para menos, el nuevo rey asistiria a la ceremonia inaugural y nadie queria perderse el momento de ver a la tragica figura.

El gran dia, Afonso formo con los restantes cadetes en el Pago da Rainha y, cuando llego la comitiva del monarca, se mantuvo al acecho. Como otro cadete le tapaba el angulo de vision, en el momento en que don Manuel II se apeo del carruaje, entre el estruendoso bochinche de las salvas reglamentarias y el fragor cacofonico de las bandas militares, Afonso estiro el cuello y miro al monarca, se le empanaron los ojos al descubrir, sorprendido, que el Rey era un moceton de su edad, con las facciones menudas en un rostro claro y casi infantil, tan imberbe que del bigote solo se atisbaban unos pelitos rubios en las comisuras de la boca; tenia las piernas torcidas hacia fuera. Llegaba a ser chocante ver a aquel adolescente metido en un grandioso uniforme de gala, la cinta de las Ordenes de Cristo, de Santiago de Espada y de San Benito de Avis que le cruzaba el tronco desde el hombro derecho, en la cabeza un enorme y pomposo morrion reluciente. Parecia un chico recien salido de la Escuela Naval rodeado de viejos en actitud reverencial, en medio de la enorme algazara de las bandas.

– Un vasito de leche -comento Mascarenhas con una sonrisa maliciosa.

El aspecto imberbe del monarca domino la conversacion de los cadetes durante algunos dias, pero pronto el trajin de las clases ocupo su atencion. El segundo curso incluia nuevas disciplinas. Los cadetes de infanteria asistieron a las clases de Derecho Internacional, Historia y Geografia Militar, Tactica y Servicios de Infanteria, Tactica Aplicada, Campanas Coloniales, Principios de Estrategia y Fortificacion Permanente, ademas de completar los ejercicios habituales de Esgrima, Instruccion de Tiro de Revolver, Gimnasia; por otro lado, realizaban visitas a fabricas y depositos de material de guerra.

En las horas libres volvieron las tardes de football, pero con una novedad que no le gusto demasiado a Afonso. El grupo Sport Lisboa, club que habia sustituido en su corazon al desaparecido Club Lisbonense, se habia fundido en el verano con otro club, el Sport Club de Benfica, y ahora se llamaba Sport Lisboa y Benfica. Descontento, Afonso fue a pedir explicaciones a los empleados del laboratorio Franco. Los jovenes alegaron que la fusion era la unica manera de impedir la desaparicion del Grupo Sport Lisboa. Segun ellos, el Sport Club de Benfica tenia un campo propio pero ninguna vocacion para el football, ya que, en realidad, no era mas que un club de ciclismo, mientras que el Grupo Sport Lisboa era un club de football, pero no tenia campo, lo que estaba minando la moral de los muchachos. La solucion fue unir a los dos clubs. A Afonso le disgusto la idea, le sonaba mal la palabra Benfica, el nombre de una carretera que desembocaba en Porcalhota, hecho que, sospechaba, ensuciaria de manera irreversible el nombre del Sport Lisboa. Pero ya habia comenzado el Campeonato y el 25 de octubre, justo la vispera del primer dia de clases, el nuevo club se enfrentaria al Sporting. Mascarenhas queria ver a su Sporting «dandoles una paliza a aquellos idiotas», y Afonso, algo contrariado, lo acompano hasta el campo del Sport Lisboa y Benfica, situado en la Quinta da Feiteira, junto a la iglesia de Benfica.

La primera gran sorpresa de Afonso, al llegar al campo y ver a los equipos haciendo ejercicios de calentamiento, fue que no parecia haber cambiado nada. El Sport Lisboa y Benfica llevaba el antiguo vestuario del Grupo Sport Lisboa: camisetas rojas y calzones blancos, y se mantenia en el pecho el propio emblema del aguila, con el anadido de una rueda de bicicleta, el simbolo del Benfica. La segunda sorpresa fue que casi todos los jugadores del equipo eran los mismos del Sport Lisboa, como si todo siguiese igual. Y la tercera sorpresa fue la inesperada victoria del Benfica sobre el Sporting, que contaba con los ocho campeones robados el ano anterior al Sport Lisboa. Mascarenhas regreso abatido por el resultado, pero Afonso volvio euforico: al fin y al cabo, su club seguia existiendo.

