Powell-. La senorita Gradwyn queria una absoluta intimidad. Lamento que se le haya causado esta afliccion, senor Boyton, pero he estado tan ocupado con la policia y la patologa que he pasado por alto el hecho de que usted estaba alojado en el chalet. ?Ha almorzado? Dean y Kimberley le prepararan algo de comer.
– Pues claro que no he almorzado. ?Alguna vez me ha dado usted de comer cuando he estado en el Chalet Rosa? Ademas, no quiero su punetera comida. ?No me trate con condescendencia!
Se irguio, extendio un brazo tembloroso y senalo con el dedo a Chandler-Powell; luego, quiza cayendo en la cuenta de que, vestido como iba, la postura teatral le hacia parecer ridiculo, bajo el brazo y, con una expresion de mudo sufrimiento, miro al grupo que le rodeaba.
– Senor Boyton -dijo Dalgliesh-, como usted era amigo de la senorita Gradwyn, lo que tenga que decirnos sera de utilidad, pero no ahora.
Las palabras, pronunciadas con calma, eran una orden. Boyton dio media vuelta con los hombros caidos. De pronto se volvio y se dirigio a Chandler-Powell.
– Ella vino aqui a que le quitaran esa cicatriz, para poder empezar una nueva vida. Confio en usted y usted la mato, ?asesino hijo de puta!
Se marcho sin esperar respuesta. El agente Warren, que habia permanecido todo el rato inescrutable, lo siguio fuera y cerro la puerta con firmeza. Hubo cinco segundos de silencio durante los cuales Benton tuvo la sensacion de que habia cambiado el estado de animo general. Por fin alguien habia pronunciado esa sonora palabra. Por fin habia sido reconocido lo increible, lo grotesco, lo horripilante.
– ?Seguimos? -dijo Dalgliesh-. Senorita Cressett, recibio usted a la senorita Gradwyn en la puerta. ?Que paso despues?
Durante los siguientes veinte minutos la relacion de hechos prosiguio sin contratiempos, y Benton se concentro en sus jeroglificos. Helena Cressett habia dado la bienvenida a la nueva paciente de la Mansion y la habia acompanado directamente a la habitacion. Como a la manana siguiente tenia que ser anestesiada, no se le sirvio cena, y la senorita Gradwyn le dijo que queria estar sola. La paciente insistio en arrastrar ella misma la maleta hasta el dormitorio, y estaba sacando los libros cuando la senorita Cressett se fue. El viernes, Helena supo, por supuesto, que la senorita Gradwyn habia sido operada y trasladada a primera hora de la manana desde la sala de recuperacion a la suite en el ala de los pacientes. Era el procedimiento habitual. Ella no se ocupaba de la atencion a las personas convalecientes, ni tampoco visito a la senorita Gradwyn en su suite. Ceno en el comedor con la enfermera Holland, la senorita Westhall y la senora Frensham. Se entero de que Marcus Westhall estaba cenando en Londres con un especialista con quien esperaba trabajar en Africa. Ella y la senorita Westhall trabajaron juntas en la oficina hasta casi las siete, cuando Dean servia los aperitivos previos a la cena en la biblioteca. Despues, ella y la senora Frensham jugaron al ajedrez y conversaron en su sala de estar privada. A medianoche ya se habia acostado y durante la noche no oyo nada. El sabado ya se habia duchado y vestido cuando aparecio el senor ChandlerPowell para comunicarle que Rhoda Gradwyn habia muerto.
El testimonio de la senorita Cressett fue confirmado tranquilamente por la senora Frensham, quien dijo que alrededor de las once y media habia dejado a la senorita Cressett en su salita y se habia ido a su apartamento del