seminario para que completase su educacion. La condicion era que debia acabar con su extrano comportamiento en el patio, la unica forma de poner fin al rumor sobre su equilibrio mental: ?donde se ha visto a un seminarista andar a patadas con unas piedras?
Afonso se sintio profundamente triste y apenado cuando el padre Alvaro le explico que habia recibido la carta lacrada y que, finalmente, no seria ordenado. El joven se habia transformado en un catolico moderadamente devoto y, a pesar de los tormentos nocturnos de la carne, ya se habia habituado a la idea de que seria sacerdote. Ahora los suenos de ser misionero en Africa se desvanecian como una nube. Peor que eso, comenzo a perder seguridad en el futuro. Si ya no seria ordenado, ?que haria de su vida? El regreso a Rio Maior le parecia inevitable, pero no encaraba la perspectiva con gran entusiasmo, las breves estancias en Carrachana los tres veranos anteriores lo dejaron con la conviccion de que aquel ya no era su mundo, no estaba alli el futuro, solo el pasado. El problema lo atormento durante algun tiempo, antes de que lo apartase de su mente como si no fuese mas que un malestar pasajero. Lo que fuera a ocurrir ocurriria porque ya estaba predestinado, concluyo por fin, con fatalismo. Se entrego entonces placidamente al destino.
En mayo de 1907 se despidio del padre Fachetti, del padre Nunes, del vicerrector, del padre Alvaro y de la ciudad de Braga y regreso a la casa de su familia. Volvia, no con un sentimiento de derrota, sino de resignacion, si no volvia como sacerdote, se debia a que ese destino no le estaba reservado. Se habia ido cuatro anos antes de Carrachana con una ropa andrajosa sobre su cuerpo, moqueando, lagrimeando y lleno de dudas sobre lo que le esperaba en el Mino. Ahora, a los diecisiete anos, regresaba taciturno, vestido con ropa oscura y limpia y con una corbata al cuello, aun cargado de dudas, algunas de origen metafisico, la mayor parte mucho mas prosaicas. De estas, la mas grande era determinar su verdadero papel en los designios del Senor, es decir, en lo inmediato, que seria de su vida en Rio Maior.
Capitulo 4
– Papa, ?por que te gusta tanto el vino?
Paul Chevallier desvio los ojos de la botella de Chablis y observo asombrado a su hija. El dueno del Chateau du Vin habia bajado a la bodega de la tienda, con una vela en la mano para iluminar el camino. Las paredes estaban cubiertas de botellas y de espesas telas de arana. Agnes esperaba detras de el, en la sombra, moviendo sus deditos, ardiendo de curiosidad, intentando entender aquella extrana pasion de su padre. ?Como podria explicarle Paul los placeres de Baco?
– ?Sabes lo que es tener un dulce aterciopelado que se te desliza por la boca? -pregunto Paul en un tono misterioso.
Agnes meneo la cabeza.
Su padre, con el rostro iluminado por una sonrisa, se acuclillo junto a ella:
– Imagina algo maravilloso. La lluvia penetra en la tierra, las raices absorben el agua, las uvas maduran en zumo, nosotros transformamos el azucar en alcohol, el vino embriaga nuestros sentidos. -Respiro hondo-. Sentimos el aroma, la fruta, la textura, el sabor, el es azafran y es poesia, es el nectar de una flor, las lagrimas de Dios, el trisar de una golondrina, un perfume, una melodia, la curva de una mujer y una brisa de primavera. El vino,
Agnes lo miraba con los ojos desorbitados, vidriosos, nunca habia visto a su padre hablar asi. Asintio con un gesto de la cabeza, en silencio, dando a entender que habia comprendido, pero la verdad es que ahora se habia quedado mas intrigada que nunca. En definitiva, ?por que razon a su padre le gustaba tanto el vino? Aquella misteriosa respuesta en la bodega del Chateau du Vin desperto en ella una curiosidad incontrolable, obsesiva, no capto a fondo las palabras, pero estaba decidida a entenderlas, no comprendio el sentido pero sintio su fuerza, su poder. El padre vivia fascinado por el vino y ella insistia en saber el porque.
