Afonso se quedo mudo. Estaba alli porque lo habian mandado. El padre Alvaro respondio en su lugar.

– Don Crisostomo, el muchacho tiene cualidades.

– ?En que sentido?

– Mi proyecto era tenerlo como monaguillo uno o dos anos mas, pero el ha demostrado gran interes y vocacion y no veo la necesidad de mantenerlo alejado del seminario solo porque aun es joven.

El vicerrector miro a Afonso, pensativo.

– ?Por que quieres ser sacerdote?

– No lo se, senor vicerrector -murmuro el muchacho, bajando la cabeza.

– ?No lo sabes?

Afonso vacilo. Se sentia intimidado, estaba habituado a discutir esas cosas solo con el padre Alvaro y el vicerrector lo cohibia. Miro furtivamente al sacerdote y reparo en que el, con un sutil gesto de la cabeza, lo animaba para que hablase. Afonso se lleno de valor, levanto la cabeza y miro al vicerrector con actitud desafiante.

– Quiero descubrir la verdad.

– ?La verdad? ?La verdad de que?

– La verdad de todo. Del mundo, de las cosas, de los hombres, de la vida.

Don Basilio Crisostomo se recosto en la silla y sonrio, complacido.

– Muy bien, has venido al sitio adecuado -exclamo, balanceando afirmativamente la cabeza, en senal de aprobacion, y se volvio hacia el padre Alvaro-. Voy a ordenar que se le hagan cuanto antes los interrogatorios de genere a tu pupilo.

Los servicios de ingreso al seminario comenzaron dias despues con el interrogatorio a Afonso. Le inquirieron sobre su familia, su pasado, sus habitos de vida, el perfil y los intereses del candidato. Los estatutos del seminario, redactados en 1620 y previamente consultados por el padre Alvaro, preveian como condicion que se garantizase que los candidatos eran «christianos viejos enteros, sin raza de judios, moros ni otros infieles», unico requisito que ahora se dejaba de lado, por anacronico. El padre Alvaro sirvio de testigo y su protegido, a pesar de ser considerado tal vez demasiado joven para frecuentar el seminario mayor, acabo siendo aceptado. Habia antecedentes de ninos que entraban en el seminario mayor con doce o trece anos, los propios estatutos establecian que los seminaristas «tendran al menos doce anos», por lo que la inscripcion de aquel muchacho de catorce anos, aunque menos usual, nada tenia de extraordinario.

Afonso entro en el Seminario de los Apostoles San Pedro y San Pablo en el otono de 1904. En todo dominaba el aspecto antiguo, austero y solemne, una impresion adecuada a la historia del seminario. La institucion se remontaba a 1572, cuando, como consecuencia del Concilio de Trento, se abrio el Seminario de San Pedro, que funcionaba en el campo da Vinha, en pleno centro de Braga. Parte de las clases, no obstante, se impartian en un vasto edificio junto a la Porta de Sao Thiago, el colegio de San Pablo, dirigido por los jesuitas. Los jesuitas, sin embargo, fueron expulsados en 1579, y el edificio quedo en manos de monjas, hasta que, en 1881, el seminario se traslado alli y el nombre de San Pablo quedo incorporado en el de la institucion.

El nuevo seminarista fue llevado a su celda, una pequena habitacion de decoracion espartana y con cierto olor a moho. Tenia una cama apoyada en la pared, una mesa con cajones para la ropa, una vela, un candil alimentado con queroseno, un banco, una escoba, una bacinilla, un jabon, una toalla blanca y un cubo con agua. El ventanuco daba a un patio ajardinado, parte de cuya vista la ocupaban las ramas y las hojas de un vigoroso roble adulto, ramas agitadas por el inquieto aletear de los gorriones, el melodico piar de los pajaros llenaba entonces el patio e inundaba la habitacion con deliciosas sonoridades musicales. Coloco la maleta sobre la cama, la abrio y acomodo la ropa en los polvorientos cajones de la mesa. Solo se autorizaba la ropa oscura, de modo que Afonso llevo dos trajes, uno negro y otro gris, que le habia regalado el padre Alvaro. Tenia tambien calcetines negros y calzoncillos cortos y largos, estos ultimos piezas de vestuario que jamas habia usado en Rio Maior, y de los que ahora no prescindia y que acomodo con el resto. En cuanto a los zapatos, solo tenia el par que llevaba puesto, comprado en la zapateria Celestino Vidal, en la Rua do Souto.

