Ella espero hasta que se cerro la puerta y tuvo la certeza de que el no volveria, y entonces oprimio el pulsador del televisor. La pantalla se ilumino y empezaron a desfilar los creditos del programa anterior. Habia acertado el momento justo. Se acomodo entre sus almohadas, manteniendo bajo el volumen para que el no lo oyera.

IX

Massingham se habia entretenido en el Yard mas tiempo del estrictamente necesario y faltaba un minuto para la medianoche cuando llego en su coche a la villa de Saint Petersburgh Place. Pero la luz de la planta baja todavia estaba encendida, lo que indicaba que su padre aun no se habia acostado. Dio vuelta a la llave en la cerradura con la mayor discrecion posible, y abrio la puerta con tanta precaucion como si estuviera procediendo a una irrupcion ilegal. Sin embargo, esto no sirvio de nada. Su padre debia de haber estado esperando el ruido del coche. Casi inmediatamente, se abrio la puerta de la pequena sala de estar de la parte anterior de la casa y lord Dungannon aparecio en ella. Las palabras «bufon en zapatillas» se iluminaron en la mente de Massingham, trayendo con ellas aquel peso ya familiar de compasion, irritacion y culpabilidad.

Su padre dijo:

– Vaya, veo que ya has llegado, mi querido muchacho. Purves acaba de servir la bandeja del grog. ?Quieres acompanarme?

Su padre nunca solia llamarle «mi querido muchacho». Eran unas palabras que sonaban a falsas, a ensayadas, a ridiculas. Y, al responder, su voz dio la misma nota de embarazosa falsedad.

– No, gracias, papa. Prefiero ir a acostarme. Ha sido un dia muy atareado. Estamos trabajando en el caso Berowne.

– Claro. Berowne. Ella era lady Ursula Stollard antes de casarse. Tu tia Margaret fue presentada en sociedad el mismo ano, Pero debe de tener mas de ochenta anos. Su muerte no ha podido sorprender a nadie.

– No es lady Ursula la que ha muerto, papa. Es su hijo.

– Pero si a Hugo Berowne lo mataron en Irlanda del Norte…

– No es Hugo, es Paul.

– Paul. -Su padre parecio digerir este nombre y despues dijo-: Entonces, claro esta, debo escribirle unas lineas a lady Ursula. Pobre mujer. Si estas seguro de que no te apetece entrar aqui…

Su voz, que desde abril habia adquirido el tono tremulo propio de un anciano, se quebro. Pero Massingham subia ya, precipitadamente, por la escalera. Al llegar al rellano, se detuvo y miro desde la baranda, esperando ver a su padre retirarse, con paso incierto, hacia la sala de estar, en busca de su soledad y su whisky. Sin embargo, el anciano seguia plantado alli, mirandolo desde abajo con lo que parecia ser una fijeza casi indecente. Bajo la luz intensa de la lampara del vestibulo, vio con claridad lo que los ultimos cinco meses habian hecho en las duras facciones de aquel Massingham. Parecia como si la carne hubiera resbalado desde los huesos, de modo que la nariz ganchuda sobresalia de la piel como el filo de un cuchillo, mientras las mejillas colgaban formando unas flaccidas bolsas que recordaban la carne de un ave desplumada. El cabello llameante de los Massingham estaba blanqueado y habia adquirido ahora el color y la textura de la paja. Penso: «Parece tan arcaico como un dibujo de Rowlandson». La edad nos convierte a todos en caricatura. No es extrano que la temamos.

Al subir por el breve tramo de peldanos hasta su piso, se encontro sumido en la confusion de siempre Aquello, realmente, se estaba haciendo intolerable. Tenia que marcharse de alli, y pronto. Pero ?como? Aparte de una breve temporada alojado en la Seccion, habia vivido en sus habitaciones separadas de la casa de sus padres, desde que entro en la policia. Mientras su madre vivio, este arreglo le habia resultado mas que conveniente. Sus padres, absorbidos el uno en el otro como siempre habian estado desde que se casara su padre, ya bien cumplidos los cuarenta anos, le habian dejado siempre en paz, apenas advirtiendo si entraba o salia. La puerta principal, que todos compartian, habia sido un inconveniente en este sentido, pero nada mas. El habia vivido confortablemente, pagando un alquiler nominal, habia ahorrado dinero y se habia dicho siempre que se compraria su propio piso cuando estuviera dispuesto para ello. Incluso le era posible llevar sus asuntos amorosos en privado, y al propio tiempo recurrir al menguado personal de servicio de su madre si deseaba que le preparasen una comida, que le lavaran la ropa, que le limpiaran sus habitaciones o que le subieran a ellas sus cosas.

