libre, en ser tu misma. Piensa en lo bien que quedas siempre vestida de negro. No estaras asustada, ?verdad?
– No, claro que no. No hay nada de que asustarse. Dicco, vuelve a la cama.
– A su cama. ?Lo sabias, verdad? Sabes donde estoy durmiendo. En su cama.
– A Mattie eso no le va a gustar, ni tampoco a lady Ursula. ?Por que no puedes dormir en el cuarto de invitados? ?O volver a casa de Bruno?
– Bruno no quiere verme en su apartamento. Nunca le ha gustado. No hay espacio alli. Y yo no me sentia comodo. Supongo que deseas que me sienta comodo. Y me estoy cansando ya de Bruno. Mi lugar esta aqui. Soy tu hermano. Esta es ahora tu casa. No te estas mostrando muy amable conmigo, Barbie. Yo creia que me querias tener cerca de ti, por si querias hablar esta noche, hacerme confidencias, confesiones. Vamos, Barbie, confiesa. ?Quien crees que lo mato?
– ?Como voy a saberlo? Supongo que alguien entro alli, un ladron, otro vagabundo, alguien que queria robar la coleccion de la iglesia. No quiero hablar de eso.
– ?Es eso lo que cree la policia?
– Supongo que si. En realidad, no se lo que creen.
– Entonces yo puedo decirtelo. Creen que era una iglesia muy poco apropiada para que la eligiera un ladron. Es decir, ?que habia alli que valiera la pena robar?
– Hay cosas en el altar, supongo. Candelabros, una cruz… Las habia en la iglesia cuando yo me case.
– Yo no estuve cuando te casaste, Barbie. No me invitaste, ?recuerdas?
– Paul queria una boda muy discreta, Dicco. ?Que importa eso?
Y eso, penso, fue otra cosa en la que Paul la estafo. Ella habia imaginado una boda a lo grande, con ella flotando en el pasillo de Saint Margaret en Westminster, con el brillo del saten blanco, un velo como una nube, las flores, la multitud, los fotografos. En cambio, el habia sugerido el despacho de un registro civil y, cuando ella protesto, insistio en la iglesia de su parroquia local y la mas modesta de las ceremonias, casi como si aquella boda fuese algo de lo que avergonzarse, algo furtivo e indecente.
La voz de Dicco llego hasta ella en un murmullo bajo e insinuante:
– Pero ya no los guardan en el altar, al menos por la noche. Las cruces y los candelabros los encierran en otro sitio. Las iglesias estan oscuras, vacias. No hay plata ni oro, ni luces. Nada. ?No crees que es entonces cuando su Dios baja de la cruz y camina hasta el altar, para encontrar que solo hay una mesa de madera con un trozo de tela barata clavada a su alrededor?
Ella se estremecio bajo las sabanas.
– No digas tonterias, Dicco. Ve a acostarte.
El se inclino hacia adelante, y aquella cara tan parecida a la de ella, pero al mismo tiempo tan diferente, brillo a un palmo de sus ojos, hasta el punto de que ella pudo ver las gotas de sudor en su frente y oler el vino en su aliento.
– Aquella enfermera, Theresa Nolan, que se mato… ?Era Paul el padre de su bebe?
– ?Claro que no! ?Por que ha de hablar todo el mundo de Theresa Nolan?
– ?Y quien habla de ella? ?Es que la policia hizo preguntas sobre ella?
– No me acuerdo. Creo que preguntaron por que se marcho de aqui. Algo por el estilo. No quiero pensar en ello.
La risa blanda e indulgente de el fue como una conspiracion.
– Barbie, tienes que pensar. No puedes ir por la vida sin pensar en las cosas, solo porque te resulten inconvenientes o desagradables. El crio era de el, ?verdad? Eso es lo que hizo tu marido mientras tu andabas jugueteando por ahi con tu amante; el se tiraba a la enfermera de su madre. Y esa otra chica, Diana Travers, la que se ahogo… ?Que hacia en esta casa?
– Ya sabes tu lo que hacia. Ayudar a Mattie.
– Una ocupacion peligrosa, sin embargo, la de trabajar para tu marido, ?no crees? Mira, si alguien mato a Paul fue una persona muy lista y muy astuta; alguien que sabia que el se encontraba en aquella iglesia, alguien que sabia donde podia encontrar al alcance de la mano una navaja bien afilada, alguien que tenia los bemoles necesarios para correr un riesgo enorme, alguien acostumbrado a cortar carne humana. ?Conoces a alguien con esas caracteristicas, Barbie? ?Si? Es una suerte, ?verdad?, que tu y Stephen tengais una coartada.
