en su piso, hasta que poco despues de las diez partio hacia la campina. Massingham dijo:

– Tengo entendido que lady Ursula le telefoneo dos veces durante la noche. ?Puede recordar a que horas?

– Si, una vez cerca de las ocho, y la segunda a las nueve y cuarto. Queria hablar de lo que debia hacerse durante la semana y recordarme que me habia dicho que podia utilizar el Rover. Yo conduzco un Cortina de los primeros modelos, pero lo tengo ahora en revision.

Massingham pregunto:

– Cuando los coches estan guardados -el Rover, el suyo y el Golf-, ?cierran siempre el garaje?

– Esta siempre cerrado, esten o no los coches en el. La puerta de la verja exterior esta siempre cerrada, desde luego, por lo que no hay un gran riesgo de robo, pero es posible que ninos de la escuela del barrio puedan saltar la tapia, tal vez como una apuesta. En el garaje hay herramientas peligrosas y lady Ursula cree prudente que siempre lo tenga cerrado. Esta noche no lo he hecho porque sabian que iban a venir ustedes.

– ?Y ayer por la noche?

– Quedo cerrado despues de las cinco cuarenta.

– ?Quien tiene las llaves, aparte de usted?

– Tanto sir Paul como lady Berowne tienen un juego de llaves, y hay otro en el llavero de la sala de estar de la senorita Matlock. Lady Ursula no las necesita. Siempre la llevo yo en el coche.

– ?Y estuvo usted en este piso durante toda la velada de ayer?

– Desde las cinco y cuarenta, exactamente.

– ?Hay alguna posibilidad de que alguien de la casa, o de fuera de ella, sacara un coche o la bicicleta sin que usted se enterase?

Halliwell espero unos momentos y despues contesto:

– No creo que eso fuese posible.

Dalgliesh intervino con toda calma:

– Me gustaria que se mostrara mas preciso, senor Halliwell, si le es posible. ?Podria ser o no podria ser?

Halliwell le miro fijamente.

– No, senor, no podria ser. Yo hubiera oido como abrian el garaje. Tengo un oido muy fino.

Dalgliesh prosiguio:

– Por consiguiente, la noche pasada, desde las cinco cuarenta de la tarde hasta que salio usted hacia el campo, poco despues de las diez, estuvo solo aqui, en este piso, y con la puerta del garaje cerrada con llave.

– Si, senor.

– ?Es usual que tenga usted las puertas cerradas con llave cuando se encuentra aqui?

– Si se que no voy a salir, es lo que hago siempre. Confio en la puerta del garaje para mi propia seguridad. La cerradura de este piso es unicamente una llave. Para mi se ha convertido en habito cerrar estas puertas.

Massingham pregunto:

– ?Y adonde fue usted cuando salio de aqui?

– Fui al campo. A Suffolk, a ver a una amiga. Es un trayecto de dos horas. Llegue alrededor de la medianoche. Es la viuda de uno de mis companeros, que murio en las Malvinas. Tiene un chiquillo. No echa de menos a su padre, ya que el murio antes de nacer el, pero su madre considera que es conveniente para el que vea de vez en cuando un hombre en casa.

Massingham inquirio:

– Asi que fue usted a ver al nino.

Unos ojos ardientes se clavaron en el, pero Halliwell se limito a contestar:

– No. Fui a ver a su madre.

Massingham dijo:

– Su vida privada es algo que solo le incumbe a usted, pero necesitamos confirmacion acerca de la hora en que llego usted a casa de su amiga. Y esto quiere decir que necesitamos saber sus senas.

– Es posible, senor, pero no veo por que debo darselas. Ella ya ha pasado por suficientes apuros durante los ultimos tres anos para que ahora vaya a molestarla la policia. Sali de aqui muy poco despues de las diez. Si sir Paul murio antes, lo que yo hiciera aquella noche, mas tarde, no tiene importancia. Tal vez sepan ustedes cuando murio, o tal vez no lo sepan, pero cuando consigan el informe de la autopsia tendran una idea mas exacta al respecto. Si entonces es necesario que les de el nombre y la direccion de ella, de acuerdo, lo hare. Sin embargo, esperare hasta que ustedes me convenzan de que realmente es necesario.

