otra parte, no hay una banera, sino tan solo una ducha, y esta se encuentra junto al retrete, por lo que no resulta lo mas apropiado para una persona con gustos razonablemente refinados. Me he acostumbrado a dejarme caer por aqui, de vez en cuando, para tomar un bano y comer como es debido.
Resultaba, penso Dalgliesh, casi tan sospechosamente campechano como si toda la explicacion hubiera sido ensayada. Y sin duda resultaba una explicacion insolitamente abierta para un hombre al que ni siquiera se le habia pedido que explicara sus movimientos, y que no tenia ninguna razon para suponer que se estuviera tratando un caso de asesinato. Sin embargo, si las horas quedaban confirmadas, parecia que Swayne podia presentar unos papeles limpios. Swayne dijo entonces:
– Veamos, si no desea usted nada mas, subire a ver a Barbara. Esto ha sido una impresion tremenda para ella. Mattie le dara la direccion de Bruno, si le interesa.
Despues de marcharse, nadie hablo durante unos momentos, hasta que Dalgliesh dijo:
– Me ha interesado saber que lady Berowne hereda la casa. Yo hubiera supuesto que esta quedaria sujeta a vinculacion.
Farrell admitio la pregunta con una calma profesional:
– Si, la situacion es inusual. Tengo, desde luego, el permiso, tanto de lady Ursula como de lady Berowne, para darle a usted toda la informacion que necesite. La antigua propiedad Berowne, la del Hampshire, estaba vinculada, pero esa finca desaparecio hace mucho tiempo, junto con la mayor parte de la fortuna. Esta casa siempre ha sido legada de un baronet al siguiente. Sir Paul la heredo de su hermano, pero mostro una absoluta discrecion acerca de sus derechos sobre ella. Despues de su matrimonio, hizo un nuevo testamento y se la dejo integramente a su esposa. El testamento no ofrece ninguna duda. Lady Ursula tiene su propio dinero, pero hay un pequeno legado para ella y otro mas sustancioso para la unica hija de sir Paul, la senorita Sarah Berowne. Halliwell y la senorita Matlock han de recibir diez mil libras cada uno, y ha legado un cuadro al oleo, un Arthur Davis si la memoria no me engana, al jefe local de su partido. Hay otros donativos menores. Sin embargo, la casa, con lo que contiene y una provision adecuada, pasa a manos de su esposa.
«Y solo la casa -penso Dalgliesh- debe de valer al menos tres cuartos de millon, probablemente bastante mas si se tiene en cuenta su ubicacion y su especialisimo interes arquitectonico». Recordo, como solia hacer con frecuencia, las palabras de un veterano sargento de detectives cuando el llevaba poco tiempo como comisario de distrito. «Amor, Avidez, Aversion y Afan de lucro, son las cuatro aes del asesinato, muchacho. Y la principal entre ellas es el afan de lucro.»
III
Su ultima entrevista aquella tarde en Campden Hill Square fue con la senorita Matlock. Dalgliesh habia pedido que se le ensenara donde guardaba Berowne su dietario, y ella les condujo al estudio de la planta baja. Era, como Dalgliesh ya sabia, arquitectonicamente una de las habitaciones mas excentricas de la casa y, tal vez, la mas tipica del estilo de Soane. Era octogonal, con cada pared revestida, desde el suelo hasta el techo, con librerias de puertas cristaleras, entre las cuales unas columnas acanaladas ascendian hasta una cupula coronada por una linterna tambien octogonal, decorada con admirables cristales de colores. Era, penso, un ejercicio de habil organizacion de un espacio limitado, un ejemplo evidentemente afortunado del genio peculiar del arquitecto. Sin embargo, no por ello dejaba de ser una habitacion apropiada para dar libre curso al pensamiento, mas que para vivir, trabajar, o disfrutar en ella.
Solidamente instalado en el centro de la sala, estaba el escritorio de caoba de Berowne. Dalgliesh y Kate avanzaron hacia el, mientras la senorita Matlock se quedaba junto a la puerta y les observaba, con los ojos fijos en el rostro de Dalgliesh, como si un fallo momentaneo en su concentracion pudiera hacer que el se abalanzara sobre ella. Dalgliesh dijo:
– ?Puede ensenarme donde guardaba exactamente el dietario?
