con los parientes mas proximos eran de una importancia crucial, y Massingham deseaba asistir a ellas. Trabajaria junto a Kate Miskin con lealtad y concienzudamente, porque la respetaba como detective y eso era lo que se le exigia. Sin embargo, Dalgliesh sabia que Massingham todavia anoraba mas o menos los tiempos en que las mujeres policias se limitaban a buscar ninos perdidos, registrar a las mujeres detenidas, reformar prostitutas, consolar a los afligidos y, si les complacia la excitacion propia de la investigacion criminal, se ocupaban adecuadamente de los pecadillos de los delincuentes juveniles. Y, tal como Dalgliesh le habia oido comentar, pese a todas sus peticiones en el sentido de una igualdad de categoria y oportunidades, colocarlas en primera linea detras de los escudos de las fuerzas antidisturbios, recibiendo las bombas de petroleo, las piedras y ultimamente las balas, era algo que solo conseguia que la labor de sus colegas masculinos resultara incluso mas onerosa. En opinion de Massingham, el instinto de proteger a una mujer en momentos de grave peligro era algo muy profundo y que no podia erradicarse, y el mundo seria un lugar todavia peor si no fuese asi. Dalgliesh sabia que respetaba de mala gana la capacidad de Kate para mirar sin marearse los cuerpos ensangrentados en la sacristia de Saint Matthew, pero no por ello simpatizaba mas con ella.
Sabia que no encontraria ningun agente de policia en la casa. Con amabilidad no exenta de firmeza, lady Ursula habia rechazado la sugerencia de que alguno de ellos se quedara alli. Kate habia transmitido sus palabras:
– Supongo que no esperan ustedes que el asesino, si es que existe, dirija su atencion al resto de la familia. Por lo tanto, no veo la necesidad de una proteccion policial. Estoy segura de que tienen mejores ocupaciones para sus hombres y, por mi parte, preferiria no tener un agente sentado en el vestibulo como si fuera un alguacil.
Tambien habia insistido en ser ella quien diera la noticia a su nuera y a la gobernanta. Aparte de lady Ursula, Kate no tuvo la oportunidad de observar la reaccion de ninguna otra persona ante la noticia de la muerte de Paul Berowne.
Campden Hill Square gozaba de la tranquilidad del mediodia, como un oasis urbano de vegetacion y elegancia georgiana aislada de los incesantes ruidos de Holland Park Avenue. Se habia disipado la primera niebla matinal y un sol fugitivo brillaba sobre unas hojas que ahora tan solo empezaban a tornarse amarillas y que colgaban, espesas y casi inmoviles, en aquella quieta atmosfera. Dalgliesh no pudo recordar cuando habia visto por ultima vez la casa de Berowne. Puesto que el vivia muy por encima del Tamesis, en los limites de la ciudad, no era esta la zona de Londres que el frecuentaba. Sin embargo, la casa, uno de los raros ejemplos de la arquitectura domestica de sir John Soane, estaba reproducida en tantos libros sobre los edificios de la capital que su elegante excentricidad resultaba tan familiar como si paseara a menudo por aquellas calles y plazas. Las casas georgianas convencionales, a cada lado de ella, eran de la misma altura, pero su fachada neoclasica en piedra de Portland y ladrillo dominaba la terraza y toda la plaza, constituyendo una parte inalienable de ellas, pero con una apariencia casi arrogantemente unica.
