Por lo tanto, habian podido salir de la casa y regresar a ella sin que nadie lo advirtiera. Y ella habia pedido que se le sirviera la cena en una bandeja, el termo de sopa, el salmon ahumado. Nadie habia de molestarla hasta que la senorita Matlock la acostara.

Pregunto a Halliwell:

– Despues de firmar usted el papel, ?dijo algo sir Paul?

Halliwell miro a lady Ursula, pero esta vez no recibio ninguna ayuda. Dalgliesh volvio a preguntar:

– ?Le dijo algo a usted, a Harry Mack, a su madre?

– Harry no estaba alli. Como he dicho, firmo y salio del cuarto. No muy adecuado, diria yo, para hacer compania o dar conversacion. Sir Paul dijo algo, a la senora. Solo tres palabras. Dijo: «cuida de el».

Dalgliesh miro a lady Ursula. Estaba sentada muy quieta, con las manos en el regazo, mirando, a traves de la habitacion, mas alla del verde tapiz de los arboles, como si contemplara un futuro imaginario, y el creyo ver la traza de una sonrisa en sus labios. Se dirigio de nuevo a Halliwell:

– Entonces, ?admite haber mentido cuando le pregunte si alguien pudo haber sacado aquella noche‹un coche o la bicicleta? ?Mintio al decir que habia estado en su apartamento toda aquella velada?

Halliwell replico con calma:

– Si, senor. Menti.

Lady Ursula intervino:

– Yo le pedi que mintiera. Lo que hubiese ocurrido entre mi hijo y yo en aquella sacristia no era relevante para su muerte, tanto si se suicidio como si no lo hizo. Me parecia importante que invirtiera usted su tiempo y sus esfuerzos en encontrar a su asesino, no en inmiscuirse en los asuntos privados de la familia. Mi hijo estaba vivo cuando yo le deje. Pedi a Halliwell que no dijera nada acerca de nuestra visita, y el es un hombre acostumbrado a recibir ordenes.

Halliwell dijo:

– Ciertas ordenes, senora.

La miro y le dirigio una leve sonrisa, y ella contesto a su mirada con un breve gesto de asentimiento, satisfecha. Dalgliesh tuvo la impresion de que por un momento olvidaron la presencia de todos los demas en la habitacion, unidos en su privado mundo de conspiracion, que tenia sus propias compulsiones. Se mantenian juntos ahora como lo habian estado desde el principio. Y el no tenia ninguna duda respecto a lo que los ligaba. Hugo Berowne habia sido su comandante, y ella era la madre de sir Hugo. Hubiera hecho por ella mucho mas que mentir.

Casi habian olvidado a Barbara Berowne, pero ahora esta se levanto de un salto y casi se abalanzo sobre Dalgliesh. Las unas rosadas aranaron su chaqueta. La falsa sofisticacion se desprendio y Dalgliesh se encontro frente a una criatura aterrorizada, que le grito:

– ?No es verdad, el no lo hizo! Dicco no salio de la casa. ?No lo ve? Mattie esta celosa porque, en realidad, ella nunca le importo en absoluto. ?Como iba a hacerlo? Fijese en ella. Y la familia siempre le ha odiado, a el y a mi. -Se volvio hacia lady Ursula-. Tu nunca quisiste que se casara conmigo. Nunca creiste que fuera lo bastante buena para tus preciosos hijos, cualquiera de los dos. Pues bien, ahora la casa es mia, y creo que sera mejor que te marches.

Lady Ursula respondio con toda calma:

– Me temo que no es asi.

Con dificultad, se volvio y cogio su bolso, que tenia colgado en el respaldo de la silla. Vieron como aquellos dedos deformes luchaban con el cierre, y seguidamente extrajo una hoja de papel, doblada. Dijo:

– Lo que firmo mi hijo era su testamento. Se te recuerda en el adecuadamente, aunque no extravagantemente. Esta casa y el resto de sus propiedades se me legan a mi en custodia para su hijo postumo. Si el hijo no sobrevive, pasa todo a mi.

Barbara Berowne tenia los ojos llenos de lagrimas, como una nina frustrada. Grito:

– ?Y por que lo hizo? ?Como lograste que lo hiciera?

