tampoco las tenia de Elena Fernandez, la unica mujer del grupo, a quien suponia con sus padres en su lujoso chalet de Sotogrande. Como, por desgracia, no disponian de telefono alli, la comisaria de Algeciras iba a cuidar de transmitirle el mensaje de la DSE madrilena.

Vio Bernal en el periodico que solo en Cadiz habia cuatro procesiones previstas para el dia. Aunque partirian de iglesias distintas siguiendo itinerarios diferentes, todas ellas atravesarian el Palillero, en el casco antiguo de la ciudad, donde iba a celebrarse una competicion de saetas en el balcon del cine Municipal a cargo de cantantes profesionales.

Bernal empezaba a dudar de la oportunidad de tener la sala de operaciones en la parte vieja de la ciudad en plena Semana Santa: sus estrechas callejas se veian interceptadas con frecuencia por los pasos, cada uno de los cuales agrupaba entre veinte y treinta penitentes descalzos, vestidos con el habito de las respectivas cofradias, de colores que variaban de una a otra, con la cabeza y los hombros ocultos por los altos capirotes, sin mas aberturas que las rendijas para los ojos, y amenazadores en su aspecto inquisitorial. Precedia a los penitentes un maestro de ceremonias portador de un largo baculo con el cual golpeaba el suelo para marcar el lento ritmo de la marcha, seguido por un ayudante, que, armado con un corto bazan o maza, golpeaba a trechos la plataforma, conforme a una clave que indicaba a los costaleros (invisibles debajo del paso) cuando alzar su enorme carga y seguir el avance y cuando torcer a derecha o izquierda. Aunque no hubiese ninguna procesion a la vista, las callejuelas aparecian atestadas de espectadores, algunos ocupando las hileras de sillas plegables instaladas por el Ayuntamiento. Bernal se dio cuenta de que la vida normal de la ciudad habia quedado paralizada por ocho dias, en un bache que no concluiria hasta el Domingo de Pascua, despues de la Gran Procesion, de dieciseis pasos, restablecida en fechas recientes.

El comisario vio por la ventana del hotel un taxi que desembarcaba a Lista y Miranda bajo la anaranjada marquesina del hotel, y salio a recibirles.

– Siento haberos aguado los planes de Semana Santa -dijo a sus colegas despues de haberles estrechado la mano.

– Teniamos mal tiempo en Madrid, jefe -repuso Lista jovialmente-. Sera estupendo dejarlo atras y ver algo de las procesiones de aqui.

– Son precisamente las procesiones lo que me preocupa, Lista -replico Bernal-. Hacen que los desplazamientos resulten casi imposibles. En cuanto os hayais inscrito en el hotel, nos vamos en busca de Fragela, el comisario de aqui, a ver si puede conseguirnos una oficina mejor, cerca de la carretera principal.

Tan pronto como el coche oficial les hubo llevado a la central de la Policia Judicial de la avenida de Andalucia, situada justo detras de la Puerta de Tierra, comprendieron que no habia alli dificultades de trafico, estando el problema en los desplazamientos de ida y vuelta al hotel.

– Lista y yo podriamos trasladarnos al hotel de la Renfe, jefe; queda mas cerca de la oficina y seria menos gravoso para los presupuestos…

– No son los gastos lo que me preocupa, Miranda. Cuento con que la Presidencia o el Ministerio de Defensa corran con el coste de la investigacion. Lo que ocurre es que no sera facil cambiar de hotel en plena Semana Santa. Veremos si Fragela puede presionar un poco.

Al llegar a los despachos que habian puesto a su disposicion, encontraron al contraalmirante Soto esperandoles.

– Pense que convendria informarle sobre esas actividades nocturnas, comisario -dijo el contraalmirante, antes de volverse hacia el gran mapa mural y tomar unas cuantas chinchetas amarillas-. Nuestros guardacostas advirtieron senales luminosas que partian del mar. El primer informe de Vigilancia de Costas del cabo Roche llego a las once cuarenta y dos. Hay en el cabo un antiguo fuerte situado sobre un pequeno puerto que estan convirtiendo en caladero de yates. En la pineda que bordea el litoral entre Chiclana y el cabo Roche, han construido una elegante urbanizacion donde han comprado chalets algunos politicos destacados. La Guardia Civil, que patrulla regularmente la zona, tiene una caseta al extremo del acantilado que domina la cala Roche.

– ?A que distancia de la costa se hicieron las senales, contraalmirante? -pregunto Bernal.

– Los guardias civiles calcularon que a un poco mas de dos millas maritimas hacia el sur, entre su puesto de observacion y el cabo Trafalgar. Al principio pensaron que el faro de Trafalgar tenia una averia, pero luego repararon en unos destellos mas debiles, emitidos desde un barco. Avisaron por radio a su unidad de San Fernando, para que enviasen una patrullera que lo investigara.

