– No me hables de Santarem.
– No te conviene…
– Es a ti a quien no le conviene.
– ?A mi?
– Si, a ti. Fue una verguenza lo que ocurrio alli. Los soldados se presentaron en el cuartel, no falto ni uno, todos preparados para coger el tren a Lisboa y continuar hasta Francia. Todos. Y los senores oficiales se quedaron todos en casa.
– Estas exagerando. -El teniente se rio-. No olvides que aparecio un alferez.
– No te burles, que es grave. Los oficiales desertaron, abandonaron a sus hombres, y eso no es motivo de broma.
– No desertaron. Se indignaron.
– Desertaron. ?Y ya sabes lo que les ocurrio?
– Los detuvieron.
– No, despues de eso.
– ?Despues de eso? Despues de eso, nada. Estan presos.
– Hombre, ?no sabes lo que les ocurrio?
– Yo no.
– Aaah, no lo sabes… Mira, fueron insultados por el populacho. El pueblo salio a la calle cuando los llevaban a la estacion. Las madres, las mujeres, las novias, las hermanas de los soldados, todas en la calle tirandoles piedras y barro, llamandolos cobardes, insultando a los oficiales que se quedaron mientras se iban los subalternos. Una verguenza.
– Pero ?quien te ha contado todo eso?
– El mayor Montalvao.
– Ese tambien es una buena pieza -murmuro en voz baja, revirando los ojos-. Pero, oye, al menos lograron no ir hasta Francia.
– Eso es lo que tu piensas. -Afonso se rio-. Fueron condenados a treinta dias de prision correccional y ya estan cumpliendo la pena en un barco.
– ?Que? ?Fueron realmente a Francia?
– Claro, pues.
– No se si sera buena idea.
– No veo por que. Me parece incluso muy justo.
– ?Ah, si? ?Y como unos oficiales que estan contra la guerra van a conducir a los hombres en el combate? ?Has pensado en lo que puede pasar?
– Bajo el fuego no tienen otro remedio que ir al frente, caramba.
– Afonso, Afonso, las guerras no se ganan asi. Se ganan con liderazgo y moral elevada, se ganan con motivacion y empeno. Dime que liderazgo, que moral, que motivacion, que empeno tienen esos oficiales.
Afonso hizo un silencio meditativo, ponderando aquella situacion.
– Si, tienes razon -admitio finalmente-. Puede ser un problema. Pero no veo alternativas. Si se hubiesen quedado aqui, habria sido un premio y habria alentado a otros a repetir la misma gracia.
Pinto saco del bolsillo un paquete de Mondegos y encendio un cigarrillo.
– Otra cosa que no entiendo es por que los mandan en barco -dijo pensativo, y exhalo una voluta gris-. Con los submarinos alemanes a sus anchas, me parece un peligro innecesario, es un disparate mas de este Gobierno de mierda.
– ?Vaya, hombre! ?Y como querias que fuesen?
– En tren, claro.
– ?En tren? ?Estas loco o que?
– Pero ?cual es el problema?
– Hombre, que Espana no lo permite.
– ?No lo permite? ?Y por que?
– Por razones politicas, ?por que habria de ser?
– Pero ?que tiene que ver la politica con esto?
– El problema es que Espana es un pais neutral y no autoriza el movimiento de tropas beligerantes por su territorio. Ademas, no te olvides de que los espanoles simpatizan con los alemanes.
– Oye, que no todo ha de ser exactamente asi -replico el teniente-. Me dijeron que el coronel Abreu va a ir a Francia en tren.
– Vestido de paisano, Zanahoria, vestido de paisano. Como turistas, sin el uniforme, podemos ir por Espana, no hay ningun problema. Pero no es posible enviar a todo el CEP de paisano en tren, como comprenderas. Por tanto, como ir nadando no es una opcion, no tienen otra solucion que irse en barco.
El teniente Pinto se quedo un momento callado.
– Si quieres que te lo diga, los espanoles tienen razon -se desahogo finalmente.
– ?En que? ?En ser neutrales?
– Si, en eso tambien. Pero me refiero a apoyar a los alemanes.
– No digas disparates.
– No es ningun disparate. ?A cuenta de que vamos a ayudar a los ingleses y a los franceses?
– Oye, Zanahoria, tenemos que respetar nuestra alianza con Inglaterra. Si ellos nos piden ayuda…
– No me vengas con eso. Los ingleses que tienen una alianza con nosotros son los mismos que nos dieron el ultimatum en 1890, los mismos que negociaron con los alemanes la entrega de nuestras colonias. Y en cuanto a los franceses, mejor no recordar las invasiones napoleonicas ni lo que ellos destruyeron aqui. ?Vamos a ayudar a esos tipos? ?Con que fin?
– Por nuestro interes. Si no hacemos nada ahora, no estaremos mas tarde en condiciones de defender nuestro imperio, cuando se vuelvan a disenar los mapas. Y, ademas, reafirmando nuestra alianza con Inglaterra, estaremos seguros de que los espanoles no se atreveran a machacarnos la cabeza.
– Y venga, otra vez con el mismo tema.
– Tienes razon -sonrio Afonso, que, bajando la cabeza, pensativo, en busca de otro tema menos tenso y conflictivo, recordo-: Oye, ?has estado esta semana en el restaurante del hotel Francfort? ?Ahi preparan un bacalao que esta de rechupete!
La partida de la 1a Division estuvo acompanada por una intensificacion de los preparativos de las unidades que pertenecian a la 2a Division. Los britanicos hicieron llegar uniformes nuevos a Portugal, distribuidos por los contingentes integrados en el CEP. Se decia que hacia frio en Francia y se le entrego a cada soldado un capote de lana y dos mantas, ademas de dos mudas de cada prenda de ropa. En Braga, se equipo a todos los hombres de la Infanteria 8, la mayoria con cascos de copa acanalada en la cabeza, de mala calidad, desechos del ejercito britanico. Afonso tuvo mas suerte y consiguio un casco MK1, mas resistente, y un magnifico dolman abierto: privilegios de oficial.
Las ordenes de embarque llegaron un dia nublado de abril. La manana del sabado, dia 21, los dos mil hombres de la Infanteria 8 y de la Infanteria 29 marcharon por las calles de Braga y formaron en la estacion en medio de un ambiente muy conmovedor: aparecieron familias enteras para despedirse, las mujeres lloraban amargamente la partida de sus hijos, de sus maridos, de sus novios, de sus padres. Algunos civiles irrumpian entre las filas desordenadas de soldados para abrazar a uno o a otro, para dar un ultimo consejo, para entregar una manzana, un pastel, un bollo, para compartir una lagrima mas o dar un ultimo beso.
A una orden de los oficiales, los hombres subieron a los vagones y el tren inicio la marcha con un pitido largo y triste, gorras que decian adios por las ventanillas, besos lanzados al aire, la locomotora a carbon gano velocidad y desaparecio lentamente en la curva, del tren solo se veia ahora el humo negro que se alzaba por encima del caserio, dejando a la multitud desalentada con la partida de sus muchachos para la guerra.
Aquel era un tren especial, por lo que no hacia paradas. Afonso no se despidio de nadie, se limito a enviar una carta a Carrachana con la noticia de su partida. El capitan se paso el viaje viendo como Portugal desfilaba por la ventanilla, rezando en silencio, interrogandose si volveria y en que estado. Leyo muchas veces la edicion de esa manana del