Massingham dijo:

– Es que no la molestaremos. Ella solo debera contestar a una simple pregunta.

– Una pregunta sobre un asesinato. Ya ha tenido demasiadas ocasiones de hablar de la muerte. Veamos, yo sali de aqui poco despues de las diez y llegue casi exactamente a medianoche. Si se lo preguntan a ella, dira lo mismo, y si esto es relevante, si yo tuviera algo que ver con la muerte de sir Paul, supondran que yo ya habria convenido estos horarios con ella, ?no es asi?

Massingham pregunto:

– ?Por que se marcho de aqui tan tarde? Ayer era su dia libre. ?Por que entretenerse hasta casi las diez, antes de comenzar su trayecto de dos horas?

– Prefiero conducir cuando han pasado las peores horas del trafico, y antes habia de acabar algunas tareas: un enchufe que arregle para la lampara de sobremesa, y tambien reparar la tetera electrica. Estan ahi al lado, si quieren comprobar estos trabajos. Despues me bane, me cambie y me prepare una cena.

Las palabras, si no la voz, lindaban ya en la insolencia, pero Massingham contuvo su genio. Dalgliesh, con el suyo bajo absoluto control, creyo saber el porque. Halliwell era un soldado condecorado, un heroe. Massingham hubiera actuado con menos amabilidad con cualquier hombre por el que siente menos respeto instintivo. Si Halliwell habia asesinado a Paul Berowne, no lo salvaria ni la Cruz Victoria, pero Dalgliesh sabia que Massingham preferiria que fuese culpable casi cualquier otro sospechoso. Massingham pregunto entonces:

– ?Esta usted casado?

– Tenia esposa y una hija. Las dos murieron.

Se volvio, miro directamente a Dalgliesh y pregunto:

– ?Y usted, senor? ?Esta usted casado?

Dalgliesh se habia situado detras de el y tomado uno de los leones tallados, al que en ese momento daba vuelta delicadamente entre sus manos. Contesto:

– Tenia esposa y un hijo. Tambien ellos estan muertos.

Halliwell se volvio de nuevo hacia Massingham y le dirigio la mirada de sus ojos oscuros y hostiles.

– Y si esa pregunta es sobre algo que a mi no me importa, tampoco les importan a ustedes mi esposa y mi hija.

Massingham repuso:

– Nada es irrelevante cuando se trata de un asesinato. ?Esta usted comprometido con esa senora a la que visito ayer por la noche?

– No. No esta preparada para ello. Despues de lo que le ocurrio a su marido, no se si llegara a estarlo nunca. Por esa razon no quiero darles sus senas. No esta preparada para este tipo de preguntas por parte de la policia, ni para otra pregunta cualquiera.

Massingham rara vez cometia ese tipo de error y no intento enmendarlo con explicaciones o excusas. Por su parte, Dalgliesh no insistio en la cuestion. La hora importante eran las ocho. Si Halliwell tenia una coartada para las horas de la tarde hasta las diez, quedaba exento de sospechas y tenia derecho a gozar de su intimidad durante el resto del dia y el siguiente. Si estaba tratando, con dificultad, de establecer una relacion con una mujer desdichada y vulnerable, era comprensible que no quisiera que la policia fuese a ella con preguntas innecesarias, por mas que se las formularan con tacto. Dijo:

– ?Cuanto tiempo lleva trabajando aqui?

– Cinco anos y tres meses, senor. Ocupe este puesto cuando el mayor Hugo vivia. Cuando lo mataron, lady Ursula me pidio que me quedase, y me quede. La paga me conviene, el lugar me conviene, y podria decir que lady Ursula me conviene. Me gusta vivir en Londres y todavia no he decidido lo que hare con mi retiro.

– ?Quien le paga su sueldo? ?De quien depende usted, exactamente?

– Lady Ursula. Mi tarea consiste, sobre todo, en conducir su coche. Sir Paul solia conducir el mismo, o utilizaba el coche oficial. Algunas veces le llevaba yo, asi como a su esposa, si salian por la noche. Pero no ocurria

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