El puesto de comando de la segunda compania de la Infanteria 8 de la Brigada del Mino se habia transformado en un verdadero despacho. Arrimado a la pared de Grants Post, se encontraba el catre de alambre para el oficial de guardia. Al lado, algunas cajas colgadas como estantes para almacenar lo que fuese necesario; aqui y alla se veian velas de estearina y, junto a la entrada, una caja de municiones que servia de mesa, con un banco.
Sentado a la mesa, en la que unos trapos raidos disimulaban el rudo aspecto de la caja, el capitan Afonso Brandao preparaba el informe de las tres de la tarde sobre la situacion en el sector bajo su comando y sobre el viento, informacion esta ultima considerada relevante para evaluar la posibilidad de que el enemigo lanzase gases toxicos. Por casualidad, aquel dia 22 de noviembre, el viento venia del este, siendo por ello propicio para que los alemanes utilizaran armas quimicas. El documento que el capitan ultimaba era el quinto del dia. Por lo menos, nadie podia acusar al CEP de ignorar la burocracia. Era ayer cuando Afonso habia llegado a las trincheras, despues de la intrigante noche en al Chateau Redier, y lidiaba ahora, en pleno frente de guerra, con los papeles de la compania a su cargo.
A las seis de la manana ya habia enviado el «documento de las operaciones y de las informaciones», en el que describia la ocupacion de las trincheras, el numero de cartuchos consumidos por las ametralladoras, las patrullas, las obras de reparacion de las trincheras bombardeadas, la visibilidad, la actividad visible del enemigo, la accion de sus ametralladoras y granadas, los sitios alcanzados, el movimiento de los aeroplanos y otras informaciones. Este primer documento era sin duda el mas importante, pero habia mas. A las diez de la manana, Afonso habia telegrafiado para comunicar las bajas de las ultimas veinticuatro horas, y al mediodia habia remitido el informe de los trabajos y requisiciones. El proximo informe seria a las cuatro de la manana, con datos sobre el viento y la situacion en las trincheras. El problema es que el papelerio no acababa ahi, y el capitan suspiro con desaliento al recordar que aun tendria que leer con atencion la circular 22.753, enviada por la brigada para clarificar la circular 12.136 de la 2a Division, la cual, por otra parte, era una ampliacion de la circular 9.227 del CEP, con nuevas indicaciones para los soldados sobre el modo de colocarse y quitarse las mascaras, ya fuera de pie, acostados, en marcha, quietos, dormidos o despiertos.
– Afonso -llamo una voz detras de el.
El capitan volvio la cabeza y vio al mayor Gustavo Mascarenhas, el antiguo companero de la Escuela del Ejercito que ocupaba el cargo de segundo comandante de la Infanteria 13, de Vila Real, una de las dos unidades tramontanas presentes en Flandes, integradas tambien en la 2a Division.
– Entra -le invito Afonso, volviendo su atencion al documento que estaba terminando-. ?No deberias estar preparando tu informe?
– Ya lo he acabado -dijo Mascarenhas, que bajo la cabeza y se sento en el catre-. Tengo una sorpresa para ti.
– Cuentame -pidio Afonso sin levantar los ojos de su informe.
– Lisboa nos ha mandado un oficial flamante.
Afonso interrumpio su tarea y alzo la cabeza.
– No me digas -sonrio, mirando a su amigo-. ?Y quien es el angelito?
– Un tal capitan Resende.
– ?De donde es?
– No lo se -dijo Mascarenhas con una mueca de la boca-. Como viene al 13, debe de ser tramontano.
– Y todavia dicen que el 13 da mala suerte -solto Afonso-. Tenemos una enorme escasez de oficiales y vosotros conseguis un refuerzo. ?Cuando viene a las trincheras?
– Esa es la cuestion -dijo Mascarenhas, nervioso-. Llega dentro de un rato, mi ordenanza ya ha ido a buscarlo.
– Hombre, ?y ahora me lo dices? -lo reprendio Afonso-. ?Vamos a recibirlo como corresponde!
– Eso, Afonso, por eso he venido a avisarte.
Afonso se levanto y observo por la puerta del puesto en busca del ordenanza.
– Joaquim -llamo.
– ?Mi capitan?
– Dentro de un rato llega un oficial nuevo -le anuncio-. Tenemos que recibirlo. Avisa a la gente y dile que se prepare para el numero de costumbre.
– Enseguida, mi capitan -dijo Joaquim, que le hizo la venia antes de bajar a la carrera por la segunda linea.
Afonso y Mascarenhas salieron del puesto de comando de la segunda compania de la Infanteria 8, en Grants, entraron por la Winchester Road y cogieron la Rue Tilleloy hasta Baluchi Road, la trinchera de comunicacion por la que siguieron hasta girar en Cardiff Road y llegar a la linea de apoyo, en el sector de Euston Post. Alli se acercaron al muro de piedra y esperaron al oficial recien llegado.
El capitan Resende aparecio en el lugar diez minutos despues, guiado por el ordenanza del mayor Mascarenhas. Afonso y Mascarenhas lo vieron acercarse por la larga Rue de la Bassee y lo observaron por anticipado con mal disimulado placer. Llevaba el uniforme inmaculadamente lavado, el casco de hierro muy bien calado y ajustado bajo la barbilla, la mascara antigas colgada del cuello y muy derecha, como exigia el reglamento. Su porte era majestuoso y altivo, las botas relucientes, aunque ya con algo de barro en la suela. Solo la barriga prominente afeaba la majestuosa postura marcial.
Cuando se encontraron, los tres hicieron la venia y despues se dieron la mano.
– ?Preparado para la vida en las trincheras, capitan? -quiso saber Afonso.
– Ni por asomo -dijo Resende-. Hace apenas quince dias caminaba por el Rossio y, fijese, ahora estoy aqui, por sorpresa, sin ninguna preparacion, he entrado en la guerra en menos que canta un gallo.
– ?Vaya, hombre! -exclamo Mascarenhas-. ?En el Rossio? ?Que hacia usted en el Rossio?
– Bien -se cohibio Resende-. Estaba de paseo, supongo. Subia a la Casa Havaneza a comprar tabaco.
– ?A la Havaneza? -se asombro Mascarenhas-. Pero ?de donde es usted?
– Soy de Paco d'Arcos.
– ?De Paco d'Arcos? -se sorprendio aun mas el mayor-. Pero ?que esta haciendo usted en la 13, que es una unidad de Tras-os-Montes? Deberia estar en la 6a Brigada, la de Lisboa, donde se encuentran el 1, el 2, el 5 o el 11.
– Puede parecerle un poco extrano, mayor, pero no tengo nada que ver con Tras-os-Montes y he sido enviado con urgencia al 13 -se justifico el capitan-. Voy a donde me mandan.
El mayor Mascarenhas se acaricio el bigote con los extremos terminados en punta.
– Es el maldito problema de la escasez de oficiales -le comento a Afonso-. Como ya vinimos pocos y vamos perdiendo hombres por culpa de los boches y de las enfermedades, ahora mandan lisboetas a nuestros batallones tramontanos.
– Mi mayor -observo Resende-, quien lo oyera hablar pensaria que me esta descalificando…
– De ninguna manera, de ninguna manera -se dio prisa en aclarar Mascarenhas-. Sea bienvenido al batallon de la Infanteria 13 y a las trincheras del CEP. Estamos instalados en Ferme du Bois; el capitan Brandao, que es del 8, de Braga, se encuentra defendiendo la linea de Neuve Chapelle. El 8 pertenece a la Barrigada del Mino.
– ?Barrigada del Mino? -se sorprendio Resende.
– Que gracioso… -comento Afonso, revirando los ojos.
Mascarenhas se rio.
– La gente llama Barrigada del Mino a la Brigada del Mino. Pero, como ve, los nativos del Mino estan todos fastidiados.
Los tres oficiales y el ordenanza bajaron por la Rue de la Bassee y se dirigieron a la Edgware Road, entraron por esta y subieron, mas al fondo, por la Baluchi Trench. Afonso se adelanto un poco, guiandolos hacia la linea B de su sector, donde, si Joaquim habia cumplido bien las instrucciones que le diera, los esperaba el recibimiento al recien llegado.
Cuando desembocaron en la linea B, Afonso, induciendo al capitan Resende a error, advirtio:
– Estamos en la linea del frente, el enemigo se encuentra a doscientos metros.
Era mentira, claro, pero habia transmitido la informacion con un tono grave e imponia respeto. Una voz de centinela trono en el aire.
– ?Quien viene?
Afonso se lleno los pulmones.
