– ?Que otra razon pudiste tener?
– Pense que el asesino pudo haberla cogido para utilizarla contra el mismo si la policia se acercaba demasiado a la verdad. Esto pareceria ser una accion muy sensata por su parte, y no vi motivo para prevenirlo. Ahora, creo llegado el momento de decirlo a la policia.
– Claro que debes decirselo. -Sarah fruncio el ceno y anadio-: Supongo que Halliwell no la cogeria como una especie de recuerdo. Ya sabes la devocion que le profesaba al tio Hugo. Tal vez no le gustara la idea de que cayera en otras manos.
Lady Ursula replico secamente:
– Es muy probable, y yo comparto su preocupacion. Pero ?en las manos de quien?
Barbara Berowne levanto la vista y dijo con su vocecilla de nina:
– Paul la tiro hace unas semanas. Me dijo que no era prudente conservarla.
Sarah la miro.
– Ni tampoco muy prudente tirarla, diria yo. Supongo que pudo haberla entregado a la policia. Pero ?por que? El tenia licencia de armas y alli donde se guardaba estaba perfectamente segura.
Barbara Berowne se encogio de hombros.
– Bueno, eso es lo que dijo el. Y no tiene importancia, creo yo. No lo mataron de un tiro.
Antes de que cualquiera de las otras dos mujeres pudiera contestar, oyeron el timbre de la puerta principal. Lady Ursula dijo:
– Puede ser la policia. En ese caso, han vuelto antes de lo que yo esperaba. Tengo la impresion de que pueden estar llegando al final de sus investigaciones.
Sarah Berowne le pregunto con brusquedad:
– Tu lo sabes, ?verdad? Siempre lo has sabido.
– Yo no lo se, ni tengo pruebas concretas. Pero estoy empezando a suponerlo.
Escucharon en silencio las pisadas de Mattie en el suelo de marmol del vestibulo, pero parecia como si esta no hubiera oido el timbre. Sarah Berowne dijo con impaciencia:
– Ire yo. Y ojala sea la policia. Ya es hora de que todos nosotros nos enfrentemos a la verdad.
V
Fue primero al apartamento de Shepherd's Bush, para recoger la pistola. No sabia con seguridad por que habia de necesitarla, como tampoco estaba seguro de por que la habia sustraido de la caja fuerte. Pero no podia dejarla en Shepherd's Bush; ya era hora de encontrarle un nuevo escondrijo. Y llevar la pistola encima reforzaba su sensacion de poder, de ser inviolable. El hecho de que antes hubiese pertenecido a Paul Berowne y ahora fuese suya la convertia en talisman ademas de arma. Cuando la empunaba, apuntaba con ella, acariciaba el canon, volvia a el algo de aquel primer triunfo. Necesitaba sentirlo de nuevo. Era extrano que se desvaneciera con tanta rapidez, hasta el punto de que a veces le asaltaba la tentacion de explicar a Barbie lo que habia hecho por ella, decirselo ya, mucho antes de que fuera seguro o prudente confiarselo, viendo en su imaginacion los ojos azules muy abiertos por el terror, por la admiracion, por la gratitud y, finalmente, por el amor.
Bruno se encontraba en su pequeno taller, atareado con su ultimo modelo. Swayne penso que era un tipo repelente, con su enorme pecho semidesnudo, en el que un amuleto de plata, una cabeza de cabra colgada de una cadena, se balanceaba repulsivamente entre los pelos, y aquellos dedos rechonchos a los que las delicadas piezas de carton parecian adherirse mientras el las colocaba en su sitio con un cuidado infinito. Sin levantar la vista, Bruno dijo:
– Creia que te habias largado para siempre.
– Y lo hago. Estoy recogiendo mis ultimas cosas.
– Entonces quiero que me devuelvas la llave.
Sin decir palabra, Swayne la deposito sobre la mesa.
– ?Y que dire si se presenta la policia?
– No vendran. Saben que me he largado de aqui. Pienso pasar una semana en Edimburgo. Puedes decirselo si vienen a meter las narices aqui.