Permanecio todo un minuto contemplandola, mientras Kate guardaba silencio a su lado. En la segunda planta habia tres ventanas muy altas y curvas, y sospecho que originariamente habian sido una galeria abierta, pero ahora estaban acristaladas y amparadas por una baja balaustrada de piedra. Entre las ventanas, sobre unas mensulas incongruentes que parecian mas goticas que neoclasicas, habia cariatides de piedra, cuyas lineas airosas, reforzadas por los pilares tipicamente soanianos en las esquinas de la casa, obligaban a la vista a alzarse, mas alla de las ventanas cuadradas de la tercera planta, hasta un cuarto piso con fachada de obra de ladrillo y, finalmente, hasta la balaustrada de piedra con su hilera de conchas curvadas que repetian la curva de las ventanas bajas. Mientras contemplaba la casa, como si titubeara antes de violar su calma, hubo un momento de extraordinario silencio en el que incluso el sordo rumor del trafico en la avenida ceso y durante el cual le parecio que dos imagenes, la esplendorosa fachada de la casa y aquella habitacion polvorienta y manchada de sangre de Paddington, quedaran suspendidas mas alla del tiempo y despues se fundieran de modo que las piedras quedaron manchadas de sangre y las cariatides tenidas de rojo. Y entonces los semaforos desencadenaron de nuevo la corriente de coches, el tiempo volvio a moverse y la casa permanecio, incolume, en su palido pristino silencio. Sin embargo, no tuvo ninguna sensacion de que les estuvieran observando, de que en algun lugar entre aquellas paredes y las ventanas que reflejaban el sol transitorio, hubiera personas esperandole, personas sumidas en la ansiedad, el dolor y tal vez el miedo. Incluso cuando pulso el timbre, transcurrieron dos buenos minutos antes de que se abriera la puerta y se encontrase ante una mujer que supo habia de ser Evelyn Matlock.
Calculo que debia de rondar los cuarenta anos y su aspecto era tan anonimamente sencillo como el de pocas mujeres de hoy en dia, penso. Una nariz pequena y puntiaguda estaba incrustada entre unas mejillas rollizas, en las que la red de venas rotas destacaba, en vez de quedar disimulada, bajo una gruesa capa de maquillaje. Tenia una boca de expresion severa sobre una barbilla ligeramente huidiza, bajo la que aparecia ya la primera muestra de una papada. Sus cabellos, que daban la impresion de haber sido tratados por una peluquera inexperta, estaban peinados hacia atras en ambos lados, pero rizados sobre la alta frente, segun el estilo eduardiano que tanto recordaba la cabeza de un perro de lanas. Pero al hacerse ella a un lado para que entraran, vio que sus munecas y sus tobillos eran delgados y delicados, en curioso contraste con el cuerpo robusto y el busto prominente, casi voluptuoso, bajo la blusa de cuello alto. Recordo lo que Paul Berowne habia dicho de ella. Esta era la mujer cuyo padre habia defendido el sin exito, la mujer a la que habia dado un hogar y un puesto de trabajo, y que se suponia habia de serle devota. Si esto era cierto, ocultaba el dolor que hubiera podido producirle su muerte con notable estoicismo. Penso que un oficial de la policia es como el medico que visita una casa. Es una persona a la que no se recibe con emociones ordinarias. Estaba acostumbrado a ver expresiones de alivio, de aprension, de desagrado e incluso de odio, pero ahora, por un momento, vio en los ojos de ella un temor manifiesto. La expresion desaparecio casi en el acto y dio lugar a lo que le parecio una indiferencia asumida y ligeramente truculenta, pero la expresion habia existido. Entonces la mujer les dio la espalda, diciendo:
– Lady Ursula les esta esperando, comandante. Por favor, siganme.
Estas palabras, pronunciadas con una voz alta y algo forzada, contenian la autoridad represiva de la enfermera jefe que recibe a un paciente del que solo espera problemas. Atravesaron el vestibulo exterior y pasaron despues bajo la cupula acanalada del vestibulo interno. A su izquierda, la baranda finamente tallada de una escalera de marmol ascendia como un feston de encaje negro. La senorita Matlock abrio la doble puerta a su derecha y se aparto para dejarles entrar, diciendo:
– Si esperan aqui, comunicare a lady Ursula su llegada.
La habitacion en la que se encontraron abarcaba toda la longitud de la casa y era, evidentemente, el comedor formal y la biblioteca. Estaba llena de luz. En la parte frontal, dos altas ventanas curvadas ofrecian una vista del jardin de la plaza, mientras que en la parte posterior una enorme cristalera daba a una pared de piedra con tres hornacinas, cada una de las cuales contenia una estatua de marmol: una Venus desnuda, con una mano ocultando delicadamente el
– Recuerdeme lo que dijo lady Ursula, Kate.
Ella contesto:
– «Despues de la primera muerte ya no hay otra.» Parecia una cita.
– Es una cita. -Y anadio sin mas explicacion-: A su hijo mayor lo mataron en Irlanda del Norte. ?Le gusta esta