Pero con la muerte de su madre, en el mes de abril, todo esto habia cambiado. Mientras la Camara de los Lores celebraba sus sesiones, su padre seguia las rutinas habituales, saliendo de la casa con su pase de autobus para tomar el numero 12 o el 88 hasta Westminster, almorzando en la Camara y, de vez en cuando, dormitando durante los debates de la tarde. Pero los fines de semana, y sobre todo en la temporada de vacaciones parlamentarias, se habia convertido en un ser tan posesivo como pudiera serlo una mujer, acechando las idas y venidas de su hijo con un interes casi obsesivo, escuchando el rumor de su llave en la cerradura, y presentando sus peticiones, discretas pero al mismo tiempo desesperadas, de compania. Los dos hermanos mas jovenes de Massingham todavia estudiaban y escapaban de la presencia de su padre durante los dias de fiesta ya que se quedaban en casa de amigos suyos. Su unica hermana estaba casada con un diplomatico y vivia en Roma. Otro hermano se encontraba en la escuela militar de Sandhurst. Asi pues, la carga recaia casi totalmente sobre el. Y ahora sabia que incluso el alquiler que el pagaba se habia convertido finalmente en una contribucion necesaria, casi tan importante para los recursos cada vez mas disminuidos de su padre como el pago diario de su dieta de asistencia en la Camara de los Lores.

Subitamente arrepentido, penso: «Hubiera podido dedicarle diez minutos». Diez minutos de embarazosa falta de comunicacion, de vana charla sobre su tarea, que, hasta el momento, su padre jamas habia considerado merecedora de interes. Diez minutos de aburrimiento solo aliviado en parte por el alcohol, y que crearian un precedente para otras noches de aburrimiento en el futuro.

Cerrando la puerta de su piso detras de el, penso en Kate Miskin, que se encontraba a menos de tres kilometros mas al oeste, relajandose en su casa, sirviendose una copa, libre de responsabilidad, libre de sentimientos de culpabilidad, y experimento una oleada de envidia y de rencor irracional tan intensa que casi llego a persuadirse a si mismo de que todo era culpa de ella.

TERCERA PARTE. Ayudando en la investigacion

I

El mensaje recibido desde Pembroke Lodge era cortes pero carente de toda ambiguedad. El senor Lampart operaria durante toda la manana, pero con mucho gusto veria al comandante Dalgliesh cuando se lo permitiera su trabajo. Esto seria alrededor de la una o algo mas tarde, segun fuera la longitud de su lista. Traducido, ello queria decir que el senor Lampart era un hombre atareado, dedicado a salvar vidas y aliviar dolores, que legitimamente podia alegar que estas benignas actividades tenian preferencia sobre las sordidas preocupaciones de un policia, por distinguido que fuese este. Y tambien la hora de la cita estaba bien calculada. Dalgliesh dificilmente podia quejarse de quedarse sin su almuerzo, puesto que el senor Lampart, ocupado en cosas mas importantes, prescindia obviamente de preocuparse por el suyo.

Se llevo a Kate con el y le pidio que condujera el coche. Ella se acomodo en el asiento de la derecha sin protestar y condujo como siempre lo hacia, con perfecta competencia y siguiendo estrictamente las instrucciones del manual, sin ninguno de los bruscos gestos de impaciencia o los repentinos aumentos de velocidad tan propios de Massingham. Cuando llegaron a Haverstock Hill y pasaban ya por el Round Pond, el dijo:

– Pembroke Lodge esta a cosa de un kilometro despues de los Spaniards. No creo que nos pase desapercibida la entrada.

Ella redujo la marcha pero, aun asi, solo la vio en el ultimo momento, una entrada amplia y pintada de blanco, apartada de la carretera y amparada por unos castanos. Un ancho camino de gravilla se curvaba hacia la izquierda y despues se dividia para rodear una zona de cesped inmaculado frente a la casa. Vieron una baja pero

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