Su cara trataba de mantener una expresion solemne, pero su voz era tan alegre como la de un chiquillo.

Dalgliesh le acompano, a lo largo de la nave, hasta el segundo candelabro, ante la reja. La senorita Wharton, que habia acabado de guardar los reclinatorios y de enderezar las sillas en la capilla de Nuestra Senora, se situo a su lado, y, cuando el padre Barnes abrio la caja, dijo:

– Aqui no espero que haya mas de ochenta peniques. Yo solia darle a Darren una moneda de diez peniques para encender una vela, pero en realidad nadie mas utiliza esta caja. A el le encantaba meter las manos entre la reja y encender la cerilla. Apenas llegaba. Es curioso, pero no lo habia recordado hasta ahora. Supongo que es porque no tuvo tiempo para encender la vela aquella terrible manana. Ahi esta, ?la ve?, todavia sin encender.

El padre Barnes tenia las manos metidas en la caja.

– Esta vez solo siete monedas y un boton…, bien poco corriente, por cierto. Parece como si fuera de plata. A primera vista, crei que era una moneda extranjera.

La senorita Wharton lo miro de cerca y dijo:

– Esto debe de ser cosa de Darren. Una travesura suya. Ahora recuerdo que en el camino se agacho y yo crei que recogia una flor. En realidad, hizo mal en coger algo de la iglesia. Pobre nino, debe de haberle pesado en la conciencia. No es extrano que sintiera una sensacion de culpabilidad. Espero verle manana y le dire algo al respecto. Pero tal vez debieramos encender la vela ahora, comandante, y rezar una oracion por el exito de su investigacion. Creo que tengo una moneda de diez peniques.

Empezo a rebuscar en su bolso.

Dalgliesh dijo al padre Barnes, a media voz:

– ?Puedo ver el boton, padre?

Y alli estaba por fin, en la palma de su mano, la prueba fisica que habia estado buscando. Habia visto antes botones como aquel, en la chaqueta italiana de Dominic Swayne. Un solo boton. Un objeto tan pequeno y tan corriente, pero tan vital. Y tenia dos testigos para su descubrimiento. Siguio mirandolo y le invadio una sensacion, no de excitacion o de triunfo, sino de una inmensa fatiga y de conclusion.

Dijo:

– ?Cuando vaciaron esta caja la ultima vez, padre?

– El martes pasado, debia de ser el diecisiete, despues de la misa de la manana. Como he dicho, teniamos que vaciarla aquel martes, pero creo que con toda aquella excitacion olvide hacerlo.

Por lo tanto, habia sido vaciada la manana del dia en que Berowne habia sido asesinado. Dalgliesh pregunto:

– ?Y el boton no estaba entonces en la caja? ?Pudo haberle pasado por alto?

– Oh, no, eso no hubiera sido posible. Con toda seguridad, no estaba entonces en ella.

Y toda la parte oeste de la iglesia habia estado cerrada desde el descubrimiento de los cadaveres hasta hoy. En teoria, claro, alguien de la misma iglesia, un feligres o un visitante, pudo haber metido el boton en la caja. Pero ?por que habia de hacerlo? La caja mas apropiada para ser utilizada, aunque fuera para gastar una broma, era la situada frente a la estatua de la Virgen. ?Por que recorrer la nave en toda su longitud, hasta el fondo de la iglesia? Y no pudo haber sido introducido en la caja confundiendolo con una moneda, pues alli no se habia encendido ninguna vela. Pero todo esto era puramente teorico. Estaba oponiendose a argumentos como lo haria un abogado defensor. Con seguridad, habia una sola chaqueta de la que pudiera proceder aquel boton. Era demasiada coincidencia suponer que alguien relacionado con la iglesia de Saint Matthew y que no fuera Swayne pudiera haberlo dejado caer mas alla de la puerta sur.

Dijo:

– Voy a meterlo en uno de aquellos sobres de la sacristia pequena, y despues lo cerrare y les pedire a los dos que lo firmen a traves de la solapa. No podemos desprecintar la habitacion por el momento, padre.

– ?Quiere decir que este boton es importante? ?Es una pista?

– Ya lo creo -contesto-. Es una pista.

La senorita Wharton hablo con nerviosismo:

– ?Es que supone que su propietario puede venir a buscarlo?