Cada vez mas atenta a todo lo que la rodeaba, Agnes se abrio al mundo y comenzo a tener nuevos intereses. La Exposicion Universal de Paris habia representado un inolvidable viaje al futuro y un catalizador de la creciente curiosidad de la muchacha por las cosas de la ciencia. Pero la ciencia mas a mano en su vida en Lille era la de su padre, expuesta diariamente en el Chateau du Vin. Gracias a la influencia paterna, estimulada por el espiritu artistico y cientifico que orientaba todo lo que viera en Paris, se convirtio en el inicio de su adolescencia en una verdadera experta en el arte del vino. Queria entenderlo todo y puso manos a la obra con desconcertante entusiasmo. Le parecia fascinante la delicadeza casi religiosa con que el padre trataba una botella, echaba el liquido en el vaso para liberar el aroma o saboreaba el nectar. Largas horas de observacion y de insistentes preguntas le permitieron acceder al enigmatico mundo de la enologia, la ciencia que dominaria sus inquietudes inmediatas.
A los once anos, el vino ya no encerraba misterios para ella. Sabia que el corcho era el tapon ideal para las botellas de vino debido a su levedad, limpieza, impermeabilidad y elasticidad. La muchacha acompanaba a su padre en los paseos para quitarles la cascara a los alcornoques y producir tapones de corcho que se deslizaban suaves, pero firmes, hasta su posicion en el gollete de las botellas. Lo veia cubrir el tapon con capsulas hechas de hoja de plomo y grabadas en relieve, o sumergiendo el gollete en lacre, a la manera antigua. Lo mas espectacular sucedia cuando su padre, durante cenas en casa con amigos, en que se bebia vino anejo guardado con tapones ya fragiles y quebradizos, se ponia su uniforme de husar y, a la manera de Champagne, desenvainaba el sable frente al gollete, partiendolo de un solo golpe y liberando el vino sin quitar el tapon. Era siempre un momento muy aplaudido, de gran intensidad dramatica, aunque en situaciones rutinarias con vinos nuevos preferia usar el sacacorchos hipodermico, que reventaba el corcho de las botellas.
Agnes sabia que era importante guardar las botellas siempre acostadas, para mantener asi el corcho humedo a traves del contacto permanente con el vino, y en lugares oscuros, para que la luz no lo estropease. Aprendio a decantar los vinos anejos, observando a su padre usar
De la observacion y del olor paso, a los doce anos, a la degustacion del vino. No comprendio de inmediato todo el valor que se le daba a aquella bebida cuando su padre la autorizo por primera vez a saborear el nectar. Le parecio agrio, acido o avinagrado, nada que ver con las palabras misteriosas que el habia usado en la bodega de la tienda para cautivarla, pero con el tiempo fue aprendiendo a distinguir y a apreciar los sabores. Lo primero que le explico es que no habia dos vinos iguales, el paladar de un vino dependia del enologo que lo criaba, de la casta de la uva, del clima y de las caracteristicas del suelo. Despues, aprendio a distinguir un blanco seco Trebbiano, un blanco suave Gewurztraminer, un blanco dulce Sauternes, un Marsannay rose, un Chianti afrutado, un tinto Bordeaux de mucho cuerpo y un tinto oscuro Chateauneuf-du-Pape, ademas de las combinaciones respectivas con carne, pescado, queso y fruta. Por ejemplo, el Chablis combinaba bien con mariscos, el Sancerre con Roquefort, el Medoc con cordero, el Sauternes con
Paul Chevallier trataba con clientes de toda clase. Entre ellos habia algunos que un dia se volverian notables en la ciudad, como es el caso de monsieur De Gaulle, que a veces aparecia en la tienda con su hijo Charles, un muchacho narigudo, alto y desgarbado, un ano mayor que Agnes y que llegaria a ser mas tarde el hijo mas
