casi espero ver llenarse repentinamente de gente el camino del canal. Pero no habia nadie, y no se oyeron voces ni pisadas apresuradas.
Las ondas se ensancharon y despues se extinguieron. Se acerco al chiquillo y comento jovialmente:
– Un buen chapotazo. ?Encuentras muchas como esta en la zanja?
El nino desvio la mirada y, contemplando el canal, dijo:
– Una o dos. Depende.
– ?Tu eres Darren Wilkes, verdad? La senorita Wharton me dijo que te encontraria aqui. Te estaba buscando, Soy un inspector de la Seccion Especial. ?Sabes lo que quiere decir esto?
Saco su cartera con sus tarjetas de credito y el viejo carnet de la universidad. Era una suerte que no se hubiese desprendido de el despues de aquel primer y ultimo desastroso semestre. En el estaba su fotografia y lo paso rapidamente ante los ojos del nino, sin darle oportunidad para que lo mirase atentamente.
– ?Donde esta, pues, la senorita Wharton?
La pregunta habia sido cuidadosamente indiferente. El nino no queria delatar su necesidad de saberlo, si es que la tenia. Pero se habia molestado en acudir. Estaba alli.
Swayne contesto.
– No ha podido venir. Me dijo que te explicara que lo siente mucho, pero no se encuentra muy bien. ?Has traido la nota que ella te ha enviado?
– ?Que le pasa?
– Solo un resfriado. Nada que pueda preocupar. ?Has traido la nota, Darren?
– Si. La tengo.
Metio un pequeno puno en el bolsillo de sus vaqueros y saco el mensaje. Swayne cogio el arrugado papel, le echo un vistazo y despues lo rompio cuidadosamente en fragmentos pequenos, El nino miro en silencio como los arrojaba al agua. Permanecieron en la superficie como menudos petalos primaverales y despues se movieron silenciosamente, se oscurecieron y desaparecieron.
Swayne dijo:
– Es mejor no correr riesgos. Veras, yo tenia que asegurarme de que tu eres realmente Darren Wilkes. Por eso la nota era tan importante. Tenemos que charlar un poco.
– ?De que?
– Del asesinato.
– Yo no se nada del asesinato. Ya he hablado con la bofia.
– Con la policia corriente si, ya lo se. Pero ellos andan un poco desorientados. En este caso hay mas de lo que ellos pueden comprender. Mucho mas.
Avanzaban lentamente en direccion a la entrada del tunel. Las matas eran alli mas espesas, y en determinado lugar lo eran tanto que, incluso con el verdor estival ya desvaido, todavia formaban una pantalla segura junto al camino. Hizo que el nino se metiera con el en la semioscuridad y dijo:
– Voy a confiar en ti, Darren, porque necesito tu ayuda. Mira, nosotros, los de la Seccion Especial, creemos que no fue un asesinato corriente. Sir Paul fue muerto por una banda, una banda de terroristas. Sabes a que me refiero al hablar de la Seccion Especial, ?verdad que si?
– Si. Algo relacionado con el espionaje.
– Eso es. Nuestra tarea consiste en capturar a los enemigos del Estado. Y la llaman especial porque eso es lo que es. ?Sabes guardar secretos?
– Si, tengo muchos.
Su cuerpecillo parecio oscilar. Miro a Swayne, con aquella cara tan parecida a la de un mono inteligente, subitamente atenta y avida.
– ?Por eso estuvo usted alli, entonces? ?Vigilandole?
La impresion fue como un punetazo en pleno pecho, doloroso, paralizante. Cuando pudo hablar, Swayne se sorprendio ante la calma que reflejaba su voz.
– ?Que te hace pensar que yo estaba alli?
– Estos botones tan raros de su chaqueta. Encontre uno.
Su corazon dio un salto y despues parecio detenerse, como una cosa muerta en su pecho que le arrastrara hacia abajo. Pero en seguida volvio a notar su palpitacion regular, infundiendole de nuevo calor, vida y confianza. Sabia ahora por que se encontraba alli, por que estaban alli los dos. Dijo:
– ?Donde, Warren? ?Donde lo encontraste?