Pero fue a Dalgliesh a quien lady Ursula se dirigio, como si fuese a el a quien se le debiera la respuesta. Dijo:

– Fui alli para conversar con el, para asegurarme que sabia lo del hijo, si sabia si era suyo, para preguntarle que intentaba hacer. Fue la presencia del vagabundo lo que me dio la idea. Vera, yo tenia los dos testigos necesarios. Le dije: «Si el hijo que lleva es tuyo, quiero asegurarme de que nazca como es debido. Quiero salvaguardar su futuro. Si tu murieses esta noche, ella lo heredaria todo y tu hijo tendria a Lampart como padrastro. ?Es esto lo que quieres?». No me contesto. Se sento ante la mesa. Yo saque una hoja de papel del cajon superior del escritorio y se la puse delante. Sin decir palabra, escribio el testamento, solo aquellas ocho lineas. Una renta anual razonable para su mujer y todo lo demas en fideicomiso para el hijo. Puede que el quisiera desembarazarse de mi, y creo que asi fue. Pudo haberle tenido sin cuidado; tambien esto es posible. Tambien pudo dar por sentado que viviria para tomar mas disposiciones formales el dia siguiente. Todos hacemos esta suposicion. O tal vez, no se como, sabia que no sobreviviria a aquella noche. Pero esto, desde luego, es absurdo.

Dalgliesh dijo:

– Usted mintio al decir que hablo con Halliwell aquella noche, mas tarde. Una vez descubiertos los cadaveres, supo que el podia correr peligro. Penso usted que le debia al menos una coartada. Y mintio tambien respecto al dietario de su hijo. Usted sabia que aquella tarde, a las seis, se encontraba en esta casa. Bajo usted al estudio y lo saco del cajon del escritorio cuando telefoneo el general.

Ella replico:

– A mi edad, la memoria tiende a ser algo defectuosa. -Y anadio, con lo que parecio ser una maliciosa satisfaccion-: No creo haber mentido a la policia en ninguna otra ocasion. Mi clase rara vez necesita hacerlo, pero si lo hacemos puedo asegurarle que estamos tan dispuestos a ello y nos mostramos tan habiles como otras personas, y probablemente mas. Pero no creo que usted haya dudado jamas de ello.

Dalgliesh dijo:

– Usted esperaba saber, desde luego, cuanto era lo que habiamos descubierto, estar segura de que la madre de su nieto no era una asesina ni complice en un asesinato. Sabia que estaba usted ocultando informacion vital, una informacion que pudo haber ayudado al verdugo de su hijo a seguir en libertad. Pero esto no hubiera importado, ?verdad? No hubiera importado, si el linaje familiar continuaba, si su nuera producia un heredero.

Ella le corrigio gentilmente:

– Un heredero legitimo. A usted puede que no le parezca muy importante, comandante, pero yo paso de los ochenta anos y tenemos prioridades diferentes. Ella no es una mujer inteligente, ni siquiera una mujer admirable, pero sera una madre adecuada; yo me ocupare de ello. El nino nacera debidamente. Sobrevivira. Pero crecer sabiendo uno que su madre fue la complice de su amante en el brutal asesinato de su padre, eso no es una herencia cuyo peso pueda soportar cualquier nino. Y yo no queria que mi nieto tuviera que cargar con el. Paul me pidio que me ocupara de su hijo, y esto es lo que yo he estado haciendo. Hay una autoridad peculiar en las ultimas voluntades de los que han muerto recientemente. Y en este caso coincidian con las mias.

– ?Y esto es todo lo que le preocupa?

Ella replico:

– Tengo ochenta y dos anos, comandante. Los hombres a los que yo ame estan todos muertos. ?Que mas me queda para preocuparme?

Dalgliesh dijo:

– Desde luego, necesitaremos nuevas declaraciones de todos ustedes.

– Naturalmente. Ustedes siempre quieren declaraciones. ?No corren a veces el peligro de creer que todo lo importante de la vida puede ser expresado en palabras, firmado y admitido como prueba? Supongo que esta es la atraccion de su oficio. Todos los embrollos mas sucios e incomprensibles reducidos a palabras en una hoja de papel, y pruebas con etiquetas y numeros. Pero usted es un poeta… o lo fue en otro tiempo. No es posible que crea que lo que revuelve en su oficio sea la verdad.

Dalgliesh dijo:

– Dominic Swayne vive ahora aqui, ?no es cierto? ?Sabe alguien donde esta? -No hubo respuesta-. Entonces dejaremos aqui a un oficial de la policia hasta que regrese.

Fue entonces cuando el telefono empezo a llamar. Barbara Berowne tuvo un sobresalto y miro del aparato a Dalgliesh con algo muy parecido al miedo. Lady Ursula y Sarah Berowne ignoraron la llamada, como si ni la

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