– ?Y tu tambien tienes una coartada?
– Y Mattie, claro esta. Y lady Ursula. Y Halliwell. No deja de resultar sospechoso que haya tantas coartadas a toda prueba. ?Y que me dices de Sarah?
– No he hablado con ella.
– Pues bien, esperemos que ella no tenga tambien una coartada, pues en ese caso la policia empezara a olerse una especie de conspiracion. Cuando me telefoneaste para decirme que se disponia a jugarte alguna pasada te dije que no pasaria nada. Pues bien, asi ha sido. Te dije que no te preocuparas por el dinero. Pues bien, no tienes por que preocuparte. Todo es tuyo.
– No sera tanto.
– Vamos, Barbie, el suficiente. Para empezar, la casa, que debe de valer su buen millon de libras. Y el tenia un seguro, ?no es asi? ?Habia tal vez una clausula sobre el suicidio? Eso si que seria enojoso.
– El senor Farrell dijo que no la habia. Yo se lo pregunte.
De nuevo resono aquella blanda risa interna, algo entre un grunido y un gorgorito.
– ?Conque en realidad llegaste a preguntarle por lo del seguro? Veo que no pierdes el tiempo, ?verdad? ?Y eso es lo que creen los abogados? ?Que Paul se mato?
– Los abogados nunca hablan. El senor Farrell me dijo que no hablara con la policia de no estar el presente.
– La familia no quiere que sea un suicidio; prefiere que haya sido asesinado. Y tal vez lo fue. Si hubiera querido matarse el mismo, ?por que no utilizo la pistola? La pistola de su hermano. Nadie se corta la garganta si tiene una pistola a mano. Y no le faltaria municion, ?verdad?
– ?Municion?
– Balas. ?Donde esta la pistola? ?Sigue en su caja fuerte?
– No, no se donde esta.
– ?Que quieres decir con eso de que no sabes donde esta? ?La has buscado?
– Ayer, despues de marcharse el. No la pistola; yo queria buscar unos papeles, su testamento. Abri la caja fuerte y la pistola no estaba alli.
– ?Estas segura?
– Claro que estoy segura. Es una caja fuerte muy pequena.
– Y no dijiste nada a la policia, naturalmente. No resultaria facil explicar por que querias echarle un vistazo al testamento de tu marido pocas horas antes de que el muriese tan convenientemente.
– No he hablado de esto con nadie. Por otra parte, ?como sabias tu lo de la pistola?
– ?Dios mio, Barbie, eres extraordinaria! A tu marido le han rajado la garganta, su pistola ha desaparecido, y tu no dices nada a nadie.
– Supongo que se deshizo de ella. Ademas, ?que puede importar? Al fin y al cabo, no se pego un tiro. Dicco, ve a acostarte. Estoy cansada.
– Pero no te inquieta lo de la pistola, ?verdad que no? Barbie, ?por que no te inquieta eso? Porque sabes quien la cogio, ?no es asi? Lo sabes, o lo sospechas. ?Quien fue, lady Ursula, Halliwell, Sarah, tu amante?
– ?Claro que no lo se! Dicco, dejame en paz. Estoy cansada. No quiero seguir hablando. Quiero dormir.
Las lagrimas se agolpaban en sus ojos. Era injusto por parte de el trastornarla de aquella manera. Se sentia ahora intensamente apesadumbrada al pensar en ella, viuda, sola, vulnerable. Y embarazada. Lady Ursula no queria que ella hablara todavia con nadie acerca del bebe, ni con la policia ni con Dicco. Sin embargo, este habria de enterarse en algun momento u otro. Todo el mundo se enteraria. Y deberian saberlo para que pudieran ocuparse de ella, ver que ella no se sentia preocupada. Paul hubiera cuidado de ella, pero Paul ya no estaba presente. Y ella no le habia hablado de su embarazo hasta el dia antes por la manana. Ayer. Pero no queria pensar en aquel ayer, no ahora, ni tampoco nunca mas. Y la pelicula iba a empezar ya. Una reposicion de un film de Hitchcock, y a ella siempre le habia gustado Hitchcock. No era justo por parte de Dicco entrar alli, acosarla y obligarla a recordar.
El sonrio y le dio una palmadita en la cabeza como lo hubiera hecho con un perro, y seguidamente se marcho.