sabemos que Mattie es un modelo de rectitud. Usted me ha preguntado si habia alguien a quien Barbara pudiera proteger. No se me ocurre pensar en nadie mas.

Habia dejado de pasearse y volvio a sentarse frente a ella. Despues dijo:

– ?Y sus razones para telefonearme? Me ha dicho que habia dos cosas que teniamos que comentar.

– Si. Debo estar segura de que el hijo que Barbara lleva en su vientre es mi nieto, no el bastardo de usted.

Los hombros de el se envararon. Por un momento, que pudo ser tan solo un segundo, permanecio rigido, mirando sus manos cruzadas. En aquel silencio, ella pudo oir el tictac del reloj de pared. Despues, el levanto la vista. Mantenia la calma, pero ella penso que su rostro habia palidecido.

– ?Bien, sobre eso no puede haber ninguna duda! ?Ni la menor duda! Hace tres anos me someti a una vasectomia. No me va lo de la paternidad y no tengo ningun deseo de quedar en ridiculo por demandas judiciales en ese sentido. Puedo darle el nombre de mi cirujano, si desea una prueba. Probablemente, esto sera mas sencillo que confiar en unos analisis de sangre cuando nazca el pequeno.

– ?El pequeno?

– Si, es un nino. Barbara se sometio a una amniocentesis. Su hijo queria un heredero e iba a tenerlo. ?No lo sabia usted?

Ella guardo unos momentos de silencio, y despues dijo:

– ?No es un procedimiento peligroso para el feto, sobre todo en un momento tan temprano del embarazo?

– No con las nuevas tecnicas y en unas manos expertas, y pude ver que ella se encontraba en manos de un experto. No, no las mias. No soy tan imbecil.

Ella pregunto:

– ?Sabia Paul lo del nino antes de morir?

– Barbara no me lo ha dicho. Supongo que no. Despues de todo, ella misma acaba de enterarse.

– ?De que esta embarazada? No lo creo.

– No, del sexo del nino. La telefonee ayer por la manana y fue lo primero que le dije. Pero Paul pudo haber sospechado que habia un crio en camino. Despues de todo, volvio a aquella iglesia, tal vez para pedir a su Dios nuevas y mejores instrucciones.

Se apodero de ella una indignacion tan intensa que, por un momento, le fue imposible hablar, y cuando su voz broto por fin temblaba como la de una mujer vieja e impotente. Sin embargo, al menos sus palabras podian herir:

– Nunca pudo resistir usted, ni siquiera cuando era un muchacho, la tentacion de combinar la vulgaridad con lo que creia que era ingenio. No se lo que le ocurrio a mi hijo en aquella iglesia y no pretendo comprenderlo, pero al final murio a causa de ello. La proxima vez que sienta la tentacion de exhibir su humor barato, tal vez sera mejor que lo recuerde.

La voz de el fue baja y tan fria como el acero.

– Lo siento. Desde el principio, pense que esta conversacion era un error. Estamos los dos demasiado impresionados para mostrarnos razonables. Y ahora, si me lo permite, bajare para ver a Barbara antes de que la policia empiece a acosarla. Estara sola, supongo…

– Que yo sepa, si. Anthony Farrell no tardara en llegar. Le mande aviso a su casa apenas recibi la noticia, pero tiene que venir desde Winchester.

– ?El abogado de la familia? ?Y no parecera sospechoso tenerlo aqui cuando la policia llegue? ?No dara la impresion de ser una precaucion necesaria?

– Es un amigo de la familia, ademas de su abogado. Es natural que las dos deseemos su presencia. Sin embargo, me alegra que usted la vea a ella antes de que llegue Farrell. Digale que conteste a las preguntas de Dalgliesh pero que no anticipe informacion, ninguna informacion. No tengo razones para suponer que la policia adopte una vision innecesariamente dramatica sobre lo que, despues de todo, no era mas que un adulterio corriente. Sin embargo, no es cosa que esperen que ella les confie aunque esten bien enterados al respecto. Un exceso de ingenuidad resulta tan sospechoso como el defecto de ella.

