regicidas. Ostentaban corbatas rojas para denigrar el luto de los monarquicos. Las revueltas populares estallaron con las elecciones de abril, los teatros se llenaron de versos antimonarquicos, los militares conspiraban a la sordina, se contaban las escopetas: «Este es nuestro. Aquel es de ellos». Afonso aun no era de nadie, solo era, al fin y al cabo, un cadete interesado en el
Julio trajo consigo el turno de examenes. Afonso aprobo todo, menos Topografia, asi que tuvo que volver para el segundo turno, en octubre. El primer turno termino el 31 de julio y el joven solo se quedo unos dias mas para conocer la feria de agosto, un acontecimiento que los cadetes de Lisboa comentaban con tanto entusiasmo anticipado que desperto una gran curiosidad entre los que venian de fuera de la ciudad.
Afonso fue a conocerla el mismo dia de la inauguracion y no quedo decepcionado. Instalada en plena Rotunda, la feria se revelo enseguida como un lugar de gran animacion, habia alli un circo de pulgas amaestradas, demostraciones de audiofono y de los cilindros Edison con musica a pedido, teatros de titeres, juegos de pimpampum para derribar munecas con pelotas de trapo, atracciones como el Metropolitan Scenic Railway y otras igualmente deslumbrantes. Los vendedores ambulantes pregonaban a los cuatro vientos sus productos. «?Bailarinas! ?Bailarinas!», anunciaban los que vendian sardinas; «?Pencudos! ?Pencudos!», [3] respondian los de los chicharros; «?Fijaos que
Afonso regreso finalmente a Rio Maior para disfrutar de los dos meses de vacaciones esperados con ansiedad. Deseaba alejarse del clima conspirativo de la Escuela del Ejercito, de las protestas que llenaban las calles de Lisboa y sobre todo de Gustavo, que no paraba de mofarse de el porque el flamante Sporting Club habia quedado en segundo lugar en el Campeonato, por delante del Sport Lisboa y solo por detras del inevitable Carca- vellos Club. Por otro lado, echaba de menos a Carolina y alimentaba la esperanza de que, con las buenas notas que ahora llevaba a casa, tal vez no le importase a la madre de la muchacha autorizar la reanudacion del noviazgo; al fin y al cabo, el ya era practicamente oficial, sabia esgrima, usaba los Mausers con destreza y los caballos no tenian secretos para el.
Cuando entro en la Casa Pereira para saludar a dona Isilda e intentar ver a Carolina, lo aguardaba una tremenda decepcion. Dona Isilda lo recibio con simpatia y lo felicito por las notas obtenidas, pero, en el momento en que Afonso pregunto por Carolina, la respuesta lo dejo de piedra.
– Carolina esta de novia.
– ? Como?
– Carolina esta de novia, Afonso. Va a casarse en otono.
El muchacho se quedo pasmado mirando a la viuda, palido, intentando digerir aquellas palabras.
– Usted esta bromeando, dona Isilda.
– De ninguna manera. Va a casarse con un ingeniero de la Real Compania de los Ferrocarriles Portugueses, un mozo muy atractivo, de buena familia, gente distinguida de Santarem.
A Afonso la situacion le resulto extraordinaria e inusitada, incluso humillante, y no supo que decir. Se quedo livido, desconcertado, indeciso en cuanto a lo que deberia hacer. Agradecio y salio deprisa de la tienda, buscando con ansia el aire puro de la calle para despejar las ideas. Fuera comenzo a dudar de las palabras de dona Isilda: ?estaria intentando enganarlo? Se quedo meditando sobre el asunto, repitiendo el dialogo en su cabeza, buscando inflexiones reveladoras en la voz de la viuda, no habia duda de que ahi habia gato encerrado. Esa noche no pego ojo, preocupado por la situacion, murmurando frases sueltas: «?Y si fuese verdad? -Dio vueltas en la cama-: No puede ser -unas vueltas mas-: Es un disparate, la vieja esta tomandome el pelo». Las horas se prolongaron y se durmio sin darse cuenta. A la manana siguiente, se instalo muy temprano cerca de la Casa Pereira, vigilando la tienda y el apartamento del primer piso donde vivia la propietaria y su hija. Cuando vio salir a Carolina de la casa, la intercepto y le pidio explicaciones.
– Disculpame, Afonso, pero no puedo hablar contigo -dijo ella con expresion comprometida y los ojos fijos en el suelo.
