queremos llegar alli. Pero, hombre de Dios, ?no ve que es la hora punta? Ya sabe como esta el trafico en la salida de Londres. No tengo el menor deseo de encontrarme en un embotellamiento con una pistola apuntando a mi espalda y todos los demas automovilistas fisgoneando en mi coche.
– ?Y por que habrian de hacerlo? La policia andara buscando a un hombre solo, no a un hombre con su esposa y su querida abuelita.
Ella replico:
– Todavia no buscan a nadie, con boton o sin el. Al menos hasta que hayan encontrado al cura o sepan que usted tiene la pistola. Por lo que a la policia se refiere, no hay ninguna prisa. Ni siquiera saben que usted se ha enterado ya de lo del boton. Si queremos largarnos deprisa y sin ser vistos, hemos de tener el camino expedito hasta Chichester. Y no tiene ningun sentido cargar con mi abuela. No seria mas que un obstaculo.
– Es posible, pero ella vendra. La necesito.
Claro que la necesita. Su plan era perfectamente transparente. Se esperaba que ella condujera el coche y el se sentaria detras, con la pistola apuntando a la cabeza de la anciana. Y cuando llegaran al puerto, se suponia que ella le ayudaria a zarpar, al menos hasta que llegara a alta mar. ?Y despues que? ?Dos pistoletazos, dos cadaveres arrojados por la borda? El parecia reflexionar, y finalmente dijo:
– De acuerdo, esperaremos. Pero solo una hora. ?Cuanta comida hay aqui?
– ?Tiene hambre?
– La tendre, y necesitaremos provisiones. Todo lo que tenga y que nos podamos llevar.
Ella sabia que esto podia ser importante. El hambre, unas necesidades comunes, unos alimentos compartidos, una necesidad humana, natural, satisfecha. Era una manera de establecer aquella empatia de la que podia depender su supervivencia. Recordo lo que le habian ensenado referente a los asedios. Los prisioneros identificados con sus aprehensores. Eran aquellos ojos siniestros que atisbaban desde el exterior, aquellas inteligencias invisibles, sus armas, sus dispositivos de escucha adheridos a las paredes, sus voces falsamente insinuantes, lo que se convertia en el enemigo. Ella no queria identificarse con el ni con su especie, aunque estuvieran juntos hasta morirse de hambre, pero habia cosas que si podia hacer. Utilizar el «nosotros» en vez del «usted». Procurar no provocarlo. Intentar aliviar la tension y, si ello era necesario, cocinar para el. Dijo:
– Puedo ver de que disponemos. No tengo aqui muchos alimentos frescos, pero habra huevos, conservas y pasta, y puedo preparar lo que habia planeado para esta noche; unos espaguetis a la bolonesa.
El dijo:
– Nada de cuchillos,
– Es dificil cocinar sin servirse de algun tipo de cuchillo. Necesitare picar cebollas y tambien el higado. En mi receta se incluye higado trinchado.
– Pues arregleselas sin cuchillo.
Espaguetis a la bolonesa. Un sabor fuerte. ?Podria anadir algo a la salsa que lo incapacitara? En su pensamiento, hizo inventario del contenido de su botiquin, pero rechazo esta idea como carente de sentido comun. No tendria semejante oportunidad. No era un necio. Pensaria tambien en eso. Y no comeria nada que ella no compartiera con el. La anciana empezo a murmurar y Kate dijo:
– Tengo que hablar con ella.
– De acuerdo. Pero mantenga las manos en la espalda y tenga mucho cuidado.
Tenia que apoderarse de la pistola, pero no era este el momento. Un movimiento sospechoso por su parte, y el apretaria el gatillo. Se acerco de nuevo a la silla e inclino la cabeza. Su abuela susurro algo, y Kate dijo:
– Quiere ir al water.
– Mal asunto. Que se quede donde esta.
Kate replico airadamente:
– Oiga, no querra que esto huela a mil diablos durante toda una hora. Y no digamos en el coche… Yo soy remilgada en estas cosas, si usted no lo es. Dejeme acompanarla. ?Que peligro puede haber en ello?
De nuevo hubo unos momentos de silencio mientras el reflexionaba.
– Esta bien. Desatela. Pero deje la puerta abierta, y recuerde que yo la estare vigilando.
