esforzandose en no pensar en aquello, en no recordarlo. Era mejor abrir de nuevo la puerta de aquella sacristia y afrontar la realidad. Por tanto, se lo explico, susurrando a traves de la mesa. Volvia a encontrarse en aquel matadero. Lo describio todo: las heridas como bocas flaccidas, Harry Mack con aquella mancha de sangre seca en el pecho, el hedor, mas insistente en la imaginacion que en la realidad, las manos palidas y carentes de vida, caidas como flores. El se inclinaba hacia ella a traves de la mesa, bebiendo las palabras de su boca. Despues, ella dijo:
– Y esto es todo lo que puedo recordar. Nada de lo que ocurrio antes o despues, solo aquellos dos cadaveres. Y despues, cuando sueno con ellos, siempre estan desnudos, totalmente desnudos. ?No le parece extraordinario?
Solto una leve risita y se llevo cuidadosamente la copa a los labios.
Oyo que el suspiraba, como si aquel desagradable relato hubiera liberado algo en su interior. Se repantigo en su sillon, respirando profundamente, como si hubiese estado corriendo. Despues dijo:
– ?Y no entro en la habitacion, en aquella sacristia donde los encontraron?
– Eso es lo que el comandante nos pregunto una y otra vez. Incluso nos miro las suelas de los zapatos. No lo hizo al principio, lo hizo precisamente cuando nos marchabamos. Y el dia siguiente vino un policia y se llevo los zapatos. ?No le parece raro?
– Estaban buscando sangre.
– Si, claro -admitio ella tristemente-, ?habia tanta sangre!
De nuevo aproximo a la suya, a traves de la mesa, su cara palida y expresiva. Ella pudo ver una pequena mota de mucosidad en el rabillo de su ojo izquierdo, una traza de humedad a lo largo del labio superior. Tomo otro sorbo de jerez. ?Calentaba tanto, y era tan reconfortante! El dijo:
– Quien hizo aquello, quienquiera que fuese, no pudo ser cualquier intruso corriente. Este asesinato fue cuidadosamente planeado, brillantemente planeado incluso. Nos encontramos ante alguien con inteligencia y con unos nervios a toda prueba. Volver a aquella habitacion, desnudo y navaja en mano. Enfrentarse a el y despues matarlo. ?Dios mio, se necesito valor para hacerlo! -Se inclino todavia mas hacia ella-. Debe usted comprenderlo. Lo comprende, ?verdad?
Valor, penso ella. Pero el valor era una virtud. ?Podia un hombre ser tan malo y al mismo tiempo mostrar valor? Tendria que preguntarselo al padre Barnes, aunque ultimamente no resultara tan facil hablar con el padre Barnes. Pero, en cambio, si era facil hablar con aquel joven que la miraba con los ojos de John. Dijo:
– Mientras Darren y yo estabamos sentados alli, en la iglesia, esperando a que nos interrogaran, tuve la sensacion de que habia algo que sabia, algo que mantenia callado, algo sobre lo que se sentia…, bien, tal vez algo culpable.
– ?Ha hablado con la policia de ello?
– No, claro que no. No les he dicho nada de esto. Hubiera parecido una tonteria. En realidad, el no puede ocultar absolutamente nada. Estuvimos los dos juntos en todo momento.
– Pero tal vez el pudo advertir algo, alguna cosa que usted no viese.
– Pero entonces la policia lo habria visto tambien. Es tan solo una sensacion que tuve. Es que, en realidad, yo conozco bastante bien a Darren. Se cuando se siente… bueno, un poco avergonzado. Pero en esta ocasion debi de equivocarme. Tal vez sepa algo mas cuando me sea posible verle.
– ?Que piensa usted hacer? ?Encontrarse con el delante de la escuela?
– Es lo que pienso hacer. La inspectora me dijo que salen a las tres y media.
– Pero el estara con otros ninos. Ya sabe como se comportan, gritando y corriendo hacia sus casas. Tal vez no quiera separarse de su pandilla, y es posible que se sienta violento al encontrarla a usted esperandole alli.
La senorita Wharton penso: «Quiza se averguence de mi. ?Los ninos son tan extranos! Sera terrible si le veo y el no se detiene, si no quiere reconocerme».
Su interlocutor dijo:
– ?Y por que no escribirle una nota y pedirle en ella que se encuentre con usted en el lugar de costumbre? El sabra que eso significa el camino de sirga. Yo podria entregarsela, si usted quiere.