– No creo en absoluto que lo haya echado aun de menos. Pero, incluso en este caso, nadie correra el menor peligro cuando sepa que obra ya en poder de la policia. No obstante, enviare un hombre para que se quede en la iglesia, padre, hasta que lo capturemos.

Ninguno de los dos pregunto de quien era el boton y tampoco el vio motivo para explicarselo. Se dirigio hacia su coche y telefoneo a Massingham. Este dijo:

– Sera mejor que pesquemos en seguida al nino.

– Si, inmediatamente. Eso es lo primero que hay que hacer. Y despues a Swayne. Y necesitaremos la chaqueta. John, compruebe los informes del laboratorio al respecto, ?quiere? No habia botones de menos cuando vimos a Swayne en Campden Hill Square. Este es, probablemente, el de recambio. El laboratorio detectara si habia una etiqueta en el orillo. Y vea si puede conseguir prueba de que la chaqueta le fue vendida a Swayne. Necesitamos el nombre de los importadores y del comerciante que las vende, pero esto probablemente tendra que esperar hasta manana.

– Lo pondre todo en marcha, senor.

– Pero ahora necesitamos un duplicado del boton. Voy a sellar y certificar este, y no tengo un sobre transparente. Usted reconocio la chaqueta. Supongo que seria esperar mucho que tuviera usted una igual.

– Yo diria que demasiado. Un demasiado que equivale a trescientas libras. Pero mi primo tiene una, y puedo hacerme con un boton. -Y anadio-: ?Cree que puedan correr algun peligro la senorita Wharton o el padre Barnes?

– Evidentemente, o bien Swayne no ha echado de menos el boton o no tiene idea de donde lo perdio. Pero me gustaria tener a alguien aqui, en la iglesia, hasta que le echemos la mano encima. Pero ante todo busquenme a Darren, y pronto. Yo voy directamente y despues querre que usted me acompane al sesenta y dos de Campden Hill Square.

– Si, senor. Hay muchas cosas que hacer. Es una lastima que no tengamos a Kate. Esto es lo que tiende a ocurrir con las mujeres policias: la inconveniente emergencia domestica.

Dalgliesh replico friamente:

– No tantas veces, John, y en particular no con ella. Hasta dentro de veinte minutos, pues.

IV

Era solo la segunda vez, desde la muerte de su padre, que Sarah iba al sesenta y dos de Campden Hill Square. La primera habia sido la manana despues de difundirse la noticia. Habia entonces un pequeno grupo de fotografos ante la verja de entrada y ella se habia vuelto instintivamente cuando la llamaron por su nombre. A la manana siguiente vio en el periodico una foto suya, subiendo furtivamente los escalones como una sirvienta infiel que se equivocara de puerta, con el pie: «La senorita Sarah Berowne ha sido hoy uno de los visitantes de Campden Hill Square». Pero ahora no habia gente en la plaza. Los grandes olmos esperaban con muda aquiescencia el invierno, con las ramas moviendose perezosamente en el aire cargado de lluvia. Aunque la tormenta habia cesado, la tarde era tan oscura que las luces brillaban palidamente desde las ventanas de las habitaciones de los primeros pisos, como si ya fuese de noche. Supuso que, detras de aquellas ventanas, la gente vivia sus existencias secretas, separadas e incluso desesperadas, pero las luces parecian resplandecer de cara al exterior con la promesa de una seguridad inalcanzable.

No tenia llave. Su padre le habia ofrecido una cuando ella se marcho, con la rigida formalidad -o al menos asi se lo parecio a ella entonces- de un padre Victoriano poco propicio a tenerla bajo su techo, pero reconociendo que, como hija soltera, tenia derecho a su proteccion y a una habitacion en su casa, en caso de necesitarla. Al contemplar la famosa fachada, las ventanas elegantemente redondeadas, supo que nunca habia sido y nunca seria su casa. ?Hasta que punto esto le habia importado a su padre?, se pregunto. A ella siempre le habia dado la impresion de que el se alojaba en ella, pero que nunca la habia considerado como su propia casa, tal como le ocurria a ella. Sin embargo, ?habia envidiado a su hermano durante su adolescencia, aquellas piedras muertas y prestigiosas? ?Habia codiciado la casa, como habia codiciado la novia de su hermano? ?Que pensaba cuando, con su madre al lado, habia apretado el acelerador en aquel viraje peligroso? ?Que cosas de su pasado se habian

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