si. Sin embargo, esto suscita unas objeciones obvias. Hubiera tenido que calcular con gran precision la fuerza del golpe, y cabria esperar que este hubiera dejado algo mas que un ligero chichon.
Kynaston repuso:
– No obstante, esto suscita menos objeciones que la primera teoria, la de que entro aqui medio desnudo y armado con una navaja, y, con todo, no hay signos evidentes de que Berowne opusiera la menor resistencia.
– Es posible que le sorprendiera. Quiza el esperaba que el visitante regresara atravesando la puerta que da a la cocina. Es posible que recorriera el pasillo de puntillas y entrase por la puerta principal. Esta es la teoria mas probable, en vista de la posicion del cuerpo.
Kynaston pregunto:
– Entonces, ?usted supone premeditacion? ?Supone que el asesino sabia que encontraria una navaja a su disposicion?
– Desde luego. Si Berowne fue asesinado, su muerte fue premeditada. Sin embargo, estoy elaborando teorias antes de conocer los hechos a fondo, lo que siempre es un pecado imperdonable. De todos modos, aqui se planeo algo, Miles. Es todo demasiado evidente, demasiado claro.
Kynaston dijo:
– Terminare el examen preliminar y despues podra usted ordenar que se los lleven. Normalmente, yo procederia manana a esta autopsia, en primer lugar, pero no me esperan en el hospital hasta el lunes y la sala de autopsias esta ocupada hasta la tarde. Las tres y media sera la hora mas temprana posible. ?Les va bien a ustedes?
– No se que diran en el laboratorio; para nosotros, cuanto antes mejor.
Algo en su voz alerto a Kynaston, que inquirio:
– ?Usted le conocia?
Era algo que se repetiria una y otra vez, penso Dalgliesh. Usted le conocia. Esta emocionalmente implicado. No quiere considerarle como un loco, un suicida, un asesino. Contesto:
– Si, le conocia ligeramente, de sentarnos en la mesa de una comision.
Estas palabras le parecieron poco generosas, casi como una pequena traicion. Repitio:
– Si, le conocia.
– ?Que hacia el aqui?
– Habia tenido en esta habitacion una especie de experiencia religiosa, casi mistica, y es posible que esperase repetirla. Hablo con el parroco para que le dejara pasar la noche aqui. No le dio ninguna explicacion.
– ?Y Harry?
– Parece ser que Berowne le dejo entrar. Tal vez le encontro durmiendo en el portico. Al parecer, Harry no toleraba estar en contacto con otras personas. Hay pruebas suficientes que indican que se disponia a dormir mas alla del pasillo, en la sacristia mas grande.
Kynaston asintio con la cabeza y continuo su trabajo rutinario. Dalgliesh le dejo entregado a el y salio al pasillo. Contemplar esa violacion de los orificios del cuerpo, preliminares de las brutalidades cientificas que la sucederian, era algo que siempre le habia hecho sentir tan violento como si fuera un voyeur. A menudo se preguntaba por que consideraba ese examen mas ofensivo y maligno que la propia autopsia. Tal vez fuese debido a la muerte reciente, al hecho de que a veces el cadaver apenas se hubiera enfriado. Un hombre supersticioso bien podia temer que el espiritu, liberado tan recientemente, siguiera merodeando por alli y se sintiera ultrajado ante ese insulto a la carne que habia abandonado pero que todavia era vulnerable. Nada podia hacer el ahora, hasta que Kynaston hubiese terminado. Le sorprendio descubrir que estaba fatigado. Esperaba sentirse exhausto mas tarde, en una investigacion en la que trabajase dieciseis horas diarias, pero este primer cansancio, la sensacion de que estaba ya agotado mental y corporalmente, le resultaba nuevo. Se pregunto si empezaba ya a envejecer, o bien si se trataba de un signo mas de que ese caso iba a ser diferente.
Regreso a la iglesia, y se sento en una silla delante de una estatua de la Virgen. La enorme nave estaba ahora vacia. El padre Barnes se habia marchado, acompanado hasta su casa por un policia. Se habia mostrado muy util con respecto al tazon, identificandolo como uno que Harry solia llevar consigo cuando le encontraba durmiendo en el portico. Y tambien habia tratado de resultar util con el secante, observandolo con una intensidad casi dolorosa antes de decir que, segun creia, las senales negras no estaban alli cuando vio por ultima vez el secante, el lunes por la tarde. Sin embargo, no podia estar seguro. Habia utilizado una hoja de papel de carta del escritorio para tomar notas durante la reunion. Ese papel habia cubierto el secante, de modo que en realidad solo habia visto este durante breve tiempo. No obstante, si no le fallaba la memoria, las marcas negras eran nuevas.
Dalgliesh agradecio aquellos minutos de tranquila contemplacion. El aroma del incienso parecia haberse intensificado, pero le parecia mezclado con un olor enfermizo, mas siniestro, y el silencio no era absoluto. A su espalda, oia el rumor de pasos, alguna voz que se alzaba ocasionalmente, tranquila, mientras unos profesionales invisibles efectuaban su tarea detras de la reja. Los ruidos parecian muy distantes y sin embargo claros, y tuvo la sensacion de un secreto y siniestro susurro, como si rebulleran unos ratones detras del arrimadero. Sabia que los dos cadaveres pronto serian pulcramente envueltos en bolsas de plastico. La alfombra seria cuidadosamente doblada para preservar las manchas de sangre y, en particular, aquella significativa mancha de sangre seca. Las pruebas en el escenario del crimen, empaquetadas y etiquetadas, serian trasladadas al coche policial: la navaja, las migas de pan y de queso procedentes de aquella habitacion mas espaciosa, las fibras de la ropa de Harry, y aquella cerilla apagada. De momento, el conservaria en su poder el dietario. Necesitaba llevarlo consigo cuando fuese a Campden Hill Square.
Al pie de la estatua de la Virgen y el Nino, habia un candelabro de hierro forjado con su triple hilera de cavidades para las velillas, cuyas mechas quedaban hundidas en sus rebordes de cera. Siguiendo un impulso, busco en su bolsillo una moneda de diez peniques y la deposito en la caja. El ruido que hizo al caer fue extranamente intenso. Casi espero oir a Kate o Massingham situarse detras de el para mirar, sin decir palabra pero con ojos llenos de interes, aquel acto atipico de extravagancia sentimental. Habia una caja de cerillas en un soporte de laton sujeto con una cadenilla al pie del candelabro, similar al que habia visto en la parte posterior de la iglesia. Cogio una de las velas mas pequenas y, encendiendo una cerilla, aplico la llama a la mecha. Le parecio como si pasara un tiempo inusitadamente largo antes de que esta prendiera. Despues, la llama brillo intensamente, con un resplandor limpido e inalterado. Coloco la vela en una de las cavidades y despues se sento para contemplar la llama, permitiendo que esta le hipnotizara y le hiciera retroceder en el recuerdo.
IX
Hacia poco mas de un ano, pero parecia que hubiera transcurrido mas tiempo. Los dos habian asistido a un seminario sobre sentencias judiciales en una universidad del norte, Berowne para inaugurarlo formalmente con un breve discurso, y Dalgliesh en representacion de la policia, y despues habian viajado juntos en tren, en el mismo compartimiento de primera clase. Durante la primera hora, Berowne, al que acompanaba su secretario privado, hojeo papeles oficiales, mientras Dalgliesh, tras una ultima revision de la agenda, se disponia a releer
Al recordarlo ahora, Dalgliesh seguia sorprendido de que Berowne se hubiera mostrado tan franco. Era como si el propio viaje en tren, aquel anticuado pero acogedor compartimiento en el que los dos se encontraban, la ausencia de interrupciones y de la tirania del telefono, la sensacion de un tiempo que volaba visiblemente, aniquilado bajo las ruedas traqueteantes, un tiempo que ya no contaba, los hubiesen liberado a los dos de una cautela que habia llegado a formar parte tan integrante de sus vidas que ya no advertian su peso hasta que este se desprendia de sus hombros. Eran los dos hombres muy reservados. Ni el uno ni el otro necesitaban la camaraderia masculina del club o del campo de golf, del pub o del coto de caza que tantos de sus colegas juzgaban necesarios para solazarse o para sostener sus vidas excesivamente atareadas.
Berowne hablo al principio espasmodicamente, despues con facilidad, y por ultimo intimamente. De los temas ordinarios de una conversacion casual -libros, obras teatrales recientes, amistades que tenian en comun-, habia