– Me parece dificil.
– ?Por que?
– Alphonse, no te olvides de que aun estoy casada. Ya he presentado los papeles para el divorcio, pero creo que no sea una mujer libre hasta el verano.
Afonso suspiro, resignado.
– Entonces sera en el verano. El problema es que la Iglesia no acepta divorcios…
– No seas
– ?Como? ?Que no te has casado por la Iglesia?
– Con Serge me case por la Iglesia, pero el murio. Con Jacques, que es ateo, me case en el Registro de Armentieres. Por tanto, para la Iglesia ni siquiera estoy casada, soy viuda.
– Pero eso resuelve todo -exclamo Afonso con entusiasmo-. Siendo asi, nos casamos por la Iglesia,
– No, ahi no, es demasiado vulgar. Siempre he sonado con una boda grandiosa. ?Por que no en la catedral de Amiens?
– En la catedral de…
– La catedral de Amiens es la mayor de Francia, es magnifica.
– Muy bien, sera en la catedral de Amiens -asintio-. La pena es que mi familia no pueda asistir.
Se quedaron un rato abrazados, en silencio. De repente, Afonso cogio la vela que estaba en la mesilla de noche, se levanto, fue a sentarse a la mesa, desnudo, se cubrio con una manta y acerco la pluma, el tintero y papel de carta.
– ?Que estas haciendo? -pregunto ella, apoyada sobre el codo, en la cama, sorprendida al verlo escribiendo a aquella hora.
– Voy a escribir una carta -se limito a decir.
Agnes se quedo observandolo: su hombre, inclinado sobre la hoja de papel, dejaba asomar la lengua entre los labios mientras trazaba las letras, releyendo bajito lo que habia escrito en aquel idioma desconocido, y de vez en cuando mojaba la punta de la pluma en el tintero y volvia a escribir. Finalmente doblo la hoja, la metio en el sobre, paso la lengua humeda por la cola, cerro el sobre y se lo entrego. La francesa analizo el sobre, sorprendida.
– ?Me has escrito a mi? -pregunto sin comprender.
– No, le he escrito a mi madre.
– Pero ?que quieres que yo haga con esta carta? ?Quieres que la lleve al correo?
– No, no, esa seria una mala senal -le dijo-. Solo debes mandar esa carta si me ocurre algo, ?has entendido?
La francesa lo miro con alarma y ansiedad.
– ?Si te ocurre algo?
– No te preocupes, es una mera medida de precaucion. Estamos en guerra, yo ando por las trincheras, en principio no ocurre nada porque me ocupo de los papeles, no de combatir, pero nunca se sabe, ?no? De modo que, si me ocurre algo, lo que no creo que llegue a pasar, pero, si pasa, tienes ahi el contacto de mi madre con todas mis explicaciones.
– ?Que explicaciones?
– Las cosas normales en tales circunstancias. Quien eres tu, que te amo, que quiero casarme contigo, que tienes a mi hijo en tu vientre, que debe darte todo el apoyo que necesites, que todos mis bienes, pocos, quedan para ti… Todo.
Agnes volvio a mirar la carta, perpleja.
– ?Y a que se debe que te hayas acordado ahora de eso, a esta hora?
El la abrazo.
– Que se yo, me acorde, listo. -Le dio un beso-. Pero no te preocupes,
Despues de que Agnes se durmio, el capitan se mantuvo unas cuantas horas despierto, reviendo los acontecimientos de la madrugada, segundo a segundo, imagen por imagen, emocion tras emocion. Se sentia exhausto, pero, cuando se fue a acostar, tardo en dormirse, era la conciencia la que lo oprimia, la imagen del aleman con las visceras fuera, la voz una suplica de moribundo retumbando en su memoria.
Tuvo varias pesadillas durante la noche, llego a despertarse sudando y Agnes le susurro, intentando calmarlo:
Fuera lloviznaba, pero la gorra protegia la cabeza del oficial. Dio de comer y de beber al caballo, que seguia atado al arbol, y continuo a pie por el pueblo. El tronar de la artilleria se revelaba ese dia particularmente intenso, y Afonso agradecio a los cielos el no encontrarse de guardia en las trincheras. Vago por las calles de Bethune y fue a un
– Psst, Mascarenhas -llamo-. ?Eh, Mascarenhas! ?Mascarenhas!
Su amigo tramontano de la Escuela del Ejercito, el hincha incondicional del Sporting que era segundo comandante de la Infanteria 13, se acerco a saludarlo.
– ?Benditos los ojos, Afonso! ?Tu por aqui?
– Aqui estamos. Sientate, hombre.
El mayor Mascarenhas se acomodo en la silla de enfrente, la claridad de la luz del dia entraba por la ventana y le iluminaba el lado derecho del rostro.
– ?Que andas haciendo por aqui? -pregunto el recien llegado-. ?Has desertado o que? Que yo sepa, el 8 esta en las lineas y aquello esta hoy casi ardiendo.
– Pues mira, yo estoy con licencia, gracias a Dios.
– ?Ah, si? ?A quien has tenido que sobornar, granuja?
– No me digas nada, hombre. Participe en la madrugada de ayer en un
– ?Que? ?El
– Si, pues.
– Pero ?que estabas haciendo en el
– Es muy complicado, Mascarenhas, muy complicado. Cosas de politica dentro del CEP. Era una operacion de la 1a Division, pero el personal de la 2a tambien quiso poner su parte y quien sirvio de carne de canon ha sido este menda.
– Vaya, caramba. -Mascarenhas se rio-. No me digas. Cuenta como fue aquello.
– Mas o menos.
– ?Mas o menos? Se habla de un gran exito, de todos los objetivos alcanzados y de una sarta de cruces de guerra y promociones en camino…