Agnes se encogio de hombros.
– Ca va.
Afonso aprecio sus modales suaves y dulces, la belleza tranquila, la actitud carinosa y levemente triste. La admiro y se sintio interesado en conocerla mejor. Pero una voz detras de el, en portugues, desvio su atencion.
– ?Mi capitan!
Era Joaquim, haciendo el saludo militar.
– Ve a buscar el coche -ordeno el oficial.
– Esta alli fuera, mi capitan.
Marcel abrio la puerta y Afonso se volvio hacia Agnes.
La baronesa avanzo un paso, ignorando las monedas que el le extendia pero cogiendo el
– ?Volvera esta noche?
– ?Y por que?
– Parto hoy para las trincheras.
Agnes apreto los labios.
– ?Va a estar alli mucho tiempo?
– Una semana,
– Entonces sea nuestro huesped dentro de una semana -le dijo, devolviendole el
Afonso vacilo un instante, sin saber que responder a esa invitacion inesperada.
– Con mucho gusto,
– Usted tenga cuidado y ocupese de los boches, que yo me ocupare del
– ?Y el
– Me paga el
Los dos se dieron la mano, ella con una sonrisa siempre delineada levemente en los labios, esta vez con un rubor suave, de rosa tirando a rojo, que le llenaba el semblante de calor, mientras el aroma floral de L'heure bleue perfumaba el aire con sus esencias de fruta.
– Usted se parece mucho a una persona que conoci.
– Espero que sea una semejanza agradable.
Ella sonrio con tristeza.
Capitulo 3
La tierra se extendia por el campo casi plano, desertico y desolado, al mismo tiempo humedo, fangoso, sucio. Hasta donde la vista alcanzaba, el suelo revuelto era arido, todo se encontraba quemado, habia baches semejantes a crateres producidos por las granadas de los obuses, y las minas habian despanzurrado la tierra, aqui y alla se veian charcos de agua y barro de donde asomaban hierros retorcidos, algun cadaver humano que otro en descomposicion, huesos, botas con los pies cortados dentro, harapos de uniformes, ratas muertas flotando. Las unicas cosas de pie en aquel tenebroso mar de desolacion eran las redes abolladas de alambre de espinos, los arboles calcinados sin hojas y con los troncos carbonizados, las paredes incompletas de lo que antano fueron casas y eran ahora solo tristes e irreconocibles ruinas.
Un silencio profundo se habia abatido en el ultimo momento sobre este siniestro paisaje lunar. Apoyado en el parapeto, Matias Silva, a quien llamaban Matias,
– ?Beeeeee! -gimio una voz fingidamente tremula desde el otro lado de la Tierra de Nadie-. ?Beeeeee!
– ?Los hijos de puta de los boches ya me han visto! -farfullo entre dientes el centinela portugues, que se alejo cinco metros del lugar donde vigilaba, no fuese a hacer de las suyas el diablo.
El chaleco de piel de cordero era un exito entre la tropa alemana. Del otro lado de las trincheras estaban los hombres de la 50a Division del VI Ejercito aleman, dirigido por el general Von Quast y perteneciente al grupo de ejercitos del principe heredero Rupprecht. No se cansaban de provocar a los portugueses con imitaciones de voces de rebano. Algunos lanudos se pusieron al principio fuera de si con estas chacotas del enemigo, pero ya todos se habian acostumbrado: la broma, de tanto repetirse, habia dejado de surtir efecto y, cuando se los azuzaba, los hombres de los cuatro batallones de infanteria de la Brigada del Mino, la 4a Brigada de la 2a Division del CEP, se limitaban a rumiar algunos insultos contra los alemanes.
La primera linea portuguesa se prolongaba diez kilometros, desde la trinchera de comunicacion New Bond Street, en el sector de Fauquissart, hasta Ferme du Bois, al sur, con Neuve Chapelle en el medio. Este era, por otra parte, un tramo lleno de historia antes de que llegasen los portugueses. Fue justamente en Neuve Chapelle donde, en octubre de 1914, los alemanes utilizaron por primera vez gases quimicos como arma de guerra. En ese momento, estas trincheras estaban ocupadas por tropas francesas que, no obstante, ni repararon siquiera en los gases no letales que contenian las granadas de
Ahora, en este 22 de noviembre de 1917, Neuve Chapelle y las vecinas Ferme du Bois y Fauquissart vivian tiempos serenos en manos de los portugueses. Todo el sector de la primera linea estaba constituido por tres