El le pregunto:

– ?Estaba usted con ella cuando la policia le comunico la noticia?

– La policia no le comunico la noticia. Lo hice yo. Me parecio aconsejable en tales circunstancias. Una oficial de policia, muy competente, me la comunico primero, y entonces baje, yo sola, para hablar con Barbara. Se comporto muy bien. Barbara siempre ha sabido que emociones es apropiado mostrar. Y es una esplendida actriz. Deberia serlo, pues ha tenido una extensa practica. Ademas, hay otra cosa: digale que no hable del pequeno. Esto es importante.

– Si eso es lo que usted quiere, o lo que usted considera prudente… Sin embargo, podria ser util mencionar el embarazo. Se mostraran particularmente amables con ella.

– Se mostraran igualmente amables. No van a enviar aqui a ningun necio.

Estaban hablando como complices, precariamente aliados en una conspiracion que ninguno de los dos deseaba reconocer. Ella noto entonces un frio malestar, tan fisico como una nausea, y con el se apodero de todo su cuerpo una debilidad que la clavo en su butaca.

Inmediatamente, advirtio la presencia de el a su lado, el contacto de sus dedos, suaves pero firmes, que apretaban su muneca. Penso que debia disgustarle aquel contacto, pero en realidad ahora la reconfortaba. Descanso en la butaca, con los ojos cerrados, y su pulso se revigorizo bajo los dedos de el.

– Lady Ursula, verdaderamente debiera verla su medico. ?No es Malcolm Hancock? Permitame que le telefonee.

Ella denego con la cabeza.

– Estoy bien. Sin embargo, no quiero ver a nadie mas. Hasta que llegue la policia, necesito estar sola.

Era una confesion de debilidad que no habia pensado hacer, sobre todo a el, y menos en semejante momento. El se dirigio hacia la puerta pero cuando tenia ya la mano en el pomo, ella le dijo:

– Hay otra cosa. ?Que sabe usted de Theresa Nolan?

– No mas que usted, supongo, probablemente menos. Solo trabajo en Pembroke Lodge durante cuatro semanas, y apenas me fije en ella. La cuido a usted y vivio en esta casa durante mas de seis anos, y, cuando acudio a mi, ya estaba embarazada.

– ?Y Diana Travers?

– Nada, excepto que cometio la imprudencia de comer y beber demasiado y despues zambullirse en el Tamesis. Como debe usted de saber, Barbara y yo habiamos salido del Black Swan antes de que ella se ahogara.

Guardo silencio por unos momentos y despues dijo con voz grave:

– Ya se en lo que esta usted pensando: en ese articulo indignante en la Paternoster Review. Lady Ursula, ?me permite que le de un consejo? El asesinato de Paul, si ha sido un asesinato, es algo perfectamente simple. Dejo entrar en aquella iglesia a un ladron, un vagabundo, un psicopata, y esa persona lo mato. No complique su muerte, que -no es necesario decirlo- ya es lo bastante horrible, con antiguas tragedias perfectamente irrelevantes. Sin ellas, la policia encontrara sin dificultad donde hincar sus dientes.

– ?Cree que son las dos irrelevantes?

El no contesto, pero pregunto a su vez:

– ?Se lo han dicho a Sarah?

– Todavia no. Intente telefonearle esta manana a su casa, pero no ha contestado nadie. Seguramente habia salido en busca de un trabajo. Lo intentare de nuevo cuando usted se marche.

– ?Quiere que vaya a verla? Despues de todo, es la hija de Paul. Sera un golpe terrible para ella. Es mejor que no se entere por la policia o las noticias de la television.

– No lo hara. En caso necesario, ire yo misma.

– Pero ?quien la llevara hasta alli? ?No es el miercoles el dia libre de Halliwell?

– Siempre hay taxis.

La molestaba el aire de el, que parecia indicar que se hacia cargo de todo, introduciendose en la familia con tanta astucia como en otro tiempo lo habia hecho en Oxford. Pero entonces, una vez mas, se reprocho su propia injusticia. Nunca le habia faltado cierta dosis de amabilidad. En aquel momento le estaba diciendo:

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