En la pequena habitacion posterior que, con sus paredes cubiertas por estantes, era a la vez el dormitorio vacante de Bruno y un almacen para sus viejos modelos, nada se movia nunca de su sitio, nada se limpiaba jamas. Se subio a la cama para llegar al atiborrado estante superior, metio la mano debajo del escenario de un modelo del castillo de Dunsinane y extrajo la Smith and Wesson y la municion. La metio en una pequena bolsa de lona, junto con su ultimo par de calcetines y dos camisas, y despues se marcho, sin dirigir ni una sola palabra a Bruno. Habia sido un error instalarse alli. En realidad, Bruno nunca lo habia querido, y el lugar era una pocilga, hasta el punto de que se pregunto como habia pasado tanto tiempo en el. El dormitorio de Paul en Campden Hill Square era un lugar mucho mas apropiado. Bajo rapidamente por la escalera hasta la puerta de la calle, contento de que nunca mas necesitara entrar alli.
Llego al camino del canal demasiado temprano, poco despues de las tres, pero ello no se debio a ansiedad por su parte. Sabia que el nino acudiria. Desde su encuentro con la senorita Wharton, tenia la sensacion de ser arrastrado por los acontecimientos, no como mero pasajero del destino, sino triunfalmente impulsado sobre una ola de suerte y euforia. Nunca se habia sentido tan fuerte, tan confiado, ni mas dueno de si. Sabia que el chiquillo acudiria, tal como sabia que el encuentro resultaria importante en aspectos que por el momento ni siquiera podia empezar a barruntar.
Incluso hacer llegar el mensaje a Darren habia sido mas facil de lo que se atrevia a esperar. La escuela era un edificio de dos plantas construido en sucio ladrillo Victoriano y rodeado por verjas. Habia merodeado por alli, pero sin quedarse frente a el, para no llamar la atencion del pequeno grupo de madres que ya esperaban, y no se acerco a la verja hasta oir los primeros chillidos de los ninos puestos en libertad. Habia elegido a un nino como mensajero. Una nina, penso, podia mostrarse mas curiosa, mas observadora, mas propensa a hacer preguntas a Darren acerca del mensaje. Llamo a uno de los ninos mas pequenos y le pregunto:
– ?Conoces a Darren Wilkes?
– Si. Esta por ahi.
– Dale esto, ?quieres? Es de su madre y es importante.
Le entrego el sobre junto con una moneda de cincuenta peniques. El nino lo cogio sin apenas mirarlo, arrebatando la moneda como si temiera que pudiese cambiar de opinion. Despues atraveso corriendo el patio de juegos, hasta llegar al lado de otro nino que estaba jugando a la pelota contra una pared. Swayne se quedo mirando hasta que vio que el sobre cambiaba de manos, y entonces dio media vuelta y se alejo presuroso.
Habia elegido el lugar del encuentro con esmero: unas espesas matas de espino blanco cerca del canal, detras de las cuales podia vigilar el largo trecho de camino a su derecha y los cuarenta metros hasta la boca del tunel a su izquierda. Detras de el, unos metros a su derecha, estaba una de las verjas de hierro con entrada al camino del canal. Su breve exploracion le habia mostrado que conducia a una estrecha carretera flanqueada por garajes cerrados, solares vallados y las desnudas fachadas de anonimas naves industriales. No era un camino que tentara al paseante del canal en una oscura tarde de otono, y le facilitaria una ruta de fuga desde el camino de sirga en caso necesario. Sin embargo, no estaba demasiado preocupado. Llevaba veinte minutos de pie alli y todavia no habia visto a nadie.
Y tambien el nino llego temprano. Poco antes de las cuatro menos diez, fue visible su figurilla, caminando a lo largo de la orilla del canal. Tenia un aspecto insolitamente pulcro, con sus pantalones vaqueros, evidentemente nuevos, y una cazadora blanca y marron con cremallera. Swayne retrocedio un poco y, pegado a la corteza de un arbol, observo su llegada a traves de un escudo de hojas. De pronto, el pequeno desaparecio y Swayne experimento una intensa aprension hasta que vio que habia bajado hasta la zanja y ahora reaparecia, sosteniendo con ambas manos la llanta de una vieja rueda de bicicleta. Empezo entonces a hacerla correr por el camino. La rueda se bamboleaba y saltaba. Swayne salio entonces de su escondrijo y la cogio. El nino, a menos de doce metros de distancia, se detuvo en seco, le miro, atemorizado como un animal, y parecio dispuesto a dar media vuelta y echar a correr. Inmediatamente, Swayne sonrio y lanzo de nuevo la rueda hacia el. El nino la detuvo, sin dejar de fijar en el su mirada fija y seria. Despues, volteo la llanta en el aire, girando torpemente sobre si mismo, se detuvo y la solto. La rueda volo sobre el agua y cayo con un chapoteo que a Swayne le parecio tan fuerte que