detalles. ?Pueden ustedes decirme algo mas de lo que ocurrio exactamente?
– A los dos los degollaron. Todavia no sabemos por que ni quien lo hizo.
– He sabido eso a traves de los diarios y la television, pero las informaciones me han parecido casi intencionadamente confusas. Tengo la impresion de que tratan ustedes el caso como un asesinato.
Dalgliesh replico secamente:
– No hay pruebas que sugieran que fuese un pacto de suicidio.
– Y la puerta de la iglesia, la que da a esa sacristia o lo que fuese, alli donde encontraron los cadaveres, ?puedo preguntar si la encontraron ustedes abierta, o esta es una de esas preguntas que no pueden contestar?
– Estaba sin cerrar.
– Bien, al menos eso tranquilizara a lady Ursula.
No explico el motivo, pero, por otra parte, tampoco necesitaba hacerlo. Tras una pausa, pregunto:
– ?Que desea de mi, comandante?
– Me gustaria que nos hablara usted de el. Este asesinato podria ser lo que a primera vista aparenta. Dejo entrar a alguien y esa persona, un extrano, los mato a los dos. Pero si la cosa no es tan sencilla, entonces necesitamos saber todo lo que sea posible acerca de el.
Lampart dijo:
– Incluso quien sabia donde estaba ayer por la noche, y quien le odiaba lo suficiente como para cortarle la garganta.
– Incluido todo lo que pueda usted decirnos y que resulte aunque sea remotamente relevante.
Lampart hizo una pausa como para reunir y ordenar sus pensamientos. Era del todo necesario. Los dos sabian que sus pensamientos habian sido ordenados mucho tiempo antes. Finalmente, dijo:
– No creo que pueda servirle de gran ayuda. Nada de lo que yo sepa o pueda suponer acerca de Paul Berowne tiene la menor relacion con su muerte. Si me pregunta sobre sus enemigos, supongo que debia de tenerlos, enemigos politicos. Pero yo supondria que Paul tenia menos que la mayor parte de los miembros del gobierno, y, por otra parte, no son estos enemigos personas capaces de pensar en el asesinato. La idea de que esto pudiera ser un crimen politico es absurda. A no ser, desde luego… -hizo una nueva pausa y Dalgliesh espero-, a no ser que alguien de la extrema izquierda le tuviera una animosidad personal. Sin embargo, esto parece improbable. Mas que improbable, ridiculo. Sarah, su hija, era muy contraria a sus ideas politicas, pero nada me permite suponer que la gente con la que ella se mezcla, ni siquiera su amiguito marxista, sean capaces de utilizar una navaja como arma.
– ?A que gente se refiere?
– Bueno, un pequeno grupo revolucionario de la extrema izquierda. No creo que los laboristas quieran tenerlos a su lado. Yo hubiera creido que usted lo sabia ya. ?Acaso no es mision de la Seccion Especial seguirle los pasos a esa gente?
Su mirada era franca y levemente inquisitiva, pero Dalgliesh capto la nota de desprecio y disgusto que habia en aquella voz cuidadosa, y se pregunto si Kate la habia oido tambien. Pregunto:
– ?Quien es el amigo?
– Verdaderamente, comandante, no es que lo este acusando. Yo no acuso a nadie. -Dalgliesh no hablo. Se pregunto que periodo de silencio Lampart juzgaria convincente antes de facilitar la informacion. Tras una pausa, dijo-: Es Ivor Garrod. El abanderado de todas las causas de moda. Yo solo lo he visto una vez. Sarah lo llevo a cenar a Campden Hill Square, hara unos cinco meses, principalmente, creo yo, para enojar a su padre. Fue una cena que prefiero olvidar. A juzgar por lo que hablo alli, la violencia que el propugna alcanza una escala mucho mas grandiosa que simplemente cortarle el cuello a un ex ministro conservador.
Dalgliesh pregunto con calma:
– ?Cuando vio usted por ultima vez a sir Paul Berowne?
El cambio en el interrogatorio casi desconcerto a Lampart, pero este respondio con perfecto aplomo:
– Hace unas seis semanas. No eramos tan amigos como lo habiamos sido antes. En realidad, yo me proponia telefonearle hoy y preguntarle si podia cenar conmigo esta noche o manana, a no ser, desde luego, que su conversion religiosa hubiera anulado su aficion a la buena comida y a los vinos de marca.
– ?Por que queria usted verlo?
– Queria preguntarle que pensaba hacer con respecto a su esposa. Usted ya sabe, desde luego, que recientemente habia abandonado su escano asi como su cargo ministerial, y es probable que usted sepa mejor que yo sus razones. Al parecer, se proponia situarse al margen de la vida publica. Yo queria saber si esto incluia situarse tambien al margen de su matrimonio. Estaba la cuestion de la provision financiera para lady Berowne, para Barbara. Ella es prima mia. La conozco desde la infancia. Me intereso por ella.
– ?Hasta donde llega este interes?
Lampart miro a un lado por encima de su hombro, para observar a la mujer rubia y su enfermera, que todavia seguian dando pacientemente su paseo circular sobre el cesped. Por un momento parecio como si transfiriese todo su interes a ellas, pero despues se rehizo, de modo tal vez demasiado obvio, y se volvio de nuevo hacia Dalgliesh.
– Lo siento. ?Hasta donde llega mi interes? No quiero casarme con ella, si esto es lo que usted infiere, pero me preocupo por ella. Durante los ultimos tres anos, he sido su amante ademas de su primo. Supongo que a eso se le puede considerar un interes considerable.
– ?Sabia su marido que usted y ella eran amantes?
– No tengo la menor idea. Generalmente, los maridos se enteran de estas cosas. Paul y yo no nos veiamos tanto como para crear con ello una situacion embarazosa. Somos los dos hombres ocupados, y ahora con muy poco en comun. Excepto Barbara, desde luego. Por otra parte, dificilmente podia el hacer objeciones, en el sentido moral. El tenia una querida, como sin duda ustedes han descubierto ya. ?O acaso no han hurgado todavia en esa parte escabrosa?
Dalgliesh repuso:
– Me interesa saber como hurgo usted en ella.
– Barbara me lo conto. Ella lo suponia, o, mejor dicho, lo sabia. Hace unos dieciocho meses utilizo los servicios de un detective privado y le hizo seguir. Para ser mas preciso, ella me hablo de sus sospechas y yo busque un hombre adecuadamente discreto para que le prestara ese servicio. No creo que eso la molestara particularmente, esa infidelidad. Se trataba tan solo de que deseaba saberlo. No creo que viera en esa mujer una seria rival. En realidad, sospecho que mas bien la complacia. La divertia y le daba algo con lo que enfrentarse a Paul si resultaba necesario. Y, desde luego, la libraba de la desagradable necesidad de dormir con el, al menos sobre una base inconvenientemente regular. No obstante, ella no cerraba su puerta. A Barbara le agradaba comprobar de vez en cuando que el todavia se sentia adecuadamente subyugado.
Era, penso Dalgliesh, mostrarse notablemente franco, innecesariamente incluso. Se pregunto si aquella disposicion aparentemente ingenua a confiar sus mas intimas emociones, asi como las de otras personas, procedia de un exceso de confianza en si mismo, de su arrogancia y vanidad, o si habia en ello algun motivo mas siniestro. Lampart no seria el primer asesino en suponer que si se le cuentan a la policia detalles que esta no tiene un derecho particular a preguntar, la policia se muestra menos inclinada a sospechar otros secretos mas peligrosos. Pregunto:
– ?Y el se mostraba adecuadamente subyugado?
– Supongo que si. Es una lastima que no este aqui para preguntarselo.
Con un movimiento rapido y sorprendentemente desmanado, se levanto y se dirigio hacia la ventana, como si el cuerpo le pidiera movimiento. Dalgliesh se volvio en su sillon y le observo. De pronto, el otro se dirigio a la mesa, descolgo el telefono y marco un numero. Dijo:
– Hermana, creo que la senora Steiner ha hecho ya suficiente ejercicio al aire libre. Esta manana hace demasiado fresco para pasear lentamente. Digale que yo volvere a verla -consulto su reloj- dentro de unos quince minutos. Muchas gracias. -Colgo el telefono, volvio a su sillon y dijo casi asperamente-: Vayamos al grano. Supongo que lo que desea de mi es una especie de declaracion. Donde estaba yo, que estaba haciendo, con quien estaba cuando Paul murio… Si fue un asesinato, no soy tan ingenuo como para enganarme pensando que no puedo ser sospechoso.
– No se trata de sospechas. Hemos de hacer esas preguntas a todos los que tuvieran una estrecha relacion con sir Paul.