– En el camino cerca de la iglesia. Lo cogi. La senorita Wharton creyo que cogia una flor. Ella no lo vio. Me dio diez peniques para una vela, ?sabe?, como siempre. Siempre me da diez peniques para la BVM.
Por un momento, la mente de Swayne parecio girar, perdido todo control. Las palabras del nino ya no tenian ningun sentido. Vio que aquella cara delgaducha, de un verde enfermizo en la penumbra de los matorrales, le miraba con una expresion que sugeria menosprecio.
– La BVM. La estatua de aquella senora de azul. La senorita Wharton siempre me da diez peniques para la caja. Y entonces yo enciendo una vela, ?sabe? Para la BVM. Solo que esa vez me guarde los diez peniques y no tuve tiempo para encender la vela porque ella me llamo.
– ?Y que hiciste con el boton, Darren?
Tuvo que cerrar los punos para que sus manos no se cerraran alrededor del cuello del nino.
– Lo meti en la caja, ?sabe? Solo que ella no se entero. Yo no se lo dije.
– ?Y no se lo has dicho a nadie mas?
– Nadie me lo ha preguntado. -Y alzo de nuevo la vista, con una repentina timidez-. No creo que a la senorita Wharton le gustase.
– No. Ni a la policia tampoco…, a la policia corriente. Dirian que eso es robar, pues te quedaste con el dinero para ti. Y ya sabes lo que les hacen a los chicos que roban, ?verdad? Estan tratando de echarte mano, Darren. Quieren una excusa para meterte en uno de esos hogares. Y eso tu tambien lo sabes, ?verdad? Podrias encontrarte en un grave aprieto. Pero tu guardas mi secreto y yo guardare el tuyo. Juraremos los dos sobre mi pistola.
– ?Tienes una pistola?
– Claro. Los de la Seccion Especial siempre vamos armados.
Saco la Smith and Wesson de su bolsa colgada al hombro y la mostro sobre la palma de la mano. Los ojos del nino se clavaron en ella, fascinados. Swayne dijo:
– Pon tu mano sobre ella y jurame que no hablaras con nadie sobre el boton, sobre mi y sobre este encuentro.
La manita se alargo con avidez. Swayne vio como se apoyaba en el canon. El nino dijo:
– Lo juro.
Swayne puso su mano sobre la de Darren y la oprimio hacia abajo. Era pequena y muy blanda, y parecia curiosamente independiente del cuerpo del nino, como si tuviera vida separada como un animal joven.
Dijo con voz altisonante:
– Y yo juro solemnemente no decir nada de lo que ocurra entre nosotros.
Sabia cual era el anhelo del nino y le pregunto:
– ?Te gustaria sostenerla?
– ?Esta cargada?
– No. Llevo las balas, pero no esta cargada.
El nino la cogio y empezo a apuntar con ella, primero hacia el canal, despues, haciendo una mueca, contra Swayne, y luego de nuevo hacia el canal. La empunaba como debia de haberlo visto hacer a los polis en la television, con los brazos extendidos y sosteniendola con ambas manos. Swayne dijo:
– Es asi como se hace. Podriamos sacar buen partido de ti en la Seccion Especial, cuando seas mayor.
De pronto, oyeron los dos el siseo de unas ruedas de bicicleta. Ambos retrocedieron instintivamente, en busca de una proteccion mas profunda entre las matas. Tuvieron la breve vision de un hombre de mediana edad, con gorra, que pedaleaba lentamente venciendo la viscosa resistencia del fango, fijos los ojos en el camino de sirga. Permanecieron inmoviles, apenas respirando, hasta que hubo desaparecido. Pero esto le recordo a Swayne que no disponia de mucho tiempo. El camino del canal se veria mas transitado. Podia haber gente que se sirviera de el como atajo para ir a sus casas. Tenia que hacer lo que debia hacer con rapidez y en silencio. Dijo:
– Tienes que tener cuidado cuando juegues junto al canal. ?Sabes nadar?