Era una idea tentadora la de visitar la cuspide del mayor edificio del mundo y, a duras penas, Agnes se dejo convencer. A pesar de las vacilaciones, se armo de valor y fue a la cola con su madre y su hermana, la madre se quedo en el segundo piso con los dos hermanos, ellos llorando por quedarse atras, Michelle diciendoles que eran demasiado pequenos para aquellas alturas. Paul y las dos hijas entraron en el ascensor, Agnes cerro los ojos mientras subia la enorme caja, solo los abrio cuando estuvo arriba para ver, recelosa y maravillada, la ciudad que se extendia a sus pies mas alla de los cristales de proteccion, el Sena serpenteando languidamente con sus barcos de vapor o de vela, el Arco de Triunfo transformado a la distancia en un monumento minusculo en el centro convergente de la Place de l'Etoile, el Sacre Coeur al fondo, Notre-Dame y el Louvre del otro lado; el Panteon, mas alejado. Vista desde lo alto, Paris se asemejaba a una ciudad de juguete, una marana de miniaturas que eran verdaderas replicas de originales famosos, todo parecia cerca, de una sola mirada se veia el Bois de Boulogne y el Jardin des Tuileries, las personas no eran mas que puntitos que se deslizaban por las aceras y se aglomeraban como un hormiguero por todo el Champ-de-Mars, el Trocadero, el Quai d'Orsay, los Invalides. La rueda gigante de la Grande Roue girando mas alla de la Avenue de Suffren con sus vagones que se alzaban despacio, perezosamente, casi hasta los cien metros de altura, «que miedo debe dar estar ahi arriba», comento Agnes con mirada de espanto, ella tambien aqui arriba, pero en suelo firme, no en la desconcertante ondulacion de la rueda gigante.

Esa noche fueron a cenar al restaurante Kammerzell, en cuyas paredes se anunciaban los sorprendentes espectaculos de Ballon Cineorama. Hacia ya seis anos que se hablaba de una importante innovacion, la de las fotografias animadas, y esa novedad constituia uno de los platos fuertes de la Exposicion Universal. Paul leyo en un folleto distribuido en el Kammerzell que las habia inventado un «electricista» estadounidense llamado Thomas Edison, quien bautizo su sistema con el nombre de «kinetoscope». Decia el folleto que Etienne Marey hizo la primera demostracion en Francia, y ese mismo ano proyecto un film chronophotographique en la Academia de las Ciencias. A Agnes todo eso le parecio extrano y comento que era imposible, las fotografias no podian moverse, y todos coincidieron con ella; sin embargo, los carteles en el restaurante y el folleto aseguraban lo contrario. A pesar de haber ido ya a Paris en anos anteriores, Paul aun ignoraba aquella novedad y decidio informarse con el camarero cuando este se acerco con la bandeja cargada de choucroute y cerveza.

– Si, las fotografias se mueven, se vuelven vivas -aseguro el garcon, divertido ante la admiracion de los provinciaux-. El primer Kinetoscope Parlor abrio hace seis anos en el Boulevard Poissoniere; pague veinticinco centimos para verlo.

– ?Y eso se llama kinetoscope?

– Hay muchos nombres y muchos sistemas diferentes -senalo el camarero, visiblemente un connaisseur entusiasta-. Existe el kinetoscope, que fue el primero, pero tambien el stroboscopique, el praxinoscope, el pantoptikon, el eidoloscope, el photozootrope, el cinematographe, el phototachygraphe, el theatrographe, el animatographe, el chronophotographe; en fin, una serie de cosas nuevas que nos muestran las fotografias en movimiento.

– ?Eso se ve en el Boulevard Poissoniere?

– Si, pero hay otros sitios y cosas mucho mejores que el Kinetoscope Parlor.

– ?Mejores?

– Claro. Por ejemplo, el cinematographe es fantastico.

– ?El cinematographe? ?Donde?

– Oh, en muchos locales. Pueden ir al cafe Eldorado, situado en el Boulevard de Strasbourg, al Olimpia o a las Galleries Dufayel, en el Boulevard Barbes, o a los varios cinematographesLumiere que hay por toda la ciudad. Pero, ya que estan aqui, tienen la opcion de ver los diversos espectaculos previstos en la Exposicion.

Despues de cenar, ya noche cerrada, fueron a la exposicion de electricidad en el Palais de l'Electricite, una majestuosa galeria dedicada a la gloria de la luz y a dominar el Champ-de-Mars en contrapunto con la Torre Eiffel. Los Chevallier se acercaron, encantados, hipnotizados por el sorprendente y magico espectaculo que tenian delante, con la mirada fija, junto con miles de personas mas, en el monumento de luz, el palacio literalmente se habia encendido, el edificio resplandecia de color, se veian cables con bombillas encendidas, estallidos de arcos de luz, la estatua del Genio de la Electricidad, blandiendo su antorcha en la cima, con una aureola brillante, rayos fulgurantes por toda la fachada, cristales coloridos entre el hierro, luces fantasticas cambiando de color, brillando, insinuando movimiento, banderas francesas orgullosamente izadas por toda la alameda y sujetas como bouquets de flores en los mastiles y balaustradas. Frente al palacio, tambien se habia encendido el Chateau d'Eau, la cascada caia desde una altura de treinta metros, el agua iluminada por lamparas, que parecia flameante, dibujaba en el aire esculturas de fuego liquido, lava ardiente que se sumergia con furor en la masa oscura del lago, la fuente luminosa ante la fascinada multitud.

Los Chevallier fueron a dormir esa noche al hotel Scribe, pero Paul tomo el recaudo de comprar una guia de la Exposicion, no queria que lo sorprendieran con mas novedades ni correr el riesgo de perderlas por no saber que existian. La guia explicaba que habia diversas experiencias cinematograficas en exhibicion en el Champ-de- Mars, con un total de diecisiete locales de proyeccion y doce pabellones. Estaba el Panorama, el Phonorama, el Photorama, el Theatroscope, el Phono-Cinema-Theatre, el Cinematographe Algerien, el Cineorama y el Cinematographe Lumiere.

– Entonces, ?que quieren ver? -pregunto Paul, sentado en un canape junto a la recepcion del hotel, rodeado por su familia.

– Queremos verlo todo -exclamo Claudette, que fue ruidosamente apoyada por sus hermanos.

– Eso no puede ser, no podemos verlo todo -replico el padre, meneando la cabeza-. Solo nos queda un dia y tenemos que elegir bien.

– ?Ooohhh!

– ?Por que no le preguntamos al concierge? -sugirio Michelle.

Paul se dirigio al mostrador del hotel y le pregunto al joven cual era el mejor espectaculo de imagenes animadas. El empleado no vacilo.

– Son todos diferentes -dijo-. Pero tenemos varios clientes que han ido a ver el Cinematographe Lumiere y han vuelto maravillados de alli.

– ?El Cinematographe Lumiere? ?Y donde esta?

– En la Exposicion, m'sieur. En el pabellon Machines.

Decidieron seguir la sugerencia y subieron a las habitaciones. Antes de acostarse, Agnes se acerco a la ventana de la habitacion y se quedo admirando la silueta colorida de la Torre Eiffel, su estructura de hierro enteramente cubierta por una marana de lamparas. La electricidad habia llegado y cubria el Champ-de-Mars de luz, la torre brillaba en toda su extension y emitias tres poderosos focos desde el extremo en direccion a varios puntos de la ciudad.

– Cualquier dia tendremos electricidad dentro de casa, ya veras -dijo con un suspiro Claudette, sentada frente a la ventana al lado de Agnes.

A la manana siguiente, volvieron en metropolitain al Trocadero, pagaron las entradas de dos francos y entraron en el recinto. Habian decidido ir al Palais de l'Optique, se decia que desde alli se podia ver la lune a un metre, que era algo fantastico, unico, que se viajaba en telescopio. Agnes queria secretamente comprobar que, si lograban ver hadas en el cielo, decididamente no habia que perderse aquel pabellon. Despues de cruzar Pont d'Iena, giraron a la derecha, pasaron por el Cineorama y se detuvieron frente al Palais de l'Optique, un edificio orientado de norte a sur siguiendo rigurosamente el meridiano, una gran media cupula en el centro de la fachada, los doce signos del zodiaco incrustados en el extremo, columnas persas que resguardaban la entrada, las paredes exteriores decoradas con medidores de tiempo; se

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