como un regreso a la primera infancia, con el olor del humus, la aspera corteza del arbol junto a su espalda, los susurros de pajaros y ardillas entre las matas, la blandura de aquella tierra, capaz de lograr que la muerte resultara tan natural y amable como quedarse dormida. Durante un extraordinario momento, le parecio haber entrado en aquella muerte, formo misteriosamente una sola persona con aquella muchacha solitaria y moribunda bajo aquel arbol lejano. Se estremecio. El momento de empatia paso con rapidez, pero su fuerza la asombro e incluso la trastorno levemente. Habia visto suficientes suicidios en sus primeros cinco anos en la policia como para haber aprendido a mostrar desapego, y para ella esta nunca habia sido una leccion dificil. Siempre habia podido mantener a distancia la emocion, pensar: «Esto es un cadaver», y no: «Esto era una mujer viva». Por consiguiente, ?por que una muerte imaginada podia resultar mas desconcertante que un cadaver a la vista? «Tal vez -penso-, pueda permitirme cierta implicacion, un poco de compasion». No obstante, era extrano que esto hubiera de comenzar ahora. ?Que habia, se pregunto, en el caso Berowne que le diera la impresion de cambiar incluso su percepcion sobre su tarea? Volvio de nuevo los ojos al camino y oyo la voz de Carole Washburn.

– Cuando Paul se entero de que ella habia desaparecido, cuando llamaron desde la clinica para preguntar si en Campden Hill Square alguien la habia visto o sabia donde estaba, sospecho que podia estar aqui. Antes de ser ministro y de que su servicio de seguridad le siguiera por doquier, solia dirigirse a su trabajo atravesando a pie el parque. Cruzaba Kensington Church Street, entraba en Hyde Park y despues se adentraba en Green Park, en Hyde Park Corner, caminando casi todo el trecho hasta la Camara sobre el cesped y bajo los arboles. Por lo tanto, era natural venir aqui y mirar… Quiero decir que no tuvo que apartarse mucho de su camino. No se sometia a ningun esfuerzo excesivo.

La subita amargura en su voz resultaba extrana, pero Kate siguio sin pronunciar palabra. Se metio la mano en el bolsillo de la chaqueta, saco la bolsa de migas y las deposito en la palma de su mano. Un gorrion docil como solo pueden serlo los gorriones de Londres, salto sobre sus dedos con un delicado roce de garras. Su cabeza se inclino, Kate noto el leve pinchazo del pico y despues el pajaro desaparecio.

Dijo:

– Debia de conocer muy bien a Theresa Nolan.

– Es posible. Ella solia hablar con el durante las noches, cuando lady Ursula dormia; le hablaba de si misma, de su familia. Se mostraba propicio a que le hablaran las mujeres, algunas mujeres.

Las dos guardaron un momento de silencio. Pero habia una pregunta que Kate tenia que formular. Dijo:

– El hijo que Theresa Nolan esperaba… ?no pudo haber sido de el?

Con gran alivio por su parte, la pregunta fue admitida con calma, casi como si fuese esperada. La joven contesto:

– En otros momentos hubiera dicho que no, y hubiera tenido una certeza absoluta. Ahora ya no tengo certeza de nada. Habia cosas que el no me contaba, y yo siempre lo supe. Ahora lo se todavia mejor. Sin embargo, creo que eso me lo hubiera dicho. No era hijo suyo. Sin embargo, se culpo a si mismo por lo que le ocurrio a ella. Se sintio responsable.

– ?Por que?

– Ella trato de verle el dia antes de matarse. Fue a su despacho, en el Ministerio. Fue una falta de tacto -una de aquellas cosas que solo una persona inocente puede hacer- y no pudo haber elegido peor momento. El estaba a punto de tomar parte en una reunion importante. Pudo haberle dedicado cinco minutos, pero esto no hubiera sido conveniente y tampoco hubiera sido prudente. Cuando el joven secretario de su oficina particular le comunico que una senorita llamada Theresa Nolan estaba en el vestibulo y pedia verle con urgencia, el dijo que se trataba probablemente de una de sus votantes e indico que se le pidieran sus senas, pues el se pondria en contacto con ella. Ella se marcho sin decir palabra. Nunca mas volvio a saber de ella en vida. Creo que, de haber tenido tiempo, el se hubiera puesto en contacto con Theresa. Pero no tuvo ese tiempo. Al dia siguiente, ella ya habia muerto.