Ella se adelanto y, sin hablar, abrio el cajon superior de la derecha. Estaba ahora vacio, excepto una caja de papel de cartas y otra de sobres. Dalgliesh pregunto:
– ?Trabajaba sir Paul aqui?
– Escribia cartas. Guardaba sus papeles parlamentarios en su despacho en la Camara, y todo lo que tenia relacion con sus electores en su oficina de Wrentham Green. -Y anadio-: Le gustaba que las cosas estuvieran separadas.
Separadas, impersonales, bajo control, penso Dalgliesh. Una vez mas tuvo la sensacion de encontrarse en un museo, de que Berowne se hubiera sentado en esa celda ricamente adornada como si fuera un forastero. Dijo:
– ?Y sus papeles privados? ?Sabe por casualidad donde los guardaba?
– Supongo que en la caja fuerte. Esta disimulada detras de los libros, en la libreria a la derecha de la puerta.
Si realmente Berowne habia cometido un asesinato, la caja fuerte y su contenido deberian ser examinados. Pero eso, como otras tantas cosas, podia esperar.
Se acerco a las librerias. Era, desde luego, un dicho popular el de que la personalidad puede ser diagnosticada a partir de los estantes de una libreria privada. Estos revelaban que Berowne habia leido mas biografias, historia y poesia que ficcion, y sin embargo, escudrinando entre los estantes, a Dalgliesh le sorprendio pensar que era como si estuviera fisgoneando en la biblioteca de un club privado, o de un barco destinado a cruceros de lujo, aunque, desde luego, un barco en el que el objeto del viaje fuera el enriquecimiento cultural mas que la diversion popular, y ademas con unos precios muy elevados. Alli, pulcramente ordenada en los estantes, estaba, esencialmente, la seleccion previsible, de ningun modo excepcional, de un ingles culto y bien educado, que sabia lo que resultaba adecuado leer. Pero no podia creer que Berowne fuera un hombre cuya idea de elegir las obras de ficcion consistiera en seguir rutinariamente una guia del lector. De nuevo tuvo la sensacion de una personalidad que se le escapaba, e incluso de una habitacion y sus objetos que conspiraban para ocultar ante el al hombre verdadero.
Pregunto:
– ?Cuantas personas tuvieron ayer acceso a esta habitacion?
La impersonalidad formal de la biblioteca debia de haberle afectado. La pregunta resono como una frase extrana incluso para sus oidos, y ella no se molesto en ocultar un tono de menosprecio.
– ?Acceso? El estudio forma parte de una casa particular. No lo tenemos cerrado. Toda la familia y sus amigos tienen lo que usted llama acceso a el.
– ?Y, en realidad, quien entro ayer?
– No puedo estar segura. Supongo que sir Paul debio de hacerlo, si han encontrado su dietario con el en la iglesia. La senora Minns debio de entrar para limpiar el polvo. Al senor Frank Musgrave, que es jefe de circunscripcion electoral, se le hizo pasar aqui a la hora del almuerzo, pero no espero. La senorita Sarah Berowne vino durante la tarde a ver a su abuela, pero creo que espero en la sala de estar. Se marcho antes de que regresara lady Ursula.
Dalgliesh pregunto:
– ?Usted abrio la puerta al senor Musgrave y a la senorita Berowne?
– Yo les abri la puerta. No hay nadie mas para hacerlo. -Hizo una pausa y despues anadio-: La senorita Berowne tenia llaves de la puerta principal, pero no se las llevo consigo cuando se marcho de esta casa.
– ?Y cuando vio usted por ultima vez el dietario?
– No puedo recordarlo. Creo que fue hace unas dos semanas, cuando sir Paul llamo desde su oficina del Ministerio y me pidio que le confirmara una cita para cenar.
– ?Y cuando vio por ultima vez a sir Paul?
– Ayer, antes de las diez de la manana. Entro en la cocina a fin de recoger un poco de comida para un almuerzo al aire libre.
– Entonces, tal vez debamos ir ahora a la cocina.
Ella le acompano a lo largo del pasillo revestido de azulejos, bajaron un par de escalones y despues, a traves de una puerta forrada con pano verde, llegaron a la parte posterior de la casa. Alli, ella se hizo a un lado para dejarle pasar, y de nuevo se quedo junto a la puerta, con los dedos de ambas manos entrelazados, como la