La rutina de la vida en el seminario quedo establecida ya desde la manana siguiente. Afonso se desperto con el sonido estridente de una campanilla tocada a cordel y llevada por los corredores. Eran las seis y media de la manana. Temblando de frio, salto de la cama, meo en la bacinilla y se lavo furtivamente las manos y la cara con el agua helada del cubo. Se puso el traje negro, hizo la cama y barrio la celda. A eso de las siete salio al corredor con la bacinilla, fue a echar la orina en la zona de las letrinas, regreso a la celda para guardar la bacinilla y volvio a salir, acompanando a los demas seminaristas en direccion a la capilla, para las oraciones de la manana. El vicerrector oficio la misa siguiendo los pasos normales en cualquier iglesia, es decir, en latin y de espaldas a los fieles. El altar estaba vuelto hacia oriente, como es habitual en las iglesias, y los celebrantes rezaban siempre en direccion a levante, porque se creia que de ahi debia esperarse la salvacion. A fin de cuentas, fue Ezequiel quien escribio que «la gloria del Senor viene del oriente», del sitio donde nace elsol; por ello hacia ese sitio se dirigen las oraciones. La misa duro media hora. Una vez acabada, camino del refectorio, algunos seminaristas conversaban entre susurros por los corredores, lo que dejo a Afonso impresionado. El refectorio era un gran salon con muchas mesas de madera, cuatro sillas por mesa. Los seminaristas se distribuyeron por las mesas y el vicerrector fue a ocupar su lugar. Colocaron en las mesas el pan, la borona y las gachas de maiz. Joao Basilio Crisostomo se levanto y todos lo imitaron.

– Benedic Domine nos, et haec tua dona quae de tua largitate sumus sumpturi, per Christhum Dominum nostrum -proclamo en latin, implorando a Dios la bendicion de los alimentos que estaban en la mesa.

– Jube Domine benedicere -entono un diacono, prosiguiendo el ritual.

– In nomine Patri et Filii et Spiritu Sancti -concluyo el vicerrector, que bendijo a los presentes y los alimentos; despues hizo una sena a los seminaristas para que empezasen a comer.

Tomaron el desayuno en absoluto silencio, Afonso entenderia rapidamente que esa era la regla en todas las refecciones. A las ocho se recogieron a los aposentos, habia llegado la hora de repasar las lecciones. El padre Alvaro le habia advertido de que deberia aprovechar esta pausa para echarle un vistazo al latin, ya que era probable que examinasen sus conocimientos de la lengua romana. A esas alturas el joven ya habia entendido que el latin podia ser una lengua muerta en todo el mundo, pero en aquel seminario estaba tal vez mas viva que el portugues. Se armo de valor y, encerrado en su celda, se puso a recitar declinaciones en voz baja. Media hora mas tarde, la campanilla senalo la llamada al claustro. Afonso fue hacia alli, donde el vicerrector aguardaba a los seminaristas para interrogarlos sobre las asignaturas de estudio. El nuevo estudiante no se libro, ya que el vicerrector queria saber, examinando minuciosamente sus conocimientos de latin, cuanto valia la mas reciente adquisicion del seminario. Presa de la ansiedad y con la voz tremula y sumisa, Afonso titubeo en cada respuesta. Las clases del padre Alvaro eran una buena base, pero el latin que habia aprendido en la parroquia de Sao Vicente se revelo claramente insuficiente para las necesidades curriculares y don Basilio Crisostomo le dejo claro que esperaba que aprendiese mucho mas. Afonso concluyo la sesion del claustro exhausto y herido en su amor propio, imaginando que todos se reian de el.

Las clases comenzaron a las nueve de la manana. Su primera disciplina fue Casuistica, impartida por un maestro gordo y bonachon, en realidad un cura de la diocesis de Braga que iba a dar lecciones al seminario. El primer ano del seminario mayor estaba dominado por los estudios filosoficos, con Filosofia, Casuistica y Retorica a la cabeza, complementados por Gramatica y Latin. Habia tambien un extra a cargo del padre Ettori Fachetti, un napolitano de habla suave que habia ido a Braga a aprender portugues. El padre Fachetti era un poliglota notable y puso su talento al servicio de los seminaristas, ensenando italiano, ingles, frances y aleman a quien lo solicitase. Varios estudiantes se inscribieron en algunas de esas disciplinas, y Afonso, tal vez por el deseo de sentirse aceptado e integrado, siguio ese ejemplo y decidio aprenderlo todo. El segundo y tercer ano de seminario se concentraban sobre todo en Teologia, y los cursos se repartian entre la Historia Eclesiastica, la Teologia Dogmatica, la Teologia Moral, la Teologia Sacramental, el Derecho Canonico, la Liturgia, la Hermeneutica y el Canto, ademas, claro, de las disciplinas de lenguas extranjeras del padre Fachetti y de las inevitables Latin y Gramatica.

Se sirvio el almuerzo a mediodia. Tal como en el desayuno, colocaron inmediatamente la comida en la mesa,

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