Era interesante, penso Kate, que esta informacion no hubiera salido a relucir cuando Dalgliesh interrogo a los funcionarios que dependian de sir Paul. Aquellos hombres cuidadosos, por su preparacion y por propio instinto, protegieron a su ministro. ?Extendieron tambien esta proteccion mas alla de la muerte? Hablaron de la rapidez y la habilidad de Paul Berowne para dominar una situacion complicada, pero no se habia hecho ninguna mencion a la visita de una joven inoportuna. Pero tal vez esto no resultara sorprendente. El funcionario que habia pasado el mensaje era en cierto modo un principiante. Era un ejemplo mas de prescindir de interrogar al hombre que en realidad poseia la informacion interesante. Pero, aunque se le hubiera interrogado, tal vez el no hubiese juzgado importante el hecho, a no ser que hubiera leido el informe sobre la investigacion judicial y reconocido a la joven. Y tal vez ni siquiera en este caso lo habria mencionado.

Carole Washburn seguia contemplando el bosque, con las manos hundidas en los bolsillos de su chaqueta y los hombros encogidos como si de aquella marana de vegetacion llegara el primer viento frio del invierno. Dijo:

– Estaba apoyada en el tronco…, aquel tronco. Apenas puede verse ahora, y en pleno verano es invisible. Pudo haber permanecido aqui dias enteros.

No por mucho tiempo, penso Kate. El olor pronto hubiera alertado a los guardianes del parque. Holland Park podia ser un pequeno paraiso en medio de la ciudad, pero no era diferente de cualquier otro Eden. Habia todavia predadores de cuatro patas merodeando entre las matas, y predadores de dos patas que caminaban por los senderos. La muerte seguia siendo la muerte. Los cadaveres todavia hedian cuando se pudrian. Miro a su companera. Carole Washburn seguia contemplando el bosque con una dolorosa intensidad, como si conjurase aquella figura caida al pie del alamo. Entonces dijo:

– Paul explico la verdad sobre lo sucedido, pero no toda la verdad, Habia dos cartas en el bolsillo de la chaqueta de ella, una dirigida a sus abuelos para pedirles perdon, la que se leyo en la encuesta judicial. Pero habia otra, marcada como confidencial y dirigida a Paul. Esto es lo que he venido a contarle a usted.

– ?Usted la vio? ?Se la enseno el?

Kate trataba de impedir que se notara avidez en su voz. ?Seria esto, por fin, una prueba fisica?, penso.

– No. La trajo a mi apartamento pero no me la dio para que la leyese. El me dijo lo que contenia. Al parecer, mientras Theresa trabajaba como enfermera en Pembroke Lodge, la pasaron al servicio nocturno. A una de las pacientes su esposo le habia llevado unas botellas de champana y estaban dando una fiesta. Algo propio de aquel lugar. La mujer estaba un poco achispada. Hablaba sin parar sobre su bebe, un hijo despues de tres ninas, y dijo: «Gracias al querido Stephen». Despues, explico que si las pacientes querian un bebe de un sexo determinado, Lampart hacia una amniocentesis temprana y abortaba el feto indeseado. Las mujeres que odiaban los partos y no estaban dispuestas a pasar por ellos solo para tener un hijo del sexo no deseado, sabian donde acudir.

Kate dijo:

– Pero asumia…, asume un riesgo terrible.

– En realidad, no. No si nunca hay nada sobre papel, ni se habla nunca de nada especifico. Paul se preguntaba si algunos de los informes patologicos eran falsificados para mostrar una anormalidad en el feto. La mayor parte de su trabajo de laboratorio se efectua en la misma clinica. Despues, Theresa trato de obtener alguna prueba, pero no era facil. Cuando interrogo a la paciente al dia siguiente, ella se echo a reir y dijo que estaba bromeando. Pero Theresa se sintio aterrorizada. Aquella misma tarde se despidio.

Por consiguiente, esta era la explicacion de aquellas misteriosas anotaciones que Dalgliesh habia encontrado en el misal de Theresa. Ella trataba de reunir pruebas sobre el sexo de los hijos anteriores de las pacientes. Kate pregunto:

– ?Hablo Theresa con alguien en Pembroke Lodge?

– No se atrevio. Sabia que alguien habia atacado en cierta ocasion a Lampart, y que este lo habia arruinado con una querella por difamacion. Era…, es un hombre notoriamente propenso al litigio ante los tribunales. ?Que podia esperar hacer ella, una joven enfermera, pobre, sin amigos poderosos, contra un hombre de este estilo? ?Quien iba a creerla? Y entonces descubrio que estaba embarazada y que tenia sus propios problemas en los que pensar. ?Como podia ella hablar contra lo que consideraba como el pecado de el, cuando ella misma estaba a punto de cometer pecado mortal? Pero cuando ya se preparaba para morir, creyo que habia de hacer algo, poner punto final a aquello. Penso en Paul. Este no era un ser debil, no tenia nada que temer. Era un ministro, un hombre poderoso. El se ocuparia de que aquello cesara.

– ?Y lo hizo?

– ?Como iba a hacerlo? Ella no tenia la menor idea del tipo de carga que colocaba sobre sus hombros. Como he dicho, era una inocente. Siempre son estas las que causan mas dano. Lampart es el amante de su esposa. Si

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