El curso escolar transcurrio con una lentitud que lo hizo sentirse impaciente. Afonso tenia dieciocho anos y el tiempo parecia detenido, anhelaba llegar a la mayoria de los veintiuno; le parecian una eternidad los tres anos que le faltaban. Las clases consumian la semana y, para distraerse, llenaba los domingos con el football. Para gran desanimo de Mascarenhas, el Sporting volvio a ser derrotado por el Benfica, esta vez en el Lumiar, y, sorpresa de las sorpresas, los rojos empataron con el temible Carcavellos Club, que volvio a ganar el Campeonato, aunque sufrio un fuerte asedio por parte del club del aguila, clasificado segundo.

La epoca de football y el curso escolar terminaron casi a la vez y, cuando cayo en la cuenta de que asi era, Afonso se vio en el vestibulo mirando la lista de los «alumnos aprobados». Su nombre constaba naturalmente en la lista, en la que aparecia «Afonso da Silva Brandao» con la calificacion global de 13,2 puntos. Solo a partir de los 15 se consideraba calificado como notable, un dato importante para decidir el regimiento al que iria. Una vez terminada la carrera militar, a los cadetes les correspondia solicitar su destino, pero solo aquellos que obtenian las mejores notas iban a los regimientos solicitados; los demas tendrian que conformarse con los que quedasen disponibles. Afonso se enfrento a un dilema. Su deseo era quedarse en Lisboa, como el de todos. Habia una multitud detras de lo mismo y otros cadetes tenian mejores calificaciones. Si elegia Lisboa, Afonso sin duda no conseguiria sitio alli, lo mandarian inevitablemente a un pueblecito de provincia, por ejemplo Braganca o Abrantes. La alternativa era elegir directamente un regimiento de una ciudad poco demandada. La opcion obvia era Santarem, que estaba cerca de Rio Maior, pero habia un inconveniente: Afonso no deseaba, de manera alguna, estar cerca de Carolina, no la veia y la mantenia apartada de su pensamiento, pero no estaba seguro de cual seria su reaccion cuando la viese, era una herida que no pretendia volver a abrir, para colmo con un marido en los alrededores. Con toda naturalidad, Afonso se postulo para un lugar en un regimiento de Braga, que era, en definitiva, la ciudad donde habia pasado cuatro anos y que se habia convertido en una especie de segunda tierra natal.

Capitulo 6

La tarde se puso invernal y desagradable, y en ello no habia motivo de sorpresa. Octubre trajo consigo las primeras senales de lo que seria el invierno de aquel final de 1913: el viento recorria el Sena con su soplo helado, los arboles se agitaban con un farfullar intranquilo, nervioso y machacon, se desprendian hojas secas de las ramas y volaban sin rumbo ni destino, rotas y perdidas, a merced de la brisa. Las nubes se deslizaban bajas y cargadas, cerniendose silenciosamente sobre los tejados oscuros como bultos fantasmagoricos, espectros esfumados que vigilaban con desconfianza la ciudad, ahogandola y oprimiendola bajo un manto blancuzco que lo cubria todo, eran sombras taciturnas, un vasto manto de vapor que amenazaba a la gran urbe y hasta la sofocaba. La atmosfera se habia hecho pesada, el aire humedo, caian gotas aqui y alla, pronto lloveria.

Agnes tenia que estudiar, pero no quiso quedarse encerrada en casa y prefirio salir. Como el tiempo se mostraba inhospito e inclemente, fue a buscar refugio en la Brasserie Lipp. La cerveceria se encontraba atestada de gente y ella fue a sentarse a una mesa en un rincon, apoyada en los azulejos que decoraban las paredes del local. Pidio una cerveza alsaciana y una choucroute, y se sumergio en la lectura del trabajo que tenia entre manos, un tratado sobre el problema del estrenimiento.

– ?Puedo? -pregunto alguien que apoyo su mano en la silla vacia que estaba enfrente.

Agnes levanto los ojos del texto, pensando que era el garcon con la cerveza y la choucroute. Pero, en vez del camarero, vio a un hombre joven, con bigote recortado, los ojos castanos y actitud jovial.

– Oui-asintio ella, haciendo ademan de volver a la lectura.

– Disculpeme, pero esta todo ocupado y no hay otro lugar.

– Faltaba mas.

Agnes intento concentrarse en la lectura, acababa de comenzar el tercer ano de Medicina e intentaba avanzar en su estudio, pero el hombre era hablador.

– Esta brasserie es fantastica, ?no le parece?

Вы читаете La Amante Francesa
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату