objetivo.

Matias se agitaba en la trinchera, preocupado porque no lograba ver la Tierra de Nadie. Se oian disparos de ametralladora y fusiles, pero nada se podia observar, eran solo sonidos que venian de alguna parte. El problema no era unicamente aquella neblina densa que empanaba su vision, tambien lo era la posicion en la que el peloton se encontraba. La Burlington Arcade podia incluso ser mas segura que la primera linea durante un bombardeo pesado, pero, debido a su trazado perpendicular, no constituia sin duda el mejor sitio para observar un eventual avance de la infanteria enemiga. No era casual, ademas, que no se hubiera concebido la Burlington como una trinchera de combate, sino solo de comunicacion.

– Mi sargento -llamo hacia atras.

Ya no habia necesidad de gritar, las granadas seguian estallando por alli, pero sin la intensidad de las tres primeras horas.

– ?Que, Matias?

– La infanteria boche debe de estar a punto de avanzar en cualquier momento, si es que no ha avanzado ya - indico el cabo-. En esta trinchera no podemos distinguirlos. Oimos los tiros, pero no vemos nada. Tenemos que marcharnos.

– ?Y adonde quieres ir, Matias? -se sorprendio el sargento Rosa-. ?No ves que la primera linea ha quedado inutilizada? Ademas, ya ni siquiera hay primera linea.

– Lo se, mi sargento. Lo mejor es que vayamos a la linea B.

– El capitan Brandao ha ordenado resistir hasta el final.

– Si, mi sargento -asintio Matias-, pero aqui no resistimos nada. Si los boches aparecen, desde el punto que ocupamos solo llegaremos a verlos cuando se nos vengan encima. Ademas, como la artilleria boche ya ha reducido su accion en esta zona, es muy posible incluso que esten intentando rodearnos, para pillarnos por detras. Por eso tenemos que ir a la linea B. Alli resistiremos mejor.

– El tiene razon, mi sargento -coincidio Baltazar, tumbado detras de Matias.

Rosa se quedo meditando en el asunto. Alzo la cabeza, miro a un lado y al otro, comprobo que, realmente, no lograba ver lo que ocurria ni a la derecha ni a la izquierda y se volvio hacia el peloton.

– Esta bien -exclamo finalmente-. Vamos alla.

Eran las ocho de la manana cuando el peloton del sargento Rosa abandono su posicion en la Burlington Arcade, junto a la linea del frente, y retrocedio por aquella trinchera de comunicacion rumbo a la linea B. Los hombres avanzaron a paso rapido, siempre agachados, y fueron a desembocar en la Rue Tilleloy, donde se formaba la segunda linea. Siguieron corriendo para atravesar la gran carretera, pero, a mitad de camino, sintieron que proyectiles rasantes cortaban el aire. Se inmovilizaron, sorprendidos, oyeron el matraqueo de una ametralladora a la derecha, se desorientaron; uno de ellos cayo al suelo con un sonido seco, fue alcanzado, Rosa salto hacia delante y se lanzo al arcen, el resto del peloton retrocedio y quedo del otro lado.

– ?Boches! -grito Matias, jadeante, pegado al suelo-. ?Hay boches en la Tilleloy!

Los hombres alzaron la cabeza y observaron al companero que habia caido en plena carretera, alcanzado por la ametralladora enemiga. Era Abel, el muchacho delgaducho y callado que habia venido de Gondizalves. La herida era seria, su situacion parecia desesperada. El Canijo se agarraba el cuello, de donde brotaban, en pavorosos chorros, chisguetes de sangre oscura, las manos tenidas de rojo intentaban parar la hemorragia, el agujero en la garganta emitia horribles ruidos de aire que se esforzaba en entrar y salir. Abel se asfixiaba en silencio, incapaz de proferir, aunque mas no fuese, un gemido, y nadie podia ayudarlo. Vicente se incorporo para saltar a la carretera e ir a socorrer al amigo, la ametralladora abrio fuego y Matias lo atrapo por las piernas y lo tiro al suelo.

– ?Dejame! -se quejo Vicente, intentando soltarse-. ?Dejame que lo ayude!

– ?Quedate quieto, Manitas! -bramo el cabo-. No lo puedes ayudar. Y, si vas alli, te mataran tambien a ti.

Matias era mucho mas fuerte que su companero y lo mantuvo firmemente sujeto entre sus enormes brazos. Vicente se dio cuenta de que no podria desprenderse, estiro la mano izquierda en direccion a Abel, que aun se retorcia en plena Tilleloy, y comenzo a llorar, desesperado, impotente. Ya habia visto morir a otros camaradas, pero este era diferente, formaba parte de su nucleo mas directo de amigos del peloton. El Canijo se retorcia ahora preso de las convulsiones, era evidente que vivia sus ultimos instantes, y todos los hombres, a excepcion de Matias, volvieron la cara a un lado o cerraron los ojos, no querian presenciar la muerte del joven. Solo el cabo vio el estertor final, las piernas temblando en un violento espasmo, los ojos revirados hasta ponerse en blanco, el cuerpo estremecido en una postrera convulsion, un suspiro hondo y tenebroso, la carne inmovil finalmente, la sangre que se estancaba y dejaba de brotar de la garganta.

Los hombres del peloton se quedaron un buen rato callados.

Vicente habia recuperado el control de sus emociones y se mantuvo igualmente silencioso. Pero los hombres sabian que se encontraban en una situacion mucho mas dificil de lo que habian previsto. Matias se preguntaba que hacia una ametralladora alemana en la Rue Tilleloy, en el sector de Fleurbaix, a la izquierda de las lineas portuguesas, una zona que, era de suponer, estaba guarnecida por las tropas britanicas de la 40a Division.

– Mi sargento -dijo.

– ? Que? -respondio la voz del otro lado de la Tilleloy.

– ?No ve a los gringos?

– No.

Matias se quedo pensativo.

– Deben de haberse ido -razono en voz alta frente a Rosa-. Los gringos se fueron y los boches estan entrando por alli. -Hizo una pausa para proseguir su razonamiento-. Esto significa que han comenzado a flanquearnos, mi sargento, estan dando la vuelta para sorprendernos por detras. ?Estamos perdidos!

– Tenemos que retroceder mas -dijo el sargento-. ?Que sugieres?

Matias miro al peloton. Vicente y Baltazar estaban tumbados detras de el, muy quietos. El cabo se arrastro hasta un arbol calcinado, a diez metros de distancia, alzo la cabeza, despacio, y espio por el borde del tronco hacia su derecha. Vio hombres al fondo. Miro con atencion los cascos y confirmo que eran alemanes. Se agacho y se arrastro de nuevo en direccion a sus hombres.

– Los boches estan alli, justo al fondo, vigilando la Tilleloy -dijo en voz lo bastante alta para que Rosa lo oyese-. Vamos a hacer lo siguiente… -Hizo una pausa para retomar el aliento-. Ya los he visto y voy a abrir fuego sobre esos tipos con mi «Luisa». Cuando comiencen las rafagas, vosotros saltais al otro lado -ordeno, hablando ahora con los dos soldados que estaban junto a el-. Despues, vosotros tres disparais y yo salto, ?comprendido?

Los hombres asintieron con la cabeza. Rosa confirmo de viva voz. Matias hizo una sena a sus companeros para que se preparasen, agarro la Lewis con firmeza, respiro hondo, se levanto y abrio fuego. Acto seguido, Vicente y Baltazar se incorporaron y pasaron al otro lado de la carretera. Los alemanes respondieron y el cabo se agacho de inmediato. Aguardo un instante.

– ?Va todo bien?

– Si -confirmo Rosa-. Aguanta un poco, vamos ahora a prepararnos nosotros. En cuanto os de la senal, abrimos fuego y saltas tu. -Hubo un compas de espera para que los tres hombres prepararan las Lee-Enfield. Unos instantes mas y se oyo la voz del sargento-. ?Ahora!

Los tres hombres se incorporaron y dispararon con los fusiles. Al mismo tiempo, Matias se lanzo al otro lado de la Tilleloy y rodo por el arcen, mientras la Maxim alemana volvia a ametrallar la carretera y los repiqueteos de la rafaga levantaban nubes de tierra y barro.

– ?Estas bien? -pregunto Rosa, nuevamente agachado.

– Si, yo…

Un ruido por detras los dejo momentaneamente paralizados. Dirigieron las armas hacia la Picadilly Trench, la trinchera de comunicacion que prolongaba la Burlington Arcade, y se prepararon para apretar los gatillos, pero el azul del uniforme del hombre que vieron asomar desde la linea los hizo suspender los disparos. El recien llegado era portugues.

– ?Que pasa, muchachos? -saludo el desconocido.

Los integrantes del peloton suspiraron.

– Hombre, estuvimos a punto de liquidarte, caray -exclamo el sargento Rosa-. ?Que estas haciendo aqui?

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