Kate necesito todo un minuto para aflojar aquellos nudos tan apretados, pero finalmente las tiras de tela se aflojaron y su abuela cayo entre sus brazos. Ella la enderezo, asombrada por el poco peso de su cuerpo, tan fragil como el de un pajaro. Sosteniendola amorosamente y murmurandole palabras de aliento, como si se tratara de una nina, Kate la llevo casi en brazos hasta el bano. Sosteniendola con un brazo, le bajo las bragas y la coloco en el asiento, consciente de la presencia de el, situado junto a la pared del pasillo, a menos de dos metros de distancia, con la pistola apuntando a su cabeza. Su abuela murmuro:
– Nos matara.
– Nada de eso, abuela. ?Claro que no nos matara!
La anciana lanzo una mirada de odio mas alla del hombro de Kate y susurro:
– Se ha estado bebiendo tu whisky, el muy caradura.
– Ya lo se, abuela, pero, eso no importa. Es mejor que no hablemos ahora.
– Nos pegara un tiro a las dos. Lo se. -Y anadio-: Tu padre era policia.
?Un policia! Kate tuvo ganas de echarse a reir a carcajadas. Era extraordinario enterarse de ello ahora. Sin dejar de amparar el cuerpo de su abuela con el suyo, pregunto:
– ?Y por que no me lo dijiste?
– Nunca me lo preguntaste. Ademas, de nada hubiera servido decirlo. Murio antes de que nacieras tu, en un accidente de coche, mientras perseguia a un criminal. Y tenia esposa y dos hijos pequenos. Poca cosa para ellos la pension de un policia, y solo hubiera faltado que te anadieras tu.
– Por lo tanto, ?el nunca supo de mi?
– Asi es. Y de nada servia decirselo a su mujer. Nada podia hacer ella al respecto. Mas dolor y mas problemas…
– Y por tanto te cargaron el paquete a ti. ?Pobre abuela! No te he servido de gran cosa.
– Te has portado bien. No peor que cualquier otra hija. Nunca me senti tranquila contigo. Siempre me senti culpable.
– ?Tu culpable? ?Y por que?
– Cuando murio tu madre, desee que hubieras muerto tu.
Por tanto, esta habia sido la raiz de todo aquel distanciamiento. Sintio una oleada de dicha. Alli, acurrucada junto a la taza de un water, con una pistola que apuntaba a su cabeza, con la muerte acaso a unos segundos de distancia, era capaz de echarse a reir. Rodeo con su brazo a la anciana para ayudarla a levantarse, y despues la dejo descansar apoyada en ella mientras le subia las bragas. Dijo:
– Pero eso es logico. Era natural. Era lo que correspondia. Ella era tu hija. Tu la querias. Claro que habias de desear que fuese yo quien muriera, si una de las dos habia de hacerlo.
Pero no pudo decidirse a decir: Hubiera sido mejor que muriese yo.
Su abuela murmuro:
– Todos estos anos, eso me ha estado torturando.
– Pues deja ya de torturarte. Tenemos muchos anos por delante.
Y entonces oyo la pisada de el cuando avanzo hasta el umbral de la puerta, noto su aliento en la nuca. El dijo:
– Fuera de aqui y empiece a preparar esa comida.
Pero habia algo que ella necesitaba preguntar. Durante mas de veinte anos no lo habia preguntado, ni siquiera le habia importado, pero ahora, sorprendentemente, habia adquirido importancia. Ignorando la presencia de el, dijo a su abuela:
– ?Estaba contenta ella conmigo? Mi madre, quiero decir…
– Creo que si. Antes de morir dijo: «Mi dulce Kate». Asi es como te llamaba.
Por lo tanto, habia sido asi de sencillo, asi de maravilloso.
La voz de el grazno con impaciencia:
– He dicho que largo de aqui. Llevesela a la cocina. Atela a una de las sillas, contra la pared y junto a la puerta. Quiero apuntar a su cabeza con la pistola mientras usted prepara la comida.
Le obedecio, recogiendo las tiras de la sabana de la sala de estar y atando con cuidado las munecas de su abuela a su espalda, tan flojamente como pudo, procurando no hacerle el menor dano. Con los ojos fijos en los nudos, dijo: