– Oiga, hay algo que debo hacer. Tengo que telefonear a mi novio. Vendra a cenar a las ocho.
– No importa. Que venga. Para entonces, ya nos habremos marchado.
– Si que importa. Si encuentra el apartamento vacio, sabra que ocurre algo extrano y avisara a la policia. Tenemos que impedir que venga.
– ?Y como se yo que ha de venir?
– Encontrara sus iniciales en ese tablon detras de usted.
Se alegraba ahora de que, entregada a la tarea que supuso instalar a su abuela, hubiera telefoneado a Allan para cancelar su cita y hubiese olvidado tachar las iniciales escritas con lapiz y la fecha. Dijo:
– Oiga, tenemos que llegar a Chichester antes de que nadie se entere de que nos hemos marchado. No le sorprendera que anule su visita. La ultima vez que estuvo aqui nos tiramos los platos a la cabeza.
En silencio, el considero la cuestion, y despues dijo:
– Esta bien. ?Como se llama y cual es su numero?
– Allan Scully, y trabaja en la Biblioteca Teologica Hoskyns. Todavia no se habra marchado. Los jueves se queda hasta mas tarde.
El dijo:
– Llamare desde la sala. Usted se quedara junto a la pared. No se acerque al telefono hasta que yo se lo diga. ?Cual es el numero?
Ella le siguio hasta la sala de estar. El le senalo que se colocara contra la pared, a la izquierda de la puerta, y despues se dirigio hacia el telefono, instalado en un mueble junto a la pared, con el contestador automatico a su lado y dos listines telefonicos bien apilados debajo de el. Kate se pregunto si correria el riesgo de dejar la huella de la palma de su mano, pero, como si este pensamiento le hubiera sido transmitido, saco un panuelo del bolsillo y con el envolvio el receptor. Despues pregunto:
– ?Quien contestara? ?Ese Scully o su secretaria?
– A esta hora, el. Estara solo en su oficina.
– Esperemos que sea asi. Y no intente ninguna jugarreta, pues si lo hace le pegare un tiro, y despues otro a esa vieja bruja. Y tal vez no muera enseguida. Usted si, pero ella no. Tal vez me divierta antes con ella, encendiendo la estufa electrica y aplicandole la mano a la placa encendida. Piense en esto, si es que siente la tentacion de pasarse de lista.
Ella no podia creer que, incluso ahora, el fuese capaz de semejante cosa. Era un asesino, pero no un torturador. Sin embargo, las palabras, el horror de la imagen que evocaban, la hicieron estremecerse. Y la amenaza de muerte era real. Habia matado ya a tres hombres. ?Que tenia que perder? Preferiria contar con un rehen vivo, preferiria que ella condujera el coche, contar con la ayuda de un par de manos en el barco. Pero si era necesario matar lo haria, confiando en que el se encontraria ya muy lejos cuando los cadaveres fuesen descubiertos.
Y entonces el dijo:
– ?Y bien? ?Que numero es?
Ella se lo dio y espero, con el corazon al galope, mientras el marcaba. La llamada habia de recibir una rapida respuesta. El no hablo, pero, cuando aun no habian pasado cuatro segundos, alargo el receptor y ella se adelanto y se lo arrebato de la mano. Empezo a hablar en voz muy alta, rapidamente, desesperadamente dispuesta a sofocar toda pregunta y tambien toda respuesta.
– ?Allan? Soy Kate. De lo de esta noche nada, Es que estoy muy cansada, he pasado un dia infernal y estoy harta de cocinar para ti cada vez que nos vemos. Y no me telefonees, Ven manana, si te apetece. Tal vez puedas llevarme a algun sitio, para variar. Y oye, Allan, acuerdate de traerme aquel libro que me prometiste
Colgo de golpe. Descubrio entonces que estaba conteniendo el aliento y lo dejo escapar, suave y silenciosamente, temiendo que el observara aquella descarga de tension. ?Habian resultado sus palabras aunque fuese remotamente creibles? A ella, el mensaje le parecia obviamente falso. ?Podia haberle enganado a el? Pero, despues de todo, el no conocia a Allan, ni la conocia a ella. Bien podia ser aquella conversacion tipica de su manera de hablarse. Le dijo:
– Todo conforme. No vendra.
– Mas le vale.
Con un gesto, le ordeno que regresara a la cocina y el volvio a situarse detras de su abuela, de nuevo con la pistola apuntandole a la cabeza.
– Tiene vino, ?verdad?
– Debe de saberlo ya. Ha registrado mi mueble bar.
– Es cierto. Tomaremos el Beaujolais. Y nos llevaremos el whisky y media docena de botellas del rosado. Tengo la impresion de que necesitare alcohol antes de atravesar el canal.
?Cual podia ser su experiencia como marino?, se pregunto ella. ?Y que clase de embarcacion era el
El inquirio entonces:
– Bien, ?se dispone o no a trabajar? No tenemos mucho tiempo.
Ella sabia que cada accion habia de ser lenta, deliberada, nunca intimidante y que cualquier movimiento repentino podia resultar fatal. A continuacion dijo:
– Ahora bajare una sarten de este estante, el mas alto. Despues necesitare la carne de buey picada y el higado, que estan en la nevera, y un bote de salsa de tomate y las hierbas, que sacare de ese armario a mi derecha. ?Estamos?
– No necesito que me de una leccion de cocina. Y recuerde que nada de cuchillos.
Al comenzar sus preparativos, penso en Allan. ?Que estaria haciendo? ?Que estaria pensando? ?Se quedaria inmovil unos momentos, reflexionando, llegando a la conclusion de que ella estaba bebida, histerica o loca, para volver despues a sus libros? ?Pero no podia hacer tal cosa! Debia saber que ella no podia estar afectada por ninguna de estas cosas, y que si se volvia loca no lo haria de esta manera. Pero era imposible imaginarle emprendiendo una accion real, llamando al Yard, preguntando por el comandante Dalgliesh. Le parecia que esperaba de el que representara un papel tan distante de el como lo seria para ella asumir el trabajo de el, catalogar su biblioteca. Pero, seguramente, la referencia a
De pie junto a la pared, con la pistola todavia apoyada en la cabeza de su abuela, Swayne mantenia los ojos clavados en ella, mientras Kate sacaba el paquete de carne picada y el de higado de la nevera, para llenar la sarten. Dijo:
– ?Ha estado alguna vez en California?
– No.
– Es el unico lugar donde se puede vivir. Sol. Mar. Luz radiante. Personas que no son grises ni estan asustadas o medio muertas. A usted no le agradaria. No es lugar para usted.
Ella pregunto:
– ?Y por que no regresa alli?
– No me lo puedo permitir.
– ?El billete de avion o el gasto que supone vivir alli?
– Ni una cosa ni la otra. Mi padrastro me paga para mantenerme alejado. Perderia mi paga si regresara.
– ?Y no podria conseguir un empleo?
– Si, pero entonces tal vez perdiera otra cosa. Hay una pequena historia con el Seurat de mi padrastro.