– Pero dime al menos que ocurre.
– ?Que ocurre? -Lo miro con una expresion de furia resentida-. Lo que ocurre es que me quede casi un ano esperando una carta tuya y no llego ninguna.
– Es que no pude escribirte. Sabes, los estudios…
– ?Que estudios ni que cuernos! No quisiste saber nada conmigo, eso es lo que pasa. Andas por Lisboa hecho un donjuan, seguro que metido con busconas y mujerzuelas, y yo aqui esperandote, sin recibir una palabra tuya, una palabra aunque mas no fuese, nada de nada. He sido una tonta. Pues ya sabes que no me mereces. Ademas, lo que unos desprecian, otros lo desean. Adios.
Habia verdad en estas quejas, Afonso lo sabia en lo mas intimo. Le gustaba Carolina, no cabia duda, pero nunca se habia sentido profundamente enamorado, por lo menos nunca habia sentido por ella aquella pasion arrebatadora que habia descubierto leyendo, durante los ultimos meses, las hermosas novelas de Eca de Queiroz y de Machado de Assis, las pasiones tragicas de Amaro y Amelina, de Bentino y Capitu. Aun asi, el sentimiento de rechazo lo hizo sufrir. Ahora mas que nunca deseaba a Carolina, ansiaba su presencia, y se sorprendio con este sentimiento, con esta perdida, con este deseo. Cuando ella era suya, eso le agradaba pero no le daba gran importancia, encaraba la situacion como una circunstancia de la vida, una cosa natural. Ahora que no la podia tener, sin embargo, ella se revelaba extraordinariamente importante. A Afonso le parecio curiosa esa contradiccion y se dedico a analizar sus sentimientos, comparando la situacion con el pecado original acerca del cual habia leido en la Biblia, la historia de Adan, que se sintio interesado por el fruto porque estaba prohibido. Habia mucha verdad en ese raciocinio, considero, pero descubrirlo solo atenuo vagamente su sufrimiento, poco lo consolaba saber que amaba mas lo que menos podia tener.
Sintio celos, odio a Carolina, echo pestes, fantaseo con venganzas, conseguiria una novia y pasaria con ella frente a la mujer que ahora lo rechazaba, ella lo veria, sufriria, se arrepentiria. Pero deprisa se le fue este arranque rencoroso y quien se arrepintio fue el. La culpa es mia, concluyo con amargura. Por la noche, tumbado en la cama de laton, decidio ir al dia siguiente a arrodillarse a los pies de Carolina e implorarle perdon, prometerle que le escribiria una carta por dia, haria de ella una reina, la convenceria de que le diera otra oportunidad. Pero por la manana, sentado a la puerta de su casa, se le fue el animo. Lo que por la noche era una firme decision, solo era ahora una necia fantasia, se dejo estar: «?Al diablo con ella!».
En terminos practicos, no obstante, su vida no se habia alterado en nada. El noviazgo de Carolina significaba que no podia contar con la proteccion de dona Isilda, pero la verdad es que ya no le hacia falta ese apoyo. La matricula era valida por los dos anos de la carrera militar; ademas, el principal gasto de los cadetes, el uniforme, ya estaba hecho. Seguiria recibiendo los trescientos reis diarios de sueldo, por lo que su modo de vida se mantendria. No existia el peligro de que, por motivos financieros, tuviese que abandonar todo y volver a Carrachana, aquel era su origen pero no seria su destino.
El verano transcurrio lento, caluroso y remolon, los dias en la provincia se arrastraban con una apatia insoportable. Afonso se distrajo ayudando a su padre en la elaboracion del vino, pero fue con alivio como, a principios de octubre, regreso a Lisboa, el muchacho sentia que ya no soportaba esa vida. Hacer vino es suelo que ya ha dado uvas, penso, riendose del juego verbal durante el viaje en tren.
Hizo el examen de Topografia poco despues de llegar a Lisboa y se quedo esperando los resultados. El domingo, dia 11, se fijaron en el vestibulo las notas de los alumnos aprobados. Afonso formaba parte de la lista y se dirigio a secretaria para informar de cual era el arma que pretendia «seguir». El primer curso era comun a todas las armas, pero el segundo curso requeria la especializacion. Eligio infanteria. Las clases se reanudarian a finales de mes, despues de una ceremonia de comienzo del ciclo lectivo esperada con enorme expectativa. No era