– ?Podria hacerlo? Pero el no le reconocera…
– Se la dare a otro de los chicos para que se la entregue. Le dare una propina y le dire que se trata de un secreto. O pedire a cualquiera de ellos que me senale quien es. Darren recibira la nota, eso se lo prometo. Mire, yo mismo la escribire de parte de usted. ?Sabe leer, verdad?
– Ya lo creo, estoy segura de que sabe leer. Lee los avisos en la iglesia. En realidad, es un nino muy inteligente. Su asistenta social le dijo a la senora Kendrick que Darren apenas ha asistido a la escuela. Al parecer, su madre se fue con el a Newcastle, pero ella no encontro alli las mismas oportunidades para su trabajo y por tanto regresaron. Pero no lo comunico a la escuela y mucho me temo que a Darren le resultara demasiado facil hacer novillos. Fue una picardia por su parte. Sin embargo, estoy segura de que sabe leer.
El doblo un dedo y el camarero acudio con pasos silenciosos. Poco despues regresaba con una hoja de papel, con membrete del hotel, y un sobre. La copa de la senorita Wharton fue retirada y otra llena ocupo su lugar.
El dijo:
– Escribire con letra de imprenta el mensaje y el nombre de usted. Esto le resultara mas facil a el. Y mejor sera decir que se encuentre con usted despues de salir de la escuela. Tal vez no pueda establecer contacto con el hoy mismo, pero lo hare manana. Supongamos que decimos el viernes a las cuatro de la tarde, en el camino de sirga. ?Le parece bien?
– Oh, si, claro, perfectamente. Y yo me ocupare de que no vuelva tarde a su casa.
El escribio con rapidez, doblo el papel y, sin ensenarselo a ella, lo metio en el sobre.
– ?Como se llama? -pregunto-. Su apellido.
– Wilkes. Se llama Darren Wilkes. Y la escuela es la Bollington Road Junior, cerca de Lisson Grove.
Miro como lo escribia el, con letra de imprenta, en el sobre y se lo metia en el bolsillo de la americana. Despues sonrio.
– Bebase el jerez -dijo- y no le preocupe. Todo ira bien. Estara alli. Le vera, se lo prometo.
Cuando salieron del hotel y se encontraron bajo la desvaida luz del sol, a la senorita Wharton le parecio flotar en un extasis de gratitud y alivio. Apenas se dio cuenta de que el le pedia sus senas y la metia en un taxi, ni del billete de cinco libras que se deslizo en la mano del taxista. La cara de el, extranamente grande, tapaba la ventanilla del taxi.
– No se preocupe -le repitio-. He pagado al taxista. Le devolvera algo de cambio. Y no lo olvide. El viernes a las cuatro.
Lagrimas de gratitud se agolparon en los ojos de ella, y alargo la mano, buscando unas palabras, pero sin que se le ocurriera ninguna. Y entonces el taxi se puso en marcha, haciendola recostarse en el asiento, y el desaparecio. Durante todo el trayecto hasta su casa, se sento muy erguida, apretando su bolso contra el pecho, como si simbolizara la nueva felicidad reencontrada. Viernes, se dijo en voz alta. Viernes a las cuatro.
Cuando el taxi se perdio de vista, Swayne saco el mensaje y lo releyo, con semblante inexpresivo. Despues lamio el borde del sobre y lo cerro. La hora y el lugar eran, exactamente, los que el habia dicho, pero la fecha era la del dia siguiente. Jueves y no viernes. Y seria el, y no la senorita Wharton, quien estaria esperando en el camino de sirga.
II
Diez minutos despues de regresar Kate a la oficina, entro Massingham. El y Dalgliesh habian estado interrogando a Swayne, y ella oculto su desilusion al verse excluida de aquel primer encuentro importante despues del hallazgo de nuevas pruebas, diciendose que ya llegaria su momento. A menos que doblegaran rapidamente a Swayne, los interrogatorios, cuidadosamente estructurados, efectuados segun las normas de los jueces y el reglamento policial, pero planificados, variados y persistentes, constituirian inexorablemente, dia tras dia, hasta el momento en que pudieran acusarlo o, al menos durante algun tiempo, tuvieran que dejarlo en paz. A juzgar por la expresion en la cara de Massingham, ella tendria su oportunidad. Su colega casi arrojo el expediente sobre la mesa y despues se aproximo a la ventana, como si la vision espectacular de las torres de Westminster y la curva del rio pudieran contribuir a suavizar su frustracion.