Ackroyd dijo:

– Empezo por telefonear a la casa de Campden Hill Square y preguntar por Diana Travers. Contesto una mujer, que no era lady Berowne ni lady Ursula. Se trataba de una sirviente o una asistenta; Winifred dijo que no le habia sonado a secretaria, ya que no mostro la suficiente autoridad ni tenia un tono de voz competente. Por otra parte, Berowne nunca tuvo una secretaria en su casa. Era, probablemente, el ama de llaves. Cuando oyo la pregunta, guardo silencio y se le escapo una especie de resuello. Despues dijo: «La senorita Travers no esta aqui, se marcho». Winifred pregunto si tenian una direccion y ella contesto negativamente y colgo el telefono con cierta brusquedad. No fue una reaccion bien montada. Si querian ocultar el hecho de que la Travers habia trabajado alli, hubieran tenido que adiestrar a esa mujer con mas eficiencia. En la encuesta no se menciono el hecho de que la joven habia trabajado para Berowne, y nadie mas parece estar relacionado con el hecho. Sin embargo, parecia que nuestro anonimo estaba en lo cierto, al menos en uno de sus datos. No cabia duda de que a la Travers se la conocia en Campden Hill Square.

Dalgliesh pregunto:

– ?Y despues?

– Winifred fue al Black Swan. Debo admitir que el pretexto que empleo no era particularmente convincente. Les dijo que estabamos pensando en escribir un articulo sobre personas ahogadas en el Tamesis. Podiamos confiar en que nadie hubiera oido hablar de la Paternoster Review, de modo que la incongruencia esencial de la consulta no podia ser demasiado aparente. Aun asi, todos se mostraron curiosamente cautelosos. El propietario -no recuerdo su nombre, creo que era un frances- no estaba alli cuando Winifred llego, pero las personas con las que hablo habian sido bien adiestradas. Despues de todo, a ningun propietario de restaurante le gusta que se produzca una muerte en el local. En plena vida nos acecha la muerte, pero cabe esperar que no lo haga en plena cena. Meter unas infortunadas langostas vivas en agua hirviendo es una cosa -a proposito, ?como puede creer la gente que ellas no lo notan?-, pero un cliente ahogado en el local es otra cosa muy diferente. No es que el Tamesis pueda considerarse exactamente como su local, pero esta es la teoria general. Demasiado cerca para resultar comodo. A partir del momento en que uno del grupo que ceno con ella llego chorreando para decir que la chica estaba muerta, el propietario y su personal adoptaron posiciones defensivas, y debo reconocer que, al parecer, lo hicieron con una habilidad considerable.

Dalgliesh no dijo que el ya habia estudiado los informes de la policia local. Pregunto:

– ?Que ocurrio, exactamente? ?Pudo averiguarlo Winifred?

– La chica, Diana Travers, llego con un grupo de cinco amigos. Creo que eran, en su mayoria, gente del teatro, o al menos que intentaban serlo. Ninguno de ellos era conocido en este aspecto. Despues de cenar armaron un poco de barullo y se dirigieron a la orilla del rio, donde se armo cierto jaleo entre ellos. No es cosa que se aliente demasiado en el Black Swan; se tolera, sin duda, cuando se trata de un joven vizconde con buenas relaciones, pero los componentes de aquel grupo no eran ni lo bastante ricos, ni lo bastante aristocraticos, ni lo bastante famosos para permitirse esa conducta. El propietario se estaba preguntando si debia enviar a alguien para hacerles una advertencia, cuando el grupo se traslado mas arriba y se encontro mas o menos fuera del alcance del oido.

Dalgliesh apunto:

– Supongo que para entonces habrian pagado ya la cuenta…

– Si, desde luego, todo estaba pagado.

– ?Quien pago?

– Bien, esto tal vez te sorprenda. Pago Dominic Swayne, el hermano de Barbara Berowne. Era su fiesta. El reservo la mesa y el pago.

Dalgliesh dijo:

– Ese joven debia de llevar la cartera bien repleta si pudo pagar una cuenta de seis cenas en el Black Swan. ?Por que no formaba parte del grupo que celebraba el cumpleanos de su hermana?

– Winifred juzgo que no seria practico hacer esa pregunta. Sin embargo, se le ocurrio pensar que tal vez el hubiera organizado su fiesta la misma noche para molestar a su hermana o, desde luego, a los que la acompanaban.

Esto tambien se le habia ocurrido a Dalgliesh. Recordo el informe policial. El grupo lo constituian seis personas: Diana Travers, Dominic Swayne, dos chicas estudiantes de teatro y cuyos nombres no recordaba, Anthony Baldwin, disenador de escenarios y Liza Galloway, que seguia un curso de administracion teatral en el City College. Ninguno tenia antecedentes policiales, y de haberlos tenido ello hubiera ocasionado cierta sorpresa. Ninguno habia sido investigado por la policia de Thames Valley, y tampoco esto resultaba sorprendente. No habia habido nada sospechoso, al menos superficialmente, en la muerte de Travers. Se habia sumergido desnuda en el Tamesis y se habia ahogado con una eficiencia poco espectacular, en cuatro metros de agua infestada por los juncos, en una calida noche estival.

Ackroyd prosiguio su relato:

– Al parecer, el grupo tuvo el buen gusto, desde el punto de vista de los del restaurante, de no entrar un cadaver envuelto en hierbajos directamente a traves de las puertas cristaleras del comedor. Afortunadamente, la puerta lateral que conduce a las cocinas era la mas cercana. Las chicas entraron, anunciando a gritos que una de su grupo se habia ahogado, mientras Baldwin, que aparentemente se comporto con mas sentido comun que los demas, trataba de administrar a la joven el «beso de la vida», aunque no con gran eficiencia. El chef salio para sustituirlo, con mas experiencia, y estuvo trabajando en ella hasta que llego la ambulancia. Para entonces, la chica estaba muerta del todo. Probablemente, lo habia estado desde el momento en que la sacaron del agua. Pero tu ya estas enterado de todo esto. No iras a decirme que no has estudiado el informe de la encuesta efectuada, ?verdad?

– ?Pregunto Winifred si Paul Berowne habia estado alli aquella noche? -inquirio Dalgliesh.

– Si, lo pregunto, con todo el tacto de que fue capaz. Al parecer, se le esperaba. Tenia algun asunto que le impedia unirse al grupo para la cena, pero dijo que intentaria llegar a tiempo para tomar el cafe con ellos. Poco antes de las diez, llamo por telefono para decir que le habian entretenido y que no le era posible llegar. El detalle interesante es que estuvo alli…, al menos su coche.

– ?Como descubrio eso Winifred?

– Bien, debo decir que gracias a su astucia y sobre todo a la buena suerte. ?Supongo que conoces el aparcamiento de coches junto al Black Swan?

Dalgliesh contesto:

– No, nunca he estado alli. Es un placer que todavia me reservo. Explicamelo.

– Pues bien, al propietario le desagrada el ruido de los coches al llegar y al partir, y no le culpo por ello, de modo que el aparcamiento esta a unos cincuenta metros del restaurante y rodeado por un alto seto de hayas. No tienen un encargado del aparcamiento, pues es de suponer que resultaria demasiado caro. Los clientes han de caminar esos cincuenta metros y, si llueve, dejan primero a sus invitados ante la puerta, por lo tanto, ese aparcamiento queda aislado y es mas o menos privado. Sin embargo, el portero le echa un vistazo de vez en cuando, y se le ocurrio a Winifred que dificilmente pudo Berowne haber dejado su coche alli si en realidad telefoneaba para decir que no podia llegar a tiempo. Despues de todo, a cualquiera de aquel grupo se le podia haber ocurrido marcharse poco despues, y entonces habria reconocido el coche. Por lo tanto, ella investigo un poco mas en los alrededores. Hay una especie de zona libre poco antes de llegar a la A3, frente a una pequena granja situada a poca distancia de la carretera. Pregunto alli.

– ?Con que pretexto? -quiso saber Dalgliesh.

– Bueno, dijo tan solo que estaba realizando una investigacion privada para encontrar un coche robado. La gente siempre contesta a todo, mientras se le hagan las preguntas con suficiente aplomo… Deberias saber esto, mi querido Adam.

– Y tuvo suerte -dijo Dalgliesh.

– Ya lo creo. Un chico de unos catorce anos estaba haciendo sus deberes de la escuela en su dormitorio, cuya ventana se encuentra en la fachada del edificio, y vio un Rover negro aparcado. Por ser chico, naturalmente se sintio interesado. Se mostro muy seguro acerca de la marca. Estuvo alli desde las diez, aproximadamente, y seguia alli cuando el se acosto.

– ?Tomo el numero de la matricula?

– No, esto le hubiera obligado a salir de casa, desde luego, y no se sentia tan intrigado como para tomarse esa molestia. Lo que le intereso fue el hecho de que hubiera solo un hombre en el coche. Lo aparco, lo cerro y se

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