– ?No vio nada el farero del cabo Trafalgar?

– Ese faro es automatico, comisario. Su funcionamiento se comprueba a diario, como es natural, pero nadie vive alli -explico Soto. Y clavando al noroeste del cabo de Trafalgar la primera banderita amarilla donde antes habia escrito la fecha y la hora de lo observado, anadio-: El segundo informe lo recibimos poco despues de la medianoche de Torre Bermeja, que esta cerca de La Barrosa, una playa muy popular, proxima a Chiclana. Los guardias civiles que montan guardia alli dieron cuenta de haber visto senales luminosas dirigidas desde el sur a un punto de la costa situado aproximadamente a una milla maritima de donde estaban ellos. Aunque conocen algo de Morse, ninguno de los dos consiguio interpretar el mensaje. Y estuvieron observando atentamente la costa, pero no distinguieron senales de respuesta. Claro esta que si las hubieran emitido desde una cala abrigada o desde un escondrijo entre los acantilados, tampoco las hubieran visto… Eso sin contar con que pueden utilizarse lamparas de infrarrojos. He dado instrucciones de que a partir de hoy se les procuren prismaticos para infrarrojos a los guardias costeros, que tienen orden de observar cuidadosamente esta noche.

– ?Y los guardias del cabo Roche? -pregunto Bernal-. ?Vieron alguna senal luminosa en la costa?

– No, ninguna, comisario.

– ?Que me dice de la patrullera? Desde el mar tendrian mayores posibilidades de divisarlas.

– Es que, como tienen la base en Torre Gorda, tardaron algun tiempo en llegar a destino -explico el contraalmirante-. El ultimo informe se recibio a las doce de la noche, de un sargento retirado de la seccion de Vigilancia de Costas. Ahora vigila el viejo muelle del puerto de Sancti Petri, proximo a la boca del canal de ese mismo nombre, al sudoeste de San Fernando. Aunque no estaba de servicio, dice que algo le molesto y al levantarse y acercarse a la ventana de su caseta, vio hacia el sudoeste, mas alla de la isla de Sancti Petri, que queda en frente de la embocadura del canal, una serie de destellos. Se dio cuenta de que se trataba de una senal en Morse, pero no pudo descifrarla.

– ?No le fue posible leer ninguna letra? -pregunto Bernal.

– Solo una M, una L, una K y una T, seguidas por una rapida serie de otras, que se le escaparon. He pedido al Departamento de Codificacion que lo investiguen.

– De modo que la embarcacion misteriosa -comento Bernal, que estaba estudiando atentamente las banderillas del mapa mural- navegaba a un par de millas de la costa rumbo a Cadiz, procedente del sudeste. ?La capto el radar costero?

– Si, nuestros hombres siguieron su trayectoria hasta detras de la isla de Sancti Petri, y luego desaparecio de las pantallas.

– ?Que desaparecio? -repuso Bernal-. Entonces, era un submarino?

– Eso es lo que nos intriga, comisario. La senal era demasiado debil para tratarse de un submarino emergido de los que empleamos tanto nosotros como la OTAN, y tampoco tenemos noticia de que hubiera ninguno en los alrededores en ese momento. El monitor del radar, que tiene mucha experiencia en la interpretacion de senales, opina que era o un yate o una lancha grande.

– De ser asi, ?como pudo desaparecer? -se extrano Bernal-. Creo que debemos ir a Sancti Petri y entrevistar a ese sargento retirado. Parece un tipo despierto. Mas vale que nos acompane usted, Lista, mientras Miranda ayuda a Navarro a instalar aqui la sala de operaciones.

Habiendo dejado sin dificultad el Cadiz moderno, siguieron velozmente la via Augusta Julia hasta San Fernando, donde el chofer, para evitar las procesiones, utilizo calles secundarias. Al dejar atras las salinas, que a la blanca y viva luz filtrada por un fino celaje aparecian como desnudas, se unieron a la lenta caravana que de ordinario se forma en la Nacional 340 camino de Chiclana. Bernal ofrecio en ronda su paquete de Kaiser. Todos seguian con impaciencia las maniobras del chofer, que salvando las tortuosas calles de la pequena ciudad, de prospero aspecto, tomo la comarcal que llevaba hacia El Molino de Almaza y Sancti Petri.

– Yo hice aqui mi servicio militar, jefe -comento Lista-. En el campamento de Sancti Petri.

– ?Hombre, que casualidad! -se sorprendio Bernal-. Tus conocimientos de la zona pueden resultarnos

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