a moho, es cierto, pero estaba aseada, y la vida en el seminario revelaba lo que, para los padrones de Carrachana, se podria considerar un ambiente de abundancia y distincion. Afonso reencontro a Americo, que volvio de las vacaciones aun mas gordo, y ambos se hicieron ahora inseparables. Durante el segundo ano, ya no hubo clases de Filosofia y la atencion se centro en las asignaturas teologicas. Afonso se sumergio en el estudio de lo divino hasta el punto de, lleno de piadosa compasion, lamentar la suerte de los que, por circunstancias de la vida que no controlaban, no habian nacido en un ambiente catolico. Si el catolicismo era la verdadera fe, los herejes de los paises del norte estaban condenados a las eternas llamas del Infierno. Todo, medito el joven, porque habian nacido lamentablemente en el lugar errado. No pudo dejar de sentir cierta perplejidad ante el hecho de que los protestantes porfiasen en no ver la verdad. ?No era obvio que, por su grandeza e historia, solo en Roma estaba el camino de la salvacion? ?No resultaba evidente que, por su bondad y majestad, era el Santo Padre el verdadero vicario del Senor? ?Como podrian esos pueblos, en su ceguera y arrogante ambicion, cerrar los ojos a la evidencia? Sin hablar de los judios, que no reconocian el Nuevo Testamento ni la palabra de Jesus, o de los mahometanos, que anadieron falsos profetas a los verdaderos. ?Y que decir de aquellos otros pueblos que no conocian ni el Antiguo Testamento, como los hindues y los budistas? ?Que muro de ignorancia los mantenia cruelmente apartados de la salvacion? Afonso se sentia orgulloso cuando conocio el papel que desempeno la Iglesia portuguesa en la propagacion de la fe en Brasil, en Africa, en la India, en China, en Japon y en las islas Molucas, y le dieron ganas de llegar a ser uno de esos misioneros que se hicieron confidentes del emperador en Pekin o que acompanaron a los bandeirantes [2] en la conversion de los salvajes en Brasil. La India portuguesa estaba catolizada y habia ahora mucho trabajo que hacer en Africa. El joven seminarista comenzo a alimentar el secreto sueno de hacerse misionero y expandir la verdadera fe en lugares remotos de las Guineas, de Angola y de Mozambique, proyectos que solo confio al padre Fachetti y a Americo.

Las clases de Teologia Dogmatica le permitieron penetrar de manera mas satisfactoria en los insondables misterios de Dios y de la vida. Impartia la asignatura el padre Francisco Nunes, un teologo de la Beira, inesperadamente liberal y poco ortodoxo, que habia estudiado Teologia en Roma y habia hecho un posgrado en Filosofia en la Universidad de Heidelberg, en Alemania. Afonso aun no lo sabia, pero, como resultado de su curiosidad natural y de la forma abierta y desprejuiciada con que el maestro abordaba los problemas filosoficos, esas clases le abririan sorprendentes ventanas al mundo. El padre Nunes era un hombre delgado y encorvado, de ojos pequenos, barba rala y habla dulce, con dos caracteristicas dominantes: la primera es que emitia una especie de silbido al hablar, sobre todo al pronunciar las eses; la otra venia de su pasion por el latin, lo que lo llevaba a usar profusamente expresiones proverbiales latinas en la conversacion. Afonso le hizo al maestro las mismas preguntas que le habia formulado antes al padre Alvaro, como el problema del bien y del mal que esta en la base de la moralidad judeocristiana. ?Seria el bien la antitesis del mal o ambos eran dos caras de la misma moneda?

– Es verdad que, a fortiori, lo que es bueno para unos puede ser malo para otros -asintio el padre Francisco Nunes, soltando en un silbido las eses de «es», «unos», «ser» y «otros»-. Si yo te gano una partida de ajedrez, eso es bueno para mi y malo para ti. Dura lex sed lex. Muchas cosas en la vida son tambien asi.

– Pero, si Dios es bueno, ?por que razon existe el mal? Si Dios es omnipotente, ?por que motivo no busco un sistema diferente, un sistema en el que el resultado de la partida de ajedrez fuese bueno para ambos jugadores? -insistio Afonso, ya habituado a las eses silbadas.

– La respuesta a esa pregunta, querido Afonso, la dio hace doscientos anos un filosofo aleman -replico el profesor, que, volviendose hacia la pizarra, escribio con tiza «Gottfried Leibniz»-. Leibniz observo ad litteram que el bien y el mal son inseparables, porque cada uno de ellos no tiene sentido sin el otro -dijo pronunciando «Laibnitsss»-. El bien solo tiene valor si el mal es una opcion, si nos dedicamos a el porque lo deseamos, no porque no tenemos alternativa. Y esa dualidad bien-mal solo es posible porque nos enfrentamos a conceptos relacionados entre si y cuya adopcion resulta de un acto de libre voluntad. De alguna forma podemos definir el bien como un conjunto de reglas y comportamientos que producen buenos resultados para cada persona y para la comunidad en general, y el mal como reglas y comportamientos que presentan resultados negativos para el mismo universo. Esta claro que, a priori, cada sociedad, o religion, puede establecer reglas y comportamientos diferentes y hasta antagonicos. Id est, ocurre a veces que una cosa que es considerada buena por unas culturas es encarada como maligna por otras, y por ello tenemos que guiarnos por la palabra de Dios tal como se ha inmortalizado en las Sagradas Escrituras. Son ellas la alma mater de nuestra moralidad, son ellas nuestra guia para definir el bien y el mal, para que establezcamos cuales son los comportamientos y reglas que deberemos adoptar y cuales los que deberemos rechazar. En el Genesis, la distincion del bien y del mal constituye el tercer paso dado por el hombre, y es precisamente alli donde comienza la definicion de nuestra moralidad.

– ?Y cual es el principal comportamiento o regla que tenemos que adoptar para hacer el bien? -pregunto el alumno.

– El amor -dijo sin vacilar el padre Nunes-. Los judios creian en el principio de que el bien se practicaba cuando amabamos al projimo, y eso esta consagrado en el Antiguo Testamento. El problema es que los judios creian ser el pueblo elegido, que Dios solo los amaba a ellos. Cristo fue mas alla de esta idea, defendiendo que Dios amaba a los judios, claro, pero, magister dixit, tambien amaba a todos los demas pueblos, todos eran hijos de Dios, el amor divino era universal. Por otra parte, ya los griegos sostenian que los hombres son todos hermanos, un concepto que Jesus incorporo en el cristianismo.

Por la noche, acostado en su celda, Afonso cavilaba sobre estas ideas, inquieto, leyendo la Biblia con redoblada atencion. A veces se dirigia a la biblioteca del seminario y, despues de consultar textos de teologia, regresaba a las clases del padre Nunes con nuevas dudas.

– Usted, padre, dijo en la ultima clase que el bien y el mal solo tienen valor porque podemos optar entre ellos -observo el alumno cuando volvio a Teologia Dogmatica-. Sin embargo, estuve leyendo la Epistola a los romanos, de san Pablo, donde senala que todos los hombres son pecadores y que Dios elige a quienes va a conceder su gracia y va a salvar. Dios realizo esa seleccion previamente, antes de que comenzase el tiempo, antes de que crease el mundo.

– ?Y que conclusion sacas de esas palabras, hijo?

– Concluyo que Dios concede su gracia independientemente de los meritos de quienes la reciben. Todos somos pecadores, le corresponde a Dios elegir arbitrariamente quien ha de salvarse. Y, como esta eleccion fue hecha antes de creado el mundo, lo que hagamos es irrelevante, Dios ya ha optado antes incluso de que practiquemos el bien o el mal. Es decir, hagamos lo que hagamos no cuenta para nada, las cosas estan decididas antes incluso de que ocurran.

– Ese es precisamente, ab ovo, un punto de divergencia entre el catolicismo y el protestantismo -comento el padre Nunes, acariciandose su barba rala-. Es posible que, al desarrollar esa idea de la gracia de Dios, san Pablo haya llevado al cristianismo a ambitos a los que Jesus tal vez no hubiese ido. Otros santos discutieron el concepto, insistiendo en el principio fundamental de que una fe que no se consolida en actos no tiene valor. ?Sabes lo que pasa? La Biblia resulta de un conjunto de textos diferentes, que nosotros consideramos como producto de la palabra de Dios, pero la verdad es que fueron redactados por hombres. Eso significa que, hasta cierto punto, esos textos son interpretaciones humanas de la voluntad divina y, como tales, pueden contener a veces contradicciones, incluso algun que otro lapsus calami.

– Pero ?cual es la respuesta para este problema?

– No lo se, tendria que consultarlo con Dios -dijo con una sonrisa el profesor-. Yo diria que tal vez exista una manera de conciliar los dos puntos de vista. Unos seguramente tienen razon cuando sostienen que hay que practicar el bien para merecer un lugar en el Cielo. Pero san Pablo preconiza otra verdad, la de que la bondad de Dios es ilimitada, mirabile dictu, y eso significa que todos pueden ser perdonados, aun los que solo han hecho el mal. Admiro que hay aqui una contradiccion, pero, a falta de mejor respuesta, yo diria que, hic et nunc, los caminos del Senor son insondables.

Afonso no se quedo satisfecho porque el padre Nunes no daba una respuesta clara a su duda, pero entendio que el profesor realmente no la tenia. Eso no le impidio cuestionar algunos aspectos del problema, como venia siendo habitual en el.

– Pero ?como es posible que las cosas esten decididas aun antes de